Bachelet
electa… pero el 58% no fue a votar
Un
voto de desconfianza
Por
Rafael Salinas
Socialismo
o Barbarie, semanario, 19/12/2013
Como
era de prever, Michelle Bachelet se impuso por un amplio
margen en el segundo turno de las presidenciales. Pero, en
verdad, la noticia
fue que el 58% de los electores no
votó. Se superó así el récord de abstención de la
primera vuelta, cuando el no-voto llegó al 44%.
Algunos
comentaristas tratan de minimizar los significados políticos
de este cachetazo, explicando que sería “natural” o
“comprensible” porque hoy en Chile el voto no
es obligatorio.
Por
supuesto, la no obligatoriedad facilita no votar. Y
seguramente existe una cuota de atraso político que se suma
a otros factores, como la difusión del idiotismo posmoderno
de “no meterse en política”, una treta con que la
burguesía en todos los países ha logrado que amplios
sectores se automarginen de la cosa pública.
Sin
embargo, la abstención es demasiado alta como para atribuir
todo a eso. Es muy probable que también, como señalábamos
en un artículo anterior sobre la primera vuelta, “El alto porcentaje que no fue a votar no sólo expresa a sectores
‘atrasados’, indiferentes a la política, sino también
a franjas que con toda
razón desconfían ‘por la izquierda’ de esa
‘Nueva
Mayoría’… que tiene muy poco de ‘nuevo’. Efectivamente, la ‘Nueva Mayoría’ de Bachelet no es más que la continuidad (con otro
nombre más el agregado del PCCh) de la vieja ‘Concertación’,
que ya gobernó Chile… la última vez, con la misma
Bachelet de presidenta del 2006 al 2010” (“Nuevo mandato
de Bachelet, en un escenario de fuertes reclamos políticos
y sociales”, SoB,
Nº 272).
Como sea, Bachelet enfrentará seguramente un escenario de fuertes reclamos
obreros, juveniles y populares. Las masas que tuvieron
contra las cuerdas al gobierno de derecha de Piñera,
seguramente van a presentarle a Bachelet su pliego de
reclamos.
Desde el gobierno –en primer lugar con la ayuda del PCCh y la burocracia
de la CUT– van a tratar de desmovilizar, pidiendo
paciencia y esperar que todo se solucione por vía de las
instituciones. Pero el “voto de desconfianza” que se
refleja parcialmente en esta segunda vuelta, indicaría que
la paciencia puede acabarse pronto.
Nuevo
mandato de Bachelet, en un escenario
de fuertes reclamos políticos
y sociales
Por
Rafael Salinas
Socialismo
o Barbarie, semanario, 06/12/2013
El
domingo 17 del pasado mes de noviembre, se realizó la primera
vuelta de las elecciones presidenciales. En general,
casi todos los observadores predecían un rotundo triunfo de
Michelle Bachelet,
ex presidenta y candidata de la coalición de
“izquierda” Nueva Mayoría, que agrupa al Partido Socialista (PS), al Partido
Comunista de Chile (PCCh), el Partido Demócrata Cristiano (PDC)
y organizaciones menores.
A
Piñera le estalló en la cara el descontento social
acumulado en décadas de dictadura y de
"Concertación"
El
desprestigio del saliente gobierno de Sebastián Piñera y
de la derecha, que para estas elecciones organizaron la
coalición Alianza,
era de tal magnitud que sucedió algo poco frecuente: casi
todos sus precandidatos a presidente desertaron.
Así, por default,
sólo quedó en pie la candidatura de Evelyn Matthei, cuyo
principal blasón es la de ser hija del genocida Fernando
Matthei, general de la Fuerza Aérea que integró la Junta
Militar encabezada por Pinochet, que dio el golpe de
septiembre de 1973.
En
esa situación, y en un clima de descontento y protesta social –luchas estudiantiles en
los últimos años y también aunque en menor medida de
trabajadores– se esperaba la consagración de Bachelet en
primera vuelta, como “voto castigo” al oficialismo y la
derecha. Pero no llegó a ser así. Se realizará una
segunda vuelta el domingo 15 de diciembre.
Bachelet
logró el 46,7%. Matthei, el 25%. El resto, se distribuyó
entre otros siete candidatos. Pero el dato más importante y
significativo fue la gran
abstención. ¡Sólo votó un 56%!
Aunque
en Chile el voto no es obligatorio, el alto porcentaje que
no fue a votar no sólo expresa a sectores “atrasados”,
indiferentes a la política, sino también a franjas que con
toda razón desconfían “por la izquierda” de esa
“Nueva Mayoría”… que tiene muy poco de “nuevo”.
Efectivamente,
la “Nueva Mayoría” de Bachelet no es más que la continuidad
(con otro nombre más el agregado del PCCh) de la vieja
“Concertación”, que ya gobernó Chile… la última
vez, con la misma Bachelet de presidenta del 2006 al 2010.
En
resumen: en la segunda vuelta del 15 de diciembre, es seguro
que se impondrá Bachelet… pero no en la forma rotunda que
se preveía.
Veinte
años de “Concertación”… y de continuidad…
En
total, la Concertación gobernó durante veinte añitos, desde 1990 a 2010. Durante ese período,
administró fielmente el régimen archireaccionario diseñado
por el genocida Pinochet, sin cambiarle una coma en líneas
generales, ni a nivel económico-social ni político.
Así
Chile es uno de los países más desiguales del mundo. Además, “se paga el precio más alto
de América Latina por la electricidad, y en verano el metro
cúbico de agua potable cuesta el doble; las aguas de los ríos,
lagos y arroyos pueden ser de propiedad privada, bajo unas
leyes que impuso la dictadura de Pinochet, el mismo gobierno
que creó un código minero que permite a una empresa
explotar un yacimiento subterráneo sin el consentimiento
del propietario de los terrenos que están en la superficie,
y que tiene preeminencia sobre la legislación que protege
el ambiente. Pinochet sabía que a la industria minera había
que favorecerla, porque la empresa nacional del cobre está
obligada por ley a entregar todos los años a las fuerzas
armadas el 10 por ciento de sus utilidades. De todos modos,
buena parte del negocio, que representa casi el 60 por
ciento de las exportaciones, está en manos de compañías
extranjeras, beneficiadas por varios tipos de reducciones y
exenciones tributarias.”
Un
punto particularmente escandaloso es la mercantilización
total de la educación, que fue finalmente el detonante
de la protesta social durante la presidencia de Piñera.
“Ya sea que estudien en el sistema público o en el
privado, enviar a los hijos a la universidad implica que,
una vez recibidos, los nuevos profesionales estarán pagando
durante diez o veinte años los préstamos con que
financiaron sus carreras. Con pagos de matrículas, incluso
en las universidades del estado, que pueden superar los mil
dólares por mes, no es raro que las familias deban decidir
cuál hijo puede aspirar a un título profesional. Eso
siempre y cuando el ingreso alcance, porque el salario
promedio nacional es inferior a la matrícula mensual de
muchas carreras.” (Horacio R. Brum, cit.)
Las
promesas de Bachelet
Aunque
en su anterior presidencia no cambió nada de esto, Bachelet
se presenta ahora cómo la gran “reformadora”.
Promete
una reforma educativa
de fondo, que garantizaría la gratuidad a nivel
universitario en el plazo de seis años. Para financiar eso,
su segundo eje de campaña es una reforma
tributaria que aumente gradualmente los impuestos a las
empresas. Su tercera propuesta es una reforma
de la Constitución, que cambiaría el régimen
autoritario heredado de la dictadura pinochetista. También
promete el matrimonio igualitario y liberalizar la represiva
legislación antiaborto, aunque sin llegar a establecer el
pleno derecho al aborto libre, legal, seguro y gratuito.
Pero
en las elecciones burguesas prometer no cuesta nada… Y,
por la dudas, Bachelet ya ha abierto el paraguas, declarando
que “los gobiernos no pueden al día dos empezar a tener
resultados dramáticamente distintos”… O sea, las
prometidas “reformas” van a demorarse.
Y
para justificar las promesas incumplidas, Bachelet ya tiene
pretextos: las elecciones parlamentarias, que fueron simultáneas
a la votación presidencial, no le dieron bancas suficientes
en las cámaras, como para imponer por sí sola las reformas
constitucionales. Debería acordar con sectores de la
derecha…
Claro
que esto es así, porque la Constitución pinochetista, por
un lado, establece un sistema escandalosamente antidemocrático
de elección de parlamentarios; y, por el otro, pone
trabas enormes a su propia “reforma”.
Y,
por supuesto, Bachelet y sus “izquierdistas” de Nueva
Mayoría no parecen dispuestos a liquidar por las vías de
hecho una “Constitución” ilegítima que fue impuesta
“a dedo” por una dictadura sanguinaria mediante un
plebiscito fraudulento.
La
legítima vía revolucionaria de desconocer una
“Constitución” manchada de sangre y convocar a una
Asamblea Constituyente democrática, es inconcebible para
estos “izquierdistas”.
Bachelet
propone… y la lucha de clases dispone
La
necesidad de una alternativa política independiente,
obrera
y popular
Por
Rafael Salinas
Socialismo
o Barbarie, semanario, 06/12/2013
Si
las cosas se jugaran exclusivamente a nivel de las
instituciones, no habría mayores perspectivas de cambios en
Chile. Pero lo más importante es que, durante la
presidencia de Piñera, las masas chilenas comenzaron a movilizarse. Se fue a pique la
“paz social” de los 20 añitos de la Concertación…
que fueron la continuidad “democrática” de la terrible
derrota que significo la dictadura de Pinochet.
Sin
llegar a grandes rebeliones ni a procesos como los de
Bolivia, Ecuador, Argentina o Venezuela, amplios sectores de
masas se pusieron en movimiento. En primer lugar, la
juventud estudiantil, una nueva generación que no había
sufrido en carne propia esa derrota. Pero también se
desarrollaron luchas de los trabajadores, y procesos de
recomposición del movimiento obrero, con nuevos activistas
que se diferencian de la podrida burocracia de la CUT, hoy
manejada principalmente por el PCCh.
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La
anarquista Melissa Sepúlveda (centro),
nueva presidenta de la Fech: un voto castigo
a las capitulaciones y entregadas del PCCh. |
Pero
a ese ascenso ha tenido resultados desiguales: no se ha
desarrollado una fuerte alternativa
política independiente obrera, juvenil y socialista.
Por eso, finalmente, lo capitaliza la Nueva Mayoría, que es
la vieja Concertación secundada por el PCCh.
Al
principio, inevitablemente, un amplio sector de la juventud
y de la clase trabajadora va a tener esperanzas en el nuevo
gobierno. Además, a nivel parlamentario han sido electos
algunos dirigentes de las luchas estudiantiles y sociales
que refuerzan esas ilusiones. Sin embargo, ya en los mismos
resultados, tanto de las presidenciales como de las
parlamentarias, se reflejaron distintos grados de
desconfianza. Así, la abstención fue mayor en la votación
a presidente que a parlamentarios. Y los llamados
“diputados sociales” (principalmente, dirigentes
juveniles que fueron en las listas de la Nueva Mayoría)
tuvieron una votación mucho más alta que el promedio de
los políticos “tradicionales”.
Sin
embargo, esto también es contradictorio, sobre todo a nivel
de la vanguardia. Dirigentes como Camila Vallejo, del PCCh,
ex-presidenta de la Federación de Estudiantes de la
Universidad de Chile (Fech), se hicieron mundialmente
famosos y hoy son diputados con una alta votación. Pero,
una semana antes de las elecciones presidenciales y
parlamentarias, hubo elecciones en la Fech… y los
candidatos del PCCh perdieron por paliza!!! Ganó la
presidencia Melissa Sepúlveda, que
encabeza una lista anarquista. El PCCh salió
último.(diario La
Tercera, 13/11/2013)
A
nivel de masas, las mismas expectativas que hay en Bachelet,
pueden ser un boomerang para su gobierno… en la medida que
las prometidas “reformas” no se concreten. Es que los
trabajadores y la juventud tienen una pesada factura para
presentarle. Y es muy dudoso que la satisfaga.
Por
esos mismos motivos, la cuestión de poner en pie una alternativa política independiente es decisiva, tanto para la vanguardia juvenil como del movimiento
obrero. El cretinismo antiparlamentario y “antipolítico”
del anarco-autonomismo y/o el sindicalismo, es incapaz de
dar una batalla seria. Para eso, los luchadores obreros y
juveniles tienen el desafío de construir una fuerza
política independiente que le dé una batalla política
al nuevo gobierno. El anarco-autonomismo no sirve para eso.
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