Escalada de los precios y desabastecimiento
¿Qué
hay detrás del “paro agropecuario”?
Por
Juan José Funes
Socialismo
o Barbarie periódico, 20/03/08
Desde
el gobierno de De la Rúa que no hay un paro de todas las
entidades que nuclean a la actividad agrícola ganadera
(SRA, CRA, FAA, etc.). Al cierre de esta edición, el paro
llevaba siete días, con tractorazos y cortes de rutas, y se
empezaba a sentir en carnicerías y verdulerías tanto en
los precios como en el abastecimiento.
El
desencadenante de la medida de protesta fue el aumento del
gobierno en las retenciones a las exportaciones de soja,
girasol, aceite de soja (comestible y biodiesel) y aceite de
girasol. También ha fijado una
banda fluctuante de retenciones, que en el caso de la soja,
por ejemplo, si llegara a subir a 600 dólares la tonelada
(FOB, es decir puesto sobre barco) subiría el impuesto a
49%, y de ahí para arriba congelaría el precio neto para
el sector en 280 dólares la tonelada.
Los
grandes ganaderos y los dueños de los grandes tambos
quieren más subsidios; los poderosos del sector agrícola
quieren regatear el porcentaje de las retenciones. Es una
pelea entre tiburones: el Gobierno y el sector agrícola
acomodado; el objetivo es el reparto de la renta agraria
extraordinaria. Se avecina un invierno de crisis energética
en la Argentina y habrá que importar (con precios
internacionales por las nubes y consumo local altamente
subsidiado). Y los K necesitan recaudar para que los números
cierren.
Un
paro reaccionario
Desde
el vamos hay que decir que el paro del campo contra el
gobierno es una medida reaccionaria: es decir, no expresa
intereses populares, de los explotados y oprimidos, sino que
la Sociedad Rural y los grandes propietarios agrícolas
llevan a la rastra a las entidades representativas de los
pequeños productores en una pelea que se anuda
alrededor de la extraordinaria renta agrícola que se ha
generado, entre otras cosas, debido a los altísimos precios
de las materias primas en el mercado mundial.
Desde
ya que el carácter reaccionario de esta pelea entre el
campo y el gobierno K no quiere decir que el gobierno sea el
que exprese los intereses populares. En el fondo, es una
pelea para ver quién se queda con la rentar extraordinaria,
más allá de que el gobierno pretenda aparecer como el
representante de la población afectada por la brutal
escalada de los precios.
Con
este libreto, el ministro de economía Lousteau salió a
plantear que “no es lo mismo un pequeño tambero que un
gran pool de soja (…); el gobierno utiliza las retenciones
para impedir que el alza de los precios internacionales se
traslade totalmente a los domésticos (…); ante el riesgo
de la sojización de la economía, debemos velar por el
equilibrio (…); la medida retrotrae los valores de los
granos a diciembre del 2007, que ya eran altísimos (…);
el sector sigue siendo muy rentable” (Clarín,
14-3-08).
Efectivamente
muchas de las afirmaciones que señala aquí Losteau son
ciertas, pero lo que el ministro no dice es que el
gobierno K no tomó una sola medida que afectase la
estructura de la propiedad agraria en todos sus años de
mandato: sólo pretende –sobre la base de la actual
estructura súper concentrada de la propiedad y la economía
del campo– lograr que los “barones del campo” le
entreguen una tajada de la renta agraria para ponerla al
servicio de la caja del Estado.
Los
pequeños productores no pueden ir detrás de la Sociedad
Rural
Desde
la Sociedad Rural
salieron al cruce diciendo que “las medidas son
confiscatorias y atentan contra la rentabilidad del
sector” y para la CRA (Confederaciones Rurales Argentinas)
"son medidas de neto corte fiscalista que tienen un único
objetivo: recaudar más". Por su parte, Eduardo Buzzi,
presidente de FAA (Federación Agraria Argentina, pequeños
y medianos productores) señaló que “potenciará aún más
la concentración de la propiedad de la tierra en pocas
manos".
Aquí
se observa con claridad la contradicción de este frente único
de todo el campo. Es que cuando se habla del “campo”
siempre hay que diferenciar de quién hablamos: si de
los grandes empresarios y latifundistas o de los pequeños y
medianos productores (ni hablar cuando se trata de los
trabajadores asalariados que trabajan bajo patrón en el ámbito
rural).
“El
país vive de nosotros, porque inyectamos dinero y porque el
Gobierno siempre nos mete la mano para sacar plata fácil”
se ufana y se queja, al mando de su camioneta Toyota Hilux 0
km, Cristian Villarreal, mediano-gran productor agropecuario
desde Casilda (Santa Fe), capital nacional de la soja. Desde
el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, zona triguera
no muy apta para la soja, Juan Casas, pequeño productor,
dice “los acopiadores nos pagan lo que quieren; encima está
cerrada la exportación de trigo”. Dos realidades muy
distintas, las de Villarreal y Casas.
El
campo no es uniforme; a grandes rasgos hay –a nivel
productivo– cuatro sectores: 1) agrícola, 2) ganadero, 3)
lechero, 4) frutihotícola. Todos tienen algo en común, la
tierra como fuerza productiva, y están profundamente
interrelacionados, pero cada uno de ellos tiene características
propias a nivel de la propiedad que lo diferencian de
los demás. Porque, como hemos señalado, no es lo mismo
la SRA y el pool sojero que los pequeños productores.
Cuando
la SRA critica las medidas por “confiscatorias” o la CRA
las señala como de “neto corte fiscalista”, lo único
que están señalando es que sobre la base de las leyes que
resguardan la propiedad privada les correspondería a ellos,
de manera íntegra y total, algo que les viene absolutamente
gratis: la prodigalidad del campo argentino, en condiciones
donde además los precios de las commodities están por las
nubes.
Está
claro que el ángulo de Buzzi (FAA) luce distinto al dar
cuenta del proceso histórico de concentración de la
tierra en pocas manos, que tiene décadas y parece
imparable. Pero Buzzi se ubica del lado equivocado de la
trinchera cuando dice que "el campo se ha unido
tras un único objetivo”. Porque el 10% del sector agrícola
produce el 90% de la soja y vive un período de esplendor,
pero al mismo tiempo esta situación ha hecho entrar en crisis
estructural al pequeño chacarero que, con sus 200 hectáreas
en una economía mundializada, es víctima de los grandes
acopiadores de granos y de las empresas de biotecnología
(Monsanto, Nidera), no teniendo más remedio, la mayoría de
las veces, que arrendar su campo.
Pero
entonces, ¿qué hace una organización de pequeños y
medianos productores –que son los que ponen la gente en
los cortes de ruta en el interior– a la rastra de los
intereses de los grandes tiburones del campo? No tienen nada
que hacer allí, junto a los que quieren quedarse con toda
la renta agraria y liberalizar los precios, lo que solo podría
hacerse a expensas de los trabajadores y sectores
populares del campo y la ciudad.
Por
una alianza independiente de los explotados y oprimidos de
la ciudad y el campo
Dirigentes
como D’Elía, Depetris y otros han salido a convocar una
marcha hacia la Sociedad Rural. Estos sectores K pretenden
hacer su repudio al paro del campo desde la ubicación de la
defensa cerrada del gobierno. No es esto lo que se necesita.
Porque los problemas de los pequeños y medianos productores
son reales y, en realidad, el propio gobierno que
ahora sufre el paro agrario, en todos estos años, como está
dicho, no tomó una sola medida contra el proceso brutal
de concentración de la tierra y la renta agraria.
La única
salida que tienen los pequeños productores es aliarse
con los trabajadores y demás sectores oprimidos, porque
ambos son víctimas de la política del gobierno
kirchnerista. El gobierno no ha corregido los
desequilibrios; por el contrario, bajo los K se han
acentuado. Desaparecerán más y más chacareros y los pools
del campo se harán cada vez más fuerte.
No es
alineándose entonces con el gobierno K como se podría dar
una salida tanto a los problemas de estos productores, como
a la escalada de los precios y el desabastecimiento que se
comienza a notar en carnicerías y verdulerías. Lo que hace
falta es otra cosa: es la unidad de estos pequeños
productores con los trabajadores urbanos y rurales, en la vía
tanto de impulsar medidas de auténtica reforma agraria y
socialización del campo como de un estricto control de
precios de los productos de primera necesidad, así como la
expropiación de todos aquellos grandes propietarios que
especulen con los precios y/o provoquen desabastecimiento.
Es
decir, para resolver los problemas de los pequeños
productores y los trabajadores del campo hace falta una
alianza de clase opuesta: ni con la SRA ni con el
gobierno K: con los trabajadores.
Habla
Walter Espinosa, delegado de Ecocarnes
“Cortamos
la Panamericana con nuestros reclamos”
Socialismo
o Barbarie, periódico, 20/03/08
En
medio del paro agrario y del conflicto ganadero por los
cupos a las exportaciones y el aumento imparable del precio
de la carne, los trabajadores han empezado a intervenir en
forma independiente superando y desbordando a la burocracia.
Es lo que pasa en la zona norte del Gran Buenos Aires, donde
más de 400 trabajadores cortaron durante horas la
Panamericana.
SoB:
En un momento en que se vive un paro agrario y de
enfrentamiento entre el gobierno y el sector ganadero, ¿cómo
repercute esto entre los trabajadores?
Walter
Espinosa: Hoy la
pelea entre la patronal y el gobierno es complicada, porque
el que se ve perjudicado es el obrero. ¿Por qué? El
gobierno busca bajar aún más las exportaciones que tienen
los frigoríficos, que ya tienen cupos de exportación, para
obligarlos a vender en el mercado interno, más barato. Los
frigoríficos quieren que le liberen la cuota Hilton, que le
liberen la exportación para tener superganancia.
Otro
actor, el productor ganadero, quiere también mejores
precios porque no le sirve criar un animal que tarda 3 años,
cuando vende a 2.000 ó 2.300 pesos; mientras el corte de
carne para comprarlo en la carnicería está 20 pesos, está
carísimo, no podés comprar carne.
En
toda esta pelea en que el productor quiere mejores precios
para su vaca, el frigorífico que quiere que le liberen la
exportación, el gobierno que quiere que bajen los precios y
cobra más retenciones, nosotros, los trabajadores de los
frigoríficos, hace dos o tres meses que no cobramos nada,
porque todavía se trabaja con las peores condiciones
laborales que es el destajo. Nuestros salarios están atados
a la faena, nuestro convenio es por destajo: matás tantas
cabezas, cobrás tanto. Si no entra hacienda a los frigoríficos,
los frigoríficos no pueden matar porque el gobierno no le
da la liberación de la exportación. Eso quiere decir, para
tener una idea, que de tener una faena de 1.000, 1.100
animales por día tenemos una faena de 400 ó 500. La mayoría
del gremio de la carne vivimos todavía en la época de las
cavernas; trabajar a destajo es lo más inhumano que hay en
la forma laboral. El gremio de la carne lo tiene, y al no
haber hacienda, no se matan vacas y nosotros ganamos muy
poco. Y en esta pelea que tiene el gobierno y la patronal,
nosotros los trabajadores no entramos, por lo menos hasta el
otro día.
SoB:
¿Qué está haciendo la burocracia?
Walter:
Aclaremos que en
la carne hay dos sindicatos. Por un lado está Silvio Etchehún,
que sale a defender y a reclamar que le abran la exportación
a los frigoríficos. Es un sindicato totalmente patronal,
para que te des una idea, él es empleado de Ecocarnes y su
oficina está con la del jefe de personal. Encima tiene de
aliado a Raúl Castells, que no sabe dónde está parado y
confunde a la gente, no sabe lo que realmente necesitan los
obreros.
Por
otro lado está el
sindicato de Peretti, de Capital, que está queriendo
dividir más el sindicato. Su proyecto es dividirlo en cinco
zonas, y ahora le pide a sus amigos del gobierno subsidios
para los salarios, como hicieron el año pasado. Esos
subsidios fueron manejados por ellos; imaginate lo que pudo
haber pasado.
En
suma, ninguna de estas dos burocracias pelea por las
necesidades el trabajador de la carne.
SoB:
¿Qué respuesta han tenido los trabajadores?
Walter:
El sindicato Capital convocó para el viernes 14 a un paro
trucho. Para quedar ante todo el mundo como
“combativos”, hicieron un paro, pero en realidad era un
paro sin perjudicar a las empresas. ¿Cómo es eso? Llamaban
a la mayoría de las empresas y les dijeron: “Convoquen más
temprano al personal y traten de hacer la producción hasta
las 10 de la mañana.” Eso quiere decir que muchos frigoríficos
que entrábamos entre las 7 y las 8 de la mañana entraríamos
a las 5 de la mañana en algunos lados, en otros a las 4, a
la 1 de la mañana en otros lados, para llegar a las 10 de
la mañana con toda la producción hecha y no perjudicar a
los empresarios. Ese es el paro que hacen ellos, un paro
ficticio. Un verdadero paro se hace desde las 0 horas,
le dañás la producción a la patronal; así no se hace un
paro.
Igual
se discutió en asamblea y se decidió hacer el paro pero
con nuestros reclamos, con movilización y con corte de la
Panamericana. El grueso de los obreros de Ecocarnes salió
todo a la calle, marchamos desde el frigorífico hasta la
202 y Panamericana, convocamos a otros frigoríficos a
Ecocarnes para marchar todos juntos. Hacía muchos años que
no se veía, todo el mundo a la calle a protestar y a
reclamar. Nosotros puntualmente reclamamos: mejores
salarios, paritarias
libres, a nosotros el 19,5% que les dan a camioneros no
nos sirve, queremos compañeros electos en asamblea que
vayan a discutir y convocatoria a elecciones ya.
Entonces
el obrero salió a reclamar eso. El sindicato sale a
reclamar otra cosa, su conveniencia. Que le den subsidios y
otras cuestiones.
SoB:
¿Cómo fue el corte?.
Walter:
El obrero salió a reclamar su fuente de trabajo porque se
ve perjudicado en la pelea entre el gobierno y el sector
empresarial. Nosotros estamos matando pocos animales y
reclamamos un aumento salarial, no partimos del básico de
Moyano. Nosotros queremos algo acorde a la canasta
familiar, algo que realmente nos sirva a todos los
trabajadores. Por eso, después de muchos años, se ve la
inquietud en los obreros, después de muchos años Ecocarnes
salió a la calle. En 40 años de vida que debe tener ese
frigorífico nunca salió a la calle por un reclamo
salarial. Nunca salió y ahora salen un montón. Eso quiere
decir que la gente tiene su inquietud, y es un error no
salir con los obreros y no estar con los obreros. No alcanza
sólo con decir soy oposición y no hacer nada; hay que
ponerse a la cabeza de los reclamos obreros en forma
independiente.
Entonces,
nosotros en Ecocarnes decidimos salir a la calle, marchar
todos por la 202 hasta la Panamericana, una marcha muy
grande donde salieron todos los obreros que nunca habían
salido, que no tienen experiencia de lucha, de salir a
cortar rutas. Los trabajadores salieron, gente grande,
mujeres, he visto algunos casos de compañeros que fueron
con sus esposas, con sus hijos también, a acompañar a sus
maridos. Eso está bárbaro porque la compañera se pega a
la lucha del trabajador, porque ella es la que maneja la
economía de la casa. Así fue un poco lo que pasó, cómo
empezamos a salir a la calle. Hasta que llegamos hasta la
202 y Panamericana y cortamos todo.
SoB:
Aparte del reclamo de paritarias, ustedes levantan el
reclamo de elecciones democráticas
Walter:
Sí, por supuesto. El sindicato de Peretti lo único que
hace es dividir a todos los obreros, los obreros nunca
participamos en una discusión salarial, no tenemos junta de
delegados hace 3 años. El otro día, antes del paro,
llamaron a una junta de delegados así nomás, y no a todo
el mundo le avisaron. En abril se van a cumplir tres años
de que suspendieron las elecciones porque ganábamos
nosotros, y nunca más se supo nada.
Este
sindicato lo único que hace es seguir comprando delegados y
dividir más al sindicato. Para que te des una idea, antes
teníamos un sindicato, el de Capital y Gran Buenos Aires.
Ahora ellos tienen el proyecto de hacer 5 sindicatos:
Capital, Zona Norte, Zona Sur, Este, Oeste. Dividirlo para
que nunca, nunca, el de Zona Norte se junte con el de Zona
Sur y el de Zona Sur con el de Norte, para discutir qué
problemas tenemos los obreros de la carne y qué tenemos que
hacer. No sólo en cada frigorífico, sino a nivel nacional.
Eso es lo que hace el sindicato. Cada vez dividir más.
Ellos
han hecho la inscripción de esos gremios truchos, y
nosotros queremos elecciones libres y limpias ya, sin
divisiones de todo lo que fue el gremio histórico, el único
que tiene personería gremial.
Soja, del 35 al 44,1%; girasol del 32 al 39,1%; aceite
de soja, al 32%; biodiesel, del 5 al 20%; aceite de
girasol, al 32%.
Junto con la Sociedad Rural, hay otras organizaciones de
grandes empresarios como AAPRESID (Asociación de
Siembra Directa de Soja) que es el representante específico
del pool sojero (nido de depredadores agrarios) con su
jugador más fuerte a la cabeza, Gustavo Grobocopatel
(Los Grobo) Aclaremos de paso que Grobo es íntimo amigo
de Daniel Scioli y se reúne una vez por mes con el
gobernador de Santa Fe, Hermes Binner.
Existe una particularidad de la que debemos dar cuenta
respecto de la relación entre producción agrícola y
ganadera, las dos ramas productivas tradicionales del
campo. El sector ganadero vive en crisis porque
hoy es mucho menos rentable. Ha bajado de modo
alarmante el stock de ganado vacuno (55 millones de
cabezas según censo del 2002), y las existencias
reales son un secreto guardado bajo siete llaves.
Por esta razón –entre otras– los precios de la
carne están por las nubes, a pesar de la promesa
gubernamental de cortes de carne a precios fijos (ver
reportaje a Walter Espinosa en esta edición). Con la
lechería ocurre otro tanto: sus subproductos empiezan a
escasear en las góndolas de los supermercados.
Todos los días se rematan decenas de tambos. La causa: producir
leche no es rentable. De la papa ni hablar. El
causante de todos estos desequilibrios es la bonanza agrícola
(en especial, de la soja y el girasol). Precisamente,
los poderosos del sector agrícola, montándose en estas
crisis estructurales, han logrado poner a la rastra a
todos los sectores alrededor de su programa
reaccionario.
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