Perú
Humala presidente

Inambari, una bomba de tiempo para Ollanta Humala

Por Rafael Vereau Gutierrez
IPYS - Infos, mayo 2011

El candidato presidencial más votado en Puno es también el más cercano a Brasil, como quedó demostrado en la primera vuelta de la campaña electoral. ¿Cómo resolvería Ollanta Humala el proyecto al que se niegan los puneños pero que tiene comprometidos importantes capitales brasileros?

Ollanta Humala es el candidato que logró mayor votación en Puno gracias a su conocido discurso nacionalista y descentralista, que logró calar en una región históricamente de izquierda. Sin embargo el resultado no solo le significaría alegrías a Gana Perú, el movimiento político de Humala, sino también una preocupación de ganar las elecciones en la segunda vuelta, en la que enfrentarán a Keiko Fujimori.

La controversia se presenta en la siguiente pregunta: ¿Llevará adelante Ollanta Humala el proyecto energético de Inambari, respaldado por capitales brasileros, aún cuando la población puneña se ha negado a él con marchas y protestas? ¿Para qué lado de la balanza de inclinará Humala?

En la primera parte de la campaña electoral de este año quedó evidenciada la vinculación del líder nacionalista con asesores del Partido de los Trabajadores (PT), el partido de gobierno en Brasil. Tras perder las elecciones del 2006 con un mensaje antisistema, Ollanta Humala fue consciente del lastre que le significó su cercanía con Hugo Chávez, ante lo cual, se decidió por un cambio de estilo dentro del socialismo, diseñado por asesores del Partido de los Trabajadores (PT).

La activa participación de los "petistas" Luis Favre y Valdemir Garreta en la campaña de Humala, además de la estrategia diseñada por el experto en marketing político Joao Santana, el mismo que ayudó a Lula a obtener la Presidencia en 2002 tras varios intentos fallidos, es una prueba de que los intereses brasileros siguen de cerca el desarrollo de las elecciones peruanas, y los favorecería, claro está, la victoria de Ollanta Humala.

El grado de vinculación del candidato con los intereses brasileros es aún un secreto, pero lo que es un hecho es la política de inversiones "sí o sí" que llevó adelante durante los últimos cinco años el gobierno de Alan García. En este contexto, el de Inambari se ha convertido en el caso paradigmático de una serie de proyectos similares que obedecen a la lógica de conseguir mayores rentas para el país, y la que Ollanta Humala (de ser elegido) tendrá que responder frenándola o replanteándola para prevenir una disparada de conflictos sociales similares.

Política energética ausente

Cabe resaltar que el convenio energético firmado con Brasil no ha sido sustentado dentro de una política energética nacional que establezca lineamientos claros sobre la cobertura de la demanda interna y la capacidad exportadora que el Perú puede ofrecer. En otras palabras: la misma polémica que hoy rodea al Gas de Camisea, pero trasladada a la producción de electricidad.

Sobre esto último, Javier Torres, Director del Programa Descentralización y Gobernabilidad Democrática en SER, opina que "en el caso de las hidroeléctricas, el debate político no debe ser si construimos las hidroeléctricas para vender energía a Brasil, si no ¿Con cuánta energía cuenta el Perú? ¿Cuánta energía necesitamos? ¿Cuánta energía podemos vender?

Lo que desde el gobierno de García se promovió fue el camino al revés: primero se firmó el Convenio Energético con Brasil, para luego improvisar, como sacando por debajo de la manga, un documento de política energética.

La política energética de Humala

Más allá del silencio de Ollanta Humala de cómo llevará adelante el convenio, sobre este tema, el Plan de Gobierno de Gana Perú menciona reformas en la matriz energética (punto 4.1 "La nacionalización de las actividades estratégicas", ubicado en la sección Acciones de Política) que consisten en racionalizar, optimizar, asegurar el suministro, garantizar a largo plazo una infraestructura energética, entre otras acciones con verbos en infinitivo.

Si bien sus planteamientos no mencionan cifras estimadas ni estudios especializados ni presupuestos detallados, es claro que un eventual gobierno nacionalista alejaría esta industria del sector privado. La propuesta no permite ver con claridad la manera en que se administrarán los recursos energéticos, por lo que deja dudas sobre cómo resolverá un posible conflicto con los capitales nacionales y extranjeros invertidos en el sector.

Sin embargo, su plan de gobierno parece dar luces sobre como administraría este tipo de recursos, generados de manera binacional. "En los acuerdos de inversión, como el planteado por Brasil, será contraparte nacional la empresa Electroperú, como lo es por Brasil la empresa Electrobras. Se harán los estudios de impacto ambiental de la manera más rigurosa, para no poner en peligro el capital natural de biodiversidad ni de otros recursos estratégicos como el agua y los bosques, así como los impactos negativos que provienen de las grandes presas, para que la generación hidroeléctrica se base en el desarrollo sostenible de los recursos naturales y, en especial, en estrecha coordinación y consulta con las poblaciones y autoridades locales y regionales". Dejando en claro que el proyecto tiene viabilidad dentro de unos márgenes, los cuales como hemos venido viendo, aún no son aceptablemente negociables por la población de la cuenca del río Inambari.

Expuesto así, un eventual gobierno de Ollanta Humala llevaría adelante los proyectos en compás de espera con Brasil, ¿conocían los electores puneños que el candidato más votado de su región podría llevar adelante el proyecto de inversión al que tanto se oponen?

Pero, ¿qué es de Inambari hoy?

Luego de la última acción pública de EGASUR (el taller informativo en Puerto Manoas, el 27 de noviembre, que fue suspendido), el proyecto Inambari ha seguido creando contradicciones entre autoridades y población civil, como es el caso del Acuerdo Regional Nº 15-2011-GRP-CRP, firmado por el Consejo Regional de Puno, que rechaza la construcción de la Central Hidroeléctrica Inambari pero que, finalmente, el presidente regional Mauricio Rodríguez eliminó retirando la ordenanza hasta de la página web del Gobierno Regional.

Por otro lado, posturas especializadas se han manifestado en pro de informar a la población sobre la envergadura de este proyecto de impacto nacional. Una de ellas en la de José Serra Vega, a través de su libro Inambari: la urgencia de una discusión seria y nacional, otra la de las organizaciones Derecho, Ambiente y Recursos Naturales (DAR); la Asociación de Servicios Educativos Rurales (SER); y la de la Central Ashnaninka del Río Ene (CARE), a través del Acuerdo energético entre Perú y Brasil.

Ambos documentos exponen las principales preocupaciones nacionales sobre esta decisión: poca transparencia; limitada información; escaso sentido de previsión a largo plazo; poco cuidado aparente por los intereses nacionales; ningún cálculo costo-beneficio que integre los costos ambientales y una total ausencia de planificación que integre estos proyectos a una visión de desarrollo de la Amazonía.

Por otra parte, nos encontramos ante la preocupante situación de que durante, y luego, de la primera vuelta electoral ninguno de los candidatos en carrera ha indicado cómo se llevaría a cabo el Convenio Energético con Brasil en el Perú. De esta manera, Inambari sigue siendo la primera de una serie de bombas de tiempo que a la larga podrían terminar destruyendo a la Amazonía.

El proyecto en números

El proyecto de Inambari está presupuestado en US$4,846.5 millones, distribuidos así: 84% para su construcción (US$4,089.8 millones); 2.3% para programas socio-ambientales (US$112.5 millones); 0.4% para el Estudio de Factibilidad (US$18.3 millones); 7.8% para la reubicación de carreteras y líneas de transmisión (US$377.8 millones); 3.4% para gastos administrativos (US$166,7 millones) y 1.7% (US$81.4 millones) para gastos de contingencia.

Cálculos del estudioso José Serra Vega, autor del libro antes mencionado, estiman que lo que debería invertirse en los programas socio ambientales del proyecto debería ser no el 2.3% considerado en el presupuesto, sino entre el 8 y el 10% del total, los que deberían destinarse a compensaciones a los afectados, reubicación de la población desplazada, manejo del Plan de Manejo Ambiental, entre otros conceptos.

Finalmente, para la etapa del cierre de operaciones, es decir, el de la limpieza del lugar al concluir la construcción de la central, y que incluiría también el cierre de las canteras, se estima que el proyecto actual solo cuenta con un presupuesto total de $ 140 mil lo que es insuficiente.

Hasta el 2010, el Banco Nacional de Desarrollo Social del Brasil (BNDES) había financiado el Programa de Aceleración del Crecimiento del gobierno de Ignacio Lula da Silva y es esta misma entidad la que financiará las hidroeléctricas de la Amazonía peruana y dará un crédito de $2.500 millones para financiar la primera etapa de la central de Inambari. El BNDES es una de los bancos mundiales más grandes que no ha adoptado los Principios del Ecuador, para asegurar que los proyectos que financian cumplan con altos estándares sociales y medioambientales.

Abastecimiento

Actualmente el gigante Brasil cuenta con una capacidad instalada de generación de energía de 107 GW, con tendencia al crecimiento de 5% anual, sin embargo tiene limitaciones para desarrollar su gran potencial hidroeléctrico a causa de su legislación ambiental, por ello busca nuevas cuencas de ríos. Se estima que entre el 2009 y el 2017 su demanda debe crecer, en promedio, en 5.9 GW anuales hasta los 155 GV, para poder mantener su crecimiento económico. Se estima que para el 2030 requerirá 224.9 GV.

En el Perú, la capacidad instalada es de 7,158 MW (o 7.1 GW) y la última demanda máxima registrada fue en diciembre del 2009 de 4,322 MW (4.3GW), y se espera que continúe a un ritmo de crecimiento de 8.3% anual. La tendencia, bajo una óptica optimista, es que esta demanda aumentará hasta 14 GW en el 2030.

¿Pero cuánta energía se ha negociado con Brasil? Para ello es necesario saber que el potencial técnico hidroenergético nacional es de 58 GW, y 22.8 GW están en la Amazonía, un 39% del potencial hidroeléctrico nacional. De ellos, 19.2 GW –equivalentes a 86%– fueron inicialmente ofrecidos al Brasil. En dicha evaluación, el proyecto Inambari representaba 2.2 GW.

Por otro lado, el ingeniero José Serra Vega ha asumido en su libro, a manera de ejemplo con los datos existentes, que el 24% será para el Perú y 76% para el Brasil en un caso pesimista y un 48% versus un 52% en un caso optimista, respectivamente. Pero también indica que para saber qué porcentaje de la energía de Inambari se exportará al Brasil, es necesario saber si se va a construir las centrales de Paquitzapango, Mainique, Tambo 40 y Tambo 60, para así saber qué porcentaje de la energía de cada una de las centrales irá al Brasil.

También recomienda saber: ¿Cuánto va a crecer el mercado energético del Perú entre el 2010 y el 2017?, periodo de tiempo en el que EGASUR espera que la central comience a funcionar. Y a su vez, ¿qué nuevas centrales hidroeléctricas van a entrar en funcionamiento en ese período y cuáles se van a retirar? ¿Cómo van a evolucionar los precios de la electricidad? Debido a que estos varían en función a los precios internacionales de los hidrocarburos y si habrá una política del Gobierno de reservar el gas natural para su ulterior transformación en energía.

Pero el hecho es que según el convenio, la capacidad acumulada de todas las Centrales de Generación que se puedan comprometer para la exportación al Brasil será como máximo 6 GW más una tolerancia del 20%, un total de 7.2 GW. Un poco más de la capacidad instalada hoy en día. Todo vendido en un bloque de energía definido por 30 años para garantizar su suministro.

Un dato interesante que agregar es que el Perú, sin tocar a la Amazonía, tiene un potencial hidroeléctrico y eólico que podría satisfacer una demanda nacional, creciendo a 600 MW anuales, durante 94 años. Lo que indica que para el Perú no es prioridad energética, pero sí muy rentable, desarrollar hidroenergía en la Amazonía

El estado del proyecto

Desde su puesta en marcha, la etapa de concesión temporal otorgada a EGASUR, ha dado como resultado un Estudio de Factibilidad Económico-Técnico que la empresa entregó el 7 de octubre de 2010 al Ministerio de Energía y Minas (MINEM). Pero, de otro lado, a este estudio la empresa le ha anexado parte del segundo estudio requerido, en lo referente a impacto ambiental, aunque sin la debida retroalimentación de datos generados del Proceso de Participación Ciudadana lo que le daría la llamada "licencia social". Recién con esto último, conseguirían su Estudio de Impacto Ambiental y Social (EIAS) con lo que concluirían la fase de estudios preliminares, para embarcarse en la solicitud de la concesión definitiva del proyecto a un eventual gobierno nacionalista o fujimorista.

Tengamos en cuenta que el Proceso de Participación Ciudadana es un trabajo que se hace antes y después de presentar el Estudio de Impacto Ambiental y Social, sin embargo, la etapa social de este diagnóstico se ha visto interrumpida por protestas y un clima de desinformación en torno al proyecto, principalmente en la provincia de Carabaya, en la región de Puno. Aquí EGASUR no ha encontrado "la colaboración necesaria", lo que le llevó a suspender por decisión del MINEM el último taller informativo en Puerto Manoas, el 27 de noviembre de 2010. Taller que estaba realizándose fuera del plazo permitido por los estudios preliminares para obtener la muy nombrada 'licencia social'.

¿Licencia social?

Legalmente, esta figura no existe. Lo que se conoce en los medios como "licencia social" para el caso de Inambari corresponde al Proceso de Participación Ciudadana mencionado y que desarrolla la empresa, por orden del MINEM, por el cual debe dictar una serie de talleres para que la población se informe, consulte y haga aportes en la definición y adopción de políticas relacionadas con la conservación y uso sostenible de los recursos naturales. Esto, con el objetivo de obtener mayores benéficos del proyecto, pero no para que la población decida si el proyecto se lleva adelante o no. Es decir, para este tipo de inversiones la población "cuenta pero no cuenta". El artículo 16, en el punto C) del Reglamento de Participación Ciudadana, lo dice expresamente así, "la consulta se realizará a través de reuniones dirigidas a las personas y organizaciones sociales; ello no implica un derecho a veto de los ciudadanos sobre el proyecto". No hay referéndum, no hay votación, no hay mano alzada y, finalmente, la decisión recae en manos del Estado hasta que llegué a convencer a la población o deseche el proyecto.

Al final, la participación ciudadana, a nivel de toma de decisión parece ser solo un requisito de cálculo administrativo. Lo que nos lleva a preguntarnos, si en el gobierno entrante ¿se revisará este estudio ya entregado en octubre de 2010 o se pedirá que se realice otro a pedido de los implicados?

Por otra parte, existe la postura de activistas y algunos congresistas en los medios que alegan el convenio 169 de la OIT para poblaciones indígenas, a favor de las zonas afectadas. Pero es importante saber que los pobladores de la cuenca del Inambari son considerados hasta ahora "colonos" por parte de EGASUR y el Estado, por ende, no partícipes de los beneficios del convenio de consulta a poblaciones nativas, a pesar de que hay centros poblados con varias generaciones poblacionales nativas. Ante esta situación, también surge la inquietud de si ¿serán incluidos en el proceso consulta en caso que un eventual gobierno nacionalista apruebe el Convenio 169?

Son preguntas que surgen ante el nuevo panorama, pero lo cierto es que la zona donde se piensa hacer la represa de Inambari está habitada por migrantes desde hace décadas: madereros, cocaleros, comerciantes, mineros artesanales y trasportistas de paso. La excepción es la comunidad nativa Harakmbut de San Lorenzo, en el distrito de Camanti, provincia de Quispicanchis, en el área de influencia directa, que ya está en conversaciones con la empresa y donde se realizo el segundo taller informativo de Cusco.

Protección natural y ordenamiento formal

La empresa Apoyo-Comunicaciones Corporativas, que trabajó durante el 2010 en el Proyecto Inambari de EGASUR y que busca hacerlo también el presente año, explicó para INFOS los beneficios y algunos de los impactos negativos del proyecto:

Beneficios

* La posibilidad de ganar un beneficio exportando energía al Brasil (pero en realidad los beneficios serían para la concesionaria brasileña pues lo que ganaría el Estado peruano sería sólo los impuestos). Aunque ingresarían 1700 millones durante los 5 años de construcción entre materiales y mano de obra.

* El afianzamiento del sistema eléctrico peruano al unirse con uno mucho más grande que puede servir de ayuda en caso de problemas.

* Reforestación, captura de carbono, investigación científica permanente, inversión en el Parque Nacional Bahuaja Sonene y el desvío de la Carretera Interoceánica de la zona serían parte de los beneficios obtenidos del mega proyecto.

* Por otra parte, está el hecho de considerar que la represa de Inambari es una opción factible de desarrollo formal frente a la minería informal (Lea "La Rinconada: la ruleta del oro informal"), el narcotráfico en la zona, la deforestación y la negligencia estatal con la que convive la gente. Esto, porque su presencia alienta a formalizar las actividades económicas en torno a la cuenca del río Inambari, donde, al igual que en el resto de la Amazonía peruana, la colonización desordenada ha tenido severos impactos que escapan de cualquier control.

Impactos ambientales directos

* La inundación de 106 kilómetros lineales de la actual Carretera Interoceánica Sur,

* La inundación de 38.000 (ha) de bosques montanos y destrucción de 1.500.000 ha de selva amazónica en buen estado con impactos irreversibles en la biodiversidad y, amenazando casi a la tercera parte de la biodiversidad Parque Nacional Bahuaja Sonene.

* El desplazamiento y reubicación de más de 3.000 personas por la inundación de docenas de caseríos, sobre todo de comunidades nativas, causando un gravísimo problema social desplazando varios miles de personas que perderían su casa, su trabajo y su entorno cultural.

* La interrupción de las migraciones de peces para su reproducción y la interferencia con áreas de desove, entre otros, acusando la ausencia de planificación y un escaso sentido de previsión a largo plazo.

* La construcción de la central hidroeléctrica actuaría como un magneto de atracción a la inmigración de colonos al área. Dicha situación originaría a su vez una secuela de quemas de bosques, apertura de precarios campos para agricultura y ganadería, depredación de la fauna y erosión de laderas.

Para terminar, es de considerar que más allá de los millones que están en juego, el proyecto de Inambari ofrece una vía de desarrollo formal a las regiones donde se piensa operar, pero a la vez, viene demostrando la vulnerabilidad y riqueza de los territorios involucrados, así como la necesidad de decisiones vitales (dentro de lo legal y lo práctico). Por eso queda la pregunta abierta ¿Estará un eventual gobierno de Ollanta Humala en la facultad de defender los intereses nacionales frente a los brasileros?