Ganó la oposición de derecha en las elecciones
de la
Ciudad de Buenos Aires
(Capital Federal)
El triunfo de Macri en la Capital: la estabilidad
como
trasfondo
Editorial de Socialismo o Barbarie, periódico, 14/07/11
Mauricio Macri ganó las elecciones de la Capital Federal
por un margen mayor al que esperaba incluso el PRO. Filmus y
el kirchnerismo apenas pudieron disimular una performance
que no dejó de ser vivida como una derrota, más allá de
que se esforzaron por disimularlo.
Hay segunda vuelta, pero es una formalidad. Macri se
impondrá fácilmente, asestándole un golpe al oficialismo
K sólo dos semanas antes de las internas del 14 de agosto.
La derrota capitalina abrió una crisis política en el
oficialismo, poniendo sobre la mesa la discusión sobre las
perspectivas electorales nacionales.
Ni lerda ni perezosa, la oposición patronal corrió a
subirse al carro triunfal de Macri declarando que la elección
de la Capital demostró que “Cristina no es invencible”
y que podría ser “derrotada en octubre”.
Es un hecho que el gobierno quedó preocupado. El festival
electoral que se avecina las próximas semanas se le
presenta adverso. En las elecciones a gobernador en Santa Fe
(provincia de Binner), en Córdoba (donde De la Sota no cerró
con los K), y en la segunda vuelta capitalina, el escenario
más probable es de derrota.
Pero atención: la elección en la CABA no es fácilmente
“nacionalizable”: la oposición está demasiado
fragmentada y Macri se está calzando el saco de
presidenciable recién para el 2015. El kirchnerismo se va a
jugar con todo para hacer de las elecciones del 14 de agosto
un gran plebiscito nacional en favor de la reelección de
Cristina buscando acallar las dudas que han surgido ahora.
La izquierda revolucionaria deberá hacer un gran esfuerzo
por superar el piso del 1,5%, del que quedamos lejos en la
Capital. La cultura del “voto útil” hizo que muchos
votos de la franja “izquierdista” se los llevara
Solanas, a pesar de que éste hizo una elección a kilómetros
de su anunciada perspectiva de llegar a la segunda vuelta.
Volviendo a la cuestión del piso proscriptivo, se trata de
un problema que solamente desde el nuevo MAS venimos
combatiendo de manera consecuente. No ha ocurrido lo propio
por parte del denominado “Frente de Izquierda”, que
acaba de fracasar redondamente en la elección a Jefe de la
Ciudad. Llevó adelante una campaña electoralista que no
denunció las reglas de juego proscriptivas y pretendió ser
utilizada para dirimir las relaciones de fuerza dentro de la
propia izquierda, lo que a la luz de los resultados está
claro que resultó infructuoso. Llegaron tan lejos en el
curso oportunista que se negaron a denunciar –a diferencia
de Luís Zamora, que actuó de modo principista a este
respecto– que el nuevo MAS fue totalitariamente excluido
por parte de las autoridades de la UBA del promocionado
debate “con todos los candidatos".[1]
Cuando la economía y la política juegan a favor de los
oficialismos
¿Cuál es la explicación del triunfo del macrismo por tan
amplio margen? Hay tanto condimentos nacionales como
locales. El nacional hace a las condiciones más generales
de estabilidad económica y política que marca la coyuntura
del país. La crisis económica mundial nunca impactó de
lleno en la Argentina. Países como China y Brasil actuaron
como “mediadores”, mercados de sostenida demanda de los
productos exportables del país. Esa realidad podría
comenzar a darse vuelta próximamente. La crisis de la deuda
pública está estallando en estas horas en Europa y en
EE.UU. crecen los síntomas de una muy probable recaída
recesiva, al compás de nuevos índices de aumento del
desempleo.
En lo inmediato, sin embargo, la coyuntura de bonanza económica
nacional continúa. A este dato económico se le debe
agregar el político: la Capital no es hoy lo que era hace
diez años. Si a comienzos de los años 2000 lo que se vivía
era el estallido del cuestionamiento a las instituciones del
régimen de la democracia de los ricos y la multiplicación
de las asambleas populares, hoy ese proceso ha sido
completamente reabsorbido. Se llega al ridículo de que la
“gran reforma política en la Ciudad” ha sido la creación
de las comunas, que quedarán todas, luego de la elección,
con mayoría absoluta del macrismo.
El hecho cierto –y paradójico, si se quiere– es que
Macri se ha beneficiado de dos de los resultados más
preciados del kirchnerismo: la recuperación económica, con
la creación de empleo superexplotado, y la normalización
política del país, donde se ha vuelto nuevamente a
considerar la política según sus formas de representación
tradicionales. Las cosas tiene su lógica: los “logros”
de los K pavimentan el camino para la emergencia del
macrismo.
Esa estabilidad es la que está
por detrás del triunfo de Macri y la que seguramente estará
detrás de la reelección de los principales gobernadores,
como es el caso del PS en Santa Fe, del PJ en Córdoba, de
Scioli en la Provincia de Buenos Aires y la propia Cristina
a nivel nacional.
Un discurso que apuesta a la
despolitización en el tratamiento de los asuntos públicos
A la estabilización a la que venimos haciendo referencia
se le debe agregar un elemento más, específicamente del
PRO. Se trata de la manera en que entiende el macrismo la
normalización del país, buscando llevarla hasta su final lógico,
Esto es, apostando a la despolitización de los asuntos, a
la naturalización de las actuales condiciones de explotación
y opresión de la Argentina capitalista.
¿Qué cambió entre la ciudad sede de las multitudinarias
movilizaciones de diciembre del 2001 y la hegemonía
macrista de hoy? Simplemente, la política de normalización
capitalista del país llevada adelante por los Kirchner y su
“refracción” particular en la Capital. Eso es lo que
olvida Fito Páez en su carta profusamente difundida en
estos días. No se trata de que “desde hace décadas
Buenos Aires” se venga expresando políticamente como una
ciudad conservadora. Esto no es así. Ahí nomás está el
estallido multifacético del 2001. Se trata de que fuerzas
políticas como el kirchnerismo actuaron para reabsorber el
proceso de la lucha.
Es esa misma normalización K la que, en definitiva, quita
justificación para la existencia de los propios
“progresistas” y exige, eventualmente, gobiernos todavía
más “normales”, como lo que pretende vender el proyecto
macrista. Se trata de la clásica situación en que los
“reformistas” (aunque los Kirchner nunca llegaron
siquiera a eso) abren el camino a las expresiones políticas
más a la derecha.
Aquí hay varias aspectos a destacar. Los K y Macri
funcionan como espejos invertidos perfectos. Los Kirchner
han buscado recuperar la especificidad de la gestión política
de los asuntos, como manera de rescatar la función específica
del régimen de la democracia de los ricos y sus políticos,
mostrándose como alternativa frente al desnudo economicismo
de los años 90. Postulan, además, una cierta intervención
del Estado en la economía, y ciertas mediaciones a la
aplicación del libre mercado puro y duro. Todo en aras,
esto no hay que perderlo nunca de vista, de la recuperación
y consolidación del capitalismo argentino.
El macrismo aparece como el opuesto perfecto a los K. Busca
no politizar la sociedad sino lo contrario: hacer valer los
intereses capitalistas como algo meramente “técnico”,
“natural”, incuestionable, reduciendo la política a
pura “gestión”, como si las relaciones sociales
pudieran ser administradas desconociendo los conflictos de
clase que las desgarran dramáticamente y están por detrás
de cualquier asunto, por mínimo que sea.
Es ese discurso “minimalista”, que presenta las
relaciones de explotación y opresión como hechos
consumados sólo para hacerlas valer más plenamente, lo que
viene votando en los últimos años parte importante del
electorado capitalino. Se trata del voto conservador de una
franja de las clases medias altas (y también de algunos de
sectores plebeyos atrapados en las redes clientelares del
macrismo), que funciona como un perfecto contrapeso a los
“desbordes” del kirchnerismo.
El macrismo parece pretender esbozar así la realización
de la perspectiva marxista pero por la vía del absurdo. Nos
explicamos. Marx y Engels señalaban que la perspectiva del
socialismo una vez abolida la explotación de clases era
pasar “del gobierno de las personas a la administración
de las cosas”. El macrismo tiene la pretensión[2] –más
bien, la impostura– de que esa administración
supuestamente “desnuda” de los asuntos se puede llevar
adelante sin que se tratase de la gestión en uno u otro
sentido de los intereses de clase (de los cuales el macrismo
representa los más concentrados). No es casual que Macri,
como figura política, no sea otra cosa que la directa
encarnación de un empresario exitoso. Es decir, casi la
negación de un político. De ahí también en parte su
atractivo, como interpelando en clave conservadora el
"que se vayan todos" de diez años atrás. El voto
conservador del electorado pudiente y de las clases medias
altas de la ciudad, refiere a que hay un sector que con su
voto legitima esta impostura derechista.
El resultado electoral como espejo distorsionado de la
realidad
Lejos de todo impresionismo post electoral, hay que
subrayar también que el macrismo tiene sus límites.
Estableció la Policía Metropolitana (cruzada por mil y un
problemas y denuncias) y uno de sus principales perfiles políticos
es la “seguridad”. Ha tenido éxito en desfinanciar la
educación y la salud públicas. Y se ha beneficiado de
proyectos de construcción faraónicos como Puerto Madero.
Pero aun en las condiciones actuales de estabilidad, en ningún
caso logró realmente hacer de la ciudad un lugar sin
movilizaciones y luchas cotidianas, problema que es el que más
preocupa al activismo. La más reciente pelea en la ciudad
fue el Estudiantazo de la segunda mitad del año pasado, que
terminó en un triunfo de los pibes y que en estos momentos
parece estar comenzado a reverdecer ante los incumplimientos
macristas.
Además,
las elecciones nunca pueden indicar relaciones de fuerzas
directas entre las clases. Si el voto de una porción alta
del electorado porteño ha sido evidentemente conservador,
eso ya ocurrió cuatro años atrás y no significó gran
cosa a la hora del desarrollo de los procesos de lucha y
organización en la Ciudad. En todo caso, el que impuso
alguna de las más importante derrotas a las luchas en el país,
y en la misma ciudad (recordamos la del Casino) ha sido
siempre el ejecutivo nacional, no el gobierno de Macri, que
frente a cada lucha importante siempre las ubicó como “más
allá de su responsabilidad” (caso Parque Indoamericano).
En todo caso, es posible que tan amplia votación macrista
tenga cierto impacto en las luchas en lo inmediato. Pero al
activismo hay que decirle que, en definitiva, lo que cuentan
son las relaciones de fuerzas materiales, la presión de las
necesidades que obligan a salir a la pelea y no centralmente
el espejo distorsionado de la realidad que da una elección.
En síntesis: el macrismo es la versión más conservadora
de la normalización del país, pero ningún “huevo de la
serpiente” represivo. Hoy no hay condiciones para ello, más
allá, insistimos, de que en lo inmediato pueda impactar la
elección del domingo pasado.
Por otro lado, el clima político–electoral de la Capital
Federal no es el del país. De ninguna manera creemos que
una fuerza política como el macrismo pueda alzarse con la
elección presidencial. El tipo de normalización que sigue
correspondiendo a las actuales relaciones de fuerzas continúa
siendo la del kirchnerismo, que supone una administración
de los conflictos económicos, sociales y políticos de los
que está preñado el país, no su negación orientada a la
“gestión” desnuda de los asuntos de tipo macrista. La
perspectiva sigue siendo la reelección de Cristina.
Prepararse para lo que viene
Al cierre de esta edición, la economía europea está en
tremendos problemas. También en EE.UU. las perspectivas se
vuelven sombrías. El marco en el que se desenvuelve la
economía nacional podría darse vuelta hacia finales de año.
Muchos analistas han señalado ya que Cristina podría verse
obligada a llevar adelante un ajuste económico en regla
luego de su probable reelección. Y lo propio ocurriría en
el muchísimo menos probable caso de que las elecciones de
octubre las gane un opositor.
La crisis que se avecina supondría un cambio completo de
perspectivas respecto del escenario dominante en este año
electoral. Las condiciones de estabilidad le han venido como
anillo al dedo a los oficialismos que se encaminan hacia su
reelección. Pero si las condiciones de esa misma
estabilidad se ven socavadas, eso quiere decir que en 2012,
aun a pesar de que las más importantes autoridades hayan
sido confirmadas en sus cargos, la situación política
nacional podría dar un giro de 180 grados y desatarse una
oleada de conflictividad como hace tiempo no se ve.
Para ese escenario debemos prepararnos las corrientes
revolucionarias, aprovechando la palestra electoral para
pelear contra nuestra “invisibilización” proscriptiva y
dando pasos para preparar esa contraofensiva obrera,
estudiantil y popular.
Notas:
1. Señalemos que esta situación deja lecciones acerca de
cómo funcionan los medios de comunicación “públicos”:
para enfrentar los monopolios privados de la información,
la salida no es los medios de comunicación estatizados,
sino su nacionalización pero para ponerlos bajo control de
los trabajadores y demás sectores populares, so pena de que
se transformen simplemente en agencias del gobierno patronal
de turno, como se expresó en el reciente “debate” en la
UBA. Profundizamos esta cuestión en otra nota en la
presente edición.
2. Obviamente, esta afirmación es metafórica: el
macrismo, en la supina indigencia teórica y cultural que lo
caracteriza, no ha leído una página de Marx.
Muy
baja elección de la izquierda y fracaso de la
orientación electoralista del FIT
Un escenario adverso
Socialismo o Barbarie, periódico, 14/07/11
En
este escenario electoral conservador, la izquierda obtuvo
magros resultados. El mecanismo del voto útil jugó a favor
de la adelgazada campaña de Pino Solanas dentro de la
franja del voto izquierdista: supuestamente, sólo él podía
“vencer a Macri”… Con un discurso ya ni siquiera
“nacionalista” como los de antaño, su campaña fue
“institucionalista”, centrándose en el tema de la
corrupción, y llegando al extremo reaccionario de prometer
"sacar las movilizaciones de las calles" para
llevarlas a Plaza de Mayo, convirtiéndola en una suerte de
“Sambódromo”[1] de las luchas.
La elección porteña, aun siendo un escenario con características
propias, constituye un llamado de atención para las
perspectivas electorales de la izquierda en su conjunto.
De cara a las "internas" del 14 de agosto, la
izquierda deberá hacer un enorme esfuerzo para superar el
piso proscriptivo del 1,5% de los votantes impuesta por la
antidemocrática ley electoral de los K, piso del cual se
quedó muy lejos en la Capital.
Y lo lamentable es que solamente desde el Nuevo MAS hemos
intentando instalar la denuncia y lucha contra este
mecanismo tramposo de la democracia de los ricos.
Así, llevamos adelante en la Capital Federal una campaña
militante por el derecho al aborto legal, libre, seguro y
gratuito, por la independencia política de la clase obrera
y el apoyo a las luchas de los trabajadores, que siguió las
reglas clásicas de las campañas electorales de los
revolucionarios, cuyos resultados siempre se buscan
preferentemente en el terreno de la lucha real, no
esencialmente de los votos. Una campaña de la que estamos
orgullos aun a pesar de sus modestos resultados,
desarrollada en condiciones completamente desiguales,
agravadas por la gravísimo caso de discriminación política
de las autoridades de la UBA en detrimento de nuestra lista,
y que solamente Luís Zamora fue capaz de denunciar.[2]
Lo contrario ha ocurrido con el denominado "Frente de
Izquierda" (FIT), que no se cansó de propagandizar que
"tenía un legislador adentro" y que esperaba
"una votación del 3 ó 4 por ciento", sólo para
fracasar con una elección marginal. Sólo atinaron a llevar
a cabo una campaña "lavada", en la que no fueron
capaces de decir nada sustancial, salvo venderse como
"la unidad de la izquierda" expresando una
adaptación electoralista a las reglas de juego del régimen
burgués, para entre otras cosas, intentar usarlas,
infructuosamente, para dirimir las relaciones de fuerzas
contra el Nuevo MAS.
De cara a las elecciones internas del 14 de agosto, desde
el Nuevo MAS ratificamos más que nunca la política que
levantamos a lo largo de todo el año: contra la proscripción
K, por el apoyo a las luchas, a los nuevos delegados obreros
y la independencia de clase. Llamaremos a votar en provincia
de Buenos Aires por nuestros candidatos: a diputado
nacional, Héctor "Chino" Heberling, y a senador
nacional, nuestro compañero delegado de Fate, Jorge
"Chupete" Ayala, único candidato obrero a senador
de esta elección. Al mismo tiempo, para unir verdaderamente
a la izquierda,
llamaremos a votar estos candidatos del Nuevo MAS sumando la
boleta de Altamira presidente.
Notas:
1. El sambódromo es en Río de Janeiro, Brasil, el lugar
donde desfilan las escolas do samba en los carnavales. Esta
promesa fue hecha en una reunión específica con los
grandes capitalistas de la ciudad, de la que participaron
también Macri y Filmus. Una verdadera vergüenza que no es
novedad en el caso de Solanas, cuya denuncia contra la
supuesta “anarquía” del estudiantazo,fue otro de sus
guiños nada ingenuos hacia los empresarios. Pero a los ex
izquierdistas de Vilma Ripoll y el MST no les importa nada
si de esa manera sin principios pueden seguir viviendo de
algún carguito legislativo.
2. La discriminación política de nuestro partido, en el
debate más visto y promocionado de la campaña,
evidentemente nos colocó en peores condiciones que el resto
de las listas. El FIT, en un nuevo comportamiento sin
principios, no denunció la situación, sino que buscó, una
vez más, aprovechar la circunstancia de nuestra proscripción
a su servicio. Nos dedicamos pormenorizadamente a este
comportamiento vergonzoso en otro artículo de la presente
edición.
La
fiebre electoralista del PO y el PTS recibió una bofetada
Con
el termómetro fallado
Por
Sergio Revelli
Socialismo o Barbarie, periódico, 14/07/11
El
eje político de la campaña electoral del denominado Frente
de Izquierda fue tan vacío que hasta un militante del PO en
su propia prensa no sólo se preguntaba cuál era sino pedía
tener alguno: “¡Al fin una consigna! (…) ¡Apareció la
primera! (…) La consigna es: ‘Marcelo Ramal a la
Legislatura - el Frente de Izquierda al parlamento de la
Ciudad’. En rigor, no se trata de una consigna, es la
definición de un objetivo. Y como tal, es un mensaje hacia
el interior del activo, hacia los militantes. En lugar de
afiches en los que sólo exhibimos el rostro de nuestro
candidato, expresemos tres o cuatro consignas que nos
diferencien de la charlatanería de los partidos del
sistema. Estamos atrás de ellos: Macri dice que: ‘Vos
sos bienvenido’; Pino dice que ‘El agua es oro’.
Nosotros, al igual que Filmus, no decimos nada. (…)
Insisto, se trata de llegar a cientos de miles de personas
en la Ciudad de Buenos Aires, que con un golpe de vista
identifiquen su problema, lo asocien con quien ofrece una
solución concreta y sigan su camino, ahora con un punto de
vista nuevo en su cabeza.”
La
respuesta del comité de redacción del PO a Héctor, su
militante de Urquiza fue: “El nombre y figura de Ramal se
identifica con esas plataformas y reivindicaciones. Lo
principal del planteo está en otro lado, está en invitar
al elector que nos votaría al Frente de Izquierda, pero
teme la victoria de Macri, a ese elector relativamente
confundido, a que considere el voto al Frente en la categoría
legislador”. [1]
Lo
cierto es que Héctor tenía razón: la campaña pública
del Frente de Izquierda no se distinguía de ninguna otra
por su contenido político.
Los
carteles son el mensaje central de toda campaña política
electoral, y los del Frente de Izquierda estuvieron vacíos
de cualquier consigna: el único mensaje implícito era
“votá a la izquierda que se une”.
Al
respecto, fue llamativa la última prensa del PTS antes de
la elecciones cuyo título de tapa fue “Pegue con la
izquierda”, y en la misma sintonía que el PO, no fue
acompañado de ningún contenido.
Quienes
puedan recordar las campañas del MST cuando estaba en su
frente con el PC, eran justamente consignas por el estilo,
acompañadas por el logo de Izquierda Unida. A buen
entendedor, pocas palabras; sólo dejemos anotado que el
deslizamiento oportunista del PTS en el último período ¡parece
ir a la velocidad del sonido!
Pero
la respuesta al Correo de lectores por parte de la redacción
de Prensa Obrera encierra otra discusión política: el PO
se puso como eje entrar a la Legislatura porteña a
cualquier precio, y ya no importaba a quién votara a Jefe
de Gobierno cualquier trabajador, estudiante o vecino de la
Capital, sino que el voto a legislador sea a Ramal. Un
oportunismo electoral que contrasta blanco sobre negro con
el enojo de Altamira, cuando hace sólo algunas semanas
sostuvo que no quería el voto democrático para pasar el
piso del 1,5% sino que el voto al frente debía ser algo
cuasi de “principios”.
Mientras
esté Ramal en el sobre…
“Necesitamos
un voto progresista, pero no para Solanas, cuyo frente
con la Mesa (chica) de Enlace fracasó a nivel nacional,
pero subsiste en la Ciudad. Después de condenar a los que
manifiestan y a los alumnos que luchan, Solanas no es una
alternativa progresista. ¿Cómo debe votar la inmensa
población progresista de la Ciudad? En la primera vuelta se
eligen también 30 legisladores. Se trata de una gran
oportunidad para hacer ingresar en la Legislatura a los
luchadores sociales y políticos de la Ciudad, en la teoría
y en los hechos.” [2]
¿Hace
falta explicar que esto es un llamado abierto a votar a
Ramal junto a Solanas?
Este
oportunismo que llega a ser burdo se repitió en múltiples
pasajes, y no sólo respecto al candidato sojero. Ramal
también “le tiró un centro” a los votantes de
Filmus: “Muchos que votan a los opositores a Macri ‘con
la nariz tapada’ han planteado la posibilidad de cortar
boleta por el Frente de Izquierda. (…) Los tres días
que restan -de discusiones cara a cara, de conquista de
fiscales, de batalla por las paredes- pueden ser los
decisivos. ¡Con más fuerza que nunca, para que el Frente
conquiste una bancada en el centro político del país!”[3]
Ya
está, a esta altura el PO te invitaba a votar a los K, a la
Mesa de Enlace o quizás a Telerman a Jefe de Gobierno, eso
no importaba demasiado, lo que sí había que sumar porotos
de “voto útil” (?) para que Ramal “entre”. Por más
que este objetivo haya sido acolchonado por palabras
“dificultad”, lo cierto es que su campaña política no
introdujo ningún debate en la Capital y todo se resumió a
juntar votos para que Ramal gane un cargo legislativo. No
por casualidad, quien escribe estas líneas intercambió
impresiones con un fiscal de escuela del PO, conocido de la
militancia cotidiana, y el primer comentario fue “lo
importante es que entre Ramal”.
¿En
qué planeta viven?
“Marcelo
Ramal, vocero del Frente, ha hecho una campaña muy rica
en la que ha derrotado polémicamente a todos sus
contendedores. Los últimos días de esta campaña deben
ser consagrados a la conquista de voto por voto para buscar
el difícil ingreso del Frente de Izquierda y de los
Trabajadores a la Legislatura de la Ciudad. Sabremos usar
la tribuna parlamentaria para desarrollar la conciencia
y organización de los explotados y acelerar el fin de la
dictadura capitalista.” [4]
Con
estas palabras, el propio Altamira subrayaba que el Frente
de Izquierda había “aplastado” a todos sus rivales y,
usando un “difícil” sólo para “cuidar las formas”,
en realidad le daba duro al parche con meter un cargo en la
Legislatura, y hasta soñaba cómo iba a ser el momento de
la entrada.
A
la fiebre de “los pasamos a todos por arriba” se sumó
el PTS, que en su última prensa tituló un
tan gigantesco como ridículo y fuera de todas las
proporciones políticas: “El Frente de Izquierda se impuso
en el debate”.
En
dicha nota sostienen que “nuestra participación mostró
la solidez de las posiciones del PTS y el Frente de
Izquierda ante el conjunto de los candidatos del régimen. El
Frente de Izquierda se impuso en el debate, lo que fue
reflejado no sólo en los distintos medios de prensa, sino
también tuvo gran repercusión en los foros de facebook y
en twitter” [5].
Cualquier
lector que no haya visto los resultados, pensará que el FIT
se “comió a los chicos crudos” en la Capital. La última
vez que un candidato se impuso en un debate televisivo, como
lo hizo Solanas en el 2009, logró un segundo puesto con el
24% de los votos. Bueno… en este caso, el
0,77% de los
votos parece un poquito pobre para una campaña que no sólo
“había pulverizado a todo lo que se le cruzaba”, sino
que al tiempo lavaba los contenidos en su búsqueda de votos
para acceder a cargos.
Quedó
en evidencia que las impresiones del PO y el PTS fueron más
autobombo y autorreferencias que análisis objetivos; esto
sin menoscabo de recordar que en dicho debate, en el cual
Myriam Bregman habría salido “triunfadora” (¡vaya
payasada!), la misma no tuvo una palabra para denunciar la
proscripción de nuestra lista en el mismo: un
comportamiento sin principios dirigido por la fiebre
electoral.
Contra
el electoralismo barato, el Nuevo MAS se propuso instalar
dos discusiones políticas
Frente
a los vergonzosos delirios electoralistas, desde estas páginas
alertábamos que iba a ser una elección muy difícil para
la izquierda revolucionaria. Lo mismo señalamos en un
reportaje reproducido en el diario La Nación el 7 de
julio pasado. Y más aún, hace meses venimos planteando la
necesidad de una campaña unitaria contra la proscripción a
la izquierda.
En
ese sentido, ante al vacío político de la campaña del
Frente, nuestra campaña, aparte de apoyar
todas las luchas de trabajadores y populares, instaló
los ejes de la necesidad del derecho al aborto libre, legal,
seguro y gratuito y para romper la proscripción a la
izquierda. Utilizamos las elecciones de manera
revolucionaria, llevando adelante una campaña por un
reclamo sentido por el movimiento de mujeres y contra el régimen
político comandado por el kirchnerismo.
Nuestra
campaña en Provincia de Buenos Aires va a seguir el mismo método,
y en este caso centraremos también en la lucha contra la
proscripción, al tiempo que denunciamos al gobierno y su
burocracia sindical y peleamos para darles paso a los nuevos
delegados obreros. Y mientras el PO vuelve a repetir la
misma lógica de la Capital y dice “Pitrola: la izquierda
a la Provincia”, las candidaturas de Héctor “Chino”
Heberling y Jorge “Chupete” Ayala a diputado y senador
nacional serán expresión de sendas campañas políticas.
Notas:
1.
Prensa Obrera 1184.
2.
Prensa Obrera 1183
3.
Prensa Obrera 1184
4.
Prensa Obrera 1183
5.
La Verdad Obrera 434
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