Declaración
de la corriente internacional Socialismo o Barbarie,
09/08/11
¡Solidaridad con la juventud
y los trabajadores de Chile!
¡Fuera el represor
Piñera!
¡Abajo el régimen
continuador de Pinochet!
La juventud y los trabajadores
de Chile están dando su mayor batalla de las últimas décadas. A poco
más de un año de asumir la presidencia, el empresario–presidente Sebastián
Piñera y su gobierno de derecha son repudiados por la inmensa mayoría del
pueblo chileno, incluso por la mayor parte de los que lo votaron.
Desde la corriente internacional
Socialismo o Barbarie, llamamos a la más amplia solidaridad con los
luchadores chilenos, en especial desde los países de América Latina.
Un gobierno
muy desgastado por la
movilización, pero que se mantiene en pie
Estamos ante uno de los
desgastes políticos más vertiginosos de la historia de Chile y de América
Latina. Los trucos de marketing de Piñera –desde querer convertir en un
show la tragedia de los mineros atrapados en la mina San José hasta su falsa
sonrisa de anunciante de dentífricos– han fracasado miserablemente.
El corresponsal en Santiago de
un diario latinoamericano –conservador y nada sospechoso de izquierdismo–
describe con exactitud la situación:
“Con el presidente Sebastián
Piñera enfrentando índices históricos de baja popularidad y rumores de
cambios en el gabinete, una nueva ola de manifestaciones de estudiantes y
universitarios volvió a sacudir las principales ciudades del país...”[1]
“Las movilizaciones se repiten
todas las semanas. Estudiantes, portuarios, mineros, empleados fiscales,
ambientalistas, minorías sexuales y mapuches pueden verse en las calles de
todo el país protestando por demandas y reivindicaciones que estiman
incumplidas.”[2]
En este insólito desgaste político
confluyen varios factores. En primer lugar, la crisis mundial está haciendo
su efecto sobre una de las economías peor preparadas en Sudamérica para
enfrentarla. Se está desmintiendo la fábula de “Chile país del primer
mundo”, al que habría arribado gracias al neoliberalismo salvaje de la
dictadura de Pinochet y sus sucesores “democráticos”, los gobiernos de la
“Concertación”. Pero hoy, por un lado, los países que realmente son del
“primer mundo” –como EEUU y la Unión Europea– atraviesan por una
crisis monumental. Y, por otro lado, Chile, que sigue siendo como siempre un
exportador de productos primarios (alimentos, minería y pesca), no puede
escapar de esa realidad.
Sin embargo, esa fábula
delirante de “Chile, país del primer mundo”, ha resultado ser un
boomerang. La gran mayoría de la población no ve por ninguna parte que el
supuesto “gran progreso” del país haya mejorado su situación... y ahora,
además, la crisis tiende a empeorar todo...
Es que Chile es uno de los países
más desiguales del continente y del mundo: “la fortuna de los cuatro
principales grupos económicos locales equivale al ingreso anual del 80% de la
población y las clases bajas se preguntan dónde está el
‘derrame’.”[3]
“El 10% de los chilenos tiene
ingresos promedio que superan los de Noruega, mientras que los ingresos del
10% más pobre son similares a los de los habitantes de Costa de Marfil. La
gran mayoría (el 60%) tiene, en promedio, menos ingresos que los angoleños”,
señala el estudio de un sociólogo de la Universidad Diego Portales. Y
concluye: “En la realidad, existen dos Chiles... En la práctica, el
60 % del país vive con ingresos promedio peores que Angola. Este es el
Chile de la mayoría, nos guste o no.”[4]
Piñera está en crisis a poco más
de un año de gobierno, porque este “Chile de la mayoría” ha salido a la
calle, hace huelgas y manifestaciones, y enfrenta decididamente puntos
fundamentales de su política, desde los intentos de avanzar en la privatización
del cobre hasta agravar el infame negocio de los buitres de las finanzas en la
educación.
La respuesta de Piñera viene
oscilando entre el palo y la zanahoria, sin que hasta ahora le haya dado
resultados categóricos ninguna de ambas políticas.
El pasado jueves 4, desató una
represión de una brutalidad similar a la de Pinochet, con centenares de
estudiantes presos y apaleados. Pero los resultados fueron contraproducentes:
desató un repudio generalizado con cacerolazos en las barrios,
y el movimiento juvenil sigue en pie con gran apoyo popular.
Por eso, al mismo tiempo, Piñera
viene agitando la zanahoria de negociar un Gran Acuerdo Nacional por la
Educación (GANE)... que por supuesto no significaría ningún cambio de
fondo.
Una nueva generación juvenil se
ha puesto de pie
En este cuadro, ha sido decisiva
la irrupción de una nueva generación juvenil, principalmente de
estudiantes secundarios. Esta nueva generación ya no carga sobre sus hombros
ni la terrible derrota del golpe militar de 1973 y la dictadura de Pinochet,
ni tampoco la desmoralización debido a la capitulación infame de los viejos
partidos de izquierda como el PS y el PC, o su disgregación como el MIR.
Lo que ha hecho estallar la
rabia de millones de jóvenes es la intolerable situación a que ha llevado
la educación el régimen pinochetista–neoliberal, continuado por la
Concertación y ahora por Piñera: es la mercantilización total, incluso de
la educación “pública”.
La educación ha dejado de ser
un derecho de los jóvenes y un deber que el estado debe prestar. La educación
es una mercancía que las familias deben pagar, incluso en las universidades y
establecimientos públicos. Para afrontar esos gastos, los jóvenes y las
familias se endeudan durante años con los bancos. ¡Es otro gran negocio de
los usureros de la banca chilena e internacional!
La clase trabajadora y otros
sectores populares también están en lucha
Pero lo peligroso para el
gobierno y el régimen, es que la irrupción masiva de la juventud estudiantil
se da en momentos en que también en el movimiento obrero hay importantes luchas,
como la gran huelga de Codelco del mes pasado contra la privatización y
despidos, y ahora la de La Escondida, la mina de cobre privada más grande del
mundo.
Asimismo, este año se vienen
desarrollando todo tipo de protestas populares, desde la rebelión de Punta
Arenas contra los aumentos del gas hasta el masivo rechazo ciudadano a la
instalación de la hidroeléctrica HidroAysén. Y la resistencia del pueblo
mapuche a las brutalidades del estado protector del latifundio, también
crece.
No sólo Piñera está en cuestión,
sino también el régimen
político y social continuador de Pinochet
Un sociólogo chileno, al morir
el dictador, dijo que "para bien o para mal, Pinochet es el padre del
Chile actual".[5] Y efectivamente, es así tanto en lo referente al régimen
político como a la escandalosa polarización social que señalamos.
Por eso, el estallido de luchas
pone en cuestión no sólo al gobierno Piñera, sino también al régimen
impuesto por Pinochet a través de la Constitución de 1980 y a toda la
estructura institucional armada por la dictadura y acatada servilmente por los
gobiernos y los partidos de la Concertación. Un régimen que incluye también
al PC, que ha ido cumpliendo el necesario papel de “oposición de su
majestad”, haciendo de muro de contención frente a cualquier desborde por
izquierda.
Asimismo, la burocracia de la
CUT y de gran parte de los sindicatos, que se había adecuado al régimen,
comienza a verse presionada por esta nueva situación. Y responde con las
maniobras clásicas de llamar a medidas puntuales y aisladas, y no a un plan
de lucha obrero, juvenil y popular de conjunto, para derrotar a Piñera y al régimen.
La nefasta política de la
Concertación, el PC
y los burócratas sindicales
En momentos en que estudiantes,
trabajadores, indígenas, pobladores y otros sectores populares se plantan y
combaten contra Piñera, la línea de los partidos de la Concertación, el PC
y los burócratas sindicales es mantener cuidadosamente divididas todas las
luchas.
Los dirigentes del PC –que son
los más eficientes liquidadores de la movilización, porque ocupan puestos
claves en sus organismos– lo explican con absoluta claridad.
Así, el presidente del PC –el
diputado Guillermo Teillier– se jacta públicamente de haber influido para
que “la Mesa por la Educación (que agrupa al Colegio de Profesores, Confech
–Confederación de Estudiantes de Chile– y secundarios) haya eliminado
de su petitorio toda demanda ajena al tema educacional... Lo que les
demandamos a estudiantes y profesores es que fueran claros en sus
peticiones... [sin] ninguna extravagancia... Influimos en que fueran... demandas
en temas educacionales. Las otras las han dejado de lado...”[6]
¡En momentos en que los más
diversos sectores juveniles, obreros, populares e indígenas salen a luchar contra el
mismo enemigo, Piñera y su régimen, la gran preocupación del PC es que no
tengan un programa común! ¡Que de ninguna manera la juventud, los
trabajadores, los pobladores y los mapuches confluyan en un solo y gran
movimiento para derrotarlo!
El resultado concreto es la
división criminal de la lucha contra Piñera. Así hoy, 9 de agosto,
se realiza una nueva jornada de paro de estudiantes y profesores por la
educación. Luego, el 24 y 25 de agosto, la CUT (Central Unitaria de
Trabajadores de Chile) hará un paro nacional. Tanto en el movimiento por la
educación como en la burocracia de la CUT, los dirigentes afines a la
Concertación y al PC aplican la línea de mantener todo dividido.
¡Nada de “extravagancias”!
¡Cada uno por su lado, con su programita particular y corporativo y sus
acciones separadas, que no tengan nada que ver con otro sector! Así Piñera
sigue tranquilamente gobernando y puede vencer más fácilmente a todos, uno
por uno.
¡Fuera
Piñera ya!
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¡Apoyemos
a los estudiantes, los
trabajadores y el pueblo chileno!
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Afiche
del Nuevo MAS de Argentina:
la solidaridad latinoamericano y mundial
es decisiva para derribar al régimen
continuador de Pinochet
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Cuando las movilizaciones en las
calles y hasta las mismos sondeos de opinión de las encuestadoras burguesas
dicen que casi el 80% de los chilenos repudian a Piñera, los partidos
de la Concertación y el PC coinciden en que hay que aguantarlo tres años
más! Y hacen todo lo posible para que sea así.
Hay que hacer exactamente lo
contrario de estos partidos de “oposición de su majestad”. Es necesario
un programa común para echar a Piñera y acabar con el régimen
continuador de Pinochet.
La confluencia en un gran
movimiento de rebelión obrera, juvenil y popular es lo decisivo para lograr
algo más que migajas. Por eso, formular democráticamente un programa de
reivindicaciones comunes es una necesidad vital.
La primera y principal consigna
debe ser: ¡Fuera Piñera ya! Este gobierno es repudiado por la inmensa
mayoría del pueblo. Ha perdido toda legitimidad. No podemos permitir
que siga tres años más, reprimiendo y gobernando contra los intereses de los
trabajadores, la juventud y la gran mayoría de los chilenos. Hay que dejar de
rogarle, como hacen la Concertación y el PC: ¡hay que echarlo!
¡Impongamos un plan de lucha unificado obrero, juvenil y popular hasta echar
a Piñera!
Pero, ¿después de Piñera, qué?
Ya muchos comienzan a admitir que lo que está en cuestión no es sólo el
presidente, sino también el régimen post–Pinochet. ¡Chile no puede seguir
regido por la Constitución de la dictadura militar! Un punto fundamental del
programa debe ser, entonces, el de una Constituyente revolucionaria,
impuesta por la movilización de masas.
Por último, la unidad de todos
los sectores en lucha, en primer lugar la juventud y los trabajadores,
necesita una articulación de carne y hueso. La Concertación y el PC
operan en las organizaciones sindicales, estudiantiles y populares a través
de sus militantes, aplicando su política divisionista y capituladora.
Para enfrentar eso, los activistas
independientes de los partidos de la Concertación y del PC, debemos unirnos
y agruparnos en organismos propios, para pelear juntos por la dirección
del movimiento, por una orientación de lucha consecuente contra Piñera y el
régimen.
Corriente
internacional Socialismo o Barbarie
9 de agosto de 2011
Notas:
1.– La Nación,
15/07/11.
2.– La Nación,
17/07/11.
3.– Cit.
4.– Andrés Zahler Torres, “¿En
qué país vivimos los chilenos?, CIPER, 06/06/11.
5.– Patricio Navia, La
Tercera, 11/12/06.
6.–
Entrevista a G. Teillier, La Tercera dominical, 07/08/11, reproducido
en la página web del PC chileno.
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