México

La militarización de Calderón es la respuesta preventiva a
la rebelión de masas que se avecina

La Ley de Seguridad Nacional,
una ley contra la revolución

Por Manuel Aguilar Mora
Unidad Socialista Nº 53, septiembre 2011

¿Qué significa el curso macabro emprendido por Calderón desde 2006? ¿Por qué tal empecinamiento en mantener una política tan evidentemente antipopular? ¿Los más de 40 mil muertos que seguramente serán 50 mil o más cuando esta guerra continúe hasta “el último día de mi gobierno”, según afirmó Calderón, son en su mayoría delincuentes o pueblo de a pie sin más culpa que estar “hasta la madre” de un sistema decadente y corrupto?

El dominio de la extrema derecha

La política de Calderón responde a una necesidad sentida con agudeza y temor por los grupos dominantes: la necesidad de hacer frente y de evitar a toda costa la rebeldía de los oprimidos y explotados que se avecina. El panismo y su máximo representante, el presidente Calderón, son la expresión actual y actuante de la derecha mexicana, la que remonta sus orígenes contrarrevolucionarios a las acciones de hace cien años contra las masas revolucionarias (Díaz, Huerta y sus congéneres) e incluso  a las acciones reaccionarias de los conservadores del siglo XIX, la que tiene como aliado natural a la ultramontana jerarquía católica  y la que ha estrechado  como nunca los vínculos con los imperialistas norteños, esa extrema derecha  hoy gobernante no entiende las acciones del Estado sino como un ejercicio ante todo de represión permanente. Ni Díaz Ordaz, tal vez el presidente más represivo del linaje de los pequeños bonapartes priistas anteriores y sucesores de él mismo, llevó las fuerzas represivas policíacas y militares al rango preponderante que hoy tienen, desempeñan y cada vez más usufructúan como verdaderos codueños de México.

La Ley de Seguridad Nacional que se prepara en las cámaras del Congreso de la Unión tiene como fin legalizar el presente proceso que está convirtiendo al gobierno del Zócalo-Los Pinos en un estado de excepción. Los tres partidos mayoritarios (PRI, PAN, PRD), de acuerdo a sus específicos objetivos y relación de fuerzas, participan por igual como los artífices principales del proyecto de ley que se cocina en las oficinas de San Lázaro a partir de la iniciativa presidencial. Apoyándolos están todos los sectores dominantes desde el Consejo Coordinador Empresarial, máximo organismo cúpula de los superricos del país hasta las cumbres de las jerarquías judiciales, eclesiásticas y regionales.

Se trata de restringir e incluso de anular derechos humanos elementales, de permitir el impune reinado de la arbitrariedad militar y policíaca, de imponer el miedo entre la población y de darles a las autoridades carta blanca para sus arbitrariedades y medidas de todo tipo. La subversión y disolución social articulada como parte de los códigos institucionales se convierten en delito, restaurando la ley de “disolución social” que el movimiento estudiantil-popular de 1968 logró derogar.

La política de Calderón, el presidente mexicano con menos apoyo popular en la historia contemporánea, es el vértice donde convergen las fuerzas dominantes nacionales e imperialistas. La casi unanimidad que ha alcanzado su convocatoria entre la burguesía y en otros grupos favorables para legalizar un estado represivo instaurado para impedir el desarrollo de cualquier tipo de protesta social y política, representa el peligro más serio al que nos enfrentamos los movimientos populares y políticos democráticos y revolucionarios en México.

Esta situación límite que se avecina de modo acelerado se hizo evidente con los acontecimientos de agosto pasado, días sangrientos como pocos desde 2006, que culminaron macabramente con el incendio del Casino Royale de Monterrey provocado por los zetas en que murieron más de cincuenta personas.

En el informe del 1° de septiembre, todavía muy presente la indignación y el hartazgo producidos por estos hechos espeluznantes, Calderón consideró oportuno y propicio el momento para ratificar y jactarse con aún más crudeza de lo acertado,  conveniente y justificado de su política de “combate contra el crimen organizado”. Con la misma terquedad de siempre insistió que su gobierno “no cambiará su estrategia”. Continuarán las acciones destinadas a “erradicar la violencia criminal”. La “violencia legalizada de los aparatos estatales” de represión militares y policíacos será su respuesta. Se impondrá así la realidad de la sociedad clasista, injusta, corrupta e implacable que es la actual. Violencia contra violencia.

El repudio a cualquier proyecto de la Ley de Seguridad Nacional debe ser pues fundamental en la lucha contra la militarización. Esto es algo que hay que explicar bien a todos, incluidos sectores importantes que participan activamente en el movimiento contra la militarización.

La respuesta popular

Ante esta situación, las fuerzas populares se encuentran en una posición defensiva muy vulnerable. A esto ha contribuido el estado de debilidad en que se encuentran las organizaciones  populares, en especial de los trabajadores. Los sindicatos están sometidos a la dura ofensiva neoliberal y de los charros que los tienen en las cuerdas. El caso trágico emblemático es el del SME [Sindicato Mexicano de Electricistas], cuya lucha heroica  se ha visto asediada por la represión gubernamental federal, la cual está acompañada de una falsa alianza del gobierno del DF y del PRD y encabezada por una burocracia inepta.

Ha tocado al movimiento ciudadano levantar la voz e iniciar las movilizaciones contra el curso de la militarización de la república de Calderón.

A partir de mayo, esta oposición la ha encabezado el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad organizado alrededor del liderazgo del poeta y activista Javier Sicilia, a quien el asesinato de su hijo en un paraje cercano a Cuernavaca lo impulsó a asumir un papel preponderante en la protesta de los numerosos familiares de las víctimas de la guerra de Calderón. Sicilia no es un recién llegado a la lucha social. Su militancia en los grupos católicos de la “teología de la liberación” y más recientemente su ardiente apoyo a la lucha del EZLN son pruebas de los años en que se ha involucrado en la lucha social.

Hoy reivindica la concepción de la no violencia que fueron las guías de la acción de los liderazgos pacifistas de Gandhi y Martin Luther King. Estos principios son aceptados por amplios sectores de trabajadores huérfanos de dirección revolucionaria. El cristianismo militante de numerosas capas medias también los reivindican y según dicha concepción cristiana, sus adversarios no son enemigos. Entre paréntesis, este es uno de los rasgos de la cordialidad de que hace gala a veces Sicilia, la cual ciertamente lo ha conducido a situaciones aberrantes y grotescas cuando abraza y besa a personajes repugnantes y criminales como Calderón y Beltrones.

La estrategia de buscar el diálogo, soluciones consensuadas y colectivas, el afán de abarcar los sectores más amplios posibles y de saber llegar no sólo al cerebro y con la razón sino a las emociones con el corazón, puede ser de gran eficacia para los comienzos de una protesta multitudinaria necesaria para la construcción de un movimiento democrático y para potenciar el enojo y el sentimiento de hartazgo: “ya estamos hasta la madre” que se expande a todos los rincones del país.

Pero la realidad es más terca aún que la terquedad de los métodos no violentos y pacifistas. Los hechos con motivo del incendio del Casino Royale de Monterrey son la prueba fehaciente de ello. A Calderón la tragedia actual alimenta la profundización de su curso macabro.

Desobediencia civil y elecciones

Así, la situación se precipita hacia un escenario de elecciones presidenciales en 2012 en medio de un incendio de represión y muertes. ¿Qué hacer ante tal circunstancia?

La desobediencia civil es parte fundamental y culminante de la estrategia pacifista y no violenta reivindicada por el Movimiento de la Paz con Justicia y Dignidad. El torbellino de sangre que envuelve hoy la política del gobierno panista y los anhelos nada ocultos de Calderón de imponer su candidato en las elecciones de julio de 2012 plantean un escenario en que la farsa de “la democracia del dinero” del IFE seguramente se desarrollará en medio de una orgía de violencia y choques furiosos. El escenario será el perfecto para emprender la “desobediencia civil” y entonces se potenciará políticamente la protesta contra la militarización.

El movimiento de los familiares de las víctimas de la guerra de Calderón es un afluente crucial del movimiento general contra la militarización y por el regreso del ejército a los cuarteles, ante el cual una actitud sectaria por parte de los socialistas revolucionarios sería una actitud suicida en estos momentos en que dicho movimiento tiene potencialidades de conformar un amplio movimiento de masas.

Su actual campaña por el sur de la república, su decisión de realizar el mitin del grito tradicional del 15 de septiembre en el lugar ultrasimbólico de San Cristóbal de las Casas, escenario de una de las masacres más infames e indignas del régimen estatal mexicano, su acercamiento con el EZLN, todo ello es de una importancia mayúscula en estos momentos sombríos en que parece dominarlo todo la política del poder y sus diversas secuelas, incluido el nefasto electoralismo.

Los revolucionarios socialistas no tenemos intereses diferentes que se opongan a los objetivos de los familiares de las víctimas, directamente afectados por el curso mortífero de Calderón. Nuestra posición en la lucha independiente contra el gobierno del PRIAN y su cómplice seudo-reformista del PRD, comprende que éstos no son ni pueden ser capaces de proponer una postura que se oponga al curso de Calderón. El movimiento masivo que ha surgido en los últimos meses tiene una dinámica que si mantiene su intransigencia y aprende de sus pifias y contrasentidos, deberá y podrá avanzar hacia posiciones más radicales, confluyendo con algunas de las metas que marca la hora histórica que atravesamos.

Los socialistas y activistas agrupados en la Coordinadora Metropolitana Contra la Militarización no pueden desaprovechar la gran oportunidad que se presenta con el despertar y la movilización de sectores masivos contra la guerra  de Calderón y por el regreso del ejército a los cuarteles. La táctica de un frente unido de todos aquellos que se opongan a la guerra debe ser nuestra guía de acción. Mantener un frente lo más grande posible contra el curso de Calderón se convertirá en una de las tareas fundamentales de las acciones de los socialistas de cara a las jornadas electorales, para impedir que el electoralismo crudo diluya la demanda nada electoralista que reivindicamos contra el ejército en las calles.

Las elecciones del 2012 serán las de los grupos de superricos, de los dos monopolios televisivos, de los medios al servicio del sistema imperante. No habrá en ellos ninguna posibilidad de que los intereses de los trabajadores, incluidos los del movimiento contra la militarización, estén representados.

Por tanto, la postura de denunciar y desenmascarar el carácter antidemocrático y antipopular de las elecciones y sus resultados previsibles de antemano, cocinados por la cúpula dominante, será la adecuada que adopten los socialistas revolucionarios a través de su propaganda y agitación a favor de la anulación de las boletas del fraude implícito que representan las “elecciones de la democracia del dinero”.

Elecciones con el ejército en las calles, con las bandas de la policía federal sueltas en todo el territorio nacional cometiendo abusos, delitos y crímenes impunes paralelos a los de los delincuentes sin uniforme, serán elecciones deslegitimadas y carentes de todo tipo de autoridad democrática, de transparencia y de credibilidad. La farsa electoral será pues un momento culminante para la formación de un gran frente del pueblo trabajador y explotado que reclame una política independiente, democrática y reivindicativa de las verdaderas demandas que en esta hora de crisis afecta al pueblo trabajador: empleos, educación para sus hijos, salud para sus mujeres, vivienda y bienestar para la mayoría abrumadora de la población y, por supuesto, el cese de la militarización.

Como decíamos al principio, la militarización de Calderón es la respuesta preventiva a la rebelión de las masas populares que se avecina. Si el PAN continua en el poder ejecutivo o si el PRI regresa a Los Pinos, ese curso no se detendrá. Es el curso de un grupo gobernante y a través de él de las clases dominantes nacionales e imperialistas que se preparan desde hoy para aplastar en embrión la rebelión que se avecina.

Luchar contra la militarización es preparar el camino para luchas más amplias y profundas de las masas populares por sus intereses inmediatos, a saber, por su bienestar social que impida que paguen la crisis de un sistema que las explota y oprime y en especial por el objetivo esencial del combate por la fundación del nuevo México socialista y democrático del futuro.


Elecciones presidenciales el año próximo

¿Una repetición de 1988, de 2000 y 2006?

El dilema de 2012

Por Manuel Aguilar Mora
Unidad Socialista Nº 52, junio 2011

En memoria de los estudiantes
caídos el 10 de junio de 1971.

Un año antes de las elecciones presidenciales del 2012, toda la política oficial (en gran medida simple politiquería) está prácticamente concentrada en la discusión generalizada de los posibles escenarios de las susodichas. Mientras escribimos estas líneas un escándalo político mayúsculo atiborra los medios de comunicación: la detención y encarcelamiento del magnate y gran jerarca priista Jorge Hank Rhon, hijo del extinto cacique mayor del priismo mexiquense y nacional Carlos Hank, ex alcalde de Tijuana y casi seguro candidato a gobernador de Baja California en 2012. Esta acción la justifica el presidente Felipe Calderón con su lucha contra la “delincuencia organizada” (Hank Rhon ha sido señalado desde hace mucho como pieza clave del narcotráfico en la frontera) y de paso da un golpe al grupo priista más poderoso que encabeza Enrique Peña Nieto, gobernador del estado de México, considerado el más probable candidato priista en las elecciones presidenciales del 2012.

Entramos en un periodo en que serán días, semanas y meses de bruscos acontecimientos en las cúpulas partidarias. Los quehaceres y entuertos oficialistas y también muchos de los otros, todos ellos se relacionarán con lo que el popular chiste define como “es la silla [presidencial], estúpidos”.

La historia se repite

Los tres partidos principales barajan sus posibles candidatos y en sus aparatos se despliegan también las pugnas reales e ilusorias por igual que se dan entre ellos. Desde hace meses, incluso años, en el PRI el nombre de Enrique Peña Nieto, el gobernador del estado de México, destaca con mucho como el favorito teniendo como único competidor lejano, pero peligroso, al senador sonorense Manlio Fabio Beltrones. En el caso del PAN, debido al silencio impuesto por su presidente Madero, ha sido el propio Felipe Calderón el que destapó vergonzantemente a finales de mayo al casi ilustre desconocido secretario de Hacienda Ernesto Cordero. Quedan como precandidatos opositores, por supuesto, el frustrado pero siempre dispuesto a ser candidato presidencial Santiago Creel y otros posibles dirigentes, como Josefina Vázquez Mota, quienes son competidores más fuertes. En el PRD, la situación es menos tajante que en los otros dos partidos por la situación que confronta a sus dos principales precandidatos. Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien aspira a ser por segunda ocasión candidato presidencial perredista enfrenta la fuerte competencia de Marcelo Ebrard. Según sus propias palabras el “mejor posicionado” de la izquierda sistémica debería ser el candidato. El jefe de gobierno del Distrito Federal (GDF) no escatima recursos para quitarle esa estafeta de mejor posicionado de la “izquierda” sistémica a AMLO, en especial contando, como cuenta, con los fuertes apoyos de poderosos grupos de la construcción y en general de todos los grupos capitalistas promotores de la privatización de servicios públicos, de supervías y de todo tipo de negocios que proliferan a la sombra del GDF. La dirección conciliadora y proclive a alianzas incluso con Calderón que son los Chuchos, no es precisamente favorable a AMLO. Y las exigencias son tan fuertes que no se pueden rechazar quiebres de grupos y fracciones perredistas en el periodo por venir, como palpablemente se ha visto con los casos de los hace poco Chuchos distinguidos René Arce y Víctor Hugo Cirigo, hoy portadores orgullosos de la camiseta roja de la campaña de Eruviel Ávila candidato mexiquense del PRI. La lucha por la candidatura presidencial del PRD entre AMLO y Ebrard será muy fuerte con grandes posibilidades de triunfo del segundo.

Habrá la participación de otros partidos que sólo serán aliados menores de los tres principales, quienes son los que se reparten la abrumadora mayoría de los recursos mil millonarios de la bolsa del IFE y los puestos y cargos del Congreso de la Unión y de los tres niveles del gobierno de la República. La democracia capitalista, la dinero democracia que nos gobierna impondrá sus métodos, su demagogia y sus resultados en el 2012 de tal forma que superará incluso sus proezas de 2006 . Para ello cuenta con los recursos del estado federal, el apoyo de los sectores capitalistas más poderosos nacionales y extranjeros y el control de los medios de comunicación electrónicos que serán los que definirán en gran medida el voto masivo. Y de nuevo los trabajadores y sus aliados populares de nuevo no tendrán auténticos representantes políticos “registrados” en los comicios electorales del 2012.

Ensayo mexiquense

Las próximas elecciones para la renovación de la gubernatura del estado de México son de acuerdo a opiniones generalizadas, el ensayo general del acto estelar del mes de julio del 2012 cuando se elija al presidente de la República sucesor de Felipe Calderón. El estado mexiquense es la entidad federativa más populosa cuya mayoría integra con la población del Distrito Federal la concentración de masas urbana más importante del país. Ecatepec, Tlanepantla, Naucalpan, Atizapán, Nezahualcoyotl y los demás municipios circunvecinos del D.F. constituyen el espacio central clave de la economía y la política nacional.

La estrategia de Calderón para detener la casi inevitable victoria priista de Eruviel Ávila fracasó. En su intento recurrió a una de las tácticas más sorprendentes, consideradas antinatura por miembros de su propio partido, pero él estaba dispuesto a pagar el precio de una alianza PAN-PRD para derrotar al PRI. Esta propuesta de alianza calderonista secundada por Manuel Camacho Solís y aceptada por la dirección de los Chuchos, fue combatida por AMLO y por Alejandro Encinas, el candidato perredista. Así el PAN se lanzó a la campaña sacrificando al ex secretario particular de Calderón, Luis Felipe Bravo Mena, destinado a quedar en un lejano tercer lugar en la competencia mexiquense. Ésta, por tanto, se definirá entre el PRI y el PRD.

Cualquier conclusión tajante sobre el significado de estas jornadas mexiquenses sería apresurada. En especial la que se concluye casi mecánicamente según la cual el triunfo (muy posible) de Eruviel amarraría la candidatura presidencial priista para el gobernador Enrique Peña Nieto, al que muchas encuestas apresuradamente apuntan ya como el próximo presidente de la República. Todo ello no toma en consideración la enorme operación que se está preparando para hacer de las elecciones del 2012 una segunda edición corregida y aumentada de lo sucedido en 2006, con el agravante de que en esta ocasión la izquierda sistémica no será protagonista principal del match estelar.

La derecha en el poder

La llegada de la alternativa derechista descarada que representa el PAN en el año 2000 no es un acontecimiento efímero, pasajero. Representa el resultado de la evolución desarrollada en lo más profundo de la lucha de clases en los últimos treinta años (por lo menos desde 1982) y, por supuesto, en los grupos dominantes nacionales así como en la relación del imperialismo estadounidense con respecto a nuestro país. Son tres décadas de cambios sociales y políticos que hay que tener en cuenta en toda evaluación de la coyuntura actual.

La fecha de inicio evidente de esta evolución del viraje radical de la política oficial mexicana es 1988: el año de la aparición de la crisis electoral manifiesta del PRI y de las ilusiones de una victoria de Cuauhtémoc Cárdenas. Fue entonces que se pusieron los cimientos para el giro derechista de la cúpula gubernamental (“el salinismo”) y de la reacción a este hecho que fue el surgimiento del tercer gran partido burgués, el PRD que se convirtió en la alternativa adecuada para canalizar el gran y masivo descontento existente en la población a consecuencias de la devastación producida en el bienestar popular debido a la crisis económica que irrumpió en los años ochenta, la cual con altas y bajas se ha mantenido en el largo estancamiento económico de los treinta años siguientes.

Los espejismos electorales de una victoria de Cuauhtémoc Cárdenas continuaron en 1994, política que el propio EZLN, en el momento más alto de su influencia, avaló para su frustración posterior, se convirtieron en las justificaciones de los grupos progresistas y, por supuesto, de muchos más oportunistas. Y las ilusiones se convirtieron en frustraciones cuando se conocieron las negociaciones secretas de Cárdenas con Salinas de Gortari.

En el 2000 el “voto útil” a favor de PAN y contra el PRI fue el exquisito bocado que amplias franjas del progresismo, incluidos sectores del PRD, se tragaron. Resultado: legitimada por un alud aplastante de votos llegó a Los Pinos la derecha descarada representada por Fox.

El plan del fraude del 2006 se gestó desde 2004 (intento abortado del desafuero de AMLO) y se apoyó en gran medida en la victoria foxista. Y con el fraude ya consumado así como la completamente débil e insuficiente defensa de AMLO de su triunfo provocó finalmente que se impusiera a Calderón.

Con Calderón la derecha panista, ya acosada por su mínima legitimidad y su enorme impopularidad, decidió recurrir al ejército y la puesta en práctica de una política represiva débilmente argumentada con una retórica leguleya. Esa es en esencia la llamada “lucha contra la delincuencia organizada”. Para apoyar esa opción ha convocado, sin escatimar los costos, a los sectores más reaccionarios y conservadores desde la jerarquía de la iglesia católica hasta los monopolios financieros e industriales, pasando por el duopolio televisivo. Pero lo que ha sido determinante para su posición ha sido su completa subordinación a Washington y a Wall Street. Es con base en estos datos duros que se debe insertar los actuales conflictos y maniobras de la clase dominante y del gobierno de Calderón.

La estrategia de Calderón

Calderón se ha mantenido con el apoyo explícito del PRI a su política determinante y a la línea principal de su gobierno: la estrategia de acciones represivas maquilladas con la lucha contra la delincuencia. Ha contado con los votos necesarios de los diputados y senadores del PRIAN para conseguir los recursos financieros requeridos para sus planes represivos. Estos recursos han llegado a niveles inéditos no alcanzados incluso en los presupuestos militares y policíacos de los sexenios priistas más represivos. Simplemente constátense los siguientes datos: los efectivos de la Policía Federal (PF) crecieron de poco más de 6 mil en 2006 a más de 230 mil en el presente año (¡!¡!). La importancia enorme como hombre clave del gobierno de Calderón del director de la PF, Genaro García Luna se explica así con evidencia. Por eso la renuncia de este personaje siniestro, el jefe de una de las instituciones responsable, junto con el ejército, de la masacre de más de 40 mil personas en los últimos cinco años, exigida por el movimiento contra la violencia encabezado por Javier Sicilia, fue de inmediato considerada por Calderón como improcedente, realizando incluso con premura los trámites necesarios ante el otro reaccionario gobierno de Manuel Santos de Colombia para que le concedieran a su policía mayor una medalla honorífica.

Calderón con esta política ha amarrado así conflictos enormes y ha afectado fortísimos intereses. Posiblemente se trate del primer presidente de la República que haya antagonizado a grupos de poder dispuestos a cobrarle sus agravios cuando sea simplemente ex presidente. No se trataría, como en el caso de Echeverría de acusaciones por crímenes contra el pueblo, sino de broncas terribles entre sectores de la clase dominante misma. No otra cosa es lo que plantea el ex procurador Valadez cuando señala que el actual presidente puede ser llevado a la Corte Penal Internacional por crímenes cometidos durante su gobierno. Por eso es fundamental para él garantizar una sucesión presidencial favorable en el 2012, para lograr lo cual tiene acervos poderosísimos.

Para defenderse tanto personalmente como a su curso político principal es de esperarse acciones sorprendentes de su parte. El caso de la super desprestigiada Elba Esther Gordillo, quien actualmente está notoriamente inclinándose por el priista Eruviel Ávila en la campaña mexiquense, será ejemplar. Calderón, si finalmente no logra uncirla a favor de la campaña presidencial del continuismo en 2012, podría arremeter contra ella, en una suerte de “quinazo” panista, pues motivos para defenestrarla como cacique mayor de los charros del SNTE hay de sobra, además de los que les podrán inventar en Gobernación y en la SEP. Y habría más acciones espectaculares mediáticas. Por ejemplo, presentar ante la opinión pública presas mayores en su caza de sicarios, incluso lograr la captura del mismísimo Chapo Guzmán. La derecha en todas partes es capaz de las operaciones más riesgosas y amarillistas para conservar o conquistar posiciones. No hay que olvidar la campaña odiosa de Calderón en el 2006 pintando a AMLO como “un enemigo de México”. Como señalamos antes, hoy en día, como lo muestra el apresamiento y encarcelamiento de Jorge Hank Rohn, estas maniobras están en plena marcha para la consecución de su victoria en 2012.

Para sus operaciones, Calderón tiene enormes recursos propagandísticos. Al nivel de los medios electrónicos, claves al respecto, cuenta con el aparato propagandístico de TV Azteca y está en el proceso de ofrecerle a Televisa un premio mayor al impedirle a Carlos Slim competir con el duopolio en la televisión por cable, rivalizando así con Peña Nieto por el favor del mandamás de Televisa, Emilio Azcarraga Jean.

En el nivel de la ideología prevaleciente, la de un neoliberalismo apologista de la democracia del dinero y con un odio virulento a todo lo que sea popular, incluido el populismo caudillista o presidencialista, el ambiente es propicio a la propaganda típicamente derechista del PAN. En esta situación se inscribe una especie de antipriismo light del que hacen gala muchos grupos. “No al regreso del PRI a toda costa” aparece como una justificación “progresista” que sin embargo le hace por completo el juego al panismo conservador.

Finalmente, y no poco importante a la hora de las decisiones, el panismo sigue contando con la dirección de los Chuchos del PRD, siempre disponible ante el mejor postor, como se ha demostrado recientemente con los casos de René Arce y de su medio hermano Víctor Cirigo, hasta ayer distinguidos miembros de esta corriente, quienes dando muestra de una superación de su cinismo oportunista se han unido a la campaña priista de Eruviel Ávila en el estado de México. El cemento que une al Chucho mayor Jesús Zambrano y sus socios con AMLO y Alejandro Encinas en el PRD es tan resistente como una cinta durex. En cualquier momento estos negociadores pueden cambiar de caballo en plena carrera.

El PRI con Peña Nieto o cualquier otro candidato que sea designado (por ejemplo Beltrones) no representa una política de recambio real a la del panismo en el poder. Para los grupos gobernantes esta situación es del todo satisfactoria, podrán escoger a una u otra de estas franquicias políticas manteniendo sus intereses asegurados. En tales condiciones es de preverse que opten por el PRI sólo en caso de una verdadera debacle del curso panista. Aún más, en condiciones excepcionales, podrían incluso optar por el propio AMLO. Sin una amplia y masiva participación popular al nivel nacional no es previsible derrotas importantes de la derecha. La inercia aplastante del poder se impondría.

El dilema de 2012

La perspectiva que se comienza a perfilar hacia 2012 a nivel nacional plantea nueva y crudamente la cuestión clave del movimiento de los trabajadores que lo caracterizó negativa y fatalmente a lo largo del siglo pasado, cuestión cuya resolución positiva es, sin duda, la tarea central a resolver por parte de las auténticas organizaciones democráticas y revolucionarias. ¿Cuándo y cómo se va a forjar la alternativa política, programática y organizativa independiente, democrática y socialista (esto es, anticapitalista y antiimperialista) que represente los intereses inmediatos e históricos de las masas oprimidas y explotadas del pueblo mexicano? ¿Acaso no se ha aprendido nada de las experiencias de 1988, 1994, 2000 y 2006? ¿Es que en los próximos seis años estaremos condenados a estar esperando “la victoria electoral del caudillo de izquierda” en 2018? ¿Es posible la emancipación social y política de los trabajadores sin sus organizaciones propias? ¿Se logrará la independencia nacional y la democracia social apoyando y dependiendo de los dirigentes corruptos y mentirosos del PRI, del PAN, del PRD o de cualquier otra franquicia partidaria alimentada por los recursos mil millonarios del IFE? ¿Nuestro pueblo no tiene en su seno las fuerzas y la imaginación necesarias para inventar nuevas formas y estructuras de acción política? ¿No existente entre las masas populares hoy mismo los dirigentes potenciales capaces de encabezar los nuevos asaltos al cielo por venir?

Las lecciones pasadas

La tragedia de los restos del SME [Sindicato Mexicano de Electricistas] es una lección central para el movimiento proletario nacional. Desde los años noventa, por lo menos, este sindicato era el centro de un movimiento de los trabajadores que se destacó como la avanzada en la defensa de los recursos energéticos. Fue una lucha decisiva que apuntaba hacia la conformación de una alternativa política y organizativa propia de los trabajadores. No obstante la lealtad y valentía expresadas en la voluntad de lucha de los miles de electricistas y de muchas más organizaciones y grupos aliados ese poderoso movimiento no derivó hacia el nivel superior de la conciencia política que apuntaba al surgimiento de un partido obrero basado en los sindicatos. Los dirigentes sindicales del SME se mantuvieron siempre en el marco de la colaboración clasista con los partidos burgueses y su gobierno, conectados con sus funcionarios y agentes diversos, sin avanzar una pulgada hacia la construcción de una auténtica organización independiente y democrática de los trabajadores. De esta manera su estrategia fue más bien de confiar en los métodos parlamentarios presionando a uno u otro de los tres partidos burgueses principales. ¿Qué sucedió?

En octubre del 2009 el golpe terrible de Calderón liquidó a la compañía de Luz y Fuerza del Centro y desmembró al SME, dejándolo con un núcleo duro de varios miles de trabajadores que continúan su lucha cuesta arriba. La confianza en el “voto útil” del 2000 llevó al PAN al poder y fue el segundo presidente panista quien asestó el golpe mortal al SME, sin que hubiera por parte de la dirección la estrategia de defensa sindical de las instalaciones de la compañía. Para Calderón, según sus palabras, este ha sido el momento más difícil de su gobierno (¡¡y no su guerra contra la delincuencia organizada!!) del cual puede decir que salió bien librado.

Ahora, la política de lo que queda de la dirección del SME, con el conspicuo negociador Martín Esparza a la cabeza, es confiar en el PRI o en el PRD, de hecho en cualquier otro partido existente hoy en el Congreso de la Unión para que funden una compañía eléctrica estatal. No tiene la menor línea alternativa que pueda encaminar a los trabajadores por un curso propio, democrático e independiente de los partidos y del gobierno burgueses. Mientras tanto los electricistas mantienen una lucha callejera centrada en el combate al panismo, hoy representado por el candidato mexiquense Bravo Mena y tal vez mañana por el que sea designado como su candidato presidencial.

Aunque en condiciones menos trágicas que los electricistas del SME, algo similar sucede entre los demás destacamentos sindicales de los mineros, los maestros, los telefonistas: en síntesis, los trabajadores no tienen identidad política propia y entregan sus luchas y confían sus demandas a dirigentes burocráticos, líderes tramposos, corruptos, oportunistas y traidores a las causas populares, colaboracionistas y negociadores con la burguesía y su estado.

El obradorismo

El movimiento masivo que sigue la convocatoria de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) desde 2006, que ha tomado diferentes denominaciones y se conoce hoy como Movimiento Regeneración Nacional (MORENA), constituye la oposición política nacional más importante. Básicamente es un movimiento para preparar y apoyar la candidatura presidencial de AMLO por parte de la coalición del PRD, el PT y Convergencia en las elecciones del 2012. Sus miembros no son necesariamente afiliados a dichos partidos. Desde 2006 en giras constantes hacia todos los rumbos del país, López Obrador ha convocado incesantemente a unírsele para lograr un triunfo electoral en el 2012 contra la que el designa como “la mafia” que se ha robado y domina al país. Llama a unirse a un movimiento electoral que sea capaz de garantizar la victoria en julio del 2012.

La orientación obradorista se mantiene como una oposición respetuosa del sistema establecido (AMLO enfatiza una y otra vez el carácter pacífico de su movimiento) e impugna a una “mafia” política que controla al país como la causante de su desastrosa situación. No se declara como una alternativa antiimperialista y se cuida mucho de señalar a Washington como uno de los factores políticos esenciales actuantes en México. Su política económica es abiertamente favorable a un “capitalismo regulado y no salvaje”. Propone una mayor inversión pública para disminuir el desempleo rampante actual. Mas nunca ha sido explícito en la defensa de los sindicatos y menos en su democratización, al respecto fue patente su más que tibia postura con motivo del terrible golpe destructor de la compañía de Luz y Fuerza del Centro que desmembró por completo al más antiguo sindicato mexicano, el SME. Busca el diálogo y muchas veces lo consigue con los grupos empresariales importantes regionales y nacionales. Esta a favor de las maquilas fronterizas y recientemente se declaró favorable a un proyecto de carácter claramente patrocinado por transnacionales para instaurar un gran corredor que comunique al Golfo de México y el Pacífico a través del Istmo de Tehuantepec. No existe en sus numerosas demandas programáticas ni la sombra de un plan clara y inequívocamente favorable a las masas trabajadoras. Ninguna mención de una huelga general y un reiterado respeto a las “instituciones republicanas”, entre las cuales considera explícitamente al ejército mexicano. En síntesis, se trata de una alternativa liberal clásica al capitalismo monopolista existente. Y AMLO es explícito al respecto al recordar una y otra vez que su modelo es Benito Juárez, el gran procer defensor decimonónico de la República liberal.

Es un movimiento populista masivo, aunque puede crecer en la medida que se acerque la cita de julio del 2012, es difícil que logre la fuerza que tuvo en 2006. En primer lugar, porque se confronta contra el otro candidato de “izquierda” sistémica que es el jefe de gobierno del DF quien tiene fuertes apoyos para conseguir la candidatura del PRD, dentro y fuera de la propia dirección del partido que son los Chuchos. Además la erosión patente e inocultable del PRD como partido reformista después del giro derechista de su dirección, la cual es capaz de los desaseos más escandalosos y careciendo por completo de la confianza de amplios sectores que tradicionalmente votaban por la “izquierda” y que seguramente aumentarán en el 2012 el número de los que anulen su voto o se abstengan de ir a las urnas.

El obradorismo es apoyado por ciertos sectores que se proclaman socialistas, algunos de los cuales están integrados formalmente al MORENA. Para muchos de ellos se trata y así lo declaran abiertamente de un movimiento populista, aunque no anticapitalista, pero al que hay que unirse por la existencia de los sectores masivos que lo siguen.

La situación de la izquierda socialista

El nivel de la lucha clasista, determinante objetivo clave de la conciencia y organización de las masas de trabajadores, ha producido la fragmentación de los sectores de vanguardia revolucionaria ya sean socialistas, independientes o anarquistas. El ambiente prevaleciente no señala un cambio a corto plazo de tal situación. La izquierda socialista, independiente, democrática, auténticamente anticapitalista es minoritaria y se confronta a una situación claramente contra la corriente.

No obstante lo anterior, desde la Liga de Unidad Socialista (LUS) mantendremos la postura que nos define como una organización con vocación clasista y unitaria. Para intervenir con la propaganda revolucionaria en los sectores de avanzada, preparando el camino de los reagrupamientos que están por venir, esta sería la tarea de una coalición, un frente o una alianza socialista y revolucionaria en la coyuntura electoral de 2012. Desempeñando el rol de testigos y defensores firmes e intransigentes de los intereses inmediatos e históricos del pueblo oprimido y explotado, señalando la meta de un México democrático, igualitario, independiente, soberano y solidario con las luchas de todos los pueblos del mundo como el único objetivo digno por el cual luchar en estos complejos y confusos momentos por los que atravesamos. En síntesis: un México socialista, democrático e internacionalista.

Las condiciones para el surgimiento de distintos y variados sectores en lucha maduran más y más. Pero el nivel de conciencia y organización que los caracteriza no es todavía lo suficientemente poderoso para auspiciar la formación de una coalición, una alianza o un frente más amplio. El ejemplo de la lucha encabezada por Javier Sicilia contra la guerra de Calderón lo ha mostrado fehacientemente; las diferencias programáticas, pero también no pocas veces las mezquindades sectarias, siguen prevaleciendo con respecto a las necesidades de un frente único en contra de la política de Calderón. Ello no debe ser pretexto para que escatimemos en los esfuerzos unitarios. Esta vocación solidaria por unirnos, fortalecernos con quienes tienen y luchan por demandas iguales o parecidas a las nuestras, debe mantenerse a toda costa.

En los próximos días será necesario organizar foros, reuniones públicas, actos y acciones para que los sectores verdaderamente socialistas y revolucionarios intercambien ideas y propuestas y preparen acciones que permitan que en el 2012 pueda surgir el embrión de una verdadera alternativa programática proletaria e independiente. Este problema político crucial incidirá cada vez más en la actividad y las discusiones de los socialistas en la medida que se acerque la cita del primer domingo de julio de 2012. En la LUS también le daremos una atención prioritaria.