La
moda del cambio llega a Japón
Por
Txente Rekondo (*)
La
Haine, 05/09/09
Si
la obamanía, y la campaña “por el cambio” en EE.UU se
convirtió en un modelo que muchos políticos aprovecharon
estos meses por todo el mundo, la cosa no podía ser
diferente en las recientes elecciones japonesas. La mayoría
de los análisis inciden en la “hora del cambio” que ha
llegado a Japón tras el abrumador triunfo del Partido
Democrático de Japón (PDJ), que ha puesto fin a cincuenta
y cinco años de gobiernos del Partido Liberal Demócrata (PLD).
Tras
el recuento, hemos visto cómo no se han producido
sorpresas, y los resultados finales han confirmado lo que la
mayoría de los medios de comunicación locales venían
anticipando en la campaña electoral.
Tras
las elecciones, la fotografía política del nuevo
parlamento japonés nos deja la mayoría del PDJ, que ya ha
anunciado su disposición a mantener acuerdos para formar un
gobierno con otras dos fuerzas políticas, el Partido Social
Demócrata (PSD) y el Kokumin Shinto (Partido Nuevo del
Pueblo), a pesar de que éste último ha visto reducida su
presencia parlamentaria y algunos de sus máximos dirigentes
no han logrado escaño.
En
el otro lado de la balanza encontramos a los grandes
derrotados, la fórmula del gobierno saliente ha castigado
duramente a sus protagonistas. El PLD está roto, y
necesitará tiempo e importantes cambios internos para poder
recuperarse. Su aliado hasta la fecha, el partido Nuevo
Komeito, también ha sufrido un importante varapalo,
perdiendo un tercio de sus escaños, y colocándole en una
difícil tesitura de cara al futuro.
Entre
ambos grupos, podemos encontrar a otras formaciones políticas
que también han logrado representación. Así, el Partido
Comunista de Japón (PCJ), ha logrado mantener su
representación, y se sitúa como la cuarta fuerza del
parlamento nipón, por detrás de él un abanico de partidos
pequeños o regionales, donde destaca el Minna no Tō
(Tu Partido), que formado hace unos meses a raíz de una
escisión del PLD, ha logrado cinco escaños, y muchos
apuntan a que mantiene grandes similitudes con el PDJ.
En
Japón estamos asistiendo a un cambio de políticos en el
gobierno , pero la percepción de la mayoría de la población
es que el sistema político que ha dominado el país desde
hace décadas, permanecerá sin cambios. El lema adoptado
por el vencedor, el PDJ, Seiken kotai (cambio de régimen),
se quedará con casi toda probabilidad en un cambio del
partido político en el gobierno, pero sin variar los ejes
centrales que han marcado la forma de gobernar en Japón
estos años.
La
base triangular del sistema, la élite política, los burócratas
y los grandes empresarios, pondrán las cosas muy difíciles
ante cualquier intento serio para acabar con el status quo
actual. En este sentido es muy interesante repasar las
aportaciones financieras que el propio PDJ ha venido
recibiendo de los grandes grupos y corporaciones
empresariales de Japón, lo que ha permitido en el pasado a
esos círculos financieros controlar la política,
desmantelar los avances en legislación laboral o recortar
los servicios públicos.
Las
políticas gubernamentales en Japón han estado dominadas
por esos estrechos lazos entre los protagonistas
mencionados. Como ejemplo valga observar las demandas de
algunas empresas en 1997 para “que el gobierno reduzca los
impuestos a las corporaciones”, a las que el gobierno dio
salida, bajando las mismas cerca de un ocho por ciento ese
mismo año. O en el 2002, cuando Toyota logró mayores
rebajas fiscales por “sus esfuerzos en investigación y
desarrollo”. Si hasta la fecha el PLD ha recibido la mayor
parte de donaciones empresariales, el PDJ tampoco se ha
quedado atrás, y si a todo ello añadimos la compleja red
empresarial y política en torno a la familia del próximo
primer ministro, Yukio Hatoyama (a la que los medios locales
definen como los Kennedy de Japón), no se antoja difícil
predecir en qué quedará el cambio en la política del país.
Una
de las grandes incógnitas es cómo va a llevar a cabo el
PDJ todas sus propuestas programáticas . Antes de nada
conviene remarcar que ya durante la misma campaña
electoral, el manifiesto del mismo estaba sumido en grandes
vaguedades, probablemente en aras de lograr un consenso
dentro del propio partido y sobre todo en clave pragmática
(algunos ven en esta orientación la influencia de los
antiguos militantes del otrora poderoso Partido Socialista
de Japón).
EL
PDJ es una suma de diferentes ideologías e intereses, donde
deben convivir desde los grupos más conservadores que
apuestan por revisar la política nuclear nipona (los
llamados principios no nucleares, que marcan que Japón no
puede construir, no puede poseer ni permitir presencia de
armas nucleares en su territorio), hasta el sector más
“progresista”, opuesto a cualquier modificación del artículo
9 de la constitución.
Las
facciones también son una constante dentro de este partido.
El grupo centrado en políticas económicas, ligado a
sectores empresariales; los antiguos miembros del PLD también
forman su facción; los militantes del difunto PSJ, con
influencia de los sindicatos del sector público; los que
proceden del PSD, apoyados por sindicatos del sector
privado; así como nuevos militantes, de una generación más
joven y sin antecedentes en la política.
Una
de las figuras claves del triunfo del PDJ es Ichiro Ozawa .
Este camaleón político parece que ha logrado uno de sus
objetivos, acabar con el gobierno del PLD, y ahora podría
estar afrontando su nuevo reto, convertir a Japón en un
sistema bipartidista, basado en distritos unipersonales.
Ozawa ha logrado reformar el partido, con cerca de la mitad
de candidatos en los distritos nuevos en política (formados
y financiados por el propio Ozawa) y con tan sólo el 10,4%
de los diputados “heredando escaño” (por un 46,5% del
PLD), y probablemente haya logrado que su peso dentro del
PDJ haya aumentado, con una facción más poderosa que puede
condicionar al futuro gobierno.
Durante
estos años, en Japón cuando la situación económica era
boyante, los sueldos de los trabajadores no aumentaban, no
se beneficiaban de la llamada “expansión económica”.
Ahora la situación ha empeorado, el trabajo eventual ocupa
a una tercera parte de los trabajadores, y mantener el
puesto fijo se ha convertido en una difícil tarea. La
pobreza ya es un asunto muy real en Japón.
Las
cifras de desempleo son las más altas de la historia
reciente, afectando sobre todo a los sectores más jóvenes,
mientras que los mayores asisten preocupados a la fragilidad
y dificultad del sistema público de pensiones. La población
nipona ha asistido al recorte de los servicios médicos y
sociales, a la disminución del presupuesto para asistencia,
y cómo la reforma de pensiones se ha convertido en todo un
fiasco.
Si
en base a ello no es de extrañar que la campaña electoral
se haya centrado en la economía, no podemos olvidarnos de
otros temas que el PDJ ha preferido no profundizar y que en
los próximos meses pueden ser claves. Ambos están
relacionados con la política exterior nipona y tiene a
EE.UU como protagonista. Son muchas las voces que llevan
tiempo rechazando un Acuerdo de Libre Comercio con
Washington, pues tendría funestas consecuencias para la
agricultura de Japón, sobre todo para el sector arrocero. Y
por otro lado está el rechazo que genera también el
llamado “pacto secreto” que permite a los barcos
estadounidenses estar en territorio nipón con armas
nucleares, violando la legislación local, pero con el
beneplácito de la clase política.
Dos
fechas se presentan como importantes en el escenario político
del país, a finales de año, cuando se cumplan los cien
primeros días del nuevo gobierno y éste tenga que
materializar su paquete de medidas económicas y el próximo
verano, con las elecciones a la Cámara Alta. Mientras
tanto, podemos afirmar que estas elecciones más que un sí
al PDJ han sido un no al PLD.
(*)
Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)
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