El irresistible ascenso de un “burgués
nacional”
Por José Steinsleger
La Jornada, 01/07/09
De la mano de mis mayores, evoco los paseos sabatinos por
el centro de Rosario [ciudad de Argentina]. Casa Tía era
ineludible sitio de parada. A bajo precio, la gente compraba
prendas de vestir, lápices y cuadernos, golosinas,
utensilios varios, billetes de lotería o, simplemente,
tomaba un helado.
Mi abuelo cristiano admiraba la capacidad empresarial de
Casa Tía, y mi abuelo judío aclaraba que el nombre venía
de te–ta (tía, en checo), comercio fundado por un par de
judíos de Praga: Carlos Steuer y Federico Deutsch. Poco
antes de la invasión nazi (1939), Steuer y Deutsch
emigraron a Colombia y años después, en Buenos Aires,
registraron la firma Tiendas Industriales Argentinas (TIA,
1946, Tata en Uruguay).
Doris, hija de Steuer, se casó en Bogotá con Juan de
Narváez, bisnieto de un presidente de Colombia y
terrateniente cafetalero que tuvo el acierto de promover el
grano tomándole una simpática foto a Juan Valdez, alias de
un argentino que los exportadores convirtieron en icono
mundial del café colombiano.
Siguiendo la ruta de los negocios, el matrimonio se instaló
en Buenos Aires. Pero el mayor de los hijos, no quiso
estudiar. Francisco (Bogotá, 1953) entró a trabajar en
Casa Tía a los 17 años, y en 1980 ya era gerente general
de las 65 tiendas que cubrían todo el territorio, de La
Quiaca (Jujuy) a Tierra del Fuego. Mucha chamba. ¿Qué
hacer en un mundo donde el dinero empezaba a contar más que
el trabajo?
En 1983, Francisco de Narváez se naturalizó argentino, y
votó por el radical Raúl Alfonsín. Pero a inicios de 1990
descubrió a su ídolo: el presidente Carlos Menem. No fue
un proceso fácil. Deprimido y sin saber qué hacer con
tanta lana, intentó el suicidio en un cuarto del hotel
Hyatt, de Buenos Aires (1992).
No… Mejor, no. ¡Mejor ser moderno! Junto con su fiel
amigo, el magnate Mauricio Macri (actual jefe de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires), Francisco se incorporó a la
“fiesta menemista”. La noche porteña supo de él. Las
mejores chicas le llamaban “billetera mata galán”. Y así
acabó con Casa Tía, símbolo de la movilidad social y
expansión del mercado interno. Valuada por Carrefour en mil
500 millones de dólares, la empresa familiar se vendió en
700 millones (1998).
En la Universidad de Harvard, De Narváez fue sensación.
¡La teoría llevada a la práctica! Sin un título de
secundaria, Fernando explicó a la demudada crema académica
mundial: “La mayoría de la gente que despedí tenía más
de 25 años de experiencia; en conjunto me deshice de 3 mil
500 empleados con 5 mil años de experiencia… despedí a
todos, desde cajeros a gerentes. Fue una decisión difícil
de tomar y aún vivo con eso… No tiene sentido pensar en
forma justa. No hay justicia”.
Superado el trance, el joven se dedicó a comprar medios
de comunicación y empresas fantasmas domiciliadas en islas
del Caribe. En agosto de 1999 se estrelló el vuelo de una línea
aérea de la que era parte del directorio. Murieron 65
personas. De Narváez fue procesado por recortar gastos de
mantenimiento. Entrevistado por sus propios medios, explicó
que Argentina entraba en un “proceso de globalización”
y de “modernización de los sistemas de distribución…
Yo soy un tipo concreto. No me permito fantasear”.
Pues bien. Si en este mundo no hay justicia… ¿por qué
no apoyar al Partido Justicialista? “Siempre fui
peronista”, asegura De Narváez. En una larga entrevista
con el periodista Jorge Fontevecchia comentó: “En 1993
compré la biblioteca del general Perón por sólo 148 mil dólares,
y su traje de gala en 93 mil…” Y fue honesto: “Quienes
tenemos poder adquisitivo superior a la media, tenemos muy
poco compromiso con la historia y con el país”.
–¿Y esa serpiente de agua tatuada en el cuello?
–Es del horóscopo chino, y en el brazo tengo un
anagrama chino que dice “crisis es oportunidad”. Pero de
vez en cuando recurro a la carta solar. No son la verdad
revelada, pero dan una orientación en épocas de desorden.
También creo en la rencarnación budista. En otra vida fui
guerrero, y en algún momento cruzado.
En 2002, el pragmático empresario sin empresas se afilió
al Partido Justicialista (PJ). Apoyó a Carlos Menem en
2003, a Néstor Kirchner en 2004, y en 2005 ganó una banca
de diputado en las listas del ex presidente Eduardo Duhalde.
Durante tres ciclos legislativos, de cada 100 sesiones faltó
61 veces en 2006, 69 en 2007 y 86 en 2008. El único
proyecto que presentó en tres años de gestión fue para
conmemorar el trigésimo segundo aniversario del
fallecimiento de Perón.
Desencantado con el gobierno de Cristina Fernández y
distanciado de Néstor Kirchner (presidente del PJ), de Narváez
consiguió el apoyo de los agresivos terratenientes sojeros
de la Sociedad Rural, y la derecha del PJ. El domingo
pasado, de Narváez ganó las elecciones legislativas en el
estratégico bastión electoral de la provincia de Buenos
Aires, cosa que al oficialismo le representó la pérdida de
la mayoría en ambas Cámaras del Congreso. Y de paso, acabó
con los Kirchner.
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