Fin
de la farsa mediática: una misa en honor de los 33 mineros
termina en protesta
contra el gobierno
"70
días sin plata y sin trabajo"
"Los
33: queremos su apoyo, porque el gobierno nos tiene como el
hoyo (culo)"
Por
Francisco Perejil
Enviado especial a Mina San José
Página de Noticias, 17/10/10
Todo estaba
preparado para el broche perfecto. El obispo de Valparaíso,
Gonzalo Duarte, llegó a la mina de San José para oficiar
una misa en honor de los 33 rescatados. Primero acudió el
minero Juan Aguilar. Escoltados y protegidos por la policía
ante la avalancha de periodistas, fueron llegando los otros:
El jefe de turno, Luis Urzúa, el boliviano Carlos Mamani,
Claudio Yáñez, Darío Segovia, Pablo Rojas, Álex Vega,
Daniel Herrera, Mario Gómez... Ya no sumaban 33. Algunos se
habían marchado a sus provincias, otros descansaban después
de la fiesta que celebraron el sábado por la noche en sus
casas.
Otros
pertenecen a la Iglesia evangélica y no asistieron, a pesar
de que el pastor Carlos Parra se dejó ver por allí en su
último día ante tantísimos periodistas. Pero una decena
de los 33 era un número suficiente como para ponerle el
lazo a una película de final perfecto. Hasta que se colaron
otros personajes en la trama.
Iba a ser
la foto del día: algunos de los 33 llegaban al mismo lugar
en que durante 70 noches acamparon sus familiares. Ahí se
habían prendido las primeras hogueras. Por ahí había
llorado en agosto el ministro de Minería, Laurence
Golborne, cuando fracasó el primer intento de rescate:
Aquella primera semana, varios expertos intentaron meterse
por el mismo agujero que había engullido a los 33. Pero los
rescatistas subieron llorando y entre lágrimas dijeron que
la chimenea se derrumbó cuando quisieron avanzar y no
tuvieron más remedio que correr hacia la superficie. En ese
mismo campamento temblaron muchos familiares, compañeros y
amigos cada vez que algunas de los 13 sondajes que se
lanzaron en busca de los 33 se quedaba corto o pasaba de
largo. Ahí se abrazaron muchas familias el 22 de agosto a
las 4.55 de la mañana cuando, al cabo de 17 días, una de
aquellas sondas contactó con ellos y se supo que estaban
vivos. Entonces no había apenas periodistas por aquí.
Ahora, con las gafas negras para protegerse del sol,
caminando sin detenerse, los mineros del grupo de los 33
parecían estrellas de rock. Apenas podían ver las carpas,
ni las 33 banderas, ni las cenizas de las hogueras. Tan sólo
cámaras a su alrededor. Se metieron en una tienda de campaña
para asistir a la misa y de pronto, algo falló.
Unos 20
empleados de la empresa propietaria de la mina San José,
compañeros de los 33, protestaban porque no se les permitía
el acceso a la carpa. Reclamaban más atención por parte
del Gobierno del presidente Sebastián Piñera. Decían que
el finiquito que tendrían que haber cobrado sólo podrán
recibirlo a partir del año que viene y en cuotas de 12
meses. "Tengo una hija en la universidad, tenemos hijos
a los que criar y llevamos dos meses sobreviviendo con las uñas.
Necesitamos el dinero ya", explicaba el minero Javier
Abarca. El resto de sus compañeros portaba pancartas donde
se leía: "No somos 33, somos 300"; "Estamos
atrapados en la superficie"; "Los 33: queremos su
apoyo, porque el Gobierno nos tiene como el hoyo
(culo)"; "Piñera, para el show"
"Estamos mal en la superficie los 300".
Jimmy Sánchez,
el más joven de los 33 atrapados, abandonó la misa por un
momento para expresar su apoyo a los compañeros. También
lo hicieron Álex Vega y el boliviano Carlos Mamani.
"Hay dinero para la farándula pero no para nuestros
finiquitos", se quejaba el dirigente sindical Javier
Castillo.
Fue el último
día para cientos de periodistas en Copiapó. A partir de
hoy, los 33 mineros podrán quitarse las gafas de sol y
caminar sin agobios. Los otros 300 seguirán luchando por
sus derechos. Pero sin tantas cámaras alrededor.
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