Opina
un anarquista chino
Por
A–Infos
La Haine, 09/04/08
He hablado
brevemente con algunas personas acerca del Tibet, pero sería
interesante poder tener discusiones más profundas.
Creo que la
situación en el Tibet ha sido vista de manera demasiado
simplista tanto por la prensa capitalista burguesa como por
ciertos camaradas de la izquierda.
Pese a ser
chino, y al hecho de haber vivido casi toda mi vida en ese
país, no puedo decir que mi análisis sea el más acertado,
ya que no he estudiado en detalle la situación. Por tanto,
mi opinión que entrego se deriva simplemente del
seguimiento de las noticias, así como de mis propias
experiencias en China.
Antes que
nada, soy crítico de todo el Movimiento occidental por la
Libertad del Tibet que se basa en la figura del Dalai Lama.
Pareciera tener un fetichismo romántico por la organización
social del Tibet antes de la invasión china en la década
de 1930. Por lo que sé, el Tibet, lejos del idealismo, era
una especie de feudalismo teocrático y tan represivo como
el sistema que existe hoy en día. Por esto, no cabe duda
que el ejército invasor chino tenía algo de apoyo en los
trabajadores y campesinos tibetanos que se oponían a este
orden.
Dicho esto,
la mayoría de nosotros estaría de acuerdo en que el Estado
chino tiene poco o nada de comunista, en el sentido auténtico
del término, y se ha vuelto, en cualquier caso, tan
capitalista como occidente. La actual situación en el
Tibet, así como en el interior de Mongolia–Uighurstán
(Turkestán oriental, en la provincia de XinJiang, nota del
traductor)–Manchuria (posiblemente en Manchuria, ya que no
he oído de algún movimiento de independencia y desconozco
la actual situación ahí), en mi opinión, puede entenderse
desde la revolución china, cuando republicanos, comunistas
y anarquistas derrocaron a la feudalista dinastía Qing.
Pese a los
esfuerzos anarquistas por encauzar la lucha de los obreros
de todas etnias en contra de sus opresores feudales y
burgueses, los republicanos y los comunistas fueron capaces
de presentar el conflicto como entre la minoría manchú,
origen étnico de la dinastía Qing, y la mayoría Han. Este
hecho, conjuntamente al conflicto constante ente japoneses y
chinos, así como la recurrente descripción del pueblo Han
como los "enfermos del sudeste asiático" –Dong
Ah Bang Fu–, deben haber llevado al desarrollo de una
ideología reaccionaria de supremacía Han, según mi opinión,
una opinión que, dado lo preliminar de mis estudios sobre
la historia china, me impide llegar a conclusiones
definitivas. La historia de mi pueblo me ha sido negada por
las escuelas eurocéntricas de Hong Kong. El sentimiento de
que el pueblo Han necesitaba justificarse en contra de su
subordinación, debe haber conllevado el deseo de dominar a
los otros grupos étnicos de la región.
Esto se
expresa en el etnocidio cultural ocurrido en partes de
China. Recuerdo un viaje al interior de Mongolia, por tren,
y haber visto que los mongoles habían perdido su lengua. No
encontré a nadie que pudiera leer la antigua caligrafía
mongola, ni los escritos en los muros de los templos, etc.
Las historias de esta etnia y sus libros han sido quemados,
en un retorno a la quemazón de historia y filosofía que no
fuera Qin, por el emperador Qin Shi Huang. Más aún, un
gran número de Han han sido llevados como colonos a estas
regiones, al igual que en Papua occidental –Indonesia– o
en Palestina, donde reciben un trato favorable y
privilegiado en cuanto a beneficios económicos. Esta es una
realidad que enfrentan estos pueblos, y es una de las
razones por las que creo que se oponen al dominio chino.
No
olvidemos, tampoco, que occidente también ha cooptado las
protestas de la plaza de Tiananmen, presentándolas como un
movimiento liberal que lucha por una "democracia"
al estilo occidental. En vez de esto, fue un esfuerzo de
estudiantes y obreros en contra del giro hacia las reformas
capitalistas y por la democratización tanto de la economía
como del sistema político. De igual manera, los medios han
intentado presentar la actual lucha en el Tibet como un
impulso hacia una "democracia" occidental con el
Dalai Lama como la figura que lo encabeza.
Yo
apoyo al movimiento actual por la independencia del Tibet,
porque:
1. No creo
que, en realidad, pueda revertirse hacia el Estado feudal.
Debiéramos tener una perspectiva histórica sobre este
asunto. Mucho ha cambiado desde la década de 1930 y no creo
que la clase trabajadora permita semejante escenario;
2. El
imperialismo cultural y político ha sido una realidad en el
Tibet y los tibetanos tienen derecho a la auto–determinación;
3. Creo que
es más factible una revolución en un Tibet independiente.
Sería
interesante conocer otras opiniones sobre este asunto.
Descontento
de proporciones olímpicas
Por
Antoaneta Bezlova
Inter
Press Service (IPS), abril 2008
Pekín.–
A medida que se extiende en China la explosión de
descontento entre las minorías, el problema constituye una
seria amenaza para los líderes comunistas, mucho más grave
que las penurias en materia de relaciones públicas en vísperas
de los Juegos Olímpicos de Beijing, según analistas
locales.
El gobierno
reconoció que en los últimos días suprimió una protesta
de la importante minoría uighur, de habla turca y
predominantemente musulmana, que vive en la noroccidental
provincia de Xinjiang.
Los
disturbios ocurrieron el 23 de marzo, en coincidencia con
una gran operación militar para reprimir disturbios
protagonizados por los habitantes tibetanos de las
provincias que limitan con Xinjiang al este y al sur.
"Un
pequeño número de elementos trataron de incitar al
separatismo, crear disturbios en el mercado e incluso
incitar a las masas a la rebelión con el engaño", señaló
una declaración del gobierno regional de Hotan. Se dice que
más de 100.000 personas estaban en el atiborrado mercado
cuando se produjo el intento de sublevación.
Hotan,
ubicada en el borde austral del desierto de Taklamakan, es
una ciudad donde los uighurs se han alzado frecuentemente en
protesta, con especial virulencia en 1954, a fines de los años
60 y en 2001.
Muchas de
sus quejas son un espejo de las planteadas por los
habitantes de Tíbet, región himalaya ocupada militarmente
por China en los años 50, quienes protagonizaron a mediados
de marzo una serie de demostraciones en la capital, Lhasa, y
otras partes del territorio. Se estima que la represión
china dejó alrededor de 140 muertos.
Tanto los
tibetanos como los uighurs afirman que la autonomía de la
que supuestamente gozan es apenas simbólica, ya que todas
las decisiones políticas importantes son tomadas por el
Partido Comunista Chino y todos los puestos de conducción
importantes en su estructura regional están en manos de
dirigentes de origen chino.
Aunque los
uighurs representaban 90 por ciento de la población de la
región en 1949, cuando los comunistas tomaron el poder,
ahora constituyen menos de la mitad.
La zona es
rica en recursos, particularmente petróleo, lo que la ha
convertido en el centro de la campaña de Beijing para
desarrollar sus atrasadas provincias occidentales. El
gobierno ha tratado de apaciguar Xinjiang con su clásica
receta que combina el crecimiento económico con un férreo
control político.
Pero el
constante flujo de migrantes de otras partes de China,
sumado a las tácticas de mano dura de Beijing para
controlar las prácticas religiosas, han fomentado el
resentimiento de los uighurs.
Los líderes
comunistas chinos han argumentado durante mucho tiempo que
la región es un "nido" de separatistas que
reclaman la independencia y un blanco de actividades
terroristas por parte de grupos islamistas radicalizados.
Luego de
los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y
en Washington, Beijing presentó su lucha contra los
separatistas de la etnia uighur como parte de la
"guerra contra el terrorismo". El gobierno
argumentó que varios centenares de uighurs han recibido
entrenamiento por parte de la milicia islamista Talibán en
Afganistán.
El jefe del
Partido Comunista de Xinjiang, Wang Lequan, utilizó una
entrevista televisiva, el 10 de marzo, para enviar una dura
amenaza a quienes intenten utilizar las tensiones étnicas
con el fin de "sabotear" los Juegos Olímpicos que
comenzarán el 8 de agosto en Beijing.
"Sin
importar la nacionalidad, sin tener en cuenta de quién se
trate, los agitadores, separatistas y terroristas serán
aplastados. No existe la menor duda acerca de esto",
afirmó.
Las
noticias sobre la represión de las protestas en Xinjiang se
conocieron cuando la antorcha olímpica llegaba a Turquía
en su recorrido.
En una
inusual alianza, grupos de derechos humanos uighurs, con
sede fuera de China, se unieron en sus protestas contra
Beijing. Manifestantes que entonaban consignas antichinas se
hicieron notar en la ceremonia de recepción de la llama olímpica
en Ankara. Al menos seis activistas fueron arrestados por la
policía turca.
"La
intención de los saboteadores es muy clara. Alterar el
recorrido de la antorcha olímpica, que pertenece a los
pueblos de todo el mundo, es una flagrante provocación al
espíritu olímpico y un descarado desafío a los pueblos
del mundo", argumentó este jueves la portavoz del
Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Jiang Yu.
Analistas
independientes creen que el desafío para las autoridades de
Beijing no se limita a responder a las críticas a su
historial en materia de derechos humanos, a los que
describen como un intento de enlodar la imagen internacional
de China en vísperas de los Juegos Olímpicos.
Lo que está
en juego, advierten, es el control del gobierno central
sobre las rebeldes regiones occidentales del país.
"Las
protestas que ahora vemos son el resultado de la negativa
del Partido Comunista a reconocer la falacia de sus campañas
antiseparatistas", dijo Wang Lixiong, escritor y académico
radicado en Beijing que ha viajado extensamente por Xinjiang
y Tíbet.
"Hubo
protestas en el pasado y habrá más en el futuro si el
gobierno no asume la realidad y modifica su enfoque",
agregó.
Otro
analista, que pidió no revelar su identidad, dijo a IPS que
no se había registrado un movimiento tan fuerte hacia la
autodeterminación desde fines de los años 80.
En ese
momento, dirigentes de orientación liberal como Hu Yaobang
(secretario general del Partido Comunista Chino desde 1980
hasta 1987) y Zhao Ziyang (quien desempeñó el mismo cargo
entre 1987 y 1989, cuando cayó víctima de una purga política),
promovieron la democratización y un enfoque más amigable
hacia las minorías étnicas.
Aunque la
mayoría de los chinos disfrutan un nivel de libertad
personal sin precedentes desde que los comunistas tomaron el
poder hace 59 años, el partido es impiadoso con quienes se
atreven a desafiar su férreo control político.
Beijing ha
rechazado los pedidos de organismos internacionales de
derechos humanos para que otorgue una real autonomía a las
minorías étnicas.
"Xinjiang
practica una política de autonomía étnica regional. Las
minorías étnicas no sólo disfrutan de los mismos derechos
que la mayoría han, sino también algunos derechos
especiales según la ley", dijo Jiang Yu.
En vistas
del aumento de las protestas, las autoridades chinas
elevaron el tono belicoso de su retórica, denunciando a los
manifestantes como traidores.
"Aquellos
que no aman a la madre patria, no están calificados para
ser considerados seres humanos", dijo el jefe del
Partido Comunista en Tíbet.
Los
responsables de las agencias de seguridad interna chinas
acusaron al Dalai Lama, líder espiritual de Tíbet y premio
Nobel de la Paz 1989, y a sus seguidores, de adoptar métodos
"terroristas" y planificar "ataques
suicidas", según el portavoz del Ministerio de
Seguridad Pública, Wu Heping.
|