Imágenes ecuatorianas, una crónica
que se hace preguntas
¿Qué sigue?
Por David Suárez
Desde Quito, Ecuador
Desinformémonos / La Fogata, octubre
2010
¿Qué
sigue? ¿Clausurar las arcas del diálogo frente a todos los
que condenamos el golpe pero nos tornamos escépticos frente
a las banderas verdes y el ánimo de epopeya que no
reemplazan la necesidad de transformaciones profundas?
1. Esencia y apariencia
La contradictoria correspondencia entre
esencia y apariencia parece gustar de los juegos caleidoscópicos,
más cuando los hechos se desarrollan a velocidades que
desafían nuestra resistencia al vértigo. El caleidoscopio
gira en primer término a una figura que aparece como la raíz
del malestar policial: El 29 de septiembre, en medio de una
atropellada sesión ordinaria, el Poder Legislativo se
allana al veto del Presidente sancionado sobre la Ley de
Servicio Público. En lo fundamental, el cuerpo legal regula
las relaciones patronales entre el Estado y los trabajadores
administrativos del sector público entre los que se
incluyen por primera vez a los militares y policías bajo la
denominación de “servidores públicos”. La aprobación
de la Ley en la Asamblea tomó un largo y dilatado proceso
de negociación entre la Comisión Legislativa encargada de
la redacción del texto y las organizaciones de trabajadores
y servidores públicos del país. Los principales puntos de
discordia, relativos a una legislación regresiva en lo
referente a la estabilidad laboral y a la no ratificación
de compromisos internacionales en materia de derechos
laborales, lograron resolución a través de la eliminación
de una serie de articulados que otorgaban una facultad
discrecional al Gobierno para despedir trabajadores y
suprimir plazas de trabajo. Una vez más, siguiendo el
tradicional estilo de Gobierno, el Presidente hace tabla
rasa de todos los acuerdos alcanzados a través del diálogo
con los servidores públicos y se ratifica en los polémicos
articulados del despido intempestivo y las cesantías
anticipadas de trabajadores – léase jubilaciones forzosas
o supresiones de puestos –. La CONASEP (Confederación
Nacional de Servidores Públicos) y otros sindicatos
anuncian protestas y una posible ocupación de la Asamblea.
A pesar de que no existen señalamientos públicos o
pronunciamientos oficiales de la Policía Nacional, se
conoce que el veto incluye una disposición para homologar
salarios entre los servidores públicos y eliminar cualquier
tipo de remuneración adicional a la prevista en la Ley. Se
eliminan los premios, bonificaciones y compensaciones,
incluidas las recompensas económicas por condecoraciones y
años de servicio en la Policía Nacional. Sin embargo, no
hay ninguna señal que avizore la tormenta que está a punto
de comenzar.
2. Apariencia por Esencia
En medio de un enrarecido clima político
marcado por los viajes de la oposición a Washington para
denunciar la “dictadura de Correa”, rumores sobre la
disolución constitucional de la Asamblea Nacional por parte
del Presidente, – evento que incluye según la Constitución
el llamado a elecciones presidenciales y legislativas en el
plazo de un mes – y la persistencia de una línea de
confrontación con las organizaciones sociales y de
trabajadores, se anuncia en horas de la madrugada del jueves
30 de septiembre la insubordinación de la Policía Nacional
en el Regimiento Quito, el cuartel policial más grande de
la ciudad capital. Los primeros anuncios hablan de una
huelga de brazos caídos de los policías en rechazo a la
aprobación de la Ley de Servicio Público y la eliminación
de recompensas económicas y condecoraciones. Las imágenes
en el Regimiento Quito muestran a la tropa policial – los
oficiales han desaparecido por completo – sosteniendo
carteles alusivos a reivindicaciones económicas y reclamos
de mejoras de trato y horarios de trabajo para los policías.
En un primer momento, todo parece acontecer como sí estuviésemos
ante una súbita acción de clase de los trabajadores
policiales. Una mueca parecida a una sonrisa aparece en mi
rostro al recordar la vieja consigna tantas veces repetidas
frente a las fuerzas anti–motines de la Policía: El
pueblo uniformado también es explotado.
A las 9:30 de la mañana algo parece ir
en contra de la imagen de una mera protesta laboral de la
tropa policial. Personal de la Fuerza Área Ecuatoriana se
toma la cabecera norte del aeropuerto nacional en Quito. Lo
propio sucede con una pista menor en Latacunga. Mientras
tanto, hacia las 10:00 de la mañana Correa aparece
sorpresivamente, acompañado de su escolta y el Ministro del
Interior, en el Regimiento Quito para intentar resolver
personalmente el impasse laboral. En tono visiblemente
irritado arremete en su discurso contra las tropas
policiales a las que tilda de ingratas y recuerda que nadie
ha hecho por la Policía tanto como hemos hecho nosotros.
3. La desgarradura en el velo de la
apariencia
El clima se tensa, la tropa policial
emite pifias y gradualmente los improperios suben de tono.
Haciendo abstracción de la teatralidad innecesaria con la
que Correa se ha declarado dispuesto al martirio por la
Patria, la atención se centra en la respuesta de la tropa
de la Policía. Eso hizo Lucio, Eso hizo Lucio, responden
frente a la enumeración de las mejoras en las condiciones
laborales y salariales habidas desde el 2006 para la Policía
Nacional. El grito es inequívoco, la figura de Lucio Gutiérrez,
el advenedizo militar que llegó a la Presidencia tras
pactar un acuerdo con el entonces poderoso Movimiento Indígena
del Ecuador, para después romperlo y ponerse a las ordenes
de Washington, aparece en primera escena. La imagen de Gutiérrez
rondará el confuso panorama del Ecuador a lo largo de toda
la tarde. Figura necesaria aunque incompleta en el
rompecabezas del ¿golpe de Estado en proceso?, la evocación
de Gutiérrez permite desgarrar el velo de la apariencia
para pasar a pensar el vertiginoso fluir de los hechos en su
esencia.
La ciudad al medio día
¿Existirán saqueos a esta hora? ¿Harán
su agosto los pequeños rateros, los estruchantes, los hijos
de la miseria? ¿O por el contrario, serán las grandes
bandas del crimen organizado – en gran medida integradas
por ex policías y militares y toleradas por la propia
Institución Policial – las que colectarán ingresos
extraordinarios el día de hoy? Qué se arreglen a medias
con el botín que consigan hoy las bandas en Guayaquil,
Quito y Cuenca y con eso compensan lo de las condecoraciones
y listo… me dice el taxista (ex policía para más señas).
Pero la imagen caotizada de la ciudad no resiste el humor
amargo del conductor. La ciudad está tomada por el miedo.
Filas de coches con padres de familia desesperados intentan
retirar a sus hijos de las escuelas, al tiempo que violentos
piquetes de Policía empiezan a bloquear el tránsito en
puntos estratégicos de las tres ciudades principales
(Quito, Guayaquil y Cuenca).
En Quito, ciudad de larga tradición
política y curtida en varias asonadas militares, putsch y
derrocamientos populares acaecidos en las últimas dos décadas,
los civiles empiezan a confrontar verbalmente con la Policía
y esta responde con una inusitada violencia que castiga con
palizas y una profusa dosis de gases lacrimógenos,
cualquier intento de sobrepasar barricadas o filmar con cámaras
de celular, lo que parece ser algún tipo de asonada
policial – militar. La noticia de que el Presidente se
encuentra asilado en el Hospital de la Policía, a escasos
metros del Regimiento Quito tomado por los insubordinados
nos toma por sorpresa. ¿El presidente está secuestrado? ¿O
solamente está hospitalizado? Más tarde, veríamos en imágenes
una atropellada salida del Presidente en medio de empujones,
golpes y palizas a la escolta presidencial por parte de la
tropa insubordinada. En Guayaquil se han asaltado ya tres
bancos para esa hora. Recuerdo la broma ácida del taxista
ex policía.
4. La sagrada familia
Gutiérrez niega cualquier
responsabilidad sobre los hechos. ¿Es Gutiérrez el padre
de esta sacro – santa conspiración para restituir los
antiguos términos de relación entre el Estado y los
capitales oligárquicos? O la paternidad acusada de la cada
vez más grave situación política puede atribuirse a las
intervenciones foráneas. El hilo que va desde una protesta
laboral hasta la sublevación político – militar de la
Policía es delgado y corre en varias direcciones.
Un hilo se enciende a través de la
radio. Las voces del Coronel Mario Pazmiño y el Mayor
Manuel Silva, dos ex agentes de la CIA que fueron separados
de sus responsabilidades militares y policiales
respectivamente debido a su colaboración con la Agencia
Norteamericana, reaparecen consultados por radios afines a
la oposición de derechas para saludar el movimiento de la
policía y alentar el apoyo de la ciudadanía. Por otra
parte, en la ciudad de Guayaquil, Carlos Vera un ex
periodista, recalcitrante opositor y cercano a los líderes
del otrora poderoso PSC, declara que la insurrección
policial es una muestra de los deseos de todo el pueblo de
que Correa abandone el cargo. Se llama a la renuncia del
Presidente y la convocatoria de elecciones anticipadas.
En un desacertado y recurrente error
político, el Movimiento Pachakutik, antes considerado el
brazo político de la CONAIE, emite una declaración en la
que se solidariza con los legítimos reclamos de policías y
trabajadores, al tiempo que exige la renuncia del
Presidente. No hay evidencias que permitan colegir que este
error es imputable a la senda que habría seguido el hilo de
la conspiración de extrema derecha, pero sin duda las
presiones llovían a esa hora sobre las organizaciones de
trabajadores y pueblos indígenas para que se sumen al
turbio panorama de las operaciones policiales. La tentación
de una defensa común frente a un Gobierno que efectivamente
criminaliza y aplaca por varios medios la lucha social
parecen atraer a los sectores menos capaces de leer la difícil
coyuntura política.
En medio de la turbulencia un pesado y
agrio silencio de las Fuerzas Armadas (milicia, aviación y
marina) se instaura dejando la sensación de un Gobierno que
se ha quedado sin la capacidad operativa que ofrecen las
armas para aplacar la escalonada de los eventos. Arriba, muy
arriba, en el cielo de la geopolítica no es difícil
recordar que esta tormenta sobre los latinoamericanos del
Pacífico Sur, se venía venir como resultado de un relativo
retroceso de los procesos políticos progresistas. Al
castigo de la población venezolana a una reforma–revolución
que persiste tozudamente en canales de transformación que
ya se han agotado, hay que sumar el reposicionamiento de la
derecha tradicional con la elección de Piñeira en Chile y
los gobiernos de Santos y Alan García en Colombia y Perú
respectivamente. Si Ecuador cae, Venezuela queda cada vez más
aislada en el Pacífico Sur y el riesgo de un mayor nivel de
penetración de los intereses del capital chino e indio en
la región podrían verse conjurados por la habilidad de la
nueva diplomacia norteamericana que combina el trabajo sucio
de sus agencias de inteligencia con la elegancia inefectiva
de sus condenas a los putsch.
Intermezzo: La paradoja de
la política o políticas de la paradoja
Quito, Sede de CONAIE, 13:00 horas.–
El ambiente en la sala de reuniones en CONAIE es
extremadamente tenso. La organización que agrupa a los
pueblos y nacionalidades indígenas como tales enfrenta la
demanda de una variopinta coalición de intelectuales,
activistas sociales, y miembros de los partidos de izquierda
en oposición al régimen que han venido a la sede buscando
la construcción de una posición común frente a los
hechos. La desordenada discusión – en la que sin embargo,
siempre hay oído para todos – enfrenta la acuciante
pregunta sobre cómo reaccionará la organización más
cuestionada y confrontada por el actual régimen frente a lo
que podría ser un trágico e inminente fin de la
“revolución” ciudadana. Sus sepultureros no serán,
como imaginaron, los verdaderos revolucionarios
plurinacionales – los luchadores por el agua, por la
tierra, por la reorganización radical del modo de producir
y distribuir los bienes de la sociedad – sino un confuso y
pestilente movimiento de tropas militares y policiales que
pretenden sumar apoyos a sus protestas.
Lo curioso es que hasta esa hora nadie
se atribuye el intento de derrocar a Correa. Una asambleísta
de Pachakutik insiste en que los policías están luchando
por los derechos de los trabajadores (sic). El sindicato público
de los trabajadores petroleros, afectado por una política
de despidos masivos a trabajadores ha decidido plegar a la
movilización policial e insistir en una salida
constitucional sin Correa y la Asamblea. El nivel de
beligerancia de los discursos de los sindicalistas
petroleros es confuso. Cualquier acción encaminada a
defender el orden democrático sería un intento de
desmovilizar y provocar adhesiones al régimen de Correa,
sostienen. La única vía es movilizarse y convertir al
movimiento de la tropa en movimiento de todos los
trabajadores.
El debate interno en CONAIE es mucho
menos demagógico. ¿Cómo apoyar a un Gobierno que ha
recrudecido la represión y persecución contra líderes
anti–mineros en Azuay? ¿Cómo ponerse de parte de un
Gobierno que sistemáticamente ha desmantelado los espacios
conquistados por los indígenas para mantener autonomía en
educación, salud, desarrollo social, etc.? ¿Hay
efectivamente un Golpe de Estado? ¿Dónde se ha
configurado, quien lo está llevando adelante? ¿Cuáles son
los intereses más importantes de los pueblos y de los
trabajadores en el país?
Finalmente, el debate sostiene una
posición clara: Aunque la intransigencia de Correa y su
actitud prepotente frente al diálogo con las organizaciones
sociales haya provocado una situación de descontento de los
de abajo que están organizados, lo cierto es que el
movimiento de tropas en la policía y los militares no
responde a la dinámica de abajo. No hay ninguna ilusión
posible con un movimiento que persigue demostrar que la
extrema derecha existe y goza de buena salud en partes
importantes del aparato estatal. La CONAIE decide condenar
el golpe y define que la única forma de defender la
democracia es hacer la revolución de manera profunda y
verdadera. Llama al Gobierno a resolver el diálogo
pendiente con los trabajadores y organizaciones sociales.
La otra organización indígena
nacional, la FENOCIN (Confederación Nacional de
Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras) ya se ha
pronunciado en defensa de la democracia y por la
profundización de las reformas que están pendientes. A
pesar del alivio que se respira por el triunfo de la
sensatez política, en CONAIE se respira un aire exhausto.
Se sabe que el destino de las próximas horas del país, ya
no cruzará necesariamente por el cauce de la movilización
indígena.
Ahora serán otros los actores sociales
y políticos que han de resolver decisivamente la coyuntura.
La pregunta flota inevitablemente en el aire, ¿cuáles serán
ahora esos sujetos que marquen la diferencia? ¿El pueblo así
indiferenciado, inadjetivado? ¿la extrema derecha? ¿la
vigorosa estatalidad que amenaza con devorar a la sociedad
civil en el esquema desarrollista de Alianza País? Todos
sentimos cierta pesadumbre por el déficit de autonomía que
muestra cada una de las posibles resoluciones. No es tiempo
para nuestra política. Es la otra política.
5. Una cadena nacional, un ánimo
soliviantado y una convergencia de Gobierno y Sociedad
Civil. (15:00 horas)
A la hora que el canciller ecuatoriano
– uno de los más obsecuentes funcionarios en relación a
la política del régimen – llama al pueblo a rescatar a
su Presidente, secuestrado por un grupo de golpistas, el
Golpe ha comenzado a desinflarse. Nadie ha asumido la
paternidad del niño no nato. Los policías han sido los únicos
indicios – con su brutalidad y actitud de insubordinación
– en demostrar que las condecoraciones y los beneficios
extrasalariales son una pista falsa. Nadie se amotina por
una canasta de juguetes o por un improbable retiro de
condecoraciones. A esta hora ya se han producido 50 heridos
y la actitud de los amotinados en el combate con las
manifestaciones espontáneas que han llegado al Hospital es
por demás bárbara. Un reporte determina que los policías
han apedreado hasta el borde de la muerte a un joven
manifestante. Los perdigones, los gases lacrimógenos y los
disparos al aire se suceden mostrando toda la fructífera
labor de entrenamiento anti–motines que recibe la policía.
El Ministro Patiño, recibe un impacto
de bomba lacrimógena que rompe su cabeza, los más
aguerridos en los combates callejeros, son jóvenes de
barrios populares que han bajado a la ciudad y dejan claro
su consigna: estamos contra estos chapas (policías)
desgraciados, golpistas, pero tampoco estamos a favor de
Correa, advierte un improvisado encapuchado afectado por los
gases lacrimógenos. De todos los sitios de la ciudad, gente
de diversas condiciones sociales (desde clases medias hasta
clases trabajadoras) se suceden los defensores civiles del
Presidente que van ora en grupos dispersos, ora de la mano
de los Ministros de Correa, ora improvisando consignas, ora
combatiendo callejeramente a la policía. Los números
hablan de 3000 personas en la Plaza de Gobierno y 5000 en
las cercanías del Hospital de la Policía.
La visible unanimidad de la población
quiteña ha tenido un solo punto de contraste. Conocedores
del papel de confusión y desmovilización al que inducen
los medios privados de comunicación en manos de potenciales
interesados en el golpe, el Gobierno ha decidido usar su
atribución constitucional de integrar a todos los canales
en una cadena nacional de televisión que se transmite a
partir del canal público – estatal Ecuador TV. Varios
Ministros y funcionarios se suceden para respaldar a Correa,
los pronunciamientos de alcaldes y prefectos opositores a
favor de la democracia sumado a los pronunciamientos de los
principales actores políticos del país, va gestando una
unidad dirigida y visiblemente alimentada por el Gobierno
Nacional. El rechazo al golpe crece en la misma proporción
en que se construye una unidad de discurso político a través
del control estratégico de los medios de comunicación.
Punto para el Gobierno, factor decisivo – moral y políticamente
hablando – para el aplastamiento de la rebelión
A las dieciséis horas finalmente se
pronuncia las Fuerzas Armadas de manera contundente.
Mantienen siempre el respaldo al Presidente. Sus anteriores
comunicados en los que llamaban a revisar la Ley de Servicio
Público cambian por aquellos escuetos pero contundentes
comunicados en los que se habla de irrestricto respaldo a la
Constitución y el poder constituido.
23:50 La conclusión épica: ¿Ganamos
de manera definitiva? ¿Ganamos?
El rescate del Presidente se ha
producido manu militari. No ha podido ser como anticipó
Patiño, que el pueblo desarmado y heroico vencería a los
amotinados con la fuerza moral. Se ha necesitado un
operativo policial que ha dejado 5 muertos entre policías
leales a la Constitución y los insubordinados. En un
rescate de dimensiones espectaculares vimos por televisión
como moría desangrado uno de los escoltas del presidente en
medio de la persistente balacera que duró treinta minutos.
Los peores momentos de la jornada se vivieron justamente
cuando el golpe había sido desactivado y de la
insubordinación tan sólo quedaba un regimiento
apertrechado en las inmediaciones del Hospital Policial. Más
tarde, hacia la medianoche Correa se encontraría jubiloso
con su pueblo.
Me quedan dos preguntas:
1) El ardor y la osadía con la que
combatieron los policías atrincherados en el Regimiento
Quito es parte del terror de los derrotados al saberse
absolutamente abandonados por quienes les prometieron que
serían recibidos como héroes por la población o es la
pura abyección del poder policiaco que en tres años de
Gobierno no se ha podido, no se ha sabido o no se ha querido
conjugar por el Gobierno de la Revolución Ciudadana? ¿Recuerdan
Dayuma, recuerdan Victoria del Portete, las protestas anti
mineras?
2) El Gobierno Nacional y la población
se han dado la mano para conjurar un golpe del que apenas
entrevemos sus líneas más gruesas. ¿Lo que sigue ahora
es, como vimos en la exagerada épica en la que se solazó
el discurso oficial tras la “victoria”, la proyección
cada vez mayor de la figura del Presidente? ¿el clausurar
las arcas del diálogo frente a todos los que condenamos el
golpe pero nos tornamos escépticos frente a las banderas
verdes y el ánimo de epopeya que no reemplazan la necesidad
de transformaciones profundas?
¿Habrá cacería de brujas, buscando
golpistas en los movimientos sociales, en los contradictores
de izquierda fundamentados, en los ecologistas,
ambientalistas?
O habrá entonces sí, diálogo y
reconsideración para fundar – al ver la debilidad de la
ocupación temporal de un Estado – esa otra política que
sólo puede arraigar en los movimientos que nacen de la
profundidad. De la necesidad ineluctable de un socialismo
que no precisa de un Estado para defender la radicalidad de
quienes luchan por lo sustancial: la sociedad
autogestionaria de los productores directos.
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