La profunda y creciente interpenetración entre las
colosales economías de Estados Unidos y China las erige en
protagonistas insoslayables para el devenir de la crisis
mundial. Hasta ahora, el ahorro chino financió el brutal déficit
estadounidense; pero esa situación, que encadena de algún
modo a ambos países, no puede prolongarse y exige alcanzar
un difícil reequilibrio.
Los bancos de inversión estadounidenses crearon en 1990
los Hedge Funds (fondos gestores de riesgo) como mecanismo
para evadir cualquier tipo de regulación estatal. Quince años
después llegaba a las 3.300 entidades al sumarse al pelotón
los bancos comerciales.
George Soros declaraba ante la Justicia de Estados Unidos
en 2008 que su compañía formaba parte de otros 8.000
Hedges que movían 1,5 billones de dólares (millones de
millones) de activos propios y el 30% del mercado accionario
de la potencia norteamericana (1).
Cómo la capacidad de préstamo de estas entidades era y
es de 50 a 60 veces por cada dólar de patrimonio, dada la
inexistencia de control alguno, estos fondos apalancaban
unos 90 billones de dólares de "aire". Es decir,
casi el doble del Producto Bruto (PBI) mundial. Éste era y
es el corazón del sistema de los derivados, préstamos
sobre préstamos de todo tipo, que operaciones cruzadas
mediante llegaron a la sideral suma de unos 400 billones de
dólares (2).
Estimaciones más precisas que la de Soros elevaban a
9.284 la cantidad total de Hedges, de los cuales quebraron
y/o cerraron 1.471 en 2008 (3).
Frente a esto, tomando los bancos comerciales con activos
superiores a los 300 millones de dólares, estos totalizan
1.750 entidades y 11 billones de dólares, con 78 bancos
quebrados desde principios de 2008 hasta el pasado mes de
agosto, y otras cien entidades en situación altamente
inestable. Es decir que la quiebra financiera central es la
de los Hedge Funds, por cantidad y monto, y recién después
viene la de los bancos. ¿Dónde fue a parar el dinero del
salvataje financiero estatal? A financiar los pagos de las
quiebras de los Hedge por medio de la capitalización de los
bancos. Sucede que el sector financiero de Estados Unidos
pasó de generar e15% del PBI y representar el 7,5% de las
ganancias empresariales totales en 1983, a generar el 8% del
PBI y representar el 40% de los beneficios empresariales
totales en 2007 (4).
Y mientras muchos se fijan en los escandalosos honorarios
de los brokers bancarios frente a los homeless, otros, sin
olvidarlo, anotan que ahora no hay bancos de inversión, ya
que se han convertido en bancos comerciales, y que los ahora
grandes bancos comerciales-inversión vienen apagando el
incendio financiero creando encima los Dark Funds (Fondos
Oscuros). Fondos que haciendo gala de su nombre no
contabilizan de forma tradicional las operaciones de Bolsa:
son ya 40 y mueven el 9% del mercado bursátil (5). Por otra
parte, gracias a la contabilidad "creativa" que
les permitió anotar al 100% de su valor en sus balances préstamos
que en realidad valían en el mercado un 40% de su valor
nominal, muchos bancos empiezan hoy a mostrar ganancias.
Pero en muchos casos, ni siquiera eso lo explica. Por
ejemplo, el Citigroup. Cuenta la leyenda que la división
materias primas de su banca comercial-inversión alquiló
buques tanque, los llenó de petróleo comprado en el
mercado spot cuando el barril Brent estaba a 40 dólares,
los ancló frente a la costa de Escocia y luego, cuando el
barril tocó los 60 dólares, vendió (6).
La descomunal emisión de Estados Unidos y su dólar
barato licúan las reservas chinas.
Ergo, sólo la especulación más increíble -que se ha
vuelto uno de los rasgos dominantes de la actual fase del
capital financiero- puede explicar el grueso de las
ganancias bancarias, ante un desempleo monstruoso en EE.UU.
del 16,5% y una economía real en recesión.
El escenario chino
A principios de los años noventa, el sistema bancario
chino estaba compuesto por el Banco Popular de China -el
Banco Central-, cuatro bancos comerciales estatales grandes
-Industrial & Commercial, Consstruction Bank, Agrícola
y de China-, once bancos comerciales medianos de los cuales
uno era privado -Minsheng- y un centenar de bancos
comerciales regionales, producto de la fusión de miles de
cooperativas y sociedades de inversión rurales y urbanas
que la reforma alentó. A fines de esa década, entre los
errores arrastrados anteriores a la reforma, donde los
bancos subvencionaban los déficits permanentes de las
empresas estatales, y los nuevos frutos de la creciente
mercantilización, la cartera incobrable era de 320.000
millones de dólares, un 34% de los préstamos totales (7).
Así, el sistema bancario estaba quebrado, y en octubre de
2001 el Estado contaba tan solo con 200.000 millones de un dólares
de reservas.
En este contexto, China buscó el capital y la gestión
foránea de los bancos extranjeros. Se creó un matrimonio
de conveniencia. A cambio de capitalizar los grandes bancos
estatales, los chinos autorizaron a los bancos extranjeros a
invertir un máximo del 25% del valor líquido de los bancos
y del 20% para cada inversor en particular. La avalancha de
compras no se hizo esperar. El HSBC británico entró en
tres entidades. El UBS la suizo, el Royal Bank of Scotland y
hasta el Fondo Soberano del gobierno de Singapur (Tomasek
Holdings) entraron con Goldman Sachs en el Banco de China.
El Bank of America compró en 2005 el 8% del Construction
Bank, y dentro de los bancos provinciales, en compras más
baratas, el francés BNP Paribas adquirió el 20% del Banco
Comercial de la ciudad de Nankín. La lista siguió hasta
nuestros días, en que el Bank of America, con el 11% del
paquete accionario, es el segundo inversor del Industrial
& Commercial Bank of China (ICBC), que es el banco más
grande del mundo por capitalización bursátil y depósitos
(8).
En 2004 los bancos extranjeros con inversiones en China ya
eran 62, y existían además 211 representaciones en el país.
Tres años después, y al compás de la crisis hipotecaria
estadounidense, el Fondo Soberano China Investment Corp
compró el 9,9% de Morgan Stanley en EE.UU., y el ICBC abría
oficinas en Nueva York, haciendo patente la
internacionalización de la banca china. Hoy sus cuatro
grandes bancos comerciales, que otorgan dos tercios de los
créditos en el país, emplean a un millón y medio de
personas y cuentan con 70.000 sucursales, de las cuales
24.000 corresponden al Banco Agrícola; forman parte de la
crema del pelotón de los bancos más grandes del planeta y
son los más rentables, aún en medio de la crisis
financiera global. Al compás de ésta, las ganancias
mundiales de los bancos cayeron un 85% el año pasado, pero
de los cinco bancos más rentables, tres fueron chinos: el
ICBC, con 21.300 millones de dólares, el China Construction
Bank y el Bank of China, con 17.500 y 12.600 millones de dólares
de beneficios respectivamente (9). En síntesis, la crisis
mundial nos muestra un Estados Unidos que le ha sumado los
Dark a los Hedge y una rentable banca china que se
internacionaliza con parte de Wáll Street adentro. Ante
este panorama, bien cabe preguntarse: ¿Cuáles son, todavía,
los dos sectores más explosivos de EE.UU. y China?
La guerra como respuesta
El ascenso como potencia de Estados Unidos desde fines del
siglo XIX en adelante ha estado signado por su militarismo.
Frente a cada crisis importante, el país ha recurrido a la
guerra bajo un keynesianismo militar como forma de
resolverla. Crisis en 1948: Corea. Crisis en 1965-66:
Vietnam~ Crisis en 1982 y 1987: "Guerra de las
Galaxias". Crisis en 2000-2001: Irak. ¿Y la crisis de
2007-2009?: Por ahora, Afganistán. Esto ha llevado a que
con el tiempo, la producción más importante de EE.UU. sea
el armamento y su logística: alimentos, bebidas, uniformes,
vehículos, aviones, etc. El presupuesto militar, aprobado
sin chistar, ha sido para 2009 de 612.000 millones de dólares,
que más otros reajustes últimos se eleva a unos 700.000
millones de dólares, cifra un poco menor al acaloradamente
discutido primer paquete de salvataje del presidente Obama
por 787.000 millones de dólares (10). Esto implica que,
anualmente, el complejo militar-industrial gasta el
equivalente a lo que valen las petroleras Exxon y
Petrochina, primera y segunda compañías del mundo, más
Microsoft juntas. O sea, es la principal super-empresa del
mundo, por "facturación" y empleo. Además, las
30 principales universidades estadounidenses tienen a ese
complejo como su cliente clave, con lo cual la ciencia y la
tecnología están orientadas en función del mismo.
Claro está, para este complejo la salida ideada para la
crisis mundial es más guerra.
Comparativamente, el ascenso de China como potencia viene
siendo pacífico desde que terminó su conflicto con Vietnam
en 1979. La beligerancia china viene por el lado de la
Bolsa, que es el gran actor de la apertura. Fue prácticamente
ayer, en 1990, cuando China funda la Bolsa de Valores en
Shanghai, y en 1991 en Shenzhen. Su función central fue
abrir las empresas estatales al capital privado y crear un
mercado de capitales basado en el crédito extranjero. En
2007 eran 1.503 las empresas que concurrían a ellas, con más
de 72 millones de pequeños ahorristas. La Bolsa creció
como un globo, entrelazándose con la furiosa especulación
inmobiliaria a través de empresas cotizantes como Real
Estate, o bancos hipotecarios como el Construction Bank.
Especulación enmarcada dentro de los ciclos inmobiliarios
chinos, que tienen la característica de ser de muy corta
duración. Pasan del auge a la crisis muy rápidamente, en
función del volumen de la oferta de terrenos del Estado,
propietario del suelo, y de la oferta de créditos de los
bancos. Entre 2000 y 2005 se vivió un boom inmobiliario. El
76% de los créditos bancarios de Shanghai, el eje de la
nueva China, estaban aplicados a bienes raíces (11).
En mayo de 2007 la construcción llegaba en toda China a
su clímax y la Bolsa seguía inflándose, hasta caer ambas
poco tiempo después. Esto es importante, porque significa
que en China la burbuja inmobiliaria tiene por alma gemela a
la burbuja bursátil, más que en Estados Unidos. En el
fondo, la crisis inmobiliaria y bursátil afectó
profundamente a los dos países, aunque por ahora con
distinta resolución. A fines de 2007 el valor del m2 de una
vivienda tipo era de 1.250 dólares en Shanghai y de 14.000
dólares en Nueva York. En agosto de 2009 el m2 de Shanghai
subió a 1.500 dólares y el de Nueva York bajó a unos
11.000 dólares (12). La explicación está en el destino de
los paquetes de estímulo fiscal de los dos países: el de
EE.UU. se dedicó a socorrer un sistema bancario quebrado;
el de China a cambiar de modelo.
Devaluar el dólar, revaluar el yuan
Simplificando mucho, puede decirse que la economía
mundial reciente, hasta la crisis, funcionaba bajo un patrón
donde los bajos salarios chinos compensaban el aumento del
precio del petróleo, y el fuerte déficit comercial de
Estados Unidos tenía como contrapartida las altas reservas
de China. El ahorro chino financiaba el consumo de EE.UU.
comprando sus bonos del Tesoro. Al hacerse insostenible en
el tiempo ese desfasaje, la cuestión fue restablecer el
equilibrio. Los chinos debían aumentar su consumo y los
estadounidenses comprar menos y ahorrar más, para lo cual
era preciso devaluar el dólar y revaluar el yuan. En rigor
de verdad, eso es lo que se fue haciendo desde julio de
2005, cuando China, que tenía atado el yuan al dólar,
comenzó su lenta revaluación, pasando de 8,3 yuan por dólar
a los 6,8 actuales. Una revaluación del yuan del 22%. En la
misma línea, la tasa de ahorro de los estadounidenses pasó
de ser negativa en un 0,5% del PBI en 2005, a ser casi un 7%
positiva en mayo pasado. En apariencia todo va cerrando.
China queda atrapada como acreedora: si vende masivamente
los bonos estadounidenses pierde una importante cantidad de
dinero en relación a su inversión original por la caída
del precio de esos bonos, y con ello caería el dólar como
moneda, revaluándose más aun el yuan.
En consecuencia, en salvaguarda de evitar una apreciación
de su moneda y protegiendo así sus exportaciones y con ello
su modelo mercantilista, China compró más bonos del Tesoro
de EE.UU. durante la crisis, pero -dato a tener en cuenta-,
en proporción cada vez menor en relación a sus reservas.
Ocurre que el default de California es un antecedente
peligroso, y la descomunal emisión de Estados Unidos y su dólar
barato licuan las reservas chinas. Licuación agravada
porque tiene que pagar cerca de un 15% más sus
importaciones de Europa y Japón pagadas en euros y yenes, y
que irán creciendo más, al ampliar su mercado interno como
motor sustituto de la caída de sus exportaciones. ¿Hacia dónde
ir entonces? En 1987, EE.UU. salió de su crack gracias al
financiamiento de Japón que, ocupado militarmente, compró
masivamente sus bonos. Dos años después, cuando explotó
la burbuja inmobiliaria-bursátil nipoona, Japón se encontró
con que no tenía los fondos para enfrentada. Su crisis
lleva ya 19 años y tuvo que elevar su endeudamiento hasta
el 185% del PBI. Hoy China tiene, en medio de la crisis
mundial, otra burbuja inmobiliaria-bursátil. Los 585.000
millones de dólares de estímulo fiscal, destinados a la
ampliación del mercado interno, se han transformado a través
del multiplicador bancario, sólo durante el primer semestre
de este año, en créditos por 1,1 billones de dólares,
casi el 24% del PBI. Menos de la cuarta parte fue destinada
a infraestructuras (autopistas, ferrocarriles); una cifra
similar se dedicó a créditos para el consumo, lo que
explica la explosión de ventas de automóviles que se
registra este año, que alcanzará a 10 millones de
unidades. Se estima que el resto fue al sector de bienes raíces,
reiniciando un ciclo de la construcción, y a la Bolsa (13).
Ésta, en Shanghai, subió un 75% de diciembre a julio
pasados, cuando empezó otra vez a caer, en medio de la
reunión en Washington en la que China presionó a Estados
Unidos para que deje de emitir y con ello devaluar más el dólar.
Esto muestra que la autopista Washington Beijing tiene dos
manos: China es la banquera y acreedora de EE.UU., pero
tiene dentro 600.000 empresas extranjeras que se radicaron
con la apertura, invirtiendo unos 1,1 billones de dólares
en el país, Bolsa incluida. A su vez, mientras que el
paquete fiscal de EE.UU. es emisión pura y bonos, el de
China por el contrario tiene 30% de fondos públicos y 70%
de financiamiento bancario, que se suma a una deuda
corporativa de 3,7 billones de dólares. Con lo cual la
deuda china empieza a ser otro problema más en la crisis.
Así las cosas, mientras China busca no imitar al Japón de
1987 y Washington frena la máquina de imprimir billetes, el
consumo chino no reemplaza al de Estados Unidos. Washington
no puede seguir financiando dos guerras (Irak y Afganistán);
una banca en terapia y que especula más y más; un déficit
fiscal inmanejable; la necesidad de reconvertir su industria
y modernizar su envejecida infraestructura (basta recordar
la tragedia del huracán Katrina y al ejército mexicano
dando de comer a las víctimas); a una población carcelaria
equivalente a casi la población total de Noruega y Panamá
juntas (14) y, además, mantener el liderazgo de la carrera
espacial, del consumo de drogas y de la contaminación del
mundo. En este cuadro, ha proletarizado con la crisis a
buena parte de su clase media y generado 15 millones de
desocupados.
En China, el intento de un sistema productivo, no
especulativo, basado en empresas estatales, ha dejado como
saldo social de la apertura la proletarización de unos 300
millones de campesinos, el surgimiento de una clase media de
250 millones de personas, 345.000 millonarios, 21 millones
de desocupados y una Bolsa explosiva (15). El resultado, por
ahora, es que China compra menos bonos y sale de shopping a
comprar tierras y empresas que le garanticen materias
primas, petróleo y minerales, para evitar que la ampliación
del mercado interno tenga cuellos de botella por falta de
abastecimiento. Mientras, Estados Unidos sigue extrayendo
ahorro del mundo a través de las filiales de sus empresas
para reconvertir su industria y amplía sus bases militares.
Con billones de derivados aún en el aire en todo el mundo
como telón de fondo, las relaciones EE.UU.-China siguen aún
con final abierto, mientras chocan en el Sudeste Asiático,
Latinoamérica y África...
(*) Investigador del Instituto IGE, Buenos Aires.
1 Hedge Fund Research (Chicago) y Bloomberg, 13-11-08.
2 Ver Carlos Rivas, "Una brecha estructural", Le
Monde diplomatique, ed. Cono Sur, noviembre de 2008.
3 Bloomberg, 18-3-09.
4 'The global economic crisis: systemic failures and
multilateral remedies", UNCTAD, 2009.
5 The Economist, Londres, mayo de 2009.
6 www.cotizalia.com/cache/2009/0l/09
7 Eugenio Bregolat 0biols, ex embajador de España en
China, en "China, cómo se saneó la banca", La
Vanguardia, Barcelona,30-3-09.
8 www.elperiodico.com,
5-10-05,y Libertad Digital, 21-6-09.
9 The Banker, junio de 2009, www.thebanker.com
10 B1oomberg.
11 "Shanghai's Bubble Pops", Economist's
View, 8-1-06.
12 Informe 2007, Sol Consulting, y sobre datos de BNP
Paribas Real State.
13 Basado en Reuters, 10-8-09 y 14-8-09, Y Xlnhua, varias
notas.
14 Incluye a presos más los que están en libertad
condicional y controlada: www.global.net. mayo de 2005 y
Jean Guy Allard: kaosenlared.net
15 Estimado sobre datos de "Economía de China",
Buró Nacional de Estadísticas de China, e informe CIIC,
26/1/05, Xinhua, 26-9-07 y 30-7-09.