En la Argentina los pueblos indígenas
son discriminados, silenciados y sometidos a un genocidio silencioso a través
del tiempo, expulsándolos de sus tierras ancestrales, destruyendo la
biodiversidad de los montes, esencial para su vida y sustento.
No se les reconoce su identidad,
ni valoran sus culturas; viven arrinconados sin protección alguna y sufren la
represión, en éste caso concreto en la Comunidad QOM La Primavera, en
Formosa. De víctimas, los indígenas han pasado a ser acusados de ser los
victimarios, con la complicidad de jueces y el gobernador de la provincia de
Formosa, un terrateniente feudal que maneja la provincia de acuerdo a sus
intereses.
Las consecuencias de la fuerte
represión policial ordenada por el juez y el gobernador, Gildo Insfrán, su
ministro de gobierno, Jorge Gonzáles, el comisario de Laguna Blanca, Ricardo
Cajes, es el asesinato de dos miembros de la comunidad Qom, Sixto Gómez y
Roberto López, el día 23 de noviembre y la quema de 17 casas dejándolos en
la total indigencia, donde continúan siendo amenazados.
A Buenos Aires llegó Félix Díaz,
líder de la comunidad, reclamando el derecho de su pueblo; quien salvó su
vida gracias a la ayuda de sus hijos que lo ocultaron en el monte para impedir
que lo asesine la policía. Félix intenta tener una entrevista con la
Presidenta Cristina Fernández, esperemos pueda lograrla y reclamar el fin de
la represión y el respeto a sus tierras según lo establece la Ley 23.160 de
Emergencia de Tierras de las Comunidades Originarias del país.
Desde los ámbitos oficiales
provinciales y nacional se enarbolan banderas en defensa de los derechos
humanos, que se acota a la época de la dictadura militar desde 1976 a 1983,
pero no se quiere mirar la situación actual de los derechos humanos que con
absoluta impunidad continúan violándolos, como la Constitución Nacional, la
Convención Internacional de los pueblos indígenas, proclamado por la ONU y
la Convención 169 de la OIT–
Esto que señalo no es nuevo, es
un grave problema estructural que viene desde hace muchos años, podríamos
decir desde la conquista y la independencia como nación, que ha cumplido el
Bicentenario para algunos, mientras los pueblos originarios continúan
excluidos y discriminados.
Todo el manejo hipócrita de la
gobernación de Formosa y las graves consecuencias que vive la Comunidad Qom,
me recuerda a T. Mentón cuando señala que: “La mayor necesidad de nuestro
tiempo es limpiar la enorme basura mental y emocional que atasca nuestras
mentes y convierte toda vida política y social en una enfermedad de masas.
Sin esa limpieza doméstica no podemos empezar a ver. Si no vemos, no podemos
pensar”.
Hay mucha basura mental y
debemos actuar rápidamente para evitar mayores males, como es la apropiación
de las tierras de los hermanos indígenas en todo el territorio nacional
Reclamamos la intervención de
la Provincia de Formosa, la renuncia del gobernador Insfrán y de su ministro
de gobierno Jorge Gonzáles, con quien me entrevisté en Buenos Aires hace
aproximadamente dos meses para tratar el problema de las comunidades en
Formosa y terminó asumiendo la represión en lugar de una solución,
beneficiando al terrateniente que quiere apropiarse de las tierras, Cecilio,
Pedro y Ariel Celía, siendo uno de ellos el que disparó primero contra Félix
Díaz
Reclamamos la destitución y
procesamiento del comisario de Laguna Blanca y los policías que intervinieron
en la represión y muerte de los hermanos de la comunidad La Primavera,
habiendo llegado más de cien policías a caballo y de otras reparticiones de
la provincia, mientras la gendarmería nacional se instalaba como espectadora
y no para evitar la represión.
El gobierno de la provincia de
Formosa es aliado del gobierno nacional, pertenece al mismo partido peronista
K. El gobierno nacional tiene que tener claro que sostener a una gobernación
que reprime y margina a los pueblos originarios no es ético, ni bueno para el
mismo gobierno y el país, al que contaminan con la basura mental y acciones
facinerosas y represivas.
He tratado estos días de
comunicarme con el Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, en Casa de Gobierno,
sin resultado alguno, pareciera que frente a éstos conflictos los teléfonos
y celulares están “ocupados para no oír, ni ver”.
El reclamo que quería hacerle
es: el envío urgente de una comisión investigadora para determinar los
responsables de los asesinatos, la quema de viviendas y se respete el derecho
de los pueblos originarios y enviarles ayuda humanitaria, les falta agua y
alimentos y reponer sus bienes quemados por la policía y los matones Celía.
La gendarmería nacional es dirigida y dependiente del gobierno nacional, debe
dar orden de protección a la Comunidad La Primavera y evitar mayores males.
Estas desgracias pasan en el país y el gobierno sabe que en Formosa su aliado
Insfráin no lo va a hacer.
El gobierno trata de
“negociar” frente a la grave situación, entre el gobernador y la
comunidad La Primavera, es decir en romance campero, “les quieren enroscar
la víbora”; no deben caer en negociar con los asesinos; es necesario tener
claridad conceptual y mucha firmeza, los crímenes cometidos contra los indígenas
y la destrucción y quema de las casas no pueden quedar en la impunidad.
Es necesario señalar que
viajaron a la Comunidad la Primavera, algunos diputados, representantes del
INADI, de organismos de derechos humanos, Amnesty Internacional llevando
solidaridad y apoyo, pero no es suficiente, hay que encontrar soluciones
permanentes y el derecho de verdad y justicia.
La pregunta es si tiene que
haber muertos y heridos, donde la desgracia y el dolor se instale para que los
funcionarios del gobierno reaccionen y piensen qué van hacer para paliar o lo
que es peor silenciar el dolor de los pueblos originarios, para que nada
cambie.
La Argentina no es soberana, nos
han transformado en feudos medioevales. Tengo que señalar que otros
gobernadores hacen lo que quieren y no lo que deben, como en La Rioja y San
Juan, que actúan como feudos y desconocen la ley nacional de protección de
los glaciares para beneficiar a sus socios y aliados de empresas
transnacionales mineras como la Barry–gold y La Alumbrera.
¿Bicentenario, democracia,
derechos humanos, para quien? Debemos liberar la palabra para comprender qué
estamos viviendo. El antiguo proverbio dice: “El pez no ve el agua, porque
vive en ella” y muchas veces el agua está contaminada y podrida y no se ve.
(*)
Adolfo Pérez Esquivel es Premio Nobel de la Paz 1980.