Se
abre un debate nacional
¡Hay
que prohibir los despidos!
Editorial
de Socialismo o Barbarie, periódico, 21/11/08
“Nadie
va a echar caprichosamente a nadie. Sólo lo hará cuando no
tenga más remedio...”.
(Héctor Méndez, presidente de la Cámara Empresaria
del Plástico).
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5
medidas para que
los capitalistas paguen la crisis
El
debate nacional que se está abriendo respecto de los
despidos, pone el dedo en la llaga alrededor de un
problema central: ¿quién debe pagar la cuenta de la
crisis? Porque está ocurriendo la típica paradoja de
las crisis capitalistas: las mismas son generadas este
sistema de hambre, explotación y ganancias
insaciables que beneficia a los capitalistas; pero
siempre, indefectiblemente, se pretende que la paguen
los trabajadores. Hay medidas que se pueden tomar para
dar vuelta la tortilla.
Cualquier
programa para enfrentar la crisis debe comenzar por la
prohibición de los despidos, sea de efectivos,
contratados o en “negro”. Hay que imponer que esto
se logre por ley. A partir de ahí, frente a la
reducción de turnos y / o caída de la producción,
hay que imponerle a las patronales la reducción de la
jornada laboral de todos los trabajadores sin
reducción de salarios.
Luego
está el problema de los procedimientos preventivos de
crisis: que las suspensiones sean al 100%; que
cualquier empresa que apele a este mecanismo abra sus
libros contables para que los trabajadores puedan ver
su real situación. Pero no sólo los libros del
último año: que se abran los libros contables de los
últimos 5 así queda demostrado cómo se llenaron de
plata a dos manos súper explotando a los
trabajadores.
Que
se imponga la estatización bajo control obrero de
toda empresa que pretenda despedir masivamente o se
declare en quiebra.
Que
el estado ponga en marcha un verdadero plan de obras
públicas bajo control de los trabajadores; lo mismo
que se instrumente un seguro universal de desempleo
acorde a la canasta familiar.
Para
estos objetivos, comenzar ya mismo a realizar
asambleas, a organizarse en los lugares de trabajo,
buscar la coordinación cuando se salga a la lucha, al
tiempo que ver la forma de imponerles a los dirigentes
de la CGT y la CTA la realización de un paro general
contra las suspensiones y los despidos. |
La crisis
económica mundial está pegando con fuerza en nuestro país.
Renault, que despidió 350 trabajadores sólo días atrás,
mantiene suspendidos a los restantes 1.000 de su planta de
Santa Isabel (Córdoba). Esto ocurre desde el día 17/11 y
se extenderá a lo largo del 18, 19, 20, 21, 24, 25, 26, 27
y 28 de noviembre, así como el 1, 23 y 26 de diciembre.
Durante esos días, los obreros cobraran sólo el 70% de sus
salarios. En Villa Constitución, Acindar informó que
anticipará las vacaciones de sus empleados para comenzar el
1º de diciembre y hasta el 31 de enero. Además, señaló
que la caída estimada de las ventas del 15% para el 2009
podría causar “la disminución de 4 a 3 turnos”. Fiat
adelantó el período de receso anual de su personal, 3.200
trabajadores, a partir del 9 de diciembre “a la espera de
la evolución de Brasil”. Volkswagen de Córdoba despidió
a 200 trabajadores eventuales y, supuestamente, a 168 le
“reasignarán tareas”. Iveco decidió paralizar su
producción durante dos días por semana hasta fin de año
con pagos al 75%. En General Motors (Santa Fe) subsiste la
situación de 436 despedidos, de los cuales la empresa
pretende que la friolera de 300 compañeros efectivos
queden en la calle. La crisis también está pegando en el
neumático. Pirelli despidió a decenas y decenas de
contratados y efectivos en las últimas semanas. En el caso
de Fate, han comenzado las suspensiones de un día por
semana al 75% y, a la brevedad, se concretizará el adelanto
de las vacaciones.
Es claro
que si ésta es la realidad en las grandes fábricas, sólo
basta imaginarse lo que estará ocurriendo en el resto de
las industrias y sectores económicos. Esto por no hablar
del universo de trabajadores contratados, eventuales, por
agencia o simplemente en negro, verdaderos “parias” cuya
situación atañe –ni más ni menos– que al 45% de toda
la fuerza laboral del país.
Empresarios
y gobierno: que los trabajadores paguen la cuenta de la
crisis
A lo largo
y ancho del país campea la reducción de horas extras, el
cierre de turnos, las suspensiones, las vacaciones
adelantadas y los despidos; despidos que ahora comienzan a
afectar a los mismísimos planteles efectivos como
está mostrando el caso de General Motors. Esta situación
implica una profunda modificación respecto de la
situación laboral de los últimos años; es decir, respecto
de la recuperación del empleo que actuó como enorme factor
de estabilización post–argentinazo del 2001.
Precisamente,
la escalada de suspensiones y despidos, y los temores
respecto de la “paz social”, es lo que ha abierto una
creciente discusión política: empresarios, gobierno K y
dirigentes sindicales se han enfrascado en una querella
alrededor de qué hacer con los mismos.
Para la UIA,
las cosas están meridianamente claras: dicen que “no les
gusta despedir”... pero cuando “no hay más remedio”,
hay que dejarlos correr. Sostienen que cualquier medida que
se quisiera tomar cercenaría sus “derechos de contratación”
y sería “contraproducente: sólo traería mas
incertidumbre”.
¿Cuál es
la lógica que opera detrás de este argumento? Es muy
simple: como si de una “ley de la naturaleza” se
tratara, las patronales pueden dejar en la calle a miles y
miles de trabajadores porque así lo establece el respeto a
la ley del mercado y la propiedad privada ¡Contratar y
despedir trabajadores es un “derecho” de los empresarios
que no puede ser limitado por ninguna prohibición!
Al mismo
tiempo, dan otro argumento, éste más “pragmático”: si
no se les permite despedir, a la postre sería peor, porque
las empresas se verían obligadas a, lisa y llanamente,
“bajar la persiana dejando a la totalidad del personal en
la calle”... Pero esta argumentación tiene un “pequeño”
problema: tanto a lo largo de la década del ’90, como
luego del “interregno” de la crisis a principios de los
2000, las patronales obtuvieron ganancias extraordinarias,
se hicieron de un verdadero “colchón” de dinero con la
explotación obrera. ¿Por qué no son ellas las que
“sacrifican” ahora ese colchón afectando parte de estas
inmensas ganancias al servicio de no dejar en la calle a
miles y miles de trabajadores? Está claro que no se trata más
que de un chantaje para garantizar que seamos los
trabajadores, y no los empresarios, los que paguemos la
cuenta de la crisis.
Veamos
ahora qué pasa del lado del gobierno “progresista”. En
el fondo, los K comparten, punto por punto, el argumento de
los empresarios. Por boca del jefe de gabinete, Sergio Massa,
han salido a rechazar el planteo de duplicar o triplicar la
indemnización por despidos. Mucho menos aceptan que los
mismos sean prohibidos. Sólo están hablando de
instrumentar “soluciones prácticas”...
¿En qué
consisten estas “soluciones prácticas”? Por decirlo de
alguna manera, tienen un claro “sello de clase”:
su objetivo no es evitar la degradación de las condiciones
de vida y empleo de la clase trabajadora, sino ayudar a
los empresarios mediante la puesta en práctica de
variados instrumentos: desde los “procedimientos de
crisis” (suspensiones al 75% y despidos al 50%); el
“subsidiar” parte de los salarios; tomar medidas de
“proteccionismo” comercial; rebajas impositivas para
determinadas industrias, etc., etc. Como informa La Nación
(17–11–08): “Para enfrentar la crisis del sector
automotor, el gobierno impulsará medidas pro–activas que
podrían incluir la entrega de algún tipo de subsidio a las
terminales. Sergio Massa admitió que ‘no es momento para
distribuir el ingreso sino para cuidar la actividad económica
y el empleo’, aunque descartó una vuelta al sistema de
doble indemnización para evitar despidos”. Linda
manera de “cuidar el empleo”...
Es decir,
el gobierno defiende medidas que sólo apuntan a favorecer a
los empresarios. Sólo “indirectamente” se “favorecería”
la manutención de los niveles de empleo... De la doble o
triple indemnización, de la prohibición por ley los
despidos, o de la reinstalación de los que ya hayan sido
dejados injustamente en la calle, ni hablar: eso afectaría
los derechos propietarios, a la ley de la oferta y la
demanda propia del capitalismo, a sus amigos empresarios.
Los
dirigentes sindicales: curándose en salud
A todo
esto, ¿qué opinan la CGT y la CTA? Como es público y
notorio, ambas centrales han dado un vuelco de 180 grados
en las últimas horas. Días atrás todavía se podía
escuchar cómo Hugo Moyano defendía a capa y espada que aquí
“no pasaba nada”, que la situación estaba siendo
“exagerada por los empresarios y los medios”, que “no
se veía por ningún lado suspensiones ni despidos
masivos”. En ese marco, había archivado la exigencia de
reapertura de las paritarias, la compensación salarial de
fin de año y el reclamo de retorno de la doble indemnización.
Por su
parte, a la CTA, tampoco se le había escuchado ningún
planteo de conjunto frente al problema de las suspensiones y
despidos. Por ejemplo, en el SUTNA, y muy suelto de cuerpo,
Pedro Wasiejko acaba de firmar suspensiones al 75% para los
compañeros de FATE sin siquiera dignarse a consultarlos.
¿Qué es
lo que ha pasado para que esto se haya dado vuelta? ¿Cómo
es que ahora, tanto la CGT como la CTA, han comenzado a
hablar del tema? El fallo de la Corte sobre “libertad
sindical” (ver nota aparte) y la presión al gobierno para
que restrinja sus efectos lo más posible, es una razón en
el caso del camionero. Pero esto vale para la CGT y no para
la CTA que salió a festejarlo.
La razón
de fondo hay que buscarla, entonces, en otro lado: el rápido
deterioro de la situación social eventualmente está
encendiendo una señal de alarma ante la eventualidad
de que, próximamente, comiencen a desarrollarse durísimas
luchas que terminen desbordando a los dirigentes.
Como para
curarse en salud, la CGT produjo entonces un giro en redondo
y ahora amenaza con presentar un proyecto de ley en el
Congreso que podría contener la prohibición de los
despidos para los que ya están empleados (pero no para los
nuevos empleos...) entre otras medidas. Por su parte, la CTA,
haría lo propio con uno de su autoría, y está hablando de
convocar a una marcha contra los despidos para comienzos
del mes que viene.
Lo primero
que hay que hacer, entonces, es exigirles e imponerles que
pasen de las palabras a los hechos: que no se trate de otro
capítulo más en el habitual toma y daca con gobierno y
empresarios a la que acostumbran estos burócratas: ¡ambas
centrales deberían convocar a una movilización
multitudinaria y un paro general para imponer la inmediata
prohibición a los despidos y que los patrones paguen la
crisis!
Prepararse
para un verano caliente
Hasta
ahora, al gobierno, los empresarios y los dirigentes
sindicales venían “administrando” la crisis. Mediante
el corte de horas extras, vacaciones anticipadas,
suspensiones y despidos, todavía no se han desatado
conflictos de verdadera envergadura. Pero, ahora, la situación
podría estar comenzando a cambiar: el debate
nacional que sé está abriendo alrededor de la situación
laboral puede estar expresando una anticipación del
salto en la conflictividad social que se puede venir.
Aunque de
manera todavía controlada, está el ejemplo de la multitudinaria
movilización de los obreros mecánicos del SMATA el pasado
lunes 11 de noviembre. Hace rato que no se veía la
fuerza de 10.000 obreros industriales en pleno centro de la
ciudad. Compañeros de Volkswagen, Ford, los jóvenes
obreros de la Toyota, de varias autopartistas, de decenas de
concesionarias, etc. Una importantísima marcha que a pesar
de estar controlada, mostró el poder y el entusiasmo que
exhibe la base obrera (y, sobre todo, las jóvenes
generaciones) cuando se encuentra luchando toda junta.
También, y
por la negativa, el nefasto rol de la burocracia sindical,
que reprime, contiene y administra la fuerza que muestran
los trabajadores cuando salen a la lucha: es cómo que los
“sacan a pasear” sólo muy de vez en cuando: ¡no
vaya a ser cosa que se sientan fuertes y desborden a los
dirigentes poniendo contra las cuerdas a patronales y
gobierno!
Sin
embargo, es precisamente este “control” de la situación
de la base obrera por parte de la burocracia la que va a
ser puesta en cuestión en los próximos meses. Por
esto es que la CGT y la CTA quieren “curarse en salud”.
Porque ante la dinámica imparable de la crisis mundial, a
la vuelta de las vacaciones lo que va a ocurrir es una prácticamente
inevitable ola de enormes despidos, ahora ya entre el
personal efectivo, es decir, entre el núcleo de
trabajadores de las empresas, como ya sé está
anticipando con el caso (testigo) de General Motors en
Rosario.[1]
Porque las
medidas tomadas por los empresarios hasta el momento, son
para evitar la acumulación de stocks; pero si la recesión
mundial continúa y se profundiza, como parece ser lo más
probable, entonces las patronales van a tomar medidas de cirugía
mayor. Como dice al comienzo de este artículo un
empresario textil: van a despedir cuando “no tengan más
remedio”...
Ni hablar
del panorama que se va a terminar enfrentando, si como
parece cada día más probable, las tres grandes
automotrices norteamericanas se terminan declarando en
quiebra.[2] Esto afectará no solo a sus terminales aquí,
sino también en el Brasil, mercado con el cual Argentina
está tan conectada, así como a siderúrgicas,
autopartistas, e incluso lo que ya se está viviendo
alrededor de la industria del cuero.
Cuando esto
ocurra, a los trabajadores, como se dice popularmente, se
les va a terminar de caer la ficha: ya no funcionará ese típico
mecanismo por el cual el compañero se ilusiona qué por
alguna mágica razón “a él no le va a tocar”. Tampoco
el displicente control que exhibió la burocracia mecánica
en la movilización del 11... Pueden venir grandes luchas y
con desborde de los dirigentes: ¡el verano se puede
poner bien caliente! Para eso hay que ir preparándose
desde ahora empezando a realizar asambleas, impulsando la
organización independiente del activismo, la coordinación
efectiva de los que salgan a luchar, medidas como marchas y
cortes de ruta, y estando incluso dispuestos a la ocupación
de las plantas donde se pretenda despedir masivamente. Y
junto con esto, aprovechando la actual y tremenda crisis
capitalista para hacer avanzar la conciencia de
sectores de vanguardia de los trabajadores, en la
perspectiva del poder obrero y el socialismo.
Notas:
[1]
En estos mismos momentos está en curso el que podría ser
un verdadero caso testigo: los 436 despidos en General
Motors de General Alvear, provincia de Santa Fe. Porque en
este caso, no se trata ya de “meramente” compañeros
contratados: la empresa pretenden despedir 150 efectivos,
muchos de ellos por ser los que “participan activamente en
asambleas gremiales” y efectivizar 80 contratados... ¿Por
qué decimos que éste es un caso testigo? Bueno,
precisamente porque aquí se está pasando una importante
raya al pretender despedir una importante porción de compañeros
parte del núcleo central de la empresa. Ver nota aparte.
[2]
Las automotrices están con muchas dificultades en el orden
mundial. La restricción de los créditos ha impactado de
lleno sobre el mayor bien de consumo durable. Y no se trata
sólo de la eventual quiebra de las automotrices yanquis. En
Europa la producción ha caído dramáticamente. En nuestra
región, la gran productora es Brasil: 3.3 millones de autos
al año, lo que la convierte en uno de los mayores mercados
en el ámbito mundial. Y claro, su evolución impacta
directamente en nuestro país, que exporta casi de la mitad
de su producción anual (alrededor de 600.000 unidades) a
ese país.
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