La
militarización de Calderón es la respuesta preventiva a
la
rebelión de masas
que se avecina
La
Ley de Seguridad Nacional,
una ley contra la revolución
Por
Manuel Aguilar Mora
Unidad Socialista Nº 53, septiembre 2011
¿Qué
significa el curso macabro emprendido por Calderón desde
2006? ¿Por qué tal empecinamiento en mantener una política
tan evidentemente antipopular? ¿Los más de 40 mil muertos
que seguramente serán 50 mil o más cuando esta guerra
continúe hasta “el último día de mi gobierno”, según
afirmó Calderón, son en su mayoría delincuentes o pueblo
de a pie sin más culpa que estar “hasta la madre” de un
sistema decadente y corrupto?
El
dominio de la extrema derecha
La política
de Calderón responde a una necesidad sentida con agudeza y
temor por los grupos dominantes: la necesidad de hacer
frente y de evitar a toda costa la rebeldía de los
oprimidos y explotados que se avecina. El panismo y su máximo
representante, el presidente Calderón, son la expresión
actual y actuante de la derecha mexicana, la que remonta sus
orígenes contrarrevolucionarios a las acciones de hace cien
años contra las masas revolucionarias (Díaz, Huerta y sus
congéneres) e incluso
a las acciones reaccionarias de los conservadores del
siglo XIX, la que tiene como aliado natural a la
ultramontana jerarquía católica
y la que ha estrechado
como nunca los vínculos con los imperialistas norteños,
esa extrema derecha hoy gobernante no entiende las acciones del Estado sino como
un ejercicio ante todo de represión permanente. Ni Díaz
Ordaz, tal vez el presidente más represivo del linaje de
los pequeños bonapartes priistas anteriores y sucesores de
él mismo, llevó las fuerzas represivas policíacas y
militares al rango preponderante que hoy tienen, desempeñan
y cada vez más usufructúan como verdaderos codueños de México.
La Ley de
Seguridad Nacional que se prepara en las cámaras del
Congreso de la Unión tiene como fin legalizar el presente
proceso que está convirtiendo al gobierno del Zócalo-Los
Pinos en un estado de excepción. Los tres partidos
mayoritarios (PRI, PAN, PRD), de acuerdo a sus específicos
objetivos y relación de fuerzas, participan por igual como
los artífices principales del proyecto de ley que se cocina
en las oficinas de San Lázaro a partir de la iniciativa
presidencial. Apoyándolos están todos los sectores
dominantes desde el Consejo Coordinador Empresarial, máximo
organismo cúpula de los superricos del país hasta las
cumbres de las jerarquías judiciales, eclesiásticas y
regionales.
Se trata de
restringir e incluso de anular derechos humanos elementales,
de permitir el impune reinado de la arbitrariedad militar y
policíaca, de imponer el miedo entre la población y de
darles a las autoridades carta blanca para sus
arbitrariedades y medidas de todo tipo. La subversión y
disolución social articulada como parte de los códigos
institucionales se convierten en delito, restaurando la ley
de “disolución social” que el movimiento
estudiantil-popular de 1968 logró derogar.
La política
de Calderón, el presidente mexicano con menos apoyo popular
en la historia contemporánea, es el vértice donde
convergen las fuerzas dominantes nacionales e imperialistas.
La casi unanimidad que ha alcanzado su convocatoria entre la
burguesía y en otros grupos favorables para legalizar un
estado represivo instaurado para impedir el desarrollo de
cualquier tipo de protesta social y política, representa el
peligro más serio al que nos enfrentamos los movimientos
populares y políticos democráticos y revolucionarios en México.
Esta situación
límite que se avecina de modo acelerado se hizo evidente
con los acontecimientos de agosto pasado, días sangrientos
como pocos desde 2006, que culminaron macabramente con el
incendio del Casino Royale de Monterrey provocado por los
zetas en que murieron más de cincuenta personas.
En el informe
del 1° de septiembre, todavía muy presente la indignación
y el hartazgo producidos por estos hechos espeluznantes,
Calderón consideró oportuno y propicio el momento para
ratificar y jactarse con aún más crudeza de lo acertado,
conveniente y justificado de su política de
“combate contra el crimen organizado”. Con la misma
terquedad de siempre insistió que su gobierno “no cambiará
su estrategia”. Continuarán las acciones destinadas a
“erradicar la violencia criminal”. La “violencia
legalizada de los aparatos estatales” de represión
militares y policíacos será su respuesta. Se impondrá así
la realidad de la sociedad clasista, injusta, corrupta e
implacable que es la actual. Violencia contra violencia.
El repudio a
cualquier proyecto de la Ley de Seguridad Nacional debe ser
pues fundamental en la lucha contra la militarización. Esto
es algo que hay que explicar bien a todos, incluidos
sectores importantes que participan activamente en el
movimiento contra la militarización.
La
respuesta popular
Ante esta
situación, las fuerzas populares se encuentran en una
posición defensiva muy vulnerable. A esto ha contribuido el
estado de debilidad en que se encuentran las organizaciones populares, en especial de los trabajadores. Los sindicatos
están sometidos a la dura ofensiva neoliberal y de los
charros que los tienen en las cuerdas. El caso trágico
emblemático es el del SME [Sindicato Mexicano de
Electricistas], cuya lucha heroica
se ha visto asediada por la represión gubernamental
federal, la cual está acompañada de una falsa alianza del
gobierno del DF y del PRD y encabezada por una burocracia
inepta.
Ha tocado al
movimiento ciudadano levantar la voz e iniciar las
movilizaciones contra el curso de la militarización de la
república de Calderón.
A partir de
mayo, esta oposición la ha encabezado el Movimiento por la
Paz con Justicia y Dignidad organizado alrededor del
liderazgo del poeta y activista Javier Sicilia, a quien el
asesinato de su hijo en un paraje cercano a Cuernavaca lo
impulsó a asumir un papel preponderante en la protesta de
los numerosos familiares de las víctimas de la guerra de
Calderón. Sicilia no es un recién llegado a la lucha
social. Su militancia en los grupos católicos de la
“teología de la liberación” y más recientemente su
ardiente apoyo a la lucha del EZLN son pruebas de los años
en que se ha involucrado en la lucha social.
Hoy reivindica
la concepción de la no violencia que fueron las guías de
la acción de los liderazgos pacifistas de Gandhi y Martin
Luther King. Estos principios son aceptados por amplios
sectores de trabajadores huérfanos de dirección
revolucionaria. El cristianismo militante de numerosas capas
medias también los reivindican y según dicha concepción
cristiana, sus adversarios no son enemigos. Entre paréntesis,
este es uno de los rasgos de la cordialidad de que hace gala
a veces Sicilia, la cual ciertamente lo ha conducido a
situaciones aberrantes y grotescas cuando abraza y besa a
personajes repugnantes y criminales como Calderón y
Beltrones.
La estrategia
de buscar el diálogo, soluciones consensuadas y colectivas,
el afán de abarcar los sectores más amplios posibles y de
saber llegar no sólo al cerebro y con la razón sino a las
emociones con el corazón, puede ser de gran eficacia para
los comienzos de una protesta multitudinaria necesaria para
la construcción de un movimiento democrático y para
potenciar el enojo y el sentimiento de hartazgo: “ya
estamos hasta la madre” que se expande a todos los
rincones del país.
Pero la
realidad es más terca aún que la terquedad de los métodos
no violentos y pacifistas. Los hechos con motivo del
incendio del Casino Royale de Monterrey son la prueba
fehaciente de ello. A Calderón la tragedia actual alimenta
la profundización de su curso macabro.
Desobediencia
civil y elecciones
Así, la
situación se precipita hacia un escenario de elecciones
presidenciales en 2012 en medio de un incendio de represión
y muertes. ¿Qué hacer ante tal circunstancia?
La
desobediencia civil es parte fundamental y culminante de la
estrategia pacifista y no violenta reivindicada por el
Movimiento de la Paz con Justicia y Dignidad. El torbellino
de sangre que envuelve hoy la política del gobierno panista
y los anhelos nada ocultos de Calderón de imponer su
candidato en las elecciones de julio de 2012 plantean un
escenario en que la farsa de “la democracia del dinero”
del IFE seguramente se desarrollará en medio de una orgía
de violencia y choques furiosos. El escenario será el
perfecto para emprender la “desobediencia civil” y
entonces se potenciará políticamente la protesta contra la
militarización.
El movimiento
de los familiares de las víctimas de la guerra de Calderón
es un afluente crucial del movimiento general contra la
militarización y por el regreso del ejército a los
cuarteles, ante el cual una actitud sectaria por parte de
los socialistas revolucionarios sería una actitud suicida
en estos momentos en que dicho movimiento tiene
potencialidades de conformar un amplio movimiento de masas.
Su actual
campaña por el sur de la república, su decisión de
realizar el mitin del grito tradicional del 15 de septiembre
en el lugar ultrasimbólico de San Cristóbal de las Casas,
escenario de una de las masacres más infames e indignas del
régimen estatal mexicano, su acercamiento con el EZLN, todo
ello es de una importancia mayúscula en estos momentos
sombríos en que parece dominarlo todo la política del
poder y sus diversas secuelas, incluido el nefasto
electoralismo.
Los
revolucionarios socialistas no tenemos intereses diferentes
que se opongan a los objetivos de los familiares de las víctimas,
directamente afectados por el curso mortífero de Calderón.
Nuestra posición en la lucha independiente contra el
gobierno del PRIAN y su cómplice seudo-reformista del PRD,
comprende que éstos no son ni pueden ser capaces de
proponer una postura que se oponga al curso de Calderón. El
movimiento masivo que ha surgido en los últimos meses tiene
una dinámica que si mantiene su intransigencia y aprende de
sus pifias y contrasentidos, deberá y podrá avanzar hacia
posiciones más radicales, confluyendo con algunas de las
metas que marca la hora histórica que atravesamos.
Los
socialistas y activistas agrupados en la Coordinadora
Metropolitana Contra la Militarización no pueden
desaprovechar la gran oportunidad que se presenta con el
despertar y la movilización de sectores masivos contra la
guerra de
Calderón y por el regreso del ejército a los cuarteles. La
táctica de un frente unido de todos aquellos que se opongan
a la guerra debe ser nuestra guía de acción. Mantener un
frente lo más grande posible contra el curso de Calderón
se convertirá en una de las tareas fundamentales de las
acciones de los socialistas de cara a las jornadas
electorales, para impedir que el electoralismo crudo diluya
la demanda nada electoralista que reivindicamos contra el ejército
en las calles.
Las elecciones
del 2012 serán las de los grupos de superricos, de los dos
monopolios televisivos, de los medios al servicio del
sistema imperante. No habrá en ellos ninguna posibilidad de
que los intereses de los trabajadores, incluidos los del
movimiento contra la militarización, estén representados.
Por tanto, la
postura de denunciar y desenmascarar el carácter antidemocrático
y antipopular de las elecciones y sus resultados previsibles
de antemano, cocinados por la cúpula dominante, será la
adecuada que adopten los socialistas revolucionarios a través
de su propaganda y agitación a favor de la anulación de
las boletas del fraude implícito que representan las
“elecciones de la democracia del dinero”.
Elecciones con
el ejército en las calles, con las bandas de la policía
federal sueltas en todo el territorio nacional cometiendo
abusos, delitos y crímenes impunes paralelos a los de los
delincuentes sin uniforme, serán elecciones deslegitimadas
y carentes de todo tipo de autoridad democrática, de
transparencia y de credibilidad. La farsa electoral será
pues un momento culminante para la formación de un gran
frente del pueblo trabajador y explotado que reclame una política
independiente, democrática y reivindicativa de las
verdaderas demandas que en esta hora de crisis afecta al
pueblo trabajador: empleos, educación para sus hijos, salud
para sus mujeres, vivienda y bienestar para la mayoría
abrumadora de la población y, por supuesto, el cese de la
militarización.
Como decíamos
al principio, la militarización de Calderón es la
respuesta preventiva a la rebelión de las masas populares
que se avecina. Si el PAN continua en el poder ejecutivo o
si el PRI regresa a Los Pinos, ese curso no se detendrá. Es
el curso de un grupo gobernante y a través de él de las
clases dominantes nacionales e imperialistas que se preparan
desde hoy para aplastar en embrión la rebelión que se
avecina.
Luchar contra
la militarización es preparar el camino para luchas más
amplias y profundas de las masas populares por sus intereses
inmediatos, a saber, por su bienestar social que impida que
paguen la crisis de un sistema que las explota y oprime y en
especial por el objetivo esencial del combate por la fundación
del nuevo México socialista y democrático del futuro.
Elecciones
presidenciales el año próximo
¿Una
repetición de 1988, de 2000 y 2006?
El
dilema de 2012
Por
Manuel Aguilar Mora
Unidad Socialista Nº 52, junio 2011
En memoria
de los estudiantes
caídos el 10 de junio de 1971.
Un año antes
de las elecciones presidenciales del 2012, toda la política
oficial (en gran medida simple politiquería) está prácticamente
concentrada en la discusión generalizada de los posibles
escenarios de las susodichas. Mientras escribimos estas líneas
un escándalo político mayúsculo atiborra los medios de
comunicación: la detención y encarcelamiento del magnate y
gran jerarca priista Jorge Hank Rhon, hijo del extinto
cacique mayor del priismo mexiquense y nacional Carlos Hank,
ex alcalde de Tijuana y casi seguro candidato a gobernador
de Baja California en 2012. Esta acción la justifica el
presidente Felipe Calderón con su lucha contra la
“delincuencia organizada” (Hank Rhon ha sido señalado
desde hace mucho como pieza clave del narcotráfico en la
frontera) y de paso da un golpe al grupo priista más
poderoso que encabeza Enrique Peña Nieto, gobernador del
estado de México, considerado el más probable candidato
priista en las elecciones presidenciales del 2012.
Entramos en un
periodo en que serán días, semanas y meses de bruscos
acontecimientos en las cúpulas partidarias. Los quehaceres
y entuertos oficialistas y también muchos de los otros,
todos ellos se relacionarán con lo que el popular chiste
define como “es la silla [presidencial], estúpidos”.
La
historia se repite
Los tres
partidos principales barajan sus posibles candidatos y en
sus aparatos se despliegan también las pugnas reales e
ilusorias por igual que se dan entre ellos. Desde hace
meses, incluso años, en el PRI el nombre de Enrique Peña
Nieto, el gobernador del estado de México, destaca con
mucho como el favorito teniendo como único competidor
lejano, pero peligroso, al senador sonorense Manlio Fabio
Beltrones. En el caso del PAN, debido al silencio impuesto
por su presidente Madero, ha sido el propio Felipe Calderón
el que destapó vergonzantemente a finales de mayo al casi
ilustre desconocido secretario de Hacienda Ernesto Cordero.
Quedan como precandidatos opositores, por supuesto, el
frustrado pero siempre dispuesto a ser candidato
presidencial Santiago Creel y otros posibles dirigentes,
como Josefina Vázquez Mota, quienes son competidores más
fuertes. En el PRD, la situación es menos tajante que en
los otros dos partidos por la situación que confronta a sus
dos principales precandidatos. Andrés Manuel López Obrador
(AMLO), quien aspira a ser por segunda ocasión candidato
presidencial perredista enfrenta la fuerte competencia de
Marcelo Ebrard. Según sus propias palabras el “mejor
posicionado” de la izquierda sistémica debería ser el
candidato. El jefe de gobierno del Distrito Federal (GDF) no
escatima recursos para quitarle esa estafeta de mejor
posicionado de la “izquierda” sistémica a AMLO, en
especial contando, como cuenta, con los fuertes apoyos de
poderosos grupos de la construcción y en general de todos
los grupos capitalistas promotores de la privatización de
servicios públicos, de supervías y de todo tipo de
negocios que proliferan a la sombra del GDF. La dirección
conciliadora y proclive a alianzas incluso con Calderón que
son los Chuchos, no es precisamente favorable a AMLO. Y las
exigencias son tan fuertes que no se pueden rechazar
quiebres de grupos y fracciones perredistas en el periodo
por venir, como palpablemente se ha visto con los casos de
los hace poco Chuchos distinguidos René Arce y Víctor Hugo
Cirigo, hoy portadores orgullosos de la camiseta roja de la
campaña de Eruviel Ávila candidato mexiquense del PRI. La
lucha por la candidatura presidencial del PRD entre AMLO y
Ebrard será muy fuerte con grandes posibilidades de triunfo
del segundo.
Habrá la
participación de otros partidos que sólo serán aliados
menores de los tres principales, quienes son los que se
reparten la abrumadora mayoría de los recursos mil
millonarios de la bolsa del IFE y los puestos y cargos del
Congreso de la Unión y de los tres niveles del gobierno de
la República. La democracia capitalista, la dinero
democracia que nos gobierna impondrá sus métodos, su
demagogia y sus resultados en el 2012 de tal forma que
superará incluso sus proezas de 2006 . Para ello cuenta con
los recursos del estado federal, el apoyo de los sectores
capitalistas más poderosos nacionales y extranjeros y el
control de los medios de comunicación electrónicos que serán
los que definirán en gran medida el voto masivo. Y de nuevo
los trabajadores y sus aliados populares de nuevo no tendrán
auténticos representantes políticos “registrados” en
los comicios electorales del 2012.
Ensayo
mexiquense
Las próximas
elecciones para la renovación de la gubernatura del estado
de México son de acuerdo a opiniones generalizadas, el
ensayo general del acto estelar del mes de julio del 2012
cuando se elija al presidente de la República sucesor de
Felipe Calderón. El estado mexiquense es la entidad
federativa más populosa cuya mayoría integra con la
población del Distrito Federal la concentración de masas
urbana más importante del país. Ecatepec, Tlanepantla,
Naucalpan, Atizapán, Nezahualcoyotl y los demás municipios
circunvecinos del D.F. constituyen el espacio central clave
de la economía y la política nacional.
La estrategia
de Calderón para detener la casi inevitable victoria
priista de Eruviel Ávila fracasó. En su intento recurrió
a una de las tácticas más sorprendentes, consideradas
antinatura por miembros de su propio partido, pero él
estaba dispuesto a pagar el precio de una alianza PAN-PRD
para derrotar al PRI. Esta propuesta de alianza calderonista
secundada por Manuel Camacho Solís y aceptada por la
dirección de los Chuchos, fue combatida por AMLO y por
Alejandro Encinas, el candidato perredista. Así el PAN se
lanzó a la campaña sacrificando al ex secretario
particular de Calderón, Luis Felipe Bravo Mena, destinado a
quedar en un lejano tercer lugar en la competencia
mexiquense. Ésta, por tanto, se definirá entre el PRI y el
PRD.
Cualquier
conclusión tajante sobre el significado de estas jornadas
mexiquenses sería apresurada. En especial la que se
concluye casi mecánicamente según la cual el triunfo (muy
posible) de Eruviel amarraría la candidatura presidencial
priista para el gobernador Enrique Peña Nieto, al que
muchas encuestas apresuradamente apuntan ya como el próximo
presidente de la República. Todo ello no toma en
consideración la enorme operación que se está preparando
para hacer de las elecciones del 2012 una segunda edición
corregida y aumentada de lo sucedido en 2006, con el
agravante de que en esta ocasión la izquierda sistémica no
será protagonista principal del match estelar.
La
derecha en el poder
La llegada de
la alternativa derechista descarada que representa el PAN en
el año 2000 no es un acontecimiento efímero, pasajero.
Representa el resultado de la evolución desarrollada en lo
más profundo de la lucha de clases en los últimos treinta
años (por lo menos desde 1982) y, por supuesto, en los
grupos dominantes nacionales así como en la relación del
imperialismo estadounidense con respecto a nuestro país.
Son tres décadas de cambios sociales y políticos que hay
que tener en cuenta en toda evaluación de la coyuntura
actual.
La fecha de
inicio evidente de esta evolución del viraje radical de la
política oficial mexicana es 1988: el año de la aparición
de la crisis electoral manifiesta del PRI y de las ilusiones
de una victoria de Cuauhtémoc Cárdenas. Fue entonces que
se pusieron los cimientos para el giro derechista de la cúpula
gubernamental (“el salinismo”) y de la reacción a este
hecho que fue el surgimiento del tercer gran partido burgués,
el PRD que se convirtió en la alternativa adecuada para
canalizar el gran y masivo descontento existente en la
población a consecuencias de la devastación producida en
el bienestar popular debido a la crisis económica que
irrumpió en los años ochenta, la cual con altas y bajas se
ha mantenido en el largo estancamiento económico de los
treinta años siguientes.
Los espejismos
electorales de una victoria de Cuauhtémoc Cárdenas
continuaron en 1994, política que el propio EZLN, en el
momento más alto de su influencia, avaló para su frustración
posterior, se convirtieron en las justificaciones de los
grupos progresistas y, por supuesto, de muchos más
oportunistas. Y las ilusiones se convirtieron en
frustraciones cuando se conocieron las negociaciones
secretas de Cárdenas con Salinas de Gortari.
En el 2000 el
“voto útil” a favor de PAN y contra el PRI fue el
exquisito bocado que amplias franjas del progresismo,
incluidos sectores del PRD, se tragaron. Resultado:
legitimada por un alud aplastante de votos llegó a Los
Pinos la derecha descarada representada por Fox.
El plan del
fraude del 2006 se gestó desde 2004 (intento abortado del
desafuero de AMLO) y se apoyó en gran medida en la victoria
foxista. Y con el fraude ya consumado así como la
completamente débil e insuficiente defensa de AMLO de su
triunfo provocó finalmente que se impusiera a Calderón.
Con Calderón
la derecha panista, ya acosada por su mínima legitimidad y
su enorme impopularidad, decidió recurrir al ejército y la
puesta en práctica de una política represiva débilmente
argumentada con una retórica leguleya. Esa es en esencia la
llamada “lucha contra la delincuencia organizada”. Para
apoyar esa opción ha convocado, sin escatimar los costos, a
los sectores más reaccionarios y conservadores desde la
jerarquía de la iglesia católica hasta los monopolios
financieros e industriales, pasando por el duopolio
televisivo. Pero lo que ha sido determinante para su posición
ha sido su completa subordinación a Washington y a Wall
Street. Es con base en estos datos duros que se debe
insertar los actuales conflictos y maniobras de la clase
dominante y del gobierno de Calderón.
La
estrategia de Calderón
Calderón se
ha mantenido con el apoyo explícito del PRI a su política
determinante y a la línea principal de su gobierno: la
estrategia de acciones represivas maquilladas con la lucha
contra la delincuencia. Ha contado con los votos necesarios
de los diputados y senadores del PRIAN para conseguir los
recursos financieros requeridos para sus planes represivos.
Estos recursos han llegado a niveles inéditos no alcanzados
incluso en los presupuestos militares y policíacos de los
sexenios priistas más represivos. Simplemente constátense
los siguientes datos: los efectivos de la Policía Federal
(PF) crecieron de poco más de 6 mil en 2006 a más de 230
mil en el presente año (¡!¡!). La importancia enorme como
hombre clave del gobierno de Calderón del director de la
PF, Genaro García Luna se explica así con evidencia. Por
eso la renuncia de este personaje siniestro, el jefe de una
de las instituciones responsable, junto con el ejército, de
la masacre de más de 40 mil personas en los últimos cinco
años, exigida por el movimiento contra la violencia
encabezado por Javier Sicilia, fue de inmediato considerada
por Calderón como improcedente, realizando incluso con
premura los trámites necesarios ante el otro reaccionario
gobierno de Manuel Santos de Colombia para que le
concedieran a su policía mayor una medalla honorífica.
Calderón con
esta política ha amarrado así conflictos enormes y ha
afectado fortísimos intereses. Posiblemente se trate del
primer presidente de la República que haya antagonizado a
grupos de poder dispuestos a cobrarle sus agravios cuando
sea simplemente ex presidente. No se trataría, como en el
caso de Echeverría de acusaciones por crímenes contra el
pueblo, sino de broncas terribles entre sectores de la clase
dominante misma. No otra cosa es lo que plantea el ex
procurador Valadez cuando señala que el actual presidente
puede ser llevado a la Corte Penal Internacional por crímenes
cometidos durante su gobierno. Por eso es fundamental para
él garantizar una sucesión presidencial favorable en el
2012, para lograr lo cual tiene acervos poderosísimos.
Para
defenderse tanto personalmente como a su curso político
principal es de esperarse acciones sorprendentes de su
parte. El caso de la super desprestigiada Elba Esther
Gordillo, quien actualmente está notoriamente inclinándose
por el priista Eruviel Ávila en la campaña mexiquense, será
ejemplar. Calderón, si finalmente no logra uncirla a favor
de la campaña presidencial del continuismo en 2012, podría
arremeter contra ella, en una suerte de “quinazo”
panista, pues motivos para defenestrarla como cacique mayor
de los charros del SNTE hay de sobra, además de los que les
podrán inventar en Gobernación y en la SEP. Y habría más
acciones espectaculares mediáticas. Por ejemplo, presentar
ante la opinión pública presas mayores en su caza de
sicarios, incluso lograr la captura del mismísimo Chapo
Guzmán. La derecha en todas partes es capaz de las
operaciones más riesgosas y amarillistas para conservar o
conquistar posiciones. No hay que olvidar la campaña odiosa
de Calderón en el 2006 pintando a AMLO como “un enemigo
de México”. Como señalamos antes, hoy en día, como lo
muestra el apresamiento y encarcelamiento de Jorge Hank
Rohn, estas maniobras están en plena marcha para la
consecución de su victoria en 2012.
Para sus
operaciones, Calderón tiene enormes recursos propagandísticos.
Al nivel de los medios electrónicos, claves al respecto,
cuenta con el aparato propagandístico de TV Azteca y está
en el proceso de ofrecerle a Televisa un premio mayor al
impedirle a Carlos Slim competir con el duopolio en la
televisión por cable, rivalizando así con Peña Nieto por
el favor del mandamás de Televisa, Emilio Azcarraga Jean.
En el nivel de
la ideología prevaleciente, la de un neoliberalismo
apologista de la democracia del dinero y con un odio
virulento a todo lo que sea popular, incluido el populismo
caudillista o presidencialista, el ambiente es propicio a la
propaganda típicamente derechista del PAN. En esta situación
se inscribe una especie de antipriismo light del que hacen
gala muchos grupos. “No al regreso del PRI a toda costa”
aparece como una justificación “progresista” que sin
embargo le hace por completo el juego al panismo
conservador.
Finalmente, y
no poco importante a la hora de las decisiones, el panismo
sigue contando con la dirección de los Chuchos del PRD,
siempre disponible ante el mejor postor, como se ha
demostrado recientemente con los casos de René Arce y de su
medio hermano Víctor Cirigo, hasta ayer distinguidos
miembros de esta corriente, quienes dando muestra de una
superación de su cinismo oportunista se han unido a la
campaña priista de Eruviel Ávila en el estado de México.
El cemento que une al Chucho mayor Jesús Zambrano y sus
socios con AMLO y Alejandro Encinas en el PRD es tan
resistente como una cinta durex. En cualquier momento estos
negociadores pueden cambiar de caballo en plena carrera.
El PRI con Peña
Nieto o cualquier otro candidato que sea designado (por
ejemplo Beltrones) no representa una política de recambio
real a la del panismo en el poder. Para los grupos
gobernantes esta situación es del todo satisfactoria, podrán
escoger a una u otra de estas franquicias políticas
manteniendo sus intereses asegurados. En tales condiciones
es de preverse que opten por el PRI sólo en caso de una
verdadera debacle del curso panista. Aún más, en
condiciones excepcionales, podrían incluso optar por el
propio AMLO. Sin una amplia y masiva participación popular
al nivel nacional no es previsible derrotas importantes de
la derecha. La inercia aplastante del poder se impondría.
El
dilema de 2012
La perspectiva
que se comienza a perfilar hacia 2012 a nivel nacional
plantea nueva y crudamente la cuestión clave del movimiento
de los trabajadores que lo caracterizó negativa y
fatalmente a lo largo del siglo pasado, cuestión cuya
resolución positiva es, sin duda, la tarea central a
resolver por parte de las auténticas organizaciones democráticas
y revolucionarias. ¿Cuándo y cómo se va a forjar la
alternativa política, programática y organizativa
independiente, democrática y socialista (esto es,
anticapitalista y antiimperialista) que represente los
intereses inmediatos e históricos de las masas oprimidas y
explotadas del pueblo mexicano? ¿Acaso no se ha aprendido
nada de las experiencias de 1988, 1994, 2000 y 2006? ¿Es
que en los próximos seis años estaremos condenados a estar
esperando “la victoria electoral del caudillo de
izquierda” en 2018? ¿Es posible la emancipación social y
política de los trabajadores sin sus organizaciones
propias? ¿Se logrará la independencia nacional y la
democracia social apoyando y dependiendo de los dirigentes
corruptos y mentirosos del PRI, del PAN, del PRD o de
cualquier otra franquicia partidaria alimentada por los
recursos mil millonarios del IFE? ¿Nuestro pueblo no tiene
en su seno las fuerzas y la imaginación necesarias para
inventar nuevas formas y estructuras de acción política?
¿No existente entre las masas populares hoy mismo los
dirigentes potenciales capaces de encabezar los nuevos
asaltos al cielo por venir?
Las
lecciones pasadas
La tragedia de
los restos del SME [Sindicato Mexicano de Electricistas] es
una lección central para el movimiento proletario nacional.
Desde los años noventa, por lo menos, este sindicato era el
centro de un movimiento de los trabajadores que se destacó
como la avanzada en la defensa de los recursos energéticos.
Fue una lucha decisiva que apuntaba hacia la conformación
de una alternativa política y organizativa propia de los
trabajadores. No obstante la lealtad y valentía expresadas
en la voluntad de lucha de los miles de electricistas y de
muchas más organizaciones y grupos aliados ese poderoso
movimiento no derivó hacia el nivel superior de la
conciencia política que apuntaba al surgimiento de un
partido obrero basado en los sindicatos. Los dirigentes
sindicales del SME se mantuvieron siempre en el marco de la
colaboración clasista con los partidos burgueses y su
gobierno, conectados con sus funcionarios y agentes
diversos, sin avanzar una pulgada hacia la construcción de
una auténtica organización independiente y democrática de
los trabajadores. De esta manera su estrategia fue más bien
de confiar en los métodos parlamentarios presionando a uno
u otro de los tres partidos burgueses principales. ¿Qué
sucedió?
En octubre del
2009 el golpe terrible de Calderón liquidó a la compañía
de Luz y Fuerza del Centro y desmembró al SME, dejándolo
con un núcleo duro de varios miles de trabajadores que
continúan su lucha cuesta arriba. La confianza en el
“voto útil” del 2000 llevó al PAN al poder y fue el
segundo presidente panista quien asestó el golpe mortal al
SME, sin que hubiera por parte de la dirección la
estrategia de defensa sindical de las instalaciones de la
compañía. Para Calderón, según sus palabras, este ha
sido el momento más difícil de su gobierno (¡¡y no su
guerra contra la delincuencia organizada!!) del cual puede
decir que salió bien librado.
Ahora, la política
de lo que queda de la dirección del SME, con el conspicuo
negociador Martín Esparza a la cabeza, es confiar en el PRI
o en el PRD, de hecho en cualquier otro partido existente
hoy en el Congreso de la Unión para que funden una compañía
eléctrica estatal. No tiene la menor línea alternativa que
pueda encaminar a los trabajadores por un curso propio,
democrático e independiente de los partidos y del gobierno
burgueses. Mientras tanto los electricistas mantienen una
lucha callejera centrada en el combate al panismo, hoy
representado por el candidato mexiquense Bravo Mena y tal
vez mañana por el que sea designado como su candidato
presidencial.
Aunque en
condiciones menos trágicas que los electricistas del SME,
algo similar sucede entre los demás destacamentos
sindicales de los mineros, los maestros, los telefonistas:
en síntesis, los trabajadores no tienen identidad política
propia y entregan sus luchas y confían sus demandas a
dirigentes burocráticos, líderes tramposos, corruptos,
oportunistas y traidores a las causas populares,
colaboracionistas y negociadores con la burguesía y su
estado.
El
obradorismo
El movimiento
masivo que sigue la convocatoria de Andrés Manuel López
Obrador (AMLO) desde 2006, que ha tomado diferentes
denominaciones y se conoce hoy como Movimiento Regeneración
Nacional (MORENA), constituye la oposición política
nacional más importante. Básicamente es un movimiento para
preparar y apoyar la candidatura presidencial de AMLO por
parte de la coalición del PRD, el PT y Convergencia en las
elecciones del 2012. Sus miembros no son necesariamente
afiliados a dichos partidos. Desde 2006 en giras constantes
hacia todos los rumbos del país, López Obrador ha
convocado incesantemente a unírsele para lograr un triunfo
electoral en el 2012 contra la que el designa como “la
mafia” que se ha robado y domina al país. Llama a unirse
a un movimiento electoral que sea capaz de garantizar la
victoria en julio del 2012.
La orientación
obradorista se mantiene como una oposición respetuosa del
sistema establecido (AMLO enfatiza una y otra vez el carácter
pacífico de su movimiento) e impugna a una “mafia” política
que controla al país como la causante de su desastrosa
situación. No se declara como una alternativa
antiimperialista y se cuida mucho de señalar a Washington
como uno de los factores políticos esenciales actuantes en
México. Su política económica es abiertamente favorable a
un “capitalismo regulado y no salvaje”. Propone una
mayor inversión pública para disminuir el desempleo
rampante actual. Mas nunca ha sido explícito en la defensa
de los sindicatos y menos en su democratización, al
respecto fue patente su más que tibia postura con motivo
del terrible golpe destructor de la compañía de Luz y
Fuerza del Centro que desmembró por completo al más
antiguo sindicato mexicano, el SME. Busca el diálogo y
muchas veces lo consigue con los grupos empresariales
importantes regionales y nacionales. Esta a favor de las
maquilas fronterizas y recientemente se declaró favorable a
un proyecto de carácter claramente patrocinado por
transnacionales para instaurar un gran corredor que
comunique al Golfo de México y el Pacífico a través del
Istmo de Tehuantepec. No existe en sus numerosas demandas
programáticas ni la sombra de un plan clara y inequívocamente
favorable a las masas trabajadoras. Ninguna mención de una
huelga general y un reiterado respeto a las “instituciones
republicanas”, entre las cuales considera explícitamente
al ejército mexicano. En síntesis, se trata de una
alternativa liberal clásica al capitalismo monopolista
existente. Y AMLO es explícito al respecto al recordar una
y otra vez que su modelo es Benito Juárez, el gran procer
defensor decimonónico de la República liberal.
Es un
movimiento populista masivo, aunque puede crecer en la
medida que se acerque la cita de julio del 2012, es difícil
que logre la fuerza que tuvo en 2006. En primer lugar,
porque se confronta contra el otro candidato de
“izquierda” sistémica que es el jefe de gobierno del DF
quien tiene fuertes apoyos para conseguir la candidatura del
PRD, dentro y fuera de la propia dirección del partido que
son los Chuchos. Además la erosión patente e inocultable
del PRD como partido reformista después del giro derechista
de su dirección, la cual es capaz de los desaseos más
escandalosos y careciendo por completo de la confianza de
amplios sectores que tradicionalmente votaban por la
“izquierda” y que seguramente aumentarán en el 2012 el
número de los que anulen su voto o se abstengan de ir a las
urnas.
El obradorismo
es apoyado por ciertos sectores que se proclaman
socialistas, algunos de los cuales están integrados
formalmente al MORENA. Para muchos de ellos se trata y así
lo declaran abiertamente de un movimiento populista, aunque
no anticapitalista, pero al que hay que unirse por la
existencia de los sectores masivos que lo siguen.
La
situación de la izquierda socialista
El nivel de la
lucha clasista, determinante objetivo clave de la conciencia
y organización de las masas de trabajadores, ha producido
la fragmentación de los sectores de vanguardia
revolucionaria ya sean socialistas, independientes o
anarquistas. El ambiente prevaleciente no señala un cambio
a corto plazo de tal situación. La izquierda socialista,
independiente, democrática, auténticamente anticapitalista
es minoritaria y se confronta a una situación claramente
contra la corriente.
No obstante lo
anterior, desde la Liga de Unidad Socialista (LUS)
mantendremos la postura que nos define como una organización
con vocación clasista y unitaria. Para intervenir con la
propaganda revolucionaria en los sectores de avanzada,
preparando el camino de los reagrupamientos que están por
venir, esta sería la tarea de una coalición, un frente o
una alianza socialista y revolucionaria en la coyuntura
electoral de 2012. Desempeñando el rol de testigos y
defensores firmes e intransigentes de los intereses
inmediatos e históricos del pueblo oprimido y explotado, señalando
la meta de un México democrático, igualitario,
independiente, soberano y solidario con las luchas de todos
los pueblos del mundo como el único objetivo digno por el
cual luchar en estos complejos y confusos momentos por los
que atravesamos. En síntesis: un México socialista, democrático
e internacionalista.
Las
condiciones para el surgimiento de distintos y variados
sectores en lucha maduran más y más. Pero el nivel de
conciencia y organización que los caracteriza no es todavía
lo suficientemente poderoso para auspiciar la formación de
una coalición, una alianza o un frente más amplio. El
ejemplo de la lucha encabezada por Javier Sicilia contra la
guerra de Calderón lo ha mostrado fehacientemente; las
diferencias programáticas, pero también no pocas veces las
mezquindades sectarias, siguen prevaleciendo con respecto a
las necesidades de un frente único en contra de la política
de Calderón. Ello no debe ser pretexto para que escatimemos
en los esfuerzos unitarios. Esta vocación solidaria por
unirnos, fortalecernos con quienes tienen y luchan por
demandas iguales o parecidas a las nuestras, debe mantenerse
a toda costa.
En los próximos
días será necesario organizar foros, reuniones públicas,
actos y acciones para que los sectores verdaderamente
socialistas y revolucionarios intercambien ideas y
propuestas y preparen acciones que permitan que en el 2012
pueda surgir el embrión de una verdadera alternativa
programática proletaria e independiente. Este problema político
crucial incidirá cada vez más en la actividad y las
discusiones de los socialistas en la medida que se acerque
la cita del primer domingo de julio de 2012. En la LUS también
le daremos una atención prioritaria.
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