Gobierno K, oposición patronal, empresarios de la industria,
el campo
y multinacionales
Divididos por el rumbo del
país...
unidos contra los trabajadores
Editorial de Socialismo o Barbarie, periódico, 28/08/08
Desde la caída de la resolución 125, la coyuntura política viene
emitiendo señales “mixtas”. Por un lado, el
frente patronal se muestra en una férrea unidad
alrededor del ataque mancomunado que están llevando
adelante todas las fracciones capitalistas para que los
trabajadores paguemos la crisis económica que se ha
desatado en los últimos meses. Ataque que, sin dejar de
encontrar resistencia, esta teñido por el triunfo
reaccionario que obtuvieron las entidades patronales del
campo y que sonó como un toque de ofensiva contra la
clase obrera.
Pero, al mismo tiempo, la coyuntura viene teniendo algo como de imágen
fotográfica. Es como si desde el fatídico “mi voto
no es positivo” de Cobos, hubiera una situación congelada
en el tiempo que no encuentra un desenlace.
Congelamiento no en el sentido de que la pelea entre
tiburones se haya saldado sino, por el contrario, de un impasse
que la ha dejado sin resolución.
Un debate que no termina
El hecho es que entre los de arriba la situación no termina de
saldarse. Es decir, no termina de resolverse el fuerte
debate que se abrió a lo largo de la crisis del campo acerca
del rumbo de conjunto para el país.
¿Por qué ocurre esto? Lo que sucede es que la crisis agraria desnudó
que por primera vez desde el 2001 se abrió una fisura
profunda entre los de arriba. Este desgarramiento tiene
que ver, básicamente, con la marcha económica del país.
Es decir, ante el evidente deterioro del “modelo” K, se ha abierto
una pelea alrededor de cuáles podrían ser las mejores
medidas para enfrentar los síntomas de agotamiento que éste
evidencia.
En esta discusión hay, en realidad, dos planos. El primero (que
editorializábamos en nuestra edición anterior) tiene que
ver con el tipo de ajuste económico a impulsar. Es
decir, cómo hacer para cargar a cuenta de los trabajadores
los costos de la crisis. Por ejemplo, que ante el avance
inflacionario, éstos se aguanten una nueva caída de su
salario como manera de que la economía recupere
“competitividad”. O que, ante el deterioro de las
cuentas fiscales, el ajuste se haga sobre sueldos
estatales y jubilaciones para que los números
“cierren”.
Complementario con lo anterior, hay sectores que defienden que el peso
se siga “revaluando”, lo que sustituiría producción
nacional por importaciones generando altas tasas de
desempleo. Otros proponen volver a devaluar el peso, pero
reventando toda lucha obrera que se plantee la recuperación
salarial ante el deterioro del poder adquisitivo, o un
mejoramiento de los convenios.
A la vez, hay un segundo plano de debate, íntimamente encadenado al
anterior. Tiene que ver con sí se va a fondo en el desmonte
de las tibias medidas “populistas” que tomó en su
momento el gobierno de Kirchner en lo que hace a los
(fracasados) “acuerdos de precios”; la “estatización”
(muy marginal, por cierto) de determinadas empresas públicas
privatizadas prácticamente quebradas (Aguas Argentinas, el
Correo Argentino y ahora Aerolíneas y Austral); las
retenciones a las exportaciones agrícolas, etc.
Es decir, “modelo K” versus una vuelta lisa y llana a las
condiciones imperantes en la economía en los ’90, que no
son más que dos formas diversas de mantener las
condiciones de explotación de los trabajadores.
Que Cristina haga el trabajo sucio hasta el final
Retomando lo que venimos señalando, recordemos que cuando cayó la 125
se esbozó una discusión dentro del kirchnerismo.
Algunos planteaban que con un gobierno tan debilitado “no
valía la pena mantenerse en el poder”. Sin embargo,
prevaleció la posición de mantenerse en la presidencia.
A partir de ahí se abrió otra discusión: si tomar todas
las banderas de la oposición o hacer ajustes pero
intentando mantener el “modelo”.
Semanas después de su más fuerte derrota política, el gobierno
parece haber optado por un camino intermedio:
impulsar duras medidas de ajuste económico pero sin
abrir del todo la mano en lo que hace a su política más
general.
Es decir, mientras se mantiene el discurso de “distribución de la
riqueza”, se impulsa la “estatización” de Aerolíneas
Argentinas haciéndose cargo el Estado del pasivo sin
expropiarla como correspondería. Mientras se continúa
impulsando determinados juicios a los genocidas, se van
tomando medidas de ajuste económico en “cuotas”.
Ajuste que ya se está aplicando mediante la puesta en pie de una Santa
Alianza entre gobierno, instituciones patronales y
dirigentes sindicales que tiene por objetivo “planchar”
los reclamos obreros y hacerles tragar –a la fuerza si es
necesario– una nueva caída en sus condiciones de vida.
Sin embargo, a la oposición patronal y el imperialismo nada parece no
alcanzarles. Quieren que Cristina haga el trabajo sucio del
ajuste hasta el final. De ahí que día y noche los
medios estén en campaña quejándose de que Cristina
muestra “inmovilismo”, que “no se aviene a relevar a
Guillermo Moreno”, ni a “sincerar el INDEK”, que Néstor
Kirchner sigue “al frente de la economía”, que se está
a las puertas de un “nuevo default”, etc. Toda una
inmensa campaña de presión por derecha sobre el gobierno K
para que tire por la borda de una buena vez las falsas y
tramposas veleidades “progresistas” que aún le quedan.
Unidos contra los de abajo
No hay que confundirse: la discusión por el rumbo para el país no les
impide apelar a un mecanismo clásico de los capitalistas.
Mientras discuten entre ellos la mejor manera de esquilmar
a la clase obrera, no tienen empacho en unirse para
descargar sobre ella los costos de la crisis.
¿Por qué ocurre esto? Muy simple: por una cuestión de solidaridad de
clase elemental que hace que sus disputas se den en el marco
de su unidad esencial. Se trata de una pelea entre
“hermanos”.
Es que nunca se debe perder de vista que todas las fracciones
patronales –sean industriales, agrarias o financieras–,
así como todos los políticos del sistema –sean
kirchneristas, cobistas, Carrió o Macri– tienen un
esencial elemento común: viven de la común explotación
de los trabajadores. Y como buenos políticos
patronales, tienen el objetivo común de garantizar
la gobernabilidad de una Argentina que es capitalista y
dependiente. Sólo en este marco es que surgen,
entonces, las diferencias a la hora del modelo de país: siempre
en el marco de su solidaridad como explotadores enfrentados
a los explotados.
Esto mismo –que podría parecer muy general– es lo que explica lo
que está ocurriendo ahora. La crisis por arriba no se
saldó, y seguramente tendrá nuevos desarrollos. Por
ejemplo, a mediano plazo, no se puede descartar un nuevo
paro de la patronal agraria. Pero al mismo tiempo, a la hora
de que los trabajadores paguemos los platos rotos de la
crisis, se muestran con una férrea unidad.
Hay multitud de ejemplos de esto: a coro las patronales (de la
industria y el campo) dicen que “no se pueden reabrir las
paritarias”. Que no están dispuestas a pagar más
impuestos “confiscatorios”, mientras les importa un
bledo que se les robe los fondos de sus jubilaciones a los
trabajadores de Córdoba y Buenos Aires.
En el caso del conflicto en el neumático, mientras Wasiejko promueve
la desconfianza y el enfrentamiento entre las bases obreras
de Firestone, Pirelli y Fate, las patronales están actuando
en un férreo frente único. Que llega hasta los
detalles más ínfimos cuando los telegramas que envían a
los trabajadores tienen todos el mismo texto, los mismos
puntos y las mismas comas.
Y no se trata sólo de patronales y gobierno. Las burocracias de la CGT
y la CTA son una pieza clave en este mecanismo. Son más
que esto: estos dirigentes sindicales vendidos y
entregadores configuran, en los hechos, una de las
principales columnas de sustento del régimen político
patronal.
El ejemplo de los últimos meses ha sido, nuevamente, aleccionador.
Mientras han atado de pies y manos al grueso de la masa
trabajadora detrás de aumentos en paritarias que
abiertamente están por detrás de la inflación, se
niegan ahora a reabrirlas, dándole vueltas y vueltas al
asunto.
Además, como se ha visto en
la lucha de los compañeros del Casino, en Mafissa y tantas
otras de este año, no han tenido empacho en actuar en
conjunto con las patronales y el Ministerio de Trabajo para,
a partir de una y mil maniobras, tratar de reventar a la
nueva generación obrera que está emergiendo en luchas históricas,
como es ahora el caso del neumático.
Peleas que muchas veces
cuestionan la mismísima autoridad empresaria dentro de las
plantas como se quejan las patronales en un informe
publicado en La Voz del Interior: “Los conflictos
laborales comienzan a afectar el normal funcionamiento
de las compañías. Hay un antes y un después que puede
tener efectos negativos sobre la gobernabilidad. Si
hubo un corte de ruta, hubo pintadas en la planta, hubo
agresiones entre el sindicato y la empresa, difícilmente
todo vuelva a la normalidad” (20-8-08).
Los obreros del neumático deben ganar
En el contexto que venimos señalando, no les va a ser tan fácil al
gobierno y las patronales derrotar el proceso de resistencia
que emerge contra el ajuste. En el caso del neumático, caso
testigo de la actual coyuntura, es un hecho que el paro del
pasado lunes 25 demostró que la base del gremio está viva
y dispuesta a dar pelea, aun a pesar de las mil y una
traiciones de Pedro Wasiejko.
Pero no se trata sólo de la lucha de Fate, Pirelli y Firestone. En la
provincia de Buenos Aires se realizan dos días de paro de
los docentes por reclamos salariales. Entre los estatales
provinciales también crece la bronca, más aún cuando
Scioli no tuvo mejor idea que salir a emular a Schiaretti,
poniendo en riesgo los fondos de las jubilaciones. Y es un
hecho que aumentan las presiones entre distintos sectores de
trabajadores alrededor de que los aumentos ya han sido
arrasados por la inflación y que hay que imponer nuevas
negociaciones paritarias, aun a pesar de que tanto la
CGT como la CTA pretenden mirar para otro lado.
En estas condiciones, de lo que se trata es de impulsar una orientación
que logre quebrar la Santa Alianza entre el gobierno
K, los dirigentes sindicales y los empresarios, apostando al
desarrollo y la maduración de la nueva generación
de trabajadores por la vía de su organización
independiente, de no depositar ninguna confianza en los
dirigentes vendidos y de elevar las peleas al plano del
enfrentamiento directo con el gobierno K.
Cuestión que en la actual lucha del neumático, la lucha más
significativa de la actual coyuntura, implica reafirmar con
todo la necesidad de imponer el paro y la movilización a
partir del lunes 1º hasta lograr la reincorporación de
todos los despedidos y un aumento del 35%.
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