¿Levantamiento popular? ¿Intentona
golpista? ¿Autogolpe? ¿Show mediático?
¿Qué aconteció
el 30 de septiembre?
La “insurrección popular” de la
policía ecuatoriana
Por Dax Toscano Segovia (*)
La Haine, 06/10/10
Quito, 5 de octubre de 2010.– Los pronunciamientos han sido diversos y desde distintas posiciones, si
bien muchas de ellas coinciden.
Lucio y Gilmar Gutiérrez, dirigentes de Sociedad
Patriótica, han señalado que la responsabilidad de los
hechos la tiene Correa por su actitud prepotente y
autoritaria. De igual manera han expresado que en el pueblo
hay descontento frente a la situación generada por sus políticas.
Ellos, sin embargo, al igual que sus partidarios, han
deslindado responsabilidades frente a lo sucedido. No
obstante, la presencia de Fidel Araujo (militante de la
agrupación política de Gutiérrez y asesor del
ex–presidente) en el Regimiento Quito No. 1, así como las
declaraciones del propio Lucio y de su abogado Pablo
Guerrero, quienes manifestaron que se debía disolver la
Asamblea Nacional y que Correa debía renunciar, ponen en
evidencia las verdaderas intenciones políticas de estos
personajes.
Por su parte, el Partido Marxista–Leninista
(PCMLE–estalinista), así como las organizaciones
vinculadas a esta agrupación (MPD, FEUE), han expresado que
lo que sucedió aquel día en el país fue una “insurrección
popular” liderada por policías y un sector minoritario
del ejército y la aviación ante las políticas de corte
neoliberal llevadas adelante por el régimen de Correa, que
ha conculcado sus legítimos derechos. Dirigentes del MPD,
como Luis Villacís, expresaron públicamente su apoyo a la
acción de los policías.
El Movimiento Pachakutik también se pronunció en
defensa de la protesta policial.
Analistas políticos, académicos universitarios
como Fernando Villavicencio, también han respaldado la acción
de los policías. En su artículo “Rafael Correa y el
Golpe de Estado del Cabo Cotonete”, Villavicencio exalta
la lucha policial, a la vez que acusa al gobierno de haber
tramado una obra teatral, que condujo a los hechos sucedidos
el día jueves 30 de septiembre de 2010. Para el analista,
Correa no estuvo secuestrado y, como lo han señalado los
policías que estuvieron en el hospital de la institución,
el mandatario tuvo la oportunidad de salir tranquilamente de
ahí, incluso en medio de una calle de honor.
Si esto es real como señala Villavicencio: ¿por qué
los policías cercaron el hospital?, ¿por qué se ensañaron
contra los manifestantes que, “engañados” por el propio
Correa y sus cercanos colaboradores, según la versión del
articulista, querían arribar a las puertas del institución
de salud para ver al presidente y acompañarlo en su salida?
A nivel internacional, el periodista y destacado
luchador social Dick
Emanuelsson se hizo eco de los pronunciamientos
hechos por Edwin Bedoya, dirigente de la CEDOCUT y de Stalin
Vargas, vocero del MPD, quienes han insistido en señalar
que en Ecuador hubo una rebelión policial frente a las políticas
del régimen que afectan a los sectores populares.
Contrario a lo expresado por los personajes y
agrupaciones señaladas, los presidentes de Venezuela, de
Bolivia, así como el gobierno de Cuba, fundamentalmente,
condenaron con firmeza lo que calificaron como intentona
golpista en Ecuador. De la misma forma emplazaron al
gobierno estadounidense a que se pronuncie. No perdieron la
oportunidad en señalar que detrás de esta acción estaría
la mano de la CIA y sus organizaciones.
Militantes, pensadores y analistas de izquierda como
Atilio Boron, Percy Alvarado Godoy, Narciso
Isa Conde, Eva
Golinger, han manifestado que sí hubo un intento
de golpe de Estado, enfatizando que detrás de ello estuvo
la mano de la oligarquía y la derecha ecuatoriana, así
como del imperialismo estadounidense. La Corriente Marxista
Internacional ha realizado planteamientos similares,
haciendo un llamado para romper con el poder de la oligarquía
y fortalecer la organización del pueblo, de la clase
trabajadora ecuatoriana.
Entre los sectores de la derecha y la denominada
“izquierda marxista” (estalinista) ecuatoriana existe
plena coincidencia en sus planteamientos. Los medios
privados ecuatorianos, en general, han rechazado la idea de
que hubo un intento de un golpe de Estado. Una y otra vez
han señalado como causas de lo que sucedió ese día a las
políticas de Correa, así como a sus actuaciones
autoritarias y prepotentes. El presidente fue el que provocó,
fue un irresponsable al ir al foco de discordia, han señalado.
Diego Oquendo, periodista de Radio Visión,
no se ha cansado de indicar que no hubo de golpe de Estado,
sino una insurrección.
De igual manera, aprovechándose de la coyuntura,
los representantes de los medios privados no han perdido la
oportunidad de reclamar una vez más el derecho a la
“libertad de expresión”, supuestamente conculcada por
el gobierno, frente a la medida de enlazar todas las cadenas
a la oficial ECUADORTV. Este pronunciamiento ha sido
respaldado por la SIP.
Tras los incidentes, las peticiones de amnistía
para los policías involucrados en los acontecimientos de
ese día se han sucedido unas a otras por parte de los
asambleístas opositores al gobierno, principalmente de
Sociedad Patriótica y del Partido Socialcristiano. Mientras
el presidente Correa ha señalado que no habrá ni perdón,
ni olvido y que se aplicarán las sanciones estipuladas en
la Ley para los policías que participaron en esas acciones.
Para continuar con el análisis de lo sucedido el 30
de septiembre de 2010 en el país, es necesario tomar en
consideración algunos planteamientos, que tanto los sesudos
analistas de derecha e izquierda han obviado para emitir sus
posiciones, lo cual les ha llevado a no identificar las
causas reales que estarían detrás de esos hechos:
1. No se puede dejar de lado que en América Latina
los sectores de la derecha política, las oligarquías vende
patrias y el imperialismo tienen como interés fundamental
retomar las posiciones que en los últimos años perdieron.
El golpe de Estado en Honduras constituye un ejemplo de lo
dicho, así como los constantes ataques contra los gobiernos
de Hugo Chávez y de Evo Morales con el objetivo de
desestabilizarlos. Igual ha sucedido con el gobierno de
Correa, tal como lo demuestran las campañas llevadas
adelante por personajes como Carlos Vera, Jorge Ortiz, Lucio
Gutiérrez, Álvaro Noboa, Jaime Nebot, César Montufar,
Pablo Guerrero, entre otros. El gobierno de Correa, que
dista mucho de ser un gobierno revolucionario, de carácter
socialista, pese a esto constituye un estorbo para la política
de dominación imperialista en el continente. No obstante el
sinnúmero de contradicciones del actual gobierno en política
internacional, los EE.UU. estarían gustosos de deshacerse
de un presidente que se ha vinculado al ALBA, que ha
propiciado la constitución del Banco del Sur, que ha jugado
un rol fundamental en la OEA y UNASUR para hacerle frente a
las políticas imperiales y que ha mantenido buenas
relaciones con el presidente Hugo Chávez, Evo Morales y Raúl
Castro.
2. Los grupos de poder político y económico se
amparan en una poderosa campaña mediática para
desprestigiar toda iniciativa, modelo o sistema que se
oponga al capitalismo. Hay una satanización de lo que es el
socialismo y el comunismo, tal como se lo hizo en la década
de los 80 del siglo pasado en América Latina. Gobiernos
progresistas y abiertamente de carácter revolucionario son
estigmatizados, acusándoles de querer destruir a sus
naciones con la aplicación de “modelos obsoletos”. La
propiedad privada constituye algo sagrado. Nadie puede ir
contra eso, dicen los defensores del capitalismo. El
gobierno de Correa, pese a que no ha dado señales concretas
de que en el Ecuador su gobierno quiera aplicar medidas que
posibiliten la construcción del socialismo, ha sido objeto
de estos ataques. La cadena televisiva TELEAMAZONAS es la
principal opositora al régimen del presidente Correa.
3. La CIA y sus organizaciones: USAID, NED, IRI,
SIP, Freedom House, Fundación Heritage, están detrás de
todas las campañas de desestabilización contra los regímenes
opuestos a los intereses de las oligarquías
latinoamericanas y del imperialismo yanqui. Millones de dólares
han sido entregados a organizaciones civiles, incluidos
grupos que representan posturas “progre”. Eva Golinger
ha señalado que la USAID ha entregado aportaciones
millonarias a Participación Ciudadana (dirigida
anteriormente por César Montúfar), a la CONAIE, a
Pachakutik, a la Corporación Empresarial Indígena del
Ecuador (con la cual tiene vínculos la asambleísta
opositora al gobierno de Correa, Lourdes Tibán).
4. De igual manera, la CIA ha penetrado los aparatos
de seguridad del Estado en Ecuador. Altos oficiales de la
policía y el ejército, que han sido victimizados por los
medios, como el Mayor Manuel Silva, ex jefe de la UIES
(Unidad de Investigaciones Especiales de la Policía) y el
Coronel Mario Pazmiño, ex jefe de Inteligencia del Ejército,
están estrechamente relacionados con la CIA. Además, estos
oficiales han prestado buenos servicios a la inteligencia
colombiana. En 2008 se presentó un Informe sobre la
penetración de la CIA en las Fuerzas Armadas y la Policía,
donde se demuestra los vínculos y la subordinación de
estas instituciones con los aparatos de espionaje gringos,
así como con la embajada estadounidense.
5. La institución policial, así como las fuerzas
armadas en el Ecuador, históricamente se han puesto al
servicio de los grupos de poder político y económico. La
violación a los derechos humanos ha sido permanente por
parte de estos aparatos represivos. No han estado del lado
del pueblo y sus luchas. Por el contrario, han sido enemigos
de las mismas. El informe presentado por la Comisión de la
Verdad, constituida bajo el gobierno de Correa, pone en
evidencia la práctica permanente y sistemática de la
violencia por parte de la policía y las fuerzas armadas
sobre la población. Basta recordar la institucionalización
de la tortura bajo el gobierno de León Febres Cordero, para
silenciar a quienes se les calificó como terroristas.
Sin perder de vista lo expuesto, cabe plantear tres
interrogantes:
1. ¿La derecha y el imperialismo estadounidense están
libres de culpa en lo que aconteció el 30 de septiembre de
2010 en Ecuador?
2. ¿Hubo realmente una “insurrección popular”,
encabezada por la policía, contra el gobierno de Correa?
3. ¿La institución policial actuó en defensa de
los intereses del pueblo?
El texto de Lenin: “El Estado y la revolución”,
permite comprender el rol de la fuerza pública.
El Estado es un aparato de represión de la clase
dominante. No es neutral. No representa los intereses de la
mayoría.
Para llevar a efecto su tarea, el aparato estatal
está conformado por fuerzas que ejercen acciones represivas
directas contra la población para de esa manera garantizar
los intereses de la clase detentadora del poder. El ejército
y la policía son los instrumentos fundamentales de la
fuerza del Poder del Estado, decía Lenin.
Esos destacamentos especiales de hombres y mujeres
armados están conformados, generalmente, por gente del
pueblo. Eso es verdad. Pero de ahí a deducir que por ello
se alinean con los intereses de las masas, hay un gran
trecho. Estas fuerzas del orden tienen como misión defender
al sistema y a sus amos que les dan de comer. Sólo se
levantan, si lo hacen, cuando ven afectados sus intereses
económicos, sus privilegios, como lo demuestra la acción
llevada a cabo fundamentalmente por los policías en
Ecuador. La protesta se produjo como rechazo a la
posibilidad de perder privilegios, canonjías que los policías
han tenido. El malestar continúa en ese sentido, aunque con
la homologación salarial que el gobierno de Correa ha
efectuado, las remuneraciones de los integrantes de las
instituciones armadas mejorarán sustancialmente.
Habría que esperar para saber si los policías y
militares, ya contentos con sus nuevos salarios, van a
luchar por los intereses del resto de la población. De
igual manera, habría que ver si es que en un momento
determinado en que la población salga a protestar por sus
derechos y mejores condiciones de vida, la policía no va a
reprimirla.
La “izquierda marxista” y los sesudos
intelectuales “progre” no han perdido la oportunidad
para hablar de la extracción popular de la tropa. Son el
“pueblo uniformado”, dicen. Lo que no analizan es el rol
que tienen esos aparatos represivos en la sociedad, así
como la ideología que terminan asumiendo en los cuarteles
donde les inculcan el odio a las ideas socialistas, al
comunismo. Asimismo, dejan de lado la personalidad de los
individuos que trabajan en esos aparatos represivos, que se
caracterizan por ser obedientes, disciplinados, sumisos y
serviles frente al orden establecido. Podrán rebelarse
frente a un gobierno para defender sus intereses, pero eso
no les quita la condición de ser instrumentos al servicio
de la clase que detenta el poder. Son enemigos de las luchas
populares.
La actuación de la tropa policial el día 30 de
septiembre de 2010, confirma lo expuesto. Asesinato de un
estudiante universitario e incitación para hacer lo mismo
con el presidente Correa, disparos de gases lacrimógenos
contra los manifestantes pacíficos, utilización de gas
pimienta, agresiones físicas, amedrentamiento a la población,
robo y destrucción de cámaras y teléfonos celulares,
destrucción de vehículos es lo que caracterizó a la acción
criminal de los policías contra el pueblo. La indiferencia
frente a los saqueos que se dieron en varias ciudades,
demostraron la falta de preocupación de la policía por el
pueblo. Esto formó parte de un plan muy bien estructurado
para sembrar el caos en el país, demostrar que no había
gobierno y propiciar la caída del régimen de Correa. Pese
a todos estos hechos, todavía pretenden encasillar la
realidad a la torpe idea de que en el país no hubo una
intentona golpista. Que los golpes no los hacen las tropas,
sino los oficiales, dicen los analistas de derecha e
“izquierda”. ¡Qué estrechez de pensamiento!
Las tropas policiales y militares participaron en el
golpe de Estado en Chile en 1973 y más recientemente en
Honduras, en el año 2009. Los que planifican pueden ser
otros, tras bambalinas o en forma abierta. Pero los que
ejecutan esas acciones son los individuos que conforman esos
aparatos represivos. Si se niegan, no les queda más que
asumir las consecuencias de sus actos: ser fusilados,
encarcelados, torturados o, en su defecto, abandonar esos
aparatos para pasar a engrosar las filas de las y los
combatientes populares. Solamente cuando la tropa y la
oficialidad se conciencian a partir de las condiciones
materiales de existencia de la población más pobre, así
como por un adecuado trabajo político, la policía y el ejército
se pondrán del lado del pueblo.
En Ecuador, el día 30 de septiembre de 2010 la
policía atacó al pueblo. Ese día los policías lucharon
por sus intereses particulares, no los de la mayoría de la
población. En esa jornada, la policía vitoreó a un
enemigo de la lucha popular, el Coronel Lucio Gutiérrez. En
esa fecha, una vez más, la policía demostró estar en
contra del pueblo.
Estos elementos son los que no deberían perder de
vista quienes desde posiciones supuestamente de izquierda,
se ponen del lado de los represores históricos del pueblo y
de quienes están detrás de ellos: la oligarquía vende
patria y el imperialismo yanqui.
Ojalá esa izquierda y sus sesudos analistas e
intelectuales, no pidan amnistía para estos policías,
enarbolando la política cínica del perdón y olvido. Los
enemigos de mis enemigos, no son necesariamente mis amigos.
La clase trabajadora ecuatoriana debe organizarse para
hacerle frente a la derecha, a la oligarquía y a la
intervención del imperialismo yanqui. De igual manera debe
prepararse para exigirle de una vez a este gobierno que dé
un giro radical a la izquierda y que ponga en práctica
medidas que posibiliten la construcción de un sistema político–económico
distinto al capitalismo. Eso, por ahora.
(*) Periodista ecuatoriano, Profesor de la Facultad de Comunicación
Social de la Universidad Central de Quito.
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