Huichapan,
Hidalgo, México.- Ya en otras ocasiones he escrito acerca de la fracasada
estrategia panista para el “combate”
al “crimen organizado”, que hasta en pequeños poblados, como aquí
en Huichapan, es muy evidente, pues ha habido secuestros, asaltos, robos…
que dejan muy en entredicho la tal “estrategia” (ver en este mismo blog mi
artículo “La fracasada lucha panista en contra del crimen organizado”).
Evidentemente ello ha contribuido a, por un lado, una población más
desconfiada, con un fuerte sentimiento de inseguridad, pero por otro lado, el
hecho de que incluso los propios empleados gubernamentales protesten o se
quejen del gobierno es muy mala señal, pues es muestra fehaciente del estado
tan lamentable al que hemos llegado.
Esto
lo señalo porque, entre otras cosas, es de sorprender que se haya dado hace
unos días una protesta del personal policiaco y ministerial del estado de
Guerrero, en la que policías, personal administrativo y agentes se quejaron
de que la aprehensión de dos policías ministeriales, quienes supuestamente
están relacionados con el asesinato de dos jóvenes estudiantes de la escuela
normal de Ayotzinapa, fue “injusta”. Se les acusa de haber disparado sus
armas en contra de aquéllos. Quizá sean, en efecto, los asesinos, y si así
fuera, entonces la protesta pareciera un acontecimiento absurdo, pues se
entendería que la policía “protesta” de que por hacer “bien”,
digamos, su trabajo, se les está juzgando.
Y eso daría para pensar que seguían
órdenes y que, ahora, resulta que por cumplirlas, se les castigará. Y eso es
grave, si, en efecto, obedecieron órdenes, pues eso indicaría que se trató
de un deliberado acto de represión y por eso se entendería que protesten.
Sin embargo, puede ser que hayan actuado por su propia cuenta, que simplemente
hayan razonado que con tal de cumplir “eficientemente” con su deber,
disparar contra los estudiantes, con tal de romper la marcha y despejar la
autopista, era la mejor manera de conducirse. Ese comportamiento recordaría a
los militares nazis que estaban encargados de los campos de concentración y
que parte de sus deberes era aniquilar eficientemente a los prisioneros en las cámaras de gas
colectivas y no había en ello ningún comportamiento perverso o atroz, pues
simplemente “cumplían con su deber” (curiosamente, sí eran amonestados y
hasta castigados si, por ejemplo, abusaban sexualmente de una prisionera). De
hecho cuando varios altos mandos nazis fueron juzgados al término de la
guerra, justificaban sus atroces acciones diciendo que, simplemente, seguían
órdenes.
Como
decía antes, en el caso de los policías guerrerenses que son acusados de
haber disparado a los estudiantes, pueden estar en la misma posición y por
eso tanto sus compañeros, así como sus familiares hicieron la protesta que,
incluso, también copió, irónicamente, las acciones de los estudiantes, al
haber bloqueado la autopista del sol… y siendo ellos los policías, ¿¡quién
los habría podido reprimir!?
Como
quiera que sea, el hecho es que se trata de una protesta hecha por los cuerpos
policiacos los que, se supone, son los menos inclinados a realizar tales
acciones en contra del gobierno, a quien, por su condición especial de
cuerpos represivos, son los que más debieran mostrar disciplina a su patrón.
Sin
embargo, la protesta misma indica que tanto las equivocadas acciones del
gobierno para “combatir al crimen organizado”, así como el que dichas
acciones estén provocando un proceso de deslegitimación legal y descomposición
social, llevan a sectores sociales, incluso como los cuerpos represivos, a
sumarse a las protestas sociales – aunque en este caso sea cuestionable,
pues se está “defendiendo” la brutalidad policiaca –, en vista de que
el gobierno panista de Felipe Calderón sigue mostrando su incapacidad e
ineptitud para “gobernar” y que, en todo caso, eso evidencia también que
este país se ha convertido en un polvorín social, pero al mismo tiempo, en
una mina de oro en donde los únicos grupos privilegiados son las élites
gubernamentales, alineadas con las élites empresariales, quienes ven a México
sólo como un medio para enriquecerse en poco tiempo o incrementar aún más
sus ya abultados caudales.
Todo
lo anterior lo comento porque da entrada a una muy peculiar conversación que
sostuve con una mujer policía, destacada en un crucero de Huichapan y que sólo
cuando se es presa de real resentimiento y enojo, puede salir así, tan espontáneamente
el enfado que ella mostró. La llamaré Laura. Tiene 26 años y casi dos de
trabajar como policía municipal. Como dije, se encarga de dirigir la
circulación entre dos de las calles más importantes de este municipio. Sin
embargo, una de las calles está cerrada a la circulación en el más
importante de sus tramos, el que cruza con la avenida Miguel Hidalgo, la que
recorre longitudinalmente al poblado. Debido al intenso sol que hasta en los
invernales días está presente durante varias horas en esta zona semidesértica,
Laura, de por sí morena, luce muy quemada de su cara, a pesar de que emplea
la gorra reglamentaria, además de lentes obscuros. “Uso los lentes porque
el sol está fuertísimo… antes, hasta me ardían los ojos por no usarlos,
por eso mejor me los pongo”, dice, molesta. Su tarea consiste en detener por
unos minutos la circulación de una de las avenidas para dar paso a los vehículos
sobre ella y, luego, hacer lo mismo con la otra, sólo que, como señalé, una
está cerrada. “¿Ya no la van a abrir o qué?”, le pregunto, en vista de
que hace semanas que se cerró para “arreglarla” (en realidad, la calle
estaba en buenas condiciones, así que me parece oneroso que se haya gastado,
adivinar cuánto dinero, en los cuestionables “arreglos”). Encoge los
hombros, “¡Pues quién sabe!... ya también otro señor me preguntó que cuándo
la van a abrir y pues yo le dije que no sabía y que me dice ‘¡Ya ni la
chingan, tanto tráfico que se hace!’… y yo que le digo que sí, pero que
pues yo no sabía nada, que no era mi culpa”. En efecto, la calle es muy
importante como salida del pueblo, es de las principales y tanto piedras, así
como cintas plásticas amarradas en varillas ubicadas en las cuatro esquinas
la mantienen cerrada desde hace ya varias semanas. “¿Y entonces, qué
esperan para abrirla, si se ve que ya la terminaron?”, vuelvo a
cuestionarle. Es cuando Laura, en tono de molestia, no contra mí, sino contra
las autoridades, exclama “¡Pues han de estar esperando a que el chingado
presidente municipal venga a inaugurarla, para que se pare el cuello el cabrón…
como es un pinche panista, ha de decir que tiene que enseñar que está
haciendo cosas!...” (Laura se refiere a Fernando Jiménez Uribe, quien en
realidad es del Partido Verde, agrupación política de cuestionable
trayectoria, y que “ganó” la presidencia municipal para el periodo
2012-2016, mediante igualmente cuestionables elecciones, que terminaron, por
así decirlo, con el imperio priísta, que hasta entonces había gobernado.
Pero eso es risible, pues es de todos sabida la íntima relación que Partido
Verde y PRI mantienen. Me llama la atención que ni ella, siendo empleada del
gobierno, sepa la afiliación política de su flamante presidente).
Realmente
Laura está muy enojada, se nota en su tono y la forma tan sarcástica en que
se refiere al “¡chingado presidente municipal!”. “Pero si la calle
estaba bien, ¿no?”, prosigo, también cuestionando esas absurdas obras,
para, como dice Laura, mostrarle a la gente que el gobierno “está
trabajando”. “¡Sí, pero, ya ve, se quieren parar el cuello esos cabrones
y de seguro están esperando que ese chingado presidente venga y diga ‘¡Ay,
vean, esta es la chingada calle que arreglé, para que no digan que no hago
nada, que nada más me hago güey!’… nada más se gastan el dinero a lo
pendejo, vea… ¿para qué?”.
Me
pongo a pensar cuántas obras en el país no son realmente necesarias, pero
que se hacen para justificar que sí
se están haciendo cosas, por parte de los gobiernos locales, estatales y,
sobre todo, el federal. Y los recursos, tan escasos, se malgastan, se
desperdician, en obras innecesarias, como la ostentosa, inútil escultura
llamada “Estela de luz”, cuyo presupuesto original se infló a los $1300
millones de pesos, que bien habrían servido, según los expertos, para
construir un moderno hospital de especialidades, entre otras cosas, además de
que se requerirán casi ochocientos mil pesos anuales como pago por la energía
eléctrica que se necesitará para que el dispendioso mamotreto pueda operar.
Sí, absurda obra, como la “reparación” de la calle a la que aludo
arriba. Sí, como las también portentosas, costosas obras que el ex
gobernador de Coahuila, el señor Humberto Moreira, mandó hacer durante su
administración, como haber construido innecesarias obras viales, comparables
a las de la ciudad de México en magnitud, para un tráfico vehicular muchísimo
menor. Sin embargo, escuelas y hospitales nuevos no se construyeron y sólo se
remozaron algunos. Y así, podríamos seguir dando ejemplos, pero no se trata
de eso el presente artículo.
Laura
continúa manifestando su enfado. “Yo, por pura necesidad estoy aquí…
tengo dos hijos y soy sola, por eso necesito el trabajo, pero es una chinga…
fíjese, ¡tenemos que estar aquí, parados, doce horas, sin movernos, para
que esos hijos de la chingada sean los que queden bien y que nosotros nos chínguemos!”.
¨No,
pues sí es mucha friega”, le reconozco a Laura. “¿Y cuánto le
pagan?”, le pregunto. Laura se sonríe, como si lo que va a decir no fuera
cierto, a la vez que un tanto apenada. “¡Tres mil pesos a la quincena…
una madre!”. Eso serían los seis mil pesos al mes, que alguna vez uno de
los ineptos funcionarios calderonistas, Ernesto Cordero, dijera que bastaban
para que una familia viviera, y que ahora, que quería
ser presidente, niega vehementemente que lo haya declarado y que ya aclara
que, en efecto, no alcanzan (se ha
calculado que una familia al menos requeriría de un salario de unos doce mil
pesos mensuales para irla pasando en lo necesario). Aunque si comparamos el
salario de Laura con el de la gente que percibe salario mínimo, sesenta pesos
diarios, mil ochocientos pesos mensuales (eso, si les pagan todos los días),
que constituye el 60% de los trabajadores en México, pues ella está menos
mal. Invariablemente eso me lleva a pensar que, en cuanto los cuerpos
policiacos de este país, mal pagados la mayoría, tiene oportunidad de
extorsionar a quien se deje, lo harán, ya que tampoco dichos cuerpos
policiacos se distinguen, precisamente, porque tengan muy altos
valores éticos y morales. No, al igual que lo experimentado por la mayoría
de la población (y en todo el mundo, inclusive), adolecen de la creciente pérdida
de los auténticos valores humanos, los que evitan, justamente, la acelerada
descomposición social que se está dando en todos los niveles y grupos
sociales.
Y los cuerpos policiacos mexicanos han estado descompuestos desde
hace mucho tiempo, con la diferencia de que ahora hasta su “lealtad” hacia
su patrón, el gobierno, está desintegrándose (me refiero al hecho, como
estoy analizando en el presente artículo, de que en plenas funciones ya no
son tan “leales” muchos cuerpos policiacos. Porque otra cosa es que
prefieran dejar las corporaciones muchos policías, dados los bajos salarios,
para unirse al crimen organizado, con el cual sus ingresos mensuales se multiplicarán
con creces y lograrán en poco tiempo obtener una sustancial mejoría económica.
Véase nada más cuántos importantes operadores del narcotráfico, antes
fueron policías o, incluso, soldados. En los momentos de escribir esto, una
nota periodística señala que hay 1352 agentes, pertenecientes a la PGR, o
sea, son federales, que están “bajo investigación”, sobre todo por
negligencia o actos de corrupción. No se trata de simples policías, sino de,
digamos, personal de élite y si eso
hacen, podría considerarse también falta de lealtad hacia su patrón, que
finalmente tiene que ver con descontento, pues no están a gusto esos
“agentes”, ni con su salario, ni con lo que deben de hacer. Sí, el
gobierno panista debe de preocuparse que se estén socavando sus cuerpos
represivos, que son, en buena medida, los que lo han mantenido en el poder).
“¡Y,
además, ahorita nos están corriendo, sí, nos dicen que nos van a recortar y
no dan nada, en serio, a varios compañeros ya los corrieron y no les dieron
nada, ni sus tres meses de sueldo… nada… a ver a mí si no me corren por
andar diciendo esto, pero, eso sí, vea cómo tiran dinero esos cabrones… y
por todo están sacándole dinero a la gente!”, declara Laura, quien por el
tono cada vez más cáustico de su voz, evidencia que crece en su enojo. Con
ese trato, despedirlos sin indemnización, ni nada, menos respeto le mostrarán
al gobierno policías como Laura, y
me atrevería a afirmar que son la mayoría los policías del país
descontentos.
Sí,
reflexiono, es grave lo que está haciendo el gobierno, con tal de hacerse de
más recursos, sobre todo en este año, que es electoral, y que un buen
porcentaje de dichos recursos se emplearán para sufragar las costosas campañas
publicitarias (más que políticas), que emprenderán los candidatos de los
distintos partidos, con tal seguir usurpando el poder. Sí, la consigna es
sacar (robar) dinero de donde se pueda. Por ejemplo, pagué un servicio anual,
el del agua, que ahora, arbitrariamente, carga dos importes adicionales que el
año pasado no estaban contemplados. Uno es del “uso de drenaje”, por 144
pesos. El otro, por “saneamiento”, de $72 pesos. Esos “conceptos” no
me los habían cargado anteriormente. Conclusión: hay que inventar
nuevos cargos, con tal de sacar más dinero. Además, ¡administración nueva, cargos nuevos!
Le
comento eso a Laura, y que pues como es año de elecciones, deben de sacar
dinero de donde se pueda. “¡Pues sí… están robándole a la gente en
todo… ya no saben esos cabrones cómo sacar dinero!”, sigue explotando
Laura, mientras se da tiempo para sonar su silbato y dar paso a ansiosos
automovilistas, quienes han esperado más de la cuenta debido al diálogo que
hemos sostenido por unos minutos. “¡Como le digo, a ver cuándo el chingado
presidente municipal viene a inaugurar la calle… si por mí fuera,
ya hubiera quitado estas chingaderas para que pasara la gente!”, exclama
Laura, refiriéndose a las piedras y las cintas plásticas que la bloquean.
Alarmante,
pues, para el gobierno, que hasta
sus cuerpos policiacos renieguen y cuestionen su autoridad, porque eso
significa que se está socavando una parte vital que lo ayuda a
“sostenerse”, que es la represión pura, la cual, en los últimos años,
ha sido el principal factor que ha contribuido a tal sostenimiento.
“Yo
ni debería decirle esto, señor”, me dice Laura, ya más tranquila, a lo
mejor temerosa de que pudiera acusarla por lo que me acaba de decir.
“No,
pues está bien – le digo, a manera de tranquilizarla – no hay que
dejarse, hay que protestar”.
Laura
sonríe, asintiendo, y continúa, entre silbatazos y movimientos de sus manos,
dirigiendo el tránsito vehicular, con tal de que la “estabilidad y la paz
social” de este convulsionado país sigan vigentes.
Contacto: studillac@hotmail.com