El
gobierno K, el campo, los industriales y demás sectores
patronales…
Buscan
cerrar filas contra los trabajadores
Editorial
Socialismo o Barbarie, periódico, 22/05/08
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Ni
con el gobierno, ni con las entidades que impulsaron el lock
out agropecuario
Es
el momento para que los trabajadores y trabajadoras salgamos
a luchar por nuestras reivindicaciones
Las
organizaciones de izquierda, de trabajadores y estudiantiles
abajo firmantes convocamos a una conferencia de prensa de
quienes tenemos una posición independiente frente a los dos
sectores capitalistas que protagonizaron una puja que ya
llevó dos meses de duración, el gobierno y las cuatro
entidades agropecuarias, a realizarse el viernes 23 a las
13 hs. en el Cabildo. [En esa Conferencia de prensa, las
organizaciones firmantes convocaron a una marcha el jueves
29 a las 12 hs., desde Av. De Mayo y Av. 9 de Julio, hasta
Plaza de Mayo, pasando por la sede de La Sociedad Rural]
Consideramos
a ambos bandos igualmente reaccionarios, enemigos de los
intereses de las y los trabajadores y el pueblo pobre y todo
eventual acuerdo al que lleguen será descargado sobre las
mayorías obreras y populares. El gobierno de los Kirchner
quiere utilizar las retenciones para seguir pagando la deuda
externa, subsidiando a los grandes empresarios y comprando
los favores de gobernadores e intendentes, la burocracia
sindical y dirigentes de organizaciones sociales. Los
propietarios del campo no esconden sus verdaderos intereses:
mantener la renta extraordinaria que perciben por los
precios internacionales a costa del hambre del pueblo.
Ambos
sectores siempre tuvieron una gran coincidencia: que la
crisis la debemos pagar las trabajadoras y los trabajadores.
Somos
la izquierda que levanta una política independiente de los
patrones, el gobierno y la burocracia sindical, para que
sean los trabajadores los que le den una salida a la crisis
nacional. La izquierda debe colocarse de inmediato al
servicio de que crecientes sectores de la clase obrera
intervengan en la actual crisis, poniendo sobre la mesa sus
reivindicaciones más sentidas.
En
la conferencia de prensa se anunciará el inicio de una
campaña nacional.
•
Ni con el gobierno, ni con las entidades que impulsaron el
reaccionario lock out agropecuario:
•
No
al techo salarial del gobierno K, la CGT y la CTA. Salario mínimo
equivalente a lo que cuesta una canasta familiar, indexable
mensualmente según el costo de vida real.
•
Abajo
los impuestos al consumo popular. Eliminación del IVA a los
productos de primera necesidad.
•
Apoyo
de las luchas de los trabajadores como Fate y Terrabusi.
•
Abajo
la esclavitud laboral. Basta de flexibilización.
•
Por
puestos genuinos de trabajo. Contra la precarización
laboral y el trabajo en negro. Respeto a la jornada de 8
horas. Pase a planta y convenio de todos los contratados y
tercerizados. Subsidio universal a todos los desocupados y
aumento de los mismos a $ 500.
•
No
a la criminalización de las luchas. Desprocesamiento de los
trabajadores del Casino, Mafissa, Hospital Francés y de los
más de 4.000 encausados por luchar.
•
Por
la nacionalización de las grandes propiedades del campo.
•
Por
la nacionalización del comercio exterior y de los puertos
privados, bajo el control de los trabajadores.
•
No
al desalojo de los pueblos originarios de sus tierras por
parte de la "patria sojera"
•
Derogación
de la ley videlista del peón rural. Blanqueo de todos los
trabajadores del campo.
•
No
al pago de la deuda externa. Basta de subsidios a los
capitalistas. Por un plan nacional de obras públicas al
servicio de las necesidades populares, bajo el control de
los trabajadores.
•
No
al "Tren Bala". Cese inmediato y sin pago de las
concesiones ferroviarias. Por un ferrocarril gestionado por
los trabajadores y usuarios.
•
Aumento
del presupuesto para la salud y la educación públicas.
Primeros
convocantes:
MAS
(Movimiento al Socialismo) – Partido de los Trabajadores
Socialistas (PTS) – Bloque Piquetero Nacional (Mov. Brazo
Libertario, MTR, MTR "La Dignidad", MTR "12
de Abril", Unión de Trabajadores en Lucha, FTC-M29,
TODU) – Federación Universitaria de la Patagonia – M-IR
– Aníbal Verón-Nueva Fuerza – Partido Comunista de los
Trabajadores (PCT) – El Viejo Topo – Frente de Unidad
Revolucionaria (FUR -Sur Revolucionario)
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“Es
demasiado el daño que se está ocasionando, en momentos en
que la coyuntura nacional e internacional ofrece una
oportunidad única para acordar en común el diseño
de políticas para todos los sectores del agro, la
industria, el comercio y los servicios que garanticen el
crecimiento sostenido” (Documento conjunto UIA, ADEBA, CAC
y Bolsa de Comercio).
Ha
comenzando una nueva ronda de negociaciones entre el campo y
el gobierno K. Si bien el segundo lock out agrario venía
muy fuerte, a partir del viernes 16 y luego del ultimo
discurso de Cristina K, comenzó un fuerte operativo político
para que se levantara. Esto se expresó en el
posicionamiento de varios sectores que hasta ese momento
eran fervientes sostenedores del paro agrario patronal:
desde los grandes multimedios, pasando por importantes
gobernadores como Schiaretti (Córdoba) y Binner (Santa Fe),
hasta entidades empresariales como la IUA, CAC, ADEBA, etc.
que hasta ese momento venían manteniendo un perfil bajísimo.
¿Qué
es lo que pasó para que adoptaran esta actitud?
No
hace falta ser muy perspicaz. Por un lado, el temor a
horadar en demasía la figura presidencial sin recambio a la
vista. Por el otro, el peligro de que el creciente
“descontrol” en la situación política y económica
llegara a tal grado que fomentara o facilitara una irrupción
de los trabajadores y demás sectores populares con sus
luchas y reivindicaciones. Finalmente, la creciente
evidencia de que la “opinión publica” comenzaba –con
toda justicia– a hartarse de los más de dos meses
de un lock out patronal que ha generado un sideral
aumento de los precios de los bienes de la canasta familiar
y el liso y llano reingreso a la pobreza de decenas de
familia.
Modelo
para armar
Lo
anterior no quita que el conflicto termina excediendo –con
mucho– el reclamo original; de ahí también la
convocatoria al acto en Rosario para este 25 de mayo. Porque
expresa la emergencia de una discusión al interior
de la clase dominante. Fisura que amenazó trasladarse a las
bases mismas de sustentación del gobierno de
Cristina Kirchner, llegando a rozar una posible crisis
institucional o proceso “destituyente”, como lo llamaron
algunos intelectuales afines a los K.
El
conflicto por las retenciones móviles se transformó,
entonces, en la más grave crisis política desde el
2003, comenzando a amenazar incluso, de manera cierta, la
gobernabilidad de Cristina K. En el pico de la crisis
–sólo días atrás–, la presidenta no “medía” más
que un 25% de adhesión.
Pero
es evidente que una crisis de esta magnitud no puede abrirse
por factores meramente sectoriales o reivindicativos. Lo que
hay que explicar son los motivos de fondo que
terminaron estando en el centro mismo del conflicto dándole
toda su gravedad. El núcleo de la crisis no ha sido otro
que la emergencia (quizá inesperada) de una dura disputa
burguesa alrededor del llamado “modelo” económico.
Es decir, acerca de la mejor manera de seguir estrujando el
trabajo de los obreros urbanos y rurales y de cómo
repartir la parte del león que no se les paga a los
mismos (el llamado plusvalor) entre los sectores patronales
del campo y la ciudad.[1]
Mario
Llambías, dirigente de la CRA, fue quizá quien se animó a
llevar estos planteos más lejos, cuando, enfervorizado
desde un balcón en Rosario, planteó que las entidades
agrarias lo que querían discutir en realidad era el
“modelo de país”.
Cuando
se plantean consignas en su “Carta abierta a los
argentinos” del tipo “Todos somos el campo”, y se
llama a “salir a manifestarse con la bandera argentina y
la escarapela”, cuando se buscan reuniones con
gobernadores y legisladores en apoyo a sus reclamos, es
evidente que lo que se está poniendo en juego es un planteo
que se proyecta abiertamente al campo político: es
decir, al terreno de los asuntos generales y no
meramente sectoriales.
El
inefable Mariano Grondona le puso conceptos a estos
planteos: “Durante sesenta años, la Argentina ha
sostenido un modelo de clausura industrial (...).
Este es el modelo que hoy agoniza (...) los
argentinos del interior (...) se acaban de rebelar contra
sesenta años de exclusión unitaria, izando por su parte
la bandera federal”. Y agrega: “La única manera de
salir del conflicto actual será entonces elaborar un nuevo
modelo económico que diseñe otro futuro para todos los
argentinos (...). ¿Cuáles tendrían que ser los rasgos
constitutivos del nuevo modelo? Quizá, contra el modelo
moribundo de la clausura industrial, podríamos bautizarlo
como un modelo de apertura agroindustrial (...).
Queremos un país agro-industrial que salga al mundo a
invadir mercados mientas se sigue protegiendo a la industria
actual el tiempo que sea necesario. El campo y la industria
están llamados a ser socios, no rivales”.[2]
Aclaremos
los tantos. Por un lado, hay que desmitificar la falacia de
que la Argentina sería “un país agrario”: “el sector
agropecuario genera en realidad sólo el 6,0% del PBI y
ocupa al 11,4% de la población (incluyendo en este último
porcentaje a los trabajadores de la industria alimenticia).
Desde luego, su importancia crece si se consideran las
exportaciones: el 57,4% del total son productos
primarios o manufacturas de origen agropecuario, lo que
explica que el campo sea hoy una fuente esencial de
divisas”.[3]
Precisamente,
detrás de palabras rimbombantes como “nuevo modelo de
apertura agro-industrial”, lo que se está evidenciando es
un cuestionamiento de los capitalistas del agro a transferir
–vía retenciones– parte de sus rentas extraordinarias a
otros sectores capitalistas: los que gozan de los beneficios
de la llamada por Grondona “clausura industrial”.
Que
estas rentas extraordinarias tienen como única y exclusiva
fuente el trabajo no pagado de los obreros agrícolas e
industriales del país no tiene para ellos la
menor importancia. Las consideran propias por el derecho
capitalista a la propiedad privada de la tierra. Y
por eso se quejan de que el Estado K les “mete la mano en
el bolsillo” para transferir una parte. Claro que no para
“distribuir la riqueza”, como alardea demagógicamente
Cristina, sino en puro y exclusivo beneficio de los capitalistas
de la industria por la vía de bienes de consumo
“baratos” que permitan mantener bajísimos los salarios
en términos dólar, subsidios, etc.
Lo
que se evidenció en la crisis es la reapertura de una durísima
puja interburguesa alrededor de cómo repartirse entre
estos tiburones patronales el trabajo no pagado de toda
la clase obrera argentina, urbana y rural. Grondona, al
hablar de “izar la bandera federal” y de “un modelo de
apertura agro-industrial”, lo que está verbalizando es,
precisamente esa búsqueda de una manera de redistribuir
entre los poderosos el trabajo no pagado de los
trabajadores.
Volviendo
a soldar la unidad de los explotadores
Junto
con lo anterior, hay que referirse al reverso del fenómeno
de debate de “modelos” que venimos señalando. Es decir,
a la “costura” –que ya comenzó– de un acuerdo
campo-gobierno K, que sí o sí va a volcar los
costos de la crisis sobre los trabajadores. Esta es la
prenda que se intentará utilizar para volver a soldar la
unidad del frente patronal.
Esto
es así por razones de solidaridad de clase explotadora,
más profundas que toda disputa sobre “modelos”. Porque
las peleas entre sectores patronales nunca son
antagonismos esenciales: se trata siempre de pujas y
tirones entre tiburones, es decir, al interior de la
clase que vive de explotar el trabajo ajeno y que, frente a
la clase obrera, termina reafirmando tarde o temprano su
unidad esencial para superexplotarla.
Insistimos:
se trata de peleas por el reparto de los frutos de la
explotación de los trabajadores, subordinadas al carácter
esencial de explotadores del trabajo ajeno que tienen todos
estos sectores, sean agrícolas o industriales.
Es
precisamente aquí donde entra la explicación del llamado
“Pacto del Bicentenario” que están impulsando los
esposos K con el ferviente apoyo de la UIA y otras entidades
empresarias. Se trata de la manera K de volver a soldar
la unidad del frente patronal sobre la base de asegurar
la superexplotación de los trabajadores bajo modalidades,
en todo caso, más o menos renegociadas con todos los
sectores explotadores.
Esto
es, haciendo concesiones a los capitalistas del campo
al tiempo que se busca “emparchar” el “modelo
K”: manteniendo el peso más o menos en sus valores
actuales y dándole una vuelta de tuerca al mecanismo de caída
del salario real para no perder “competitividad”;
ratificando la esclavitud laboral de los obreros
industriales y los peones rurales; buscando la manera de que
la burguesía agraria reciba una parte mayor a la actual de
la renta extraordinaria, etc.
Es
decir, contra los versos de Cristina y sus adláteres
sindicales de la CGT y la CTA, el famoso “Pacto del
Bicentenario”, de concretarse, no se tratara de ninguna
“redistribución de la riqueza”:
con uno u otro
“modelo”, los beneficiarios son los mismos de siempre:
los grandes capitalistas de la ciudad y el campo.
La
explotación obrera como prenda de unidad
Es
aquí donde asoma el rol reaccionario que juega la
burocracia sindical de la CGT y la CTA: mantener amordazada
y atada de pies y manos a la clase obrera para que no salga
a la lucha por sus reclamos en medio de la crisis.
En
estos dos meses vivimos el vergonzoso espectáculo de
que mientras el gobierno K y las patronales del campo se
peleaban por el reparto entre ellos del trabajo no pagado de
los trabajadores, la clase obrera no haya podido,
mayormente, salir a la pelea por lo que, de pleno derecho,
le corresponde: los frutos de su trabajo.
Esto
explica las reiteradas felicitaciones de Cristina K a Hugo
Moyano, las referencias a la “madurez” del “movimiento
obrero” (léase los burócratas sindicales) y a la
aceptación prematura del miserable techo salarial del 19,5%
en cuotas, cuando todo el mundo sabe que la inflación para
este año 2008 ya se ha disparado al 35 0 40%. Si
incluso el oligarca diario La Nación reconoce que
“la inflación ya es un verdadero golpe al sueldo
(...). En los últimos años los ingresos de los
trabajadores se recompusieron. Pero el costo de vida en
alza, no admitido oficialmente, amenaza con absorber los
efectos de esas mejoras”.[4]
Como
se desarrolla en nota aparte, tanto la “recuperación”
del empleo como la del salario a los miserables niveles del
2001 comenzó a deteriorarse a partir de 2007. Pero la
novedad es que si este deterioro el año pasado fue todavía
relativamente “mediatizado”, lo que estamos viviendo ya
en el 2008 es una caída en picada del nivel de vida en
prácticamente todos los sectores de la clase obrera.
Porque
la burocracia sindical está haciendo el trabajo sucio
alrededor del punto donde hay la más férrea unidad
entre todos los sectores patronales: que la clase obrera
urbana y rural siga siendo la que, con su trabajo mal
remunerado y superexplotado, le genere superganancias a
todas las patronales. Todo el mundo sabe de las
terribles condiciones de trabajo y salario de la clase
obrera del país. Con una clase obrera rural –de la cual,
no casualmente, el paro agrario y las cuatro entidades no
han dicho una palabra– que está en un 70% en negro, con
niveles de ingreso que rozan –en muchos casos– la de los
desempleados. Y, en el caso urbano, con un 45% en negro, y
los que están en blanco, en un acelerado proceso de
deterioro salarial.
Reiteramos:
el mantenimiento y/o reforzamiento de estas condiciones
de explotación de la clase obrera del país son una de
las prendas de unidad más grandes para volver a soldar
la unidad del frente patronal, más allá de que continúe
una discusión alrededor del “modelo”.
Despertar
obrero en la zona norte del Gran Buenos Aires
Sin
embargo, la cosa no les va a resultar tan fácil, aun con la
inestimable colaboración de los dirigentes sindicales.
Porque en las últimas semanas ha sido cada vez más
evidente que se han comenzado a mover sectores
de importancia de los trabajadores, es decir, el actor
que venía ausente a lo largo de la crisis.
No
se trata sólo de gremios como la UOM y la Alimentación,
todavía dirigidos por la burocracia sindical. Tampoco de
las diversas medidas de lucha que se comienzan a expresar en
distintos puntos del país. Lo más importante y estratégico,
lo realmente revolucionario, es el proceso de acumulación,
aprendizaje e irrupción independiente que se esta dando
entre sectores de la clase obrera industrial, sobre
todo en la zona norte del Gran Buenos Aires.
Estos
vienen de realizar jornadas de cortes simultáneos y
coordinados: FATE y Terrabusi el pasado 7 de mayo; estas
dos mismas fábricas más la ENFER el lunes 19. De esta
jornada, lo que hay que destacar es la realización de la
marcha al Ministerio de Trabajo por parte de los obreros de
FATE; el corte de una hora de la General Paz por parte de
los metalúrgicos de la ENFER; el corte de la calle Henry
Ford de los trabajadores de Terrabusi; las delegaciones de fábricas
como Pepsico y Stani que se hicieron presentes en una u otra
acción; la solidaridad de compañeros dirigentes obreros
como los de Ecocarnes, del Hospital Francés o la misma
ENFER en la asamblea de FATE.
Claro
que esta irrupción y atisbo de coordinación recién está
en sus inicios. Requiere de todo un aprendizaje a nivel
del activismo y la base obrera. Pero lo importante es que se
apoya en el desarrollo de una riquísima experiencia entre
sectores obreros independientes, basados (en la mayoría,
aunque no en todos los casos) en la democracia obrera de la
asamblea y nuevas direcciones independientes (el caso más
importante, evidentemente, es el de FATE), que están
esbozando un elemento de potencialidades revolucionarias: la
posibilidad cierta de comenzar a horadar el monopolio de la
representación de la burocracia en el núcleo más profundo
de la clase obrera argentina: el proletariado industrial.
Es
a ese proceso estratégico al cual se deben jugar las
corrientes que se consideran de la izquierda revolucionaria.
Es al que apostamos todas nuestras fuerzas desde el nuevo
mas.
[1]
Una manera mas científica de llamar a esto mismo es la
de “régimen de acumulación”.
[3]
José Natanson, Pagina 12, 20-05-08).
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