La
corriente Socialismo o Barbarie Internacional reproduce la
posición
del Nuevo MAS, ante las medidas anunciadas por el gobierno
argentino
en relación a Repsol–YPF
La
expropiación de Cristina se queda
a mitad de camino
El
Nuevo MAS defiende el derecho del Estado argentino de disponer
la estatización de Repsol–YPF; pero exige la nacionalización
total y sin pago de la empresa, y que sea puesta bajo control
de sus trabajadores
En
el mediodía de ayer, lunes 16 de abril, Cristina Kirchner
anunció la “expropiación” de Repsol–YPF. La realidad
es que ya hace semanas se veía venir alguna medida de parte
del gobierno. El mismo viene presionado por las cuentas
fiscales y por la circunstancia que el sistemático
vaciamiento de YPF por parte de Repsol ha afectado al
tradicional autoabastecimiento energético del país. Así se
ha llegado a la escandalosa cifra de casi 10.000
millones de dólares anuales de importaciones energéticas en
un país que tradicionalmente gozó del autoabastecimiento en
este rubro.
La
medida tomada por el gobierno argentino ha desatado un debate
internacional. El gobierno de España, en manos del Partido
Popular de Rajoy, ha dicho que “rompe las relaciones de
fraternidad con la Argentina”; por su parte, el gobierno
de Estados Unidos, por boca de Hilari Clinton, y la titular del
FMI, Lagarde, han salido a condenar la medida tomada por la
Argentina.
El
Nuevo MAS se posiciona contra cualquier amenaza que pueda
provenir de parte de gobiernos e instituciones imperialistas,
y defiende el derecho del Estado argentino a tomar las medidas
que considere necesarias respecto de sus recursos naturales.
En primer lugar, respecto del petróleo.
Es
evidente que la privatización de YPF resuelta hace dos décadas
por el gobierno de Menem –y que, debe ser subrayado, contó
con la complicidad de los propios esposos Kirchner y de muchos
de los funcionarios de su elenco– fue una operación
escandalosamente vaciadora del patrimonio del país,
antinacional, antipopular y antiobrera que, dejando el tendal
de decenas de miles de trabajadores petroleros despedidos,
entregó los recursos naturales de hidrocarnuros a los
pulpos multinacionales como Repsol y, también, a otros grupos
capitalistas internacionales y nacionales, los que vienen
explotando –y según la nueva ley de “Soberanía
Petrolera”, lo seguirán haciendo– parte del petróleo del
país.
En
este sentido, el Nuevo MAS rechaza cualquier medida o acción
de “retaliación” (represalias) que pretendan tomar el
gobierno imperialista de España, las instituciones de la Unión
Europea, el gobierno de los EEUU, el FMI o quién sea contra
una decisión soberana del Estado argentino en materia de sus
recursos naturales.
Sin
embargo, después de lo anterior, queremos ser
muy enfáticos en lo siguiente: la propia Cristina ha señalado
que la “expropiación” puesta en marcha, no es una
verdadera “estatización” y, podríamos agregar, tampoco
es una verdadera expropiación.
Hay
tres hechos a ser destacados acerca de las medidas tomadas por
el gobierno y que a medida que se va conociendo mejor la
“letra chica” de las cosas, van quedando a luz.
El
primero, es que según el proyecto de ley que se enviará al
Congreso, el Estado nacional se quedará con el 26% de las
acciones totales, los provinciales con el 25%, pero la familia
Eskenazi conservaría el otro 25%, así como el resto del
capital accionario quedaría en manos de la propia Repsol y de
accionistas privados en la bolsa. De ahí que el gobierno
hable de que “retoma el control y la administración” pero
no la totalidad de la propiedad.
El
hecho es que, según el propio proyecto de ley oficial, la
empresa tendrá una característica de corporación con
propiedad participada estatal y privada, lo que no da ninguna
garantía sobre su destino ulterior. Esto por no
hablar del resto del negocio del hidrocarburos, que seguirá en
manos privadas
y sobre el cual no ha dicho nada la presidenta.
Es decir,
ni YPF, ni mucho menos el conjunto del negocio de hidrocarburos,
pasarán de manera completa y total a manos estatales.
El
segundo hecho a marcar es que, según trascendidos, la tasación
de las acciones a adquirir de Repsol podrían alcanzar la
friolera de los 8.000 millones de euros sino más. ¡Un
escándalo
indefendible luego de que Repsol ya se ha pagado con creces su
“inversión” (habría pagado hasta 13.000 millones de dólares
cuando adquirió YPF en 1999, pero sus ganancias hasta hoy
totalizarían los 20.000 millones)! Esto último es imposible
de ser desmentido, porque es sabido que YPF era para Repsol la
“gallina de los huevos de oro” en materia de ganancias.
La
realidad es que la expropiación, para ser tal, debería ser sin
cargo –es decir, sin pago–
hasta por el hecho adicional de que la nueva YPF requerirá de
grandes inversiones para ser realmente viable. ¡El dinero no puede
ser desperdiciado para pagarles a aquellos que usufructuaron
los recursos naturales de la Nación a lo largo de
una década y media! No vaya a ser cosa que se les pague a los
chupasangres imperialistas de Repsol y se pretenda aumentar el
costo de los combustibles a los usuarios para financiar las
inversiones.
En
tercer lugar, esta el problema de los trabajadores de YPF. La
historia de las nacionalizaciones burguesas a lo largo de todo
el siglo pasado no habla a favor de las empresas estatales por
sí mismas. La mayoría de las veces terminaron siendo ámbitos
de vaciamiento, corrupción y "capitalismo de amigos", amén de
la falta de inversiones suficientes que han sido su característica.
En
este sentido, lo que se impone realmente es la expropiación
sin pago de Repsol–YPF y su puesta en producción, sí o sí,
bajo el control de los trabajadores.
Y
cuando hablamos de sus trabajadores, no hablamos de la
burocracia sindical petrolera, la que fue en gran medida cómplice
de la privatización y de la decena de miles de despedidos y
de “pueblos fantasma” que la misma generó. Hablamos de
los trabajadores petroleros de base y de sus delegados más
luchadores y combativos, como son las experiencias que se
han podido ver en estos últimos años en el sur del país.
Son ellos los que podrían ejercer este control obrero, en
beneficio de los explotados y oprimidos del país.
Nuevo
MAS (Movimiento al Socialismo),
16 de abril de 2012
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