Perú

Segunda vuelta en las elecciones presidenciales

Ni Humala ni Fujimori pueden ser opciones
para los trabajadores

Por Oscar Alba,
para Socialismo Barbarie, 11/04/11

El pasado domingo 10 de abril se realizaron elecciones presidenciales y parlamentarias en Perú. Al final de los comicios, el candidato por el Partido Nacionalista Gana Perú, Ollanta Humala Tasso, se impuso con el 31,1%, quedando en segundo lugar, Keiko Fujimori con el 23,2% de los votos. Keiko Fujimori es hija del dictador, condenado a veinticinco años por delitos de lesa humanidad. De esta manera la elección presidencial se resolverá en segunda vuelta el 5 de junio próximo entre estos dos candidatos.

En tercer lugar quedó Pablo Kuczynski, ex ministro de economía neoliberal y empresario. El cuarto lugar fue para el ex presidente Alejandro Toledo, otro neoliberal decorado con algunos toques de “indigenismo”. Su gobierno batió también récords de corrupción.

Humala, militar retirado de 48 años de edad, vuelve como en el 2006 a imponerse en la primera vuelta de las elecciones nacionales de su país. En aquel entonces tuvo que competir con Alan García quien terminó derrotándolo y es el actual presidente. La Alianza Popular Revolucionaria Antiimperialista (APRA), histórico partido nacional-populista que con la segunda presidencia de Alan García se reconvirtió al neoliberalismo salvaje, se derrumbó en estas elecciones. No presentó candidatura a presidente, resolviendo apoyar a Kuczynski y solo logró el 5% de los votos para congresales.

En resumen: entre las principales candidaturas presidenciales, es difícil decidir cuál de ellas es la peor.

Crecimiento económico y pobreza

Luego de casi cinco años bajo el mandato de Alan García, Perú muestra aun más nítidamente el contraste económico y social dentro de sus fronteras. 

Por un lado ha tenido un crecimiento económico en 2010 del casi 9% lo que ha llevado a gobernantes y sectores patronales a hablar eufóricamente del "milagro peruano". Mientras que por otro lado la pobreza avanza sobre los sectores obreros y populares. 

"Perú está entre los países de la región con las mejores cifras de crecimiento económico -el año 2010 creció 8,9 por ciento-, pero está entre los últimos en desarrollo humano. Más de un tercio de los peruanos vive en la pobreza y más del 10 por ciento, en la pobreza extrema. Y en las zonas rurales, la pobreza supera al 50 por ciento de la población. Las utilidades de las empresas se han multiplicado, pero los salarios permanecen congelados hace varios años, el empleo se ha precarizado, los derechos laborales de los trabajadores formales se han reducido y cerca del 80 por de los trabajadores labora en la informalidad sin ningún derecho ni seguro social."[1]

En este sentido y como ejemplo, hay que anotar que las empresas mineras transnacionales han crecido entre  35% y 40% pero el conjunto del aparato productivo no genera el empleo necesario.

Desde el punto de vista de las masas trabajadoras, las mismas no se han repuesto de conjunto de la derrota sufrida bajo el régimen de Alberto Fujimori. La guerra entablada por el dictador y las fuerzas armadas peruanas contra las guerrillas de Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MTRA) dejaron una secuela de 70 mil muertos durante la década del 80 y el 90. Esta guerra pegó un salto cuando el "Chino" Fujimori, en la presidencia de la nación, promovió un "golpe blanco" junto a los altos mandos militares. El 5 de abril de 1992 el gobierno abolió la Constitución, cerró el Congreso, prohibió los partidos e intervino el Palacio de Justicia. Aplicando un plan económico de "shock" neoliberal abrió paso a las empresas transnacionales para la explotación de las riquezas naturales del Perú, impuso a través del Decreto 718, la "flexibilización" laboral para beneficio de las patronales 7 y siguió los dictados del FMI.

Durante el gobierno de Alan García, hubo importantes luchas de las comunidades campesinas indígenas que tuvieron su inicio en la Amazonia y se extendieron a otras regiones. Estas luchas fueron reprimidas duramente, no obstante el gobierno debió responder a algunas demandas de la movilización. De todas maneras estas luchas no pudieron avanzar hacia procesos de reorganización y recomposición de los trabajadores, lo que también explica en parte, aunque distorsionadamente la falta de una expresión política electoral auténticamente de clase por un lado y la existencia aún de una fuerza electoral reaccionaria importante como el fujimorismo.[2]

Humala no es una alternativa para los trabajadores

Ollanta Humala, que centró su triunfo electoral en los sectores populares, fundamentalmente del centro y sur andino y en la Amazonia peruana, no es una alternativa para los trabajadores. Su verborragia de izquierda en el 2006 se ha ido matizando en estas elecciones, en un claro mensaje a los sectores medios y empresariales: "Debemos trabajar por el consenso y la unidad del país, para que estas elecciones no nos dividan sino que nos unan" dijo en su discurso al cierre de la jornada electoral.

En este marco las masas peruanas tienen el desafío, por delante, de revertir la relación de fuerzas entre las clases, tan desfavorable después de las pasadas derrotas. Tarea que debe prescindir de toda confianza en el palabrerío populista y oportunista de Ollanta Humala. Quien ha pasado de calificar como "robinhoodes" a los guerrilleros de Sendero Luminoso a presentarse como imitador a Lula, el ex presidente "social-liberal" de Brasil.

La lucha de los trabajadores peruanos es política y no puede buscar referencia en los actuales contendientes electorales de la burguesía. Tiene que forjarse al compás de las luchas cotidianas en los lugares de trabajo, escuelas, oficinas y empresas para confluir en un solo golpe de puño contra las apetencias capitalistas.


Notas:

1.- Carlos Noriega. Pag 12, 11/4/011

2.- Kenji Fujimori, hijo de Alberto Fujimori, también logró ser el candidato parlamentario más votado.