Una ofensiva contra los trabajadores
El “ajuste redistributivo” de Cristina
Editorial de Socialismo o Barbarie, periódico, 10/11/11
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El
gobierno en la reunión del G–20
La fe capitalista de Cristina
El fin de semana pasado Cristina estuvo en la reunión del
G–20 en Nantes, Francia. La reunión como tal fue un fracaso
rotundo. Todos los analistas han señalado que la respiración
de sus asistentes se hacía entrecortada a cada nueva noticia
que llegaba de la crisis en Grecia. El hecho es que la crisis
europea absorbió toda la reunión, la que por otra parte no
fue capaz de llegar a ninguna conclusión sustancial, ni tomar
medida alguna frente a la recaída en la crisis de la economía
mundial.
Obama sonrió, dio algún que otro “consejo”, pero dijo
con absoluta claridad que los EE.UU. no podían poner un peso
para ayudar a Europa. Hua Hintao, presidente chino, cuyo
gobierno había amenazado con aportar 100.000 millones de dólares
a un fondo europeo contra el default de sus deudas soberanas,
no dijo esta boca es mía, incluso porque en China surgieron
en los medios presiones respecto de porqué no se usan las
reservas que tiene el gobierno chino para paliar el hambre y
los bajos salarios en la propia China…
Es en ese contexto en el cual Cristina se “pavoneó”
por la reunión. Lo hizo para pedir un “capitalismo en
serio”, como si el actual no lo fuera. Causa risa que el
boletín oficial K, Página 12, titulara su edición del sábado
pasado con el párrafo donde Cristina criticaba el supuesto
“anarco capitalismo de los mercados” actual defendiendo el
“verdadero capitalismo”, que es por lo que habría que
luchar. Lo que Página trató de disimular con su título, es
la profesión de fe capitalista que los Kirchner nunca se han
ahorrado de hacer cada vez que viajan al exterior.
Pero, además, esta exigencia de un “capitalismo en
serio”, no se sabe mucho qué quiere decir: parece afirmar
que el sistema capitalista podría funcionar sin que el dinero
circulara por los mercados, cuando esa circulación es
connatural al sistema mismo. Claro que pegarle a los
financistas, los paraísos fiscales y demás es “políticamente
correcto” y parece servir para diferenciar eso –el
“anarco–capitalismo”– del capitalismo “bueno” como
tal…
Pero Cristina dijo más cosas: por un lado, criticó el
ajuste que la Unión Europea hace aplicar en Grecia, España,
Italia y demás países europeos; pero escondió que su
gobierno se apresta a llevar a cabo medidas de ajuste en
nuestro país, independientemente de todo lo “maquilladas”
que las quiera presentar.
Tampoco evitó defender el libre comercio agrícola cuando
su gobierno, supuestamente, está en contra de ese mismo libre
comercio dentro del país. Aquí solamente se puede ver el doble
estándar del gobierno capitalista que Cristina
representa. Claro, de esto, poco hablaron los medios, porque
de conjunto, arrancando por la Mesa de Enlace, todos coinciden
en la defensa del libre comercio.
Una verdadera posición progresiva en ese terreno pasaría
por la expropiación de los grandes grupos que monopolizan los
granos, que acaparan las grandes extensiones de tierra, que
manejan la comercialización, etcétera. Pero no, es obvio que
al gobierno kirchnerista le conviene el libre comercio mundial
de granos –que los ha llevado por las nubes– y, entonces,
en ese terreno, son perfectos liberales.
Su atajo: que los que plantean algún tipo de control son
los hipócritas gobiernos imperialistas como los de Sarkozy y
otros. Pero el control que ellos proponen no es uno que afecte
las grandes empresas y los grandes propietarios de la tierra.
Se le puede dar una perfecta respuesta progresista a su hipócrita
propuesta sin tener que por ello defender el libre mercado
capitalista.
En definitiva, lo que Página 12 no dice es que el del
kirchnerismo es un gobierno redondamente capitalista, profesión
de fe que Kirchner y Cristina siempre se han encargado de
remarcar cada vez que se han visto obligados a hablar no para
la “gilada” sino donde están los verdaderos factores de
poder.
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Apenas pasaron dos semanas del triunfo
de Cristina, y el gobierno, ni lerdo ni perezoso, ya empezó
el trabajo sucio de cara al 2012. Desde estas páginas sosteníamos
que iba a usar ese 54% para legitimarse e imponer medidas
antiobreras y antipopulares inmediatamente después del 23 de
octubre, y así lo está haciendo. Se acabaron las sonrisas de
la campaña y empezó a verse el verdadero rostro del
gobierno; aunque como nos tienen acostumbrados los K, traten
de disimular esto con la idea que “el ajuste es para los
ricos y no para los pobres”…
No es casualidad que elija este momento para aplicar el
paquete: teniendo en el horizonte un margen de 2 años sin
elecciones, todo lo doloroso que se haga ahora se cree que
para el 2013 quedará en el olvido. En esta Argentina que
empieza a “caer en la realidad” –la crisis es mundial y
llegó para quedarse– Cristina, como obediente gobierno de
la clase capitalista que es, empieza a descargar la crisis
sobre las espaldas de la clase trabajadora.
En la tapa del número pasado de nuestro periódico sosteníamos
que “millones la votaron sin saber el ajuste que prepara”.
Y fue, precisamente, en estos últimos días que, bajo el
chantaje de “ajuste redistributivo”, el gobierno avanzó
en líneas generales con un ajuste que indefectiblemente va a
golpear –aun sea esto de manera escalonada– al bolsillo
del trabajador.
Estas semanas también estuvieron cargadas de una serie de
definiciones políticas. Cristina, pronunciándose en los
hechos contra la despenalización del aborto, avanzando con la
judicialización de la protesta, y reprimiendo duramente a los
trabajadores del Ferrocarril Belgrano, dio una muestra del
gobierno que viene: a los besos y abrazos con la gran
patronal y los sectores conservadores del país, y a los
palazos con todos aquellos que osen salir a luchar.
Ajuste para todos (los trabajadores)
Después del “fútbol para todos”, “cerdo para
todos” y hasta “Paka–Paka para todos”, llega la nueva
versión del “para todos”: “el ajuste para todos.” Más
allá de la ironía, hay que aclarar que el “para todos”,
es para todos… los trabajadores.
Lo primero que buscó
cuidadosamente el gobierno cuando anunció las primeras
medidas de su plan de ajuste, fue hacer creer que este era sólo
para los grandes capitales: “El gobierno anuló los
subsidios a los servicios que beneficiaban a grandes empresas
del sector financiero, juegos de azar, aeropuertos, telefonía
móvil, petroleras y mineras. Además, se creó una comisión
que revisará todos los subsidios en los servicios de agua,
luz y gas y definirá su futuro” (Página 12, 03/11).
Pero dicho así el anuncio esconde una trampa y una gran
mentira. Muchos pueden creer que esta medida afectaría las
ganancias de estas empresas, sumado a que es una bronca justa
saber que empresas como Movistar, Claro o las petroleras, han
gozado todo este tiempo que el Estado le pague los servicios públicos.
Esa es justamente la trampa: hacer creer que los platos
rotos de la quita de los subsidios los van a pagar los
capitalistas y no los trabajadores y usuarios. Pero la
realidad es muy distinta: en empresas como las de telefonía
celular, o las de combustibles, a partir de diciembre la plata
que les deje de entrar por la vía de los subsidios, la van a
garantizar por la vía de los aumentos de los precios. El
minuto del teléfono, el mensaje, los abonos o las facturas,
todo va a salir más caro.
Esta realidad es así porque en el país no rige un
verdadero control de precios. Moreno ladra y amenaza a los
empresarios, pero la sangre nunca llega al río: se trata sólo
de bravuconadas para la TV. Así que, en ausencia de un
verdadero control o congelamiento de precios, la cosa será
simple: lo que pierdan las empresas en subsidios
inmediatamente lo trasladarán a los precios.
Y si en el corto o mediano plazo se extendiera la quita de
los subsidios, por ejemplo, a ramas de la producción como
alimenticias o lácteos, esto provocaría que suban desde los
fideos hasta la leche.
Naftas, boletos y servicios
Pero aquí no termina la cosa: no hemos mencionado la quita
de subsidios que se viene en el caso de las petroleras, lo que
impactará inmediatamente en el precio de las naftas y el gas
oil, es decir, en el transporte; esto amén de los subsidios
que reciben las propias empresas del transporte; y menos que
menos, en los servicios de luz, agua y gas.
Vayamos por parte. Ya será un tremendo impacto que le
quiten los subsidios a las petroleras y que éstas trasladen a
los precios de las naftas estos montos. Pero peor aún será
la cosa respecto del subsidio que va de manera directa a las
empresas del transporte; el gobierno ya movió su primera
ficha: le pasó el subterráneo de Buenos Aires a Macri, pero
no los 700 millones de pesos que recibe anualmente la
contratista. Conclusión, sin esos subsidios, el boleto
aumentaría hasta más 3,40 pesos: ¡es decir, se triplicaría!
Y, de paso, el gobierno nacional se quitaría de encima los
“revoltosos” del subte, cuya mayoría en el cuerpo de
delegados actual, confía en la misma Cristina…
También se está hablando que si se les quitara el
subsidio a las empresas de colectivo, las mismas deberían
multiplicar por cuatro el boleto: “Sin subsidios, el boleto
de colectivo del área metropolitana debería estar sobre los
4 pesos. Ese es el valor que hoy debería tener; de acuerdo
con la estructura de costos” (Daniel Millacci, presidente de
la Cámara Empresaria de Autotransporte de Pasajeros
–CEAP– en, La Nación, Economía, 08/11). Millacci luego
precisó que: “una tarifa de entre $ 2 y $ 2,50 sería un número
razonable, que produciría por un lado, una baja en los
subsidios que paga el Estado y, por otro, permitiría
otorgarle un subsidio a la demanda, dirigido a aquéllos que
realmente no puedan pagar’”. Y agregó que: “No es un
golpe tan grande para el bolsillo de la gente” (ídem). ¡Un
aumento del subte a $ 3,40, un colectivo que tienda a $ 4, y
que en lo inmediato cueste $ 2,50, significa como mínimo
triplicar el gasto en viáticos! ¿En qué mundo eso “no
significaría un golpe tan grande al bolsillo de la gente”? Porque
en este escenario, salvo supuestamente aquél que sólo viva
de un plan social (es decir, en el límite de la indigencia),
el resto, los asalariados, van a pagar el salado boleto que
propone la patronal y el gobierno K.
Y todavía quedan los servicios: “El proceso de
desmantelamiento de los subsidios que puso en marcha el
gobierno, comenzaría a impactar en los usuarios residenciales
a partir de diciembre” (Clarín, 06/11). “El gobierno de
Cristina Kirchner prepara un drástico recorte de los
subsidios en agua, luz y gas para todos los sectores de la
economía. La expectativa de máxima es rebajar por lo menos
20.000 millones de pesos de la partida de 75.000 millones
contemplada para esas transferencias en el proyecto oficial de
presupuesto del año próximo, revelaron altas fuentes de la
Casa Rosada” (La Nación, 06/11). “Si bien no está claro
cómo se instrumentarán los cambios, ya hay dos parámetros
definidos para establecer los porcentajes de aumentos: el
nivel de consumo y la ubicación geográfica” (Clarín,
06/11).
En fin, lo mínimo que indican estos datos, es que se
quitarían un cuarto de todos los subsidios que hoy otorga el
gobierno. Esto en el caso del consumo familiar va a repercutir
en un aumento en luz, agua y gas. Y esto deber ser sumado al
teléfono celular, las naftas… y al transporte.
Aquí viene otra trampa del discurso K: el hecho que los
ajustes serían “escalonados”. Pero esto no tiene nada de
“redistributivo”: solamente que el ajuste irá en cuotas
para tratar de disimularlo: “Descartado un aumento
generalizado que elimine todos los subsidios, los funcionarios
tienen que encontrar la dosis de gradualidad que haga
digerible los incrementos parciales a mediano plazo”, señala
Clarín.
Pero este escalonamiento en nada disminuye el hecho que la
rebaja de los subsidios no la van a pagar los empresarios,
sino los trabajadores. Porque lo que hay que entender, es que
todos estos aumentos se van a venir, pero sabiendo cómo es el
“estilo K”, se van a venir de manera escalonada: esto es,
un mes aumentarán algunas cosas y otras no, luego
gradualmente aumentarán las que no lo hayan hecho, luego otro
poco de cada cosa… ¡y cuando lleguemos a fin del 2012, si
es la coyuntura política no vuela por los aires frente a
semejante avanzada, el plan de ajuste va a estar aplicado en
plenitud!
El programa de la izquierda
Frente a esta realidad, Binner que se alzó con la primera
minoría el 23, ya ha salido a hacer declaraciones igual o más
capitalistas que el gobierno de Cristina. Primero, antes que
finalice la campaña, se había manifestado por poner límites
a los aumentos de salario. Ahora, ante los aumentos anunciados
por el gobierno, ha hecho su propuesta “mágica”: ha
planteado el “congelamiento de los precios y salarios”.
Pero parece que Binner no vive en la Argentina, o no conoce cómo
han sido estas experiencias en el pasado. Siempre que se han
anunciado estos “congelamientos”, lo único congelado han
sido los salarios, mientras los precios seguían “vivitos y
coleando”.
No señor, una salida en función de los explotados y
oprimidos, de los trabajadores, sólo puede venir por otro
lado: abrir los libros contables de las empresas que se han
llenado de dinero todos estos años, establecer un rígido
control de precios y abastecimientos por parte de trabajadores
y usuarios, garantizar realmente un congelamiento de los
precios mientras que se garantiza la satisfacción de los
reclamos de los trabajadores, amenazar con la expropiación de
todas aquellas empresas que igualmente aumenten los precios o
pretendan generar desabastecimiento.
Es decir, para que la quita de los subsidios no vaya en
detrimento de los trabajadores no sirve hablar de un “ajuste
redistributivo”: lo que hay que hacer es tomar medidas
contra los capitalistas que es, justamente, lo que el gobierno
de Cristina de ninguna manera va a hacer.
Despenalización del aborto para nadie
Por si el anuncio de que se viene el ajuste fuera poco, el
gobierno de Cristina, la semana que pasó, boicoteó
abiertamente la discusión de esta cuestión en el Congreso.
El derecho al aborto es una pelea que todo un sector del
movimiento de mujeres viene sosteniendo desde hace años. En
la Argentina mueren alrededor de 800 mujeres por aborto
clandestino al año. Con un amplio sector de la opinión pública
a favor de la despenalización del aborto, es que se empezaba
a discutir un proyecto de ley impulsada por la Campaña
Nacional por el Derecho al Aborto, acompañada por toda
una serie de agrupaciones y movimientos de mujeres, y jugando
un rol muy destacado nuestra agrupación de mujeres, Las
Rojas.
Pero este debate que debía iniciarse en una comisión de
la Cámara de Diputados, fue boicoteado
escandalosamente por el kirchnerismo, mostrando que su
“progresismo” es puramente discursivo, y en los hechos, cínico
[1]. La política del gobierno queda muy clara en la voz del
mismísimo ministro de Justicia, Julio Alak: “La Presidenta
decidió que el tema no esté hoy en el debate” (Perfil,
06/11). De los 11 diputados que tiene el kirchnerismo, en una
comisión de 30, sólo fue 1, Diana Conti, que además sacó
un despacho en contra del proyecto. ¿El resto? Siguió las órdenes
de la Presidenta de no ir.
Esta polémica tomó dimensiones nacionales; y el gobierno
optó por ubicarse junto al ala más reaccionaria de la
sociedad argentina: en las puertas del Congreso estaban, de un
lado, las organizaciones sociales, la Campaña, la izquierda y
el activismo de las mujeres; del otro lado de las vallas,
estaban la Iglesia, los militantes de Biondini y la derecha
fascista. El gobierno se arrodilló ante ellos y demostró que
intenta hacer y deshacer a su gusto, sin sentirse siquiera
“tironeado” por los reclamos de los oprimidos; que como
venimos diciendo desde Las Rojas, el derecho al aborto
se impondrá con las luchas en las calles y no mediante el
“cabildeo” en el parlamento.
Por un Encuentro Nacional de delegados de base
- El 23 de noviembre, marchemos de Congreso a Plaza de Mayo
Para responder a este ataque al poder adquisitivo del
salario, va a ser necesario salir a enfrentar a la patronal,
al gobierno y su burocracia sindical. Hace meses que el
gobierno y la UIA vienen sosteniendo que para las paritarias
del año que viene quieren un techo del 18%, que en este marco
de suba generalizada de las tarifas, sería una provocación a
los trabajadores.
Para aplicarlo van a necesitar una burocracia sindical dócil
a sus planes, como siempre lo terminan siendo tanto las CGTs
como ambas CTAs, y meter en caja a todo aquel que quiera
oponerse al brutal ajuste. No es casualidad que esta semana el
gobierno también haya mostrado que la represión,
judicialización de la protesta y persecución a los
luchadores obreros independientes y dirigentes de izquierda,
van estar en el centro de su política.
El viernes 4/11, días después de haberse pronunciado
directamente contra los cortes de ruta, trabajadores del
Ferrocarril Belgrano denunciaron que luego de realizar una
asamblea de alrededor de 200 compañeros quisieron cortar las
vías, y con orden de un juez mediante, el gobierno envió a
la policía y hasta camiones hidrantes, y luego de reprimir
con gases lacrimógenos y balas de goma, se llevaron detenidos
a 3 compañeros que quedaron procesados. A esto se suman tanto
las causas contra reconocidos dirigentes como Pitrola o Ripoll
por haber participado en un corte de los trabajadores de
Kraft, y decenas de causas penales para quienes en algún
conflicto han cortado la Panamericana.
En este marco, la reunión que se viene haciendo desde un
conjunto de organizaciones, desde internas combativas, cuerpos
de delegados y corrientes de la izquierda, y que surgió como
respuesta al ataque al “Pollo” Sobrero y los trabajadores
de la línea 60, impulsó para 23 de noviembre una gran
movilización a Plaza de Mayo para pararle la mano al
gobierno, las causas penales abiertas, su burocracia sindical
y las patotas. Desde el Nuevo MAS llamamos a movilizarnos
masivamente contra estos atropellos, al tiempo que sostenemos
que debemos prepararnos para las durísimas luchas que se
vendrán contra el ajuste del gobierno en la perspectiva de
realizar en marzo próximo un Encuentro Nacional de delegados
de base.
Nota:
1. Los debates alrededor de la estrategia de tipo
parlamentarista de la Campaña y los desafíos del movimiento
de mujeres pueden verse en la nota específica, en esta edición.
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