Sri Lanka encierra en campos a 300.000 tamiles
Por Elisa Reche
Enviada especial a Colombo, Sri Lanka
Público.es, 23/05/09
El
Gobierno rodea con alambradas los campos de desplazados por
la guerra e impide salir a los civiles que se hacinan en
ellos. La ONU denuncia que se le impide el acceso a estos
centros
La paz no ha traído consuelo para los 300.000 tamiles desplazados por la
guerra en Sri Lanka. Si durante la ofensiva final entre el
Ejército ceilandés y los Tigres Tamiles, los civiles
estaban abandonados al fuego de la artilleria aérea,
llegada la paz el Gobierno ha impuesto restricciones
draconianas a las organizaciones humanitarias. Unos
organismos que intentan en vano acceder a los campos para
proporcionar a los refugiados lo más básico, de lo que
casi todos ellos carecen: comida, agua, ropa y los cuidados
médicos que muchos de ellos necesitan de forma urgente.
"No podemos entrar en coche en la zona de los campos, que es inmensa, y
tampoco personal. Así no se puede trabajar", se
lamenta un trabajador de una organización humanitaria en la
localidad septentrional de Vavuniya, donde se encuentra el
grueso de los desplazados. "Incluso hemos limitado la
ayuda alimentaria, pues estas condiciones son inaceptables.
Quieren evitar a toda costa que tratemos con los
desplazados", continúa el cooperante.
Sin
alimentos
La Cruz Roja suspendió la distribución de suministros el pasado miércoles
a raíz del bloqueo impuesto por el Gobierno. El peregrino
motivo esgrimido por las autoridades de la antigua Ceilán
para paralizar la llegada de ayuda internacional a los
campos fue que los desplazados se encontraban
"aturdidos" por el tráfico de vehículos.
"Los refugiados, a quienes les falta comida, agua y sólo llevan encima
la ropa puesta, ahora resulta que están preocupados por el
tráfico", ironiza el cooperante, que prefiere
mantenerse en el anonimato.
Una de las principales preocupaciones de las organizaciones humanitarias es
que los desplazados tamiles se encuentran hacinados en los
campos. Cada tienda acoge al doble de personas de su
capacidad y existe una importante carencia de agua,
alimentos y equipos sanitarios.
Pero si las condiciones materiales preocupan, lo que ha hecho sonar las
alarmas de las organizaciones de socorro es que los
desplazados están literalmente presos en los campos.
En flagrante violación de las leyes internacionales, la población tamil no
se puede mover de unos centros, a los que se ha rodeado de
altas vallas de espino como si fueran cárceles. El Gobierno
ceilandés prohíbe los movimientos a los refugiados porque
sospecha que unos 3.000 guerrilleros tamiles escaparon a la
ofensiva del Ejército infiltrados entre los civiles que a
duras penas lograron huir de la guerra.
Entre los desplazados, hay además 80.000 niños, la mitad de los cuales
sufre malnutrición, según datos de Unicef. También hay
muchos heridos algunos con horribles mutilaciones a causa de
los bombardeos aéreos llevados a cabo por el Ejército.
Las epidemias ya están comenzando a propagarse entre los refugiados. La ONG
Oxfam denunció ayer un creciente número de casos de
hepatitis, sarampión, diarrea e infecciones entre los
desplazados debido a las pésimas condiciones sanitarias.
"Existe mucha frustración entre quienes llevan tres o
cuatro semanas en los campos. Se encuentran en estado de
shock. Esperamos una revuelta de un momento a otro", señala
el trabajador humanitario.
El proceso al que las autoriades ceilandesas han bautizado como screening;
el cribado de los tamiles en busca de guerrilleros
infiltrados plantea además otra dificultad: la demora en la
reubicación de las 300.000 personas que se hacinan en los
campos.
Atrapados
dos años
El jueves, el Gobierno ceilandés dijo que los desplazados se quedarían
donde están dos años. Ayer rectificó, tras reunirse con
representantes del Gobierno indio, y redujo el tiempo a seis
meses.
"No creo que puedan concluir todo el proceso en seis meses. Quizás
comiencen el proceso de reasentamiento en seis meses y a ver
cuándo terminan", indicó una fuente de la ONU.
Desminar la región del Vanni, escenario de la ofensiva
final, será la primera tarea en manos del Gobierno.
Por si este panorama no bastara, la Coalición para Detener el Uso de Niños
Soldado ha denunciado el secuestro de menores de los campos
por parte de grupos paramilitares que apoyan al Ejército.
Estos grupos son quienes parecen estar al cargo de la búsqueda
de los rebeldes infiltrados. Se cree que son responsables de
nuemerosas desapariciones y secuestros.
El secretario general de la ONU, Ban Ki–moon, tiene previsto visitar hoy
uno de los campos de refugiados. Pretende obtener del
Gobierno garantías de acceso a los campos de desplazados.
Unos lugares que ya muchos consideran, más que de
refugiados, de detenidos.
Revelaciones en el diario británico The Times
El Ejército de Sri Lanka mató a más de
20.000 civiles desde abril
Agencia EFE, 29/05/09
Londres.– Más de 20.000 civiles han perdido la vida en los últimos
combates de la guerra civil en Sri Lanka, en su mayoría
como consecuencia de los disparos de artillería de las
tropas gubernamentales, según ha denunciado hoy el diario
británico The Times.
Según documentos a los que ha tenido acceso el rotativo, entre ellos
fotografías aéreas, de las que publica algunas, el ejército
srilankés lanzó una durísima ofensiva a finales de abril
que duró unas tres semanas y que se cobró la vida de miles
de civiles.
Documentos confidenciales de las Naciones Unidas a los que también ha
tenido acceso el periódico revelan que cerca de 7.000
civiles han fallecido en la zona de alto el fuego hasta
finales de abril.
Fuentes de la ONU ha asegurado que a partir de ese momento aumentaron las
muertes de civiles con una media diaria de 1.000 hasta el 19
de mayo, día en que resultó muerto Velupillai Prabhakaran,
líder de los Tigres Tamiles.
Campo
de refugiados
Estas cifras concuerdan con los cálculos del padre Amalraj, un sacerdote
católico que huyó de la zona de alto el fuego el 16 de
mayo y que está ahora con otros 200.000 supervivientes en
el campo de refugiados de Manik Farm.
Las autoridades de Sri Lanka han manifestado que sus fuerzas suspendieron el
uso de artillería pesada el 27 de abril y respetaron la
zona de alto el fuego donde habían encontrado refugio
100.000 civiles tamiles, muchos de ellos mujeres y niños.
Además, han culpado a los Tigres Tamiles de todas las víctimas
ya que, según las autoridades, los rebeldes se habían
ocultado entre la población civil.
Una de las fotografías publicadas por el diario muestra la destrucción de
un campo de refugiados, mientras que en otras aparecen los
emplazamientos de los Tigres Tamiles cerca de ese
campamento.
Fuego
de mortero y artillería
Expertos militares independientes que han analizado docenas de fotografías
aéreas obtenidas por The Times han afirmado que por las
posiciones respectivas de las fuerzas gubernamentales y de
los rebeldes tamiles, parece muy improbable que el fuego de
mortero y la artillería de estos últimos causaran un número
elevado de muertes.
Charles Heyman, director de la revista Armed Forces of the UK, ha señalado
que lo más probable es que el fuego principal viniera de
los morteros y otras armas del Ejército srilankés.
Un portavoz diplomático del país ha negado en Londres las acusaciones del
periódico y ha dicho que "si han muerto civiles es por
las acciones de los rebeldes que se dedicaron a matar a
quienes trataban de escapar".
Sri Lanka celebra haber eludido una investigación
por crímenes de guerra
Por M. Gunasekera
Gara, 29/05/09
Sri
Lanka celebraba ayer su victoria diplomática en el Consejo
de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra, donde
escapó de una posible investigación por crímenes de
guerra durante su ofensiva contra los Tigres tamiles, una
decisión que levantó un clamor de indignación.
Colombo, Sri Lanka.– –La resolución especialmente clemente con Sri
Lanka aprobada el miércoles en sesión extraordinaria por
el Consejo de Derechos Humanos de la ONU fue acogida con
enorme satisfacción por el Gobierno cingalés. El texto,
que alaba la política de las autoridades de Colombo
respecto a los miles de tamiles desplazados, le insta a
realizar «esfuerzos» en materia de derechos humanos y sólo
aborda las violaciones de derechos humanos cometidas por la
guerrilla, sin mencionar ninguna investigación por crímenes
de guerra. Esta declaración suscitó un clamor de indignación
entre las organizaciones que trabajan en el ámbito de la
defensa de los derechos fundamentales.
El ministro cingalés para los Derechos Humanos, Mahinda Samarasinghe,
presente en Ginebra, aseguró que «se han reconocido los
esfuerzos del presidente para erradicar el terroris– mo y
el éxito de la mayor operación del mundo de rescate de
rehenes». «Es un mensaje muy claro –dijo–: la
comunidad internacional apoya a Sri Lanka».
El titular de Asuntos Exteriores, Rohitha Bogollagama, se jactó de lo que
consideró «un gran éxito en términos de relaciones
internacionales» que demuestra que su país tiene «un
amplio apoyo en el mundo».
Al inicio de los debates en Ginebra, la Alta Comisionada de la ONU para los
Derechos Humanos, Navy Pillay, había reclamado una «investigación
internacional, independiente y creíble (...) para comprobar
las circunstancias, naturaleza y amplitud de violaciones de
los derechos humanos y del derecho internacional humanitario»
tanto por parte del Ejército cingalés como de la guerrilla
tamil.
Fue ella la primera en advertir, en marzo, que «algunas acciones de los
militares y de los Tigres tamiles podrían ser consideradas
crímenes de guerra y contra la humanidad» y fueron estas
denuncias las que motivaron la sesión extraordinaria del
Consejo sobre Sri Lanka.
Asociaciones humanitarias acusaron al Ejército de bombardear a civiles y al
LTTE de utilizarlos como «escudos humanos» entre enero y
abril, acusa– ciones que ambos negaron. La ONU calcula que
en cuatro meses fallecieron 7.000 civiles tamiles y 300.000
desplazados se encuentran confinados en campos controlados
por el Ejército.
Afrenta
de Colombo
Varias organizaciones que trabajan en la defensa de los derechos humanos
expresaron su indignación por la resolución del Consejo de
la ONU, que la consideran una afrenta infligida por Colombo
y sus aliados a la comunidad internacional.
Estas organizaciones denunciaron el «doble rasero» de quienes impulsaron
el texto aprobado, que son más o menos los mismos que se
movilizaron en enero a favor de una sesión extraordinaria
sobre Gaza con motivo de la ofensiva israelí, al considerar
que los civiles estaban atrapados en la zona de combates.
Human Rights Watch (HRW) calificó de «mensaje de felicitación» la
resolución y señaló que la coalición que la impuso «minó
el objetivo mismo» de este órgano, que es reunirse ante
situaciones urgentes. Criticó que ni siquiera expresara su
preocupación respecto a los centenares de miles de personas
que «sufren una detención indefinida en los campos del
Gobierno».
La ONU volvió a pedir el acceso sin restricciones a los 44 campamentos de
desplazados internos ubicados en Vavuniya, Mannar, Jaffna y
Tricomalee, tras reiterar su preocupación por el bienestar
de los miles de civiles tamiles recluidos en ellos, unos
290.000.
Separados
de sus familias, los tamiles se desesperan en los campos
Una joven madre tamil refugiada en un campamento en el norte de Sri Lanka
muestra la fotografía de su hijo herido en la cabeza y
desaparecido desde el final, hace diez días, de la ofensiva
militar contra la guerrilla del LTTE. Las familias
desesperadas son legiones en el gigantesco campo de Manik
Farm, donde 170.000 tamiles viven hacinados en condiciones
deplorables, privados de libertad de movimientos salvo para
acudir a los hospitales, ociosos y, sobre todo, separados de
sus seres queridos.
A principios de mayo, en plenos combates, Shrivachandran Jeyshan, de dos años,
sangraba abundamente de la cabeza y fue entregado a los
soldados, que prometieron a sus padres llevarlo a curar. «Ayúdenos
a encontrar a nuestro bebé», pide su padre, Ratnam Rasiah,
a un periodista de France Presse, mientras su mujer, sentada
a su lado, solloza.
Otra refugiada, A. Jalini, asegura que su marido y su hija adolescente
fueron detenidos y llevados a una prisión militar a
mediados de mes, tras escapar milagrosamente de la zona de
guerra. «Los soldados dijeron que eran sospechosos de
pertenecer al LTTE», se lamenta. El Gobierno cingalés
anunció el martes tener detenidos a 9.100 presuntos ex
guerrilleros.
Este campo de desplazados es, según la ONU, «el más grande del mundo», y
está vigilado por el Ejército y rodeado de altas
alambradas de espino. Las autoridades recluyeron a 300.000
refugiados en lo que llama «pueblos de ayuda». Las
entradas las custodian guardias armados.
«Es como una prisión a cielo abierto», asegura Jayakumar Rajaduraï, un
agricultor tamil que señala a los soldados protegidos por
parapetos hechos con sacos de arena.
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