Coyuntura política, lucha de los trabajadores del
Casino y burguesía nacional
El
que está al mando es el gobierno
Editorial
de Socialismo o Barbarie, periódico, 07/02/08
“La
tarea de los socialdemócratas no se limita a realizar la
agitación política en el plano económico: su misión es
transformar esa política sindicalista en lucha política
(…), aprovechar los destellos de conciencia política que
la lucha económica ha despertado en el espíritu de los
obreros, para elevarlos hasta el nivel de la conciencia política”
(V.I. Lenin, ¿Qué
hacer?)
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La
heroica lucha del Casino en momentos de definición
Antes de que sea demasiado tarde
Socialismo o Barbarie, periódico, 07/02/08
La
heroica lucha de los compañeros del Casino ha cumplido 80 días.
Hace muchísimo tiempo no se veía una lucha tan larga y
heroica. Los compañeros han dado todo de sí en una
coyuntura malísima; una coyuntura en la que el gobierno K
viene de lograr su reelección y cuando a lo largo de todos
estos meses se ha configurado un momento político de
chatura. Es decir, donde todavía no alcanzan a llegar los
efectos de la creciente crisis financiera internacional.
Porque, inevitablemente, cuando ésta impacte de lleno el país,
muchas cosas van a cambiar.
En
las condiciones ante dichas, han debido enfrentar a un
enemigo muy poderoso: una verdadera Santa Alianza conformada
por la patronal de Cristóbal López, el Ministerio de
Trabajo, las burocracia patoteras de ALEARA y el SOMU, la
represión de la Prefectura y la Federal, todo esto
comandado desde la mismísima Casa Rosada por los esposos K!
Lo
último que han debido padecer, ha sido la brutal represión
comandada desde el Ministerio del Interior (miércoles
29/01) con el explícito objetivo de “quebrarlos” para
suprimir su lucha. El accionar represivo ha sido típico
del estilo de la dictadura militar. Y el gobierno K se
llena la boca hablando de los “derechos humanos”!
Reorientar
la lucha
La grave y dramática situación en la que se halla la
lucha (no hay cómo esconder esto, ni sería correcto
hacerlo), ha abierto un abanico de discusiones y
posiciones que se están procesando de manera caótica.
Como no tenemos ningún integrante de nuestro partido en el
Cuerpo de Delegados, esto nos obliga a ser algo más
“circunspectos” a la hora de poder saber realmente, a
ciencia cierta y con total exactitud, cuales son las
distintas posiciones que se están barajando.
Pero
están claros algunos elementos. Por un lado, que la pelea
viene casi totalmente desgastada por el esfuerzo de haberla
sostenido a lo largo de tanto tiempo y enfrentando semejante
enemigo.
Sin
embargo y al mismo tiempo, todavía parece que la empresa no
ha sido normalizada del todo porque –con buen sentido–
buena parte de los compañeros se siguen resistiendo a subir
a un lugar de trabajo que ya a estas alturas se parece más
a un campo de concentración que a otra cosa.
Al
mismo tiempo, no se ha logrado abrir ninguna línea cierta
para ninguna negociación. Es que el gobierno K y la empresa
quieren lisa y llanamente destruir por completo esta
experiencia!
En
estas condiciones, ¿qué se puede hacer? Desde el nuevo MAS
creemos que –casi in extremis– se puede ensayar una
última carta. No compartimos la visión de que haya
condiciones para levantar así, sin más, la pelea. Las
cosas han ido demasiado lejos y quedaría –por ese
camino– realmente poco para “salvar”. Pero tampoco nos
parece que sea correcto algo que se parece más a una
“pose” que a otra cosa, cual es la letanía de que se
podría “recuperar” el acampe en Puerto Madero...
Nuestra
posición de fondo es la que venimos esgrimiendo desde el
comienzo mismo de la lucha. Aunque, claro está, ahora las
condiciones son muy distintas. Lo que nos parece es que la
energía que queda y todas las medidas que se voten tomar,
hay que reorientarla hacia hacerle pagar el costo político
al gobierno por la brutalidad con la que ha actuado
contra los justos derechos laborales y sindicales de los
trabajadores del Casino. Y hay que enlazar esto con
lo que casi inevitablemente se va a venir a lo largo del año.
Es decir, que esta Santa Alianza antiobrera y antipopular
que se ha conformado, va a intentar hacerles pagar los
platos rotos de la crisis que se viene a los trabajadores.
Si
los compañeros reorientan la lucha en este sentido, si
logran de esta manera hacer de su lucha una bandera que
pueda ser entendida por un conjunto más amplio de los
trabajadores que la situación de aislamiento actual,
hay una posibilidad de recuperar el terreno perdido y
forzar al gobierno K a una negociación.
En
todo caso, nos parece que el Cuerpo de Delegados del
Casino haría bien en dejar de escuchar a una sola corriente
y sentar a todos los que nos hemos venido jugando por esta
lucha para un intercambio de ideas franco y abierto.
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Hace
semanas que venimos señalando que la coyuntura está
cruzada por una serie de luchas defensivas muy duras y
aisladas. En estos meses la sociedad está como
“mirando para otro lado”; algunos de vacaciones, otros
en el sopor del verano. No es que los bajos salarios y la
inflación no aprieten, ni que la creciente crisis económica
mundial no esté acumulando negros nubarrones a pesar de las
ridículas teorizaciones del gobierno K sobre supuestos
“blindajes” y “desenganches”. El martes 5 se vivió
una nueva jornada negra en los mercados financieros
internacionales, que confirma que la recesión yanqui viene más
profunda de lo que se esperaba. También la jornada fue aleccionadora
respecto de los mitos construidos acerca de que los
“países emergentes” podrían “desengancharse” de la
crisis, con la Bolsa argentina cayendo como las del resto
del mundo y más.
Pero para las grandes mayorías, el año político
todavía no empezó. El conjunto de los trabajadores está
esperando la llegada de marzo para poner las barbas en
remojo y hacerse cargo de que la plata alcanza cada vez
menos.
Claro que esto va de cabeza a unas paritarias donde
se buscará “teatralizar” una negociación en la que los
empresarios ofrecerán entre un 13 y un 15% y donde Moyano
–de la mano del gobierno K– asumirá una posición
“responsable” y “madura” buscando “estirar” la
cosa a no más del 15 al 18%. Claro, lo que se busca es que
el “pato de la boda” sean los trabajadores, en las
condiciones en que –según los trabajadores del INDEC– la
verdadera inflación del 2007 rondó entre el 22 y el 26%.
Un
debate en las filas de la izquierda
La manera de hacer frente a esta dura coyuntura ha
abierto un debate en las filas de la izquierda. Nos
referiremos sólo los aspectos en este momento más
importantes.
Hay dos “teorizaciones” que se dan la mano en un
punto común: la cerrada negativa a hablar del gobierno K.
Para unos (el PO, Partido Obrero), la idea de identificarlo
como el responsable último y enemigo principal que
enfrentan luchas como la del Casino estaría resuelta “en
los hechos”. Para otros, la denuncia al gobierno no podría
hacerse porque “los K están muy fuertes” (el PTS,
Partido de los Trabajadores Socialistas). Sólo se podría
hablar, entonces, de empresarios como Cristóbal López o el
que sea.
Pero lo curioso es que ambas “teorizaciones”
difieren 180 grados en el análisis y/o caracterización del
momento actual, pero coinciden en la política final. Partamos
de estas caracterizaciones.
La primera de ellas desestima todas las
dificultades y ve una continuidad mecánica con
diciembre de 2001. Todo parece siempre “pum para
arriba”; se trata de una desviación facilista.
La otra cae en una unilateralidad opuesta pero simétrica.
En la actual coyuntura, toda lucha estaría casi condenada
“fatalmente” a la derrota desde el comienzo, y el
gobierno estaría tan fuerte que no conviene siquiera
hablar de él.
Desde el nuevo MAS no compartimos ninguna de estas
dos visiones. Nos plantamos firmemente en contra del
facilismo y de violar una regla de comportamiento leninista
elemental: siempre hay que decirle la verdad a los
trabajadores, por amarga que sea.
La coyuntura actual es muy mala y no hay
vuelta que darle. La burguesía avanzó sustancialmente en
la normalización del país desde diciembre del 2001, al
punto que los esposos K acaban de ser reelectos y eso es lo
que explica, materialmente, la dureza de las luchas en curso
y las que se vienen.
Pero
tampoco estamos de acuerdo con la posición que sugiere una
“inevitabilidad” de las derrotas en el actual momento.
Ya hemos señalado que estamos en una coyuntura muy
defensiva en la que para nada es descartable que se
produzcan un conjunto de luchas perdidas (algunas de
importancia), como hace tiempo no se veía.
Pero aquí vale hacer dos aclaraciones. Por un lado,
no se debe perder de vista que con todos los avances que la
“normalización” del país ha tenido, aún se sigue en
el marco (no sólo en la Argentina, sino en la región como
un todo) de las relaciones de fuerzas más generales
creadas por las rebeliones populares; no estamos en un
retorno a los 90. De no ser esto así, el “reflejo” en
las alturas de esta realidad no sería un gobierno K sino,
para poner algo ejemplificador, uno comandado por Macri.
Además,
por mala que sea la coyuntura, de ahí no se sigue que
enfocar la política –en conflictos como los del Casino–
directamente sobre el gobierno K sea imposible. A lo sumo,
puede variar la forma de hacer esto.
Pero hay algo más. Lo simétrico de las dos
posiciones que estamos criticando es que reducen la política
a la caracterización. Y, justamente, una regla de oro
de la política revolucionaria es que no se hace política
con la caracterización; la política (como la insurrección)
es una ciencia pero también un arte.
El análisis de en qué condiciones se da la lucha es
el elemento esencial para tener los pies sobre la tierra
y no formular orientaciones totalmente desmesuradas o en
el aire. No es lo mismo una coyuntura defensiva –como
la actual– que una de ascenso de las luchas. Ni el
optimismo más fatalista podría violentar reglas básicas
y objetivas de la lucha de clases.
Pero
de esto no se sigue que se pueda desprender de manera mecánica
la política en cada pelea de la caracterización general.
Porque no siempre se puede elegir el momento de salir a la
lucha (más bien lo contrario, las luchas hay que darlas en
condiciones que muchas veces nos son “objetivas” a los
trabajadores y la vanguardia). Y porque no está escrito que
sólo se pueda salir con triunfos o derrotas categóricos: a
veces un empate digno vale tanto como un triunfazo en otra
coyuntura. Sin perder de vista que puede haber duras
derrotas en una coyuntura favorable, como también
extraordinarios triunfos en una muy desfavorable.
Para esta segunda versión de la orientación política
en la actual coyuntura, no se debería hablar entonces del
gobierno K porque éste está demasiado “fuerte”. Habría
que apuntar sólo sobre los empresarios, sea Cristóbal López
o cualquier otro.
El gobierno: junta administradora de los
negocios comunes de los capitalistas
Esto
nos lleva a dedicar unas líneas a definir qué es el
gobierno y cuál debe ser la actitud de los luchadores
obreros y los socialistas revolucionarios frente a él. Según
ha sido establecido clásicamente por Marx, no es más ni
menos que la “junta encargada de administrar los
asuntos comunes de los capitalistas”.
No
se trata de que un progreso en la conciencia de los
trabajadores se pueda limitar a entender que su enemigo es
el patrón. Esto lo saben casi todos los compañeros por
experiencia propia (en el límite, para eso, no hacen falta
los militantes socialistas). Se trata –por el contrario–
de que en toda lucha de importancia hay que hacer esfuerzos
porque los compañeros se eleven a comprender que su
pelea no se da en una isla, sino dentro del conjunto total
de relaciones económicas y políticas del país, cuyo jefe
–en el momento dado–, es precisamente el gobierno
nacional como representante político general de todos
los capitalistas.
El gobierno, precisamente es el encargado de coordinar
los esfuerzos mancomunados de la clase explotadora para
mantener a raya a los explotados. Pero esto no quiere decir
que siempre sea tan “visible”, sobre todo en el caso de
la mayoría de los trabajadores que están empleados por un
capitalista privado.
Lo
paradójico ha sido que en la lucha del Casino, la
visibilidad de este aspecto ha sido casi total. ¿Dónde
se ha visto que cualquier capitalista –de manera
individual– tenga el poder para movilizar a las
instituciones del Estado a su servicio? Si este ha sido el
caso de Cristóbal López, esto ha ocurrido solamente porque
detrás de él, en las sombras, ha venido actuando el
gobierno K como coordinador de todos los esfuerzos por
quebrar la lucha de los heroicos compañeros del Casino.
No ser capaces de hacer ver esto a los compañeros
(sean del Casino o en cualquier otra pelea) sólo puede
llevar a hacer errática la orientación de la lucha.
Gobierno
K y burguesía “nacional”
Claro está que lo anterior no quiere decir que se
pueda prescindir del análisis concreto de la
patronal que se enfrenta en cada caso. Ni que se puedan
hacer extrapolaciones mecánicas olvidándose del
enemigo inmediato que enfrenta toda lucha cuando se trata
del ámbito “privado”. Es decir, la patronal. Claro que
no. Porque el análisis más minucioso de este
elemento es imprescindible para no caer en
“abstracciones” que pierdan de vista el terreno específico
en el cual se da esa concreta lucha de clases. Pero se trata
de hacer esto sin perder nunca de vista la relación entre
este capitalista “individual” y sus negocios, respecto
del conjunto total de la clase capitalista y el Estado en
general.
Pero
el erratismo en identificar al gobierno K como el
responsable último de todos los avatares de la lucha del
Casino tiene otro problema más. Porque en el caso de Cristóbal
López no se trata de cualquier patronal, sino de una
particular, típica de este tipo de gobiernos populistas
como son los esposos K, donde siempre se ha conformado
una capa burguesa enriquecida específicamente bajo el
amparo de los negocios con el Estado.
Por esto mismo, no es casual que en los medios esté
de moda hablar acerca de la “peronización del
establishment empresario”. Y aunque estos análisis sean
intencionados (favorecer a otros empresarios con menos vínculos
con el poder...) y sean, las más de las veces, vulgares y
superficiales, no dejan por esto de reflejar elementos de
verdad.
Respecto de esta capa empresaria específicamente
enriquecida bajo el amparo del Estado, se señala: “la
mayoría de los empresarios se ubican en tres cordones. En
el primero están los parientes directos de la gran familia
kirchnerista. A ese capitalismo de amigos se suman los
empresarios del segundo cordón, que tienen negocios
afines con el Estado. El primer y segundo cordón
integran lo que, pomposamente, sigue llamándose
‘burguesía nacional’. Marx, que detestaba los
populismos, afirmaba que ‘el Estado moderno no es otra
cosa que un comité de administración de los negocios de la
burguesía’. Finalmente, está el tercer cordón, donde
figuran empresas que reciben algún tipo de subsidio (bajo
regulaciones u otras formas creativas), y que acompañan
complacientemente al oficialismo para no ser castigados”
(Jorge Fernández Díaz, La Nación, 28-01-08).
Está
claro que –no casualmente– el analista parece olvidarse
de las grandes multinacionales, las que acaparan hoy la
friolera de casi el 70% del PBI producido en el país y que,
al mismo tiempo, no dejan de tener también íntimas
relaciones con el gobierno K! Pero esto sería materia de
otra explicación que no podemos hacer aquí.
Más particularmente, respecto de los inextricables vínculos
de Cristóbal López con los K, se señala que: “Cristóbal
López es el titular de un formidable negocio. Compone con Lázaro
Báez y Sebastián Eskenazi, el grupo de empresarios más
cercanos a Kirchner. López suele socorrer al
kirchnerismo hasta en su logística menor: del traslado de
militantes al alquiler de oficinas. Desde tiempos de
Jorge Antonio los peronistas han dado este tipo de figuras”.
Y
luego se agrega: “López (...) conduce la ascendente
petrolera Oil M&S y, entre otros pasatiempos, los
casinos de Palermo, Río Gallegos, El Calafate, Comodoro
Rivadavia, Rosario, Santa Rosa, Mendoza, Misiones, Tucumán
y la Rioja, además del 50% del de Puerto Madero. La de López
es la fortuna más importante que se está construyendo hoy
en la Argentina” (Carlos Pagni, La Nación,
20-01-08).
Está claro que más allá de las interesadas
exageraciones de este matutino (insistimos reflejando otros
intereses patronales eventualmente menos “agraciados”
por el gobierno K),
es a todas luces evidente que a un
capitalista con estos vínculos con el poder no se lo puede
derrotar si no se lo identifica directamente con el gobierno
nacional!
Ninguna
política revolucionaria puede prescindir del problema del
gobierno
“Para
mí, para los futuros luchadores, el consejo es no
dejarse engañar de contra quién se está peleando. No
dejarse engañar de que están peleando contra el SOMU,
contra el sindicato. No, en realidad, estás peleando contra
una idea de cómo tiene que ser un trabajador en la
Argentina. Y nosotros, cuando empezamos esta lucha, era la
primera vez que planteamos una reivindicación que no tenía
que ver con lo económico (...). Recién cuando vimos a
Servini de Cubría, Oyarbide, la Prefectura todos los días;
o sea, la fuerza pública utilizada como seguridad privada,
recién ahí nos dimos cuenta de que estábamos peleando
contra el gobierno. Para mí, el conflicto, para todos
los trabajadores que ahora vayan a salir a luchar por sus
condiciones de trabajo (...), el consejo es que no entren en
el engaño de que están peleando contra su patronal, están
peleando contra un Estado (...). Yo creo que si desde el
principio hubiéramos visto que detrás de este conflicto
estaba el Estado, las cosas hubieran sido muy diferentes”
(reportaje a un trabajador del Casino tomado de Prensa
Obrera 1025).
Como conclusión, queremos decir que el problema del
gobierno siempre hay que plantearlo en toda política
que se precie de revolucionaria y pretenda ayudar a los
trabajadores a triunfar y/o sacar las justas conclusiones y
enseñanzas de sus luchas.
Claro que es de enorme importancia y depende de las
circunstancias, la FORMA en que se plantea la lucha
contra el gobierno. Sólo a una secta empedernida se le podría
ocurrir hacer planteos del tipo “hay que derrotar al
gobierno” o, mas aún, “hay que echarlo abajo”, si
no hay condiciones.
Además, nunca podría no partirse de la percepción
que tienen los compañeros trabajadores respecto de este
mismo gobierno y el grado en que ha avanzado o no la
experiencia política con él.
Pero, insistimos: con estos elementos lo que varía tácticamente
(lo que no por ser táctico, deja de tener suma importancia)
es –insistimos– la FORMA de hacer el planteo respecto
de la responsabilidad del gobierno capitalista sobre todo lo
que ocurre en el país en general y en cada lucha de
importancia nacional en particular.
También, claro está, varía la orientación de la
lucha respecto de cómo ubicarse con relación al gobierno:
en cada caso hay que saber combinar las denuncias con la
formulación de exigencias, reclamos, etc.
En definitiva, lo que debe quedar claro es que el
planteamiento acerca de la responsabilidad del gobierno
nacional en los avatares de las luchas más importantes es
un elemento principista de toda política
revolucionaria que se precie de tal. Esta es una de las más
grandes enseñanzas que va dejando la heroica lucha de los
compañeros del Casino a la nueva generación obrera que está
emergiendo en el país.
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