Los
estudiantes chilenos redoblan su desafío al presidente Piñera
El
80% de la sociedad apoya la demanda de
una educación gratuita y de calidad
Por
Manuel Délano
Corresponsal en Santiago
El País, 17/08/11
Los
estudiantes universitarios de Chile rechazaron ayer la
invitación conjunta del Senado y la Cámara de Diputados a
dialogar y convocaron nuevas movilizaciones contra el
Gobierno de derecha del presidente Sebastián Piñera para
cambiar el modelo educativo, mientras los alumnos de
secundaria se abrieron a esta posibilidad si se abordan sus
peticiones, aunque afirman que seguirán con las protestas.
Con decenas de miles de jóvenes en riesgo de perder el año
escolar y presiones para que negocien, los jóvenes
resolvieron el camino de la calle y los profesores se
plegaron, subiendo la temperatura del conflicto.
Más de dos
meses de movilizaciones de estudiantes y profesores, con
paros, marchas, caceroladas, huelgas de hambre y cientos de
formas alegres y variadas de protestar han conseguido que
cerca del 80% de los chilenos comparta, según los sondeos,
sus demandas de que el Estado se haga cargo de la educación
y esta sea de calidad y gratuita. Los padres se sumaron a
las manifestaciones de sus hijos, pero el Estado carece de
canales para que esta mayoría social concrete los cambios
si el Gobierno no accede. Tampoco coincide la lentitud de
los trámites legislativos con la rapidez que desean los que
protestan.
El movimiento
ha hundido al Gobierno en las encuestas, pero también a la
coalición opositora de centro-izquierda, a la que
responsabilizan por no haber cambiado antes el modelo. La
semana pasada un grupo de estudiantes increpó al
expresidente Ricardo Lagos cuando este acudió a una
universidad.
Los jóvenes
que se movilizan desconfían de los políticos, aunque
varios de los principales dirigentes estudiantiles son
comunistas. Un sociólogo comparó estas movilizaciones con
los días de mayo del 68 de París, por el componente
cultural y de valores de las demandas y la incapacidad de
las instituciones para procesarlas.
La Moneda ha
tenido una conducta errática, descolocada, sin resolver
entre el diálogo y la represión para abordar el conflicto.
"Todos quisiéramos que la educación, la salud y
muchas cosas más fueran gratis para todos, pero quiero
recordar que, al fin y al cabo, nada es gratis en esta
vida", afirmó Piñera al referirse a una de las
demandas más sentidas por los jóvenes. La líder de los
universitarios Camila Vallejo, una estudiante de geografía
de 23 años, le replicó: "Que Piñera sepa que todo
esto tampoco le va a salir gratis".
Ante el
escenario sin salida, el Congreso Nacional ofreció negociar
a los estudiantes, sin poner condiciones y asegurando que
iba a escuchar a todos los actores, entre ellos el Gobierno.
La propuesta la formularon el presidente del Senado, Guido
Guirardi, del Partido por la Democracia (PPD), que integra
la opositora Concertación, y el presidente de la Cámara de
Diputados, Patricio Melero, de la Unión Demócrata
Independiente (UDI), el partido situado más a la derecha en
el Gobierno.
Reunida en
Concepción, 520 kilómetros al sur de la capital, la
Confederación de Estudiantes de Chile, que agrupa a los
universitarios, declinó la invitación del poder
legislativo, si el Gobierno no se pronuncia antes sobre sus
demandas. "No seguimos en estas movilizaciones por mero
gusto o capricho, hemos dejado de lado muchas horas junto a
nuestras familias y gustos particulares para buscar un
bienestar colectivo, que sea para las familias de hoy y las
que vendrán", dijeron en un comunicado.
En una reunión
efectuada el domingo en Copiapó, 800 kilómetros al norte
de Santiago, la Coordinadora Nacional de Estudiantes
Secundarios, accedió al diálogo, pero estableciendo ellos
la agenda y sin deponer sus movilizaciones. "Estamos
dispuestos al diálogo con el Parlamento, pero obviamente
teniendo garantías de que las cosas que se van a discutir
son sobre la base de nuestras demandas y no sobre las
propuestas del Gobierno", dijo el portavoz de los
estudiantes de educación secundaria Freddy Fuentes.
Los
estudiantes llamaron a encender velas anoche en solidaridad
con unos jóvenes que llevan 30 días en huelga de hambre y
convocaron una protesta para mañana con vistas al paro
nacional organizado por la Central Unitaria de Trabajadores
(CUT, la mayor central sindical chilena) para el 24 y 25 de
agosto, al que se han adherido.
La coalición
de Gobierno teme que el calendario de movilizaciones puede
extenderse y llegar hasta el 11 de septiembre, aniversario
del golpe militar del general Augusto Pinochet. Algunos
dirigentes de la derecha se han referido a que puede ser
necesario sacar a las Fuerzas Armadas a las calles.
En medio de
una movilización en una plaza céntrica de Santiago, el
estudiante de Historia de la Universidad de Chile Diego
Gamboa, de 22 años, explica que para que se resolviera el
conflicto habría que convocar "un plebiscito
vinculante para resolver si tenemos una educación libre,
gratuita y laica o el sistema actual". Señala que la
protesta de los indignados en España "ha tenido
influencia, sobre todo en las formas de movilización de los
estudiantes".
Acompañado
por sus familiares, Boris Valenzuela, de 19 años, dice que
protesta porque quería estudiar Recursos Humanos, pero no
pudo. "Me falta el dinero. Quizá me alcanzaría para
pagar la matrícula y el primer mes, pero no para el segundo
mes". Ninoska Carreño cuenta que está ahí para
apoyar a sus hijos, que ella no pudo estudiar: "Esto
viene de hace muchos años... ahora estoy aquí por ellos,
para que tengan una oportunidad".
Un
alud de estudiantes tapó a Piñera
Por
Christian Palma
Desde Santiago
Página 12, 19/08/11
Unas cien mil
personas participaron de la “marcha de los paraguas” en
Santiago, haciendo caso omiso de la lluvia y la nieve. Los
escolares piden que el gobierno deje de mediatizar el
conflicto y dé una respuesta satisfactoria.
Haciendo caso
omiso de la lluvia, el frío y hasta la nieve que ayer cayó
sobre Santiago, los estudiantes chilenos –que ya llevan
casi tres meses movilizados– respaldaron una nueva
convocatoria para marchar por la educación y salieron en
masa a la calle a protestar por más que el presidente
Sebastián Piñera, en otra desafortunada intervención,
dijera que el camino de las piedras y la violencia desembocó
en el golpe de 1973, aludiendo a los desórdenes registrados
en manifestaciones anteriores y las barricadas que
levantaron algunos jóvenes en la mañana, pero que no
pasaron a mayores.
Con todo, la
jornada bautizada como la “marcha de los paraguas”,
caracterizada por una gran hilera multicolor de estos
utensilios que reemplazaron, de manera ingeniosa, a las
pancartas y lienzos vistos en otras marchas masivas, reunió
a cien mil asistentes en la capital y a otros sesenta mil en
regiones, según comentó la vocera de la Confederación de
Estudiantes de Chile (Confech), Camila Vallejo.
“El acto
demuestra la fuerza del movimiento”, dijo la dirigente, al
tiempo que interpeló otra vez al gobierno de derecha a
escuchar las demandas estudiantiles. “Seguimos en pie,
movilizados; nuestras demandas están claras y el gobierno
no quiere escucharlas”, añadió, apuntando a la tercera
propuesta presentada en la noche del miércoles por el
gobierno y cuyos cuatro ejes centrales –financiamiento,
traspaso de los colegios municipales al Estado Central,
vigilar que se cumpla la ley y las universidades privadas no
obtengan lucro y el aseguramiento de la calidad de la enseñanza
en todos los ámbitos– fueron calificados de vacíos y
ambiguos por los líderes estudiantiles. “No hay
conformidad con lo que se planteó, hay muchas dudas, hay
muchos vacíos... existe un pimponeo mediático, el ministro
(de Educación Felipe Bulnes) sale anunciando a través de
la prensa; nosotros tenemos que responderle a través de la
prensa y no hay un espacio directo de conversación”,
agregó, en medio de la marcha. “Este gobierno tiene que
aprender a gobernar”, remató.
“El llamado
que nosotros hacemos al país es a valorar que vamos en el
camino y buscando un objetivo que a todos nos deje
satisfechos en términos de poder aliviar el endeudamiento
de nuestros sectores medios y de nuestros sectores
vulnerables, con lo que implica un hijo en la universidad, y
mejorar la calidad de la educación, que es un objetivo
fundamental”, dijo el vocero de La Moneda, Andrés
Chadwick. Sin embargo, el presidente de la Federación de
Estudiantes de la Universidad Católica, Giorgio Jackson,
sostuvo que “este movimiento está convencido de que los
cambios no se refieren solamente a reducir una tasa de interés
ni a dar más recursos a lo que hoy día significa el
descontrol y la desregulación del sistema educativo, que
nos ha llevado a una crisis, a una segregación y a una mala
calidad”.
Precisó que
lo que se busca es “un cambio en el paradigma educativo.
Eso implica pasar de una sociedad centrada en el individuo a
una sociedad en la cual el Estado sea garante del derecho de
educación de calidad para todos, con integración”. Ambos
jóvenes, junto a Freddy Fuentes, líder de los pingüinos
(secundarios), han defendido con desparpajo, inteligencia y
argumentos las demandas estudiantiles y han demostrado que
las banderas que enarbolan en pos de mejoras en la educación
son sólidas, de peso, que apuntan a cambios concretos y no
a mejorar un sistema heredado de la dictadura. El movimiento
sigue vivo gracias a la línea argumental de sus caras
visibles, que tiene a millones de anónimos dando fuerzas
desde atrás.
Esos mismos
rostros sin nombre se mojaron y pasaron frío ayer. Ahí
estaban chicos de los colegios privados del sector alto de
esta capital, el más pudiente, pituco y derechista,
mezclados con los de clase media o baja, codo a codo,
entendiendo que esta lucha no es de unos pocos. Las banderas
chilenas colgadas desde los edificios por donde pasó la
marcha reflejaban también que el 80 por ciento que en las
encuestas dice apoyar las reivindicaciones estudiantiles es
real, se puede palpar, tocar y hasta ver.
Como se vio el
muñeco gigante de Piñera vestido de escolar que se paseaba
y abucheaba en la marcha. Como el autobús del Transantiago
que seguía el ritmo de los manifestantes, como los
disfrazados de calaveras que llamaban la atención sobre la
huelga de hambre que llevan adelante algunos secundarios.
Cuando algún
joven trató de provocar desmanes, cadenas humanas lo detenían.
Se instó también a sacarse los pañuelos y capuchas de la
cara para no dar la razón a Piñera en cuanto a comparar
estos hechos con el quiebre de la democracia. “Estoy
absolutamente convencido de que el camino para hacer de
Chile un país más libre, más justo, más próspero, más
solidario no es el camino de la violencia, de las piedras,
de las bombas molotov. Eso no conduce a ninguna parte... Ese
camino ya lo conocimos en el pasado y nos llevó al quiebre
de la democracia, a la pérdida de la sana convivencia y
tuvo muchas otras consecuencias”, había dicho Piñera más
temprano.
Sus palabras
molestaron al opositor presidente del Senado, Guido Girardi.
“No soy partidario de señalar a todo el movimiento
estudiantil como violentista, porque representan una demanda
muy profunda de la sociedad chilena y del 80 por ciento de
la sociedad. Criminalizar la organizaciòn estudiantil y
hacer de su demanda algo violento no ayuda en nada a
construir un diálogo”, dijo el parlamentario.
Pasado el
mediodía, la gente se fue reuniendo en la sede que la
Universidad de Chile mantiene en la calle Beauchef, el punto
final de una nueva jornada exitosa para el movimiento, que
concluyó entre músicos, dirigentes y espectadores.
Al caer la
tarde, tibios rayos de sol se filtraban por entre las nubes,
mientras los chicos volvían a casa, mojados, tiritando,
pero con la mirada fija y más convencidos que nunca de sus
demandas. “Quiero estudiar lo que yo quiera, no lo que el
bolsillo de mis padres pueda”, le decía un joven a su
amigo mientras guardaban el paraguas en la mochila.
Mañana, en
una nueva asamblea que organizará la Confech en la
Universidad de Atacama, en Copiapó, se definirá la fecha
en que se hará público el nuevo documento que preparan los
universitarios, en el cual con cifras y explicaciones de
economistas argumentarán por qué en Chile se puede
estudiar gratis.
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