La muerte del ex represor Héctor
Febres
Los Kirchner son responsables
Por Ana Vázquez
Socialismo o Barbarie, periódico,
27/12/07
La muerte del prefecto Héctor
Febres en su prisión VIP, custodiado por sus pares y
gozando de un estándar de vida digno de un multimillonario
de vacaciones en el Delta, pone blanco sobre negro una
verdad ocultada desde el poder y denunciada por familiares,
testigos y querellantes.
Los juicios a los represores de
la dictadura militar son en cuentagotas, para que
afecten a un sector minoritario y no a todos los
responsables. El de Febres fue el primero de la causa ESMA.
Este genocida iba a ser condenado por cuatro casos,
cuando fue el responsable, entre otras atrocidades, de la
apropiación de los 500 niños nacidos en la ESMA. Siendo
que por ese campo de concentración pasaron 5.000 víctimas,
las causas que están en espera son nueve, cuya tramitación
finalizaría recién en el 2010...
A nadie “se le pasó” ni fue un
“descuido” o “negligencia” del ex jefe de la
Prefectura Naval, que estos presos estén no sólo viviendo
entre lujos, sino cuidados por sus mismos subordinados o
miembros de los mismos aparatos represivos que continúan
impunes.
Si Febres cenó con unas
pastillitas de cianuro (más allá de si se las dio un
amigo, un familiar o un custodio) o si fue asesinado, no sólo
destapa con claridad el pacto de silencio entre los
militares del Proceso, sino también la responsabilidad
política del gobierno K, que permite que éstos sigan
confabulando y ejecutando secuestros, intimidaciones y crímenes
para lograr parar los juicios y frenar las conquistas que ha
logrado la lucha democrática en estos últimos años.
Un contexto de impunidad
Los jueces intervinientes en las
causas de los derechos humanos y en el caso Febres se
apresuraron a tomar medidas: todos los presos fueron pasados
a cárceles comunes, condenaron a Cristino Nicolaides y la
plana mayor del Batallón 601, y arrestaron a la esposa y
dos hijos de Febres y a dos miembros de su custodia. La
jueza Sandra Arroyo no se tomó vacaciones y piensa resolver
las imputaciones a principios de enero. El gobierno echó al
jefe de la Prefectura Naval, Carlos Fernández. Es que, además
de lo sucedido, se siguieron destapando
“irregularidades” a cada paso que se daba en la
investigación. Cuando la jueza había autorizado el
traslado de uno de los prefectos detenidos a un centro
asistencial, cambió su resolución porque, según informa La
Nación, “mediante una escucha telefónica ordenada
por el juzgado se interceptó una comunicación que revelaba
que tres altos jefes de la Prefectura se iban a reunir con
el detenido en la dependencia de sanidad, a donde iba a ser
trasladado, para instruirlo sobre cómo declarar y así
mejorar su situación en la causa. (...) Fuentes judiciales
señalaron que la intención era urdir una versión común
que quitara responsabilidad a los detenidos”.
El gobierno ha puesto las barbas
en remojo porque el escándalo llegó al río. Pero aunque
se pongan entre rejas a los asesinos de Febres y se cumplan
–en algunos casos- medidas exigidas por el movimiento de
derechos humanos, como las de cárcel común a los
genocidas, este hecho reaviva la situación de impunidad
global en que están el conjunto de los represores.
Cristina K: en busca de la
reconciliación de las fuerzas armadas con la sociedad
La presidenta electa, en su carácter
de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y al hablar en
la ceremonia de egreso de los miembros de las tres armas,
convocó a los cadetes presentes a escribir una “historia
diferente”, y a remontar “la tragedia que hemos
vivido”... También expresó su voluntad de continuar con
los juicios y tener la esperanza de que concluyan
durante su mandato.
Pero la “tragedia” no fue
tal, sino un plan orquestado durante años con
la complicidad del poder empresarial y político para
liquidar a la vanguardia obrera y popular. Y la
“historia” no va a ser muy “diferente”, aunque sean
otros los hombres que componen las instituciones represivas
y los planes de la burguesía y el imperialismo, si no se
hacen cambios de fondo avanzando en el real desmantelamiento
de todo el aparato represivo y en el castigo a todos los
genocidas.
Por esto mismo, la continuidad de
la pelea por el juicio y castigo en el 2008, ubica en primer
plano la exigencia de la realización de los juicios por
lugar de detención a todos los involucrados, el
mantenimiento de la cárcel común a todos los procesados
y el desmantelamiento del aparato represivo que
mantiene el encubrimiento del secuestro de López, el de
Gerez, y continúa actuando impunemente contra los
familiares, los trabajadores y el pueblo.
Aunque el gobierno quiera cambiar
la historia con discursos y Museos para la Memoria, también
es responsable de no ir hasta el final. Por eso nuestra
lucha también es contra su política.
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