Nashua, New Hampshire, EEUU.– La escalada de tensión entre China y
Estados Unidos se elevó aún más ayer luego de que el
presidente norteamericano, Barack Obama, confirmó que
planea reunirse con el exiliado líder espiritual del Tíbet,
el Dalai Lama, pese a que apenas horas antes el gobierno de
Pekín había advertido que esa reunión "socavaría
gravemente" las relaciones entre ambos países.
La confirmación se conoció luego de que la venta de armas de Estados
Unidos a Taiwan y los ciberataques a la versión china del
buscador online norteamericano Google enturbiaran los vínculos
entre ambas potencias, que atraviesan su peor momento desde
el cambio de mando en la Casa Blanca.
"El presidente [Obama] dijo a los dirigentes chinos durante su último
viaje [a Pekín] el año pasado que se reuniría con el
Dalai Lama y eso es lo que piensa hacer", explicó el
vocero Bill Burton a bordo del Air Force One, durante un
viaje del mandatario a Nashua.
El líder tibetano tiene planeado iniciar el 16 del actual en Washington una
visita de diez días a Estados Unidos.
"El Dalai Lama es una figura religiosa y cultural respetada en el mundo
entero, y es como tal que el presidente se reunirá con él",
precisó Burton. "Para ser claro: Estados Unidos
considera que el Tíbet forma parte de China. Nos preocupa
la violación de los derechos humanos, por la forma en que
los tibetanos son tratados. Llamamos al gobierno chino a
proteger las tradiciones culturales y religiosas únicas del
Tíbet", agregó el vocero.
Apenas un par de horas antes, Zhu Weigun, responsable del Partido Comunista
Chino para las etnias y los asuntos religiosos, había
advertido que una reunión de Obama con el Dalai Lama
"socavaría gravemente las relaciones" con la Casa
Blanca. Pekín acusa al jefe religioso tibetano de
separatismo:
"Nos oponemos a cualquier intento de una fuerza extranjera de
interferir con las cuestiones internas chinas usando como
pretexto" al Dalai Lama, añadió Zhu. Las relaciones
entre el gobierno chino y el Dalai Lama "son una cuestión
interna de China", insistió.
"Si el líder de Estados Unidos elige en esta oportunidad reunirse con
el Dalai Lama, eso dañará la cooperación y la confianza
entre nuestros dos países. ¿Cómo ayudará eso a Estados
Unidos a superar la actual crisis económica?", amenazó.
En la última visita del Dalai Lama a Estados Unidos y en un gesto hacia
China, Obama no se reunió con el Nobel de la Paz; fue el
primer presidente estadounidense que no le concedió ese
privilegio al líder tibetano. Sin embargo, luego el
mandatario estadounidense envió una delegación
gubernamental a Dharamsala, sede del gobierno tibetano en el
exilio, y ahora prometió un encuentro.
Por otra parte, y en otra señal de tensión, el vocero del Ministerio de
Relaciones Exteriores chino, Ma Zhaoxu, ratificó ayer que
Pekín avanzará con sanciones contra las empresas
estadounidenses que vendan armas a Taiwan, algo que
Washington definió anticipadamente como injustificado.
El viernes pasado, el Pentágono estableció un acuerdo de más de 6400
millones de dólares para la venta de armas a Taiwan, en
especial misiles Patriot, y naves y helicópteros Black Hawk.
La venta de armas se llevará a cabo si el Congreso
norteamericano no expresa oposición en un plazo de 30 días.
China, que considera que Taiwan es parte de su territorio, suspendió de
inmediato sus intercambios militares con Estados Unidos.
Daño
profundo
Ma sostuvo ayer que la venta de armas a Taiwan produce un daño profundo a
los intereses de China, por lo cual deberá imponer las
"sanciones correspondientes".
"Las relaciones en lo que hace a las grandes cuestiones internacionales
o regionales serán inevitablemente influenciadas y Estados
Unidos es enteramente responsable", manifestó el
vocero de la cancillería, en lo que pareció una alusión a
las negociaciones nucleares con Irán o con Corea del Norte.
"Nosotros pedimos firmemente a las sociedades implicadas retirarse y no
formar parte de la venta de armas a Taiwan", agregó.
Entre las empresas que pueden ser alcanzadas por las sanciones se encuentran
Sikorsky Aircraft, Lockheed Martin, Raytheon y McDonnell
Douglas, todas con negocios ligados fuertemente a las
actividades militares estadounidenses en el mundo. El apoyo
de Estados Unidos a la líder huigur Rebiya Kaader, el
proteccionismo comercial, el cambio climático, los derechos
humanos, la revaluación del yuan o el reciente conflicto
entre Pekín y la compañía estadounidense Google son otros
de los asuntos espinosos que han dificultado las relaciones
bilaterales.
Pese a los roces recurrentes, anoche, vocero del Departamento de Estado,
Philip Crowley, dijo que las diferencias podrían
solucionarse "a través del diálogo continuo" que
ha impulsado el gobierno de Obama.
Obama enoja otra vez a China,
esta vez por el Dalai Lama
“El
fin de semana pasado la potencia occidental había
despertado la ira del gigante asiático –y las sanciones
contra Washington– al anunciar la venta de 4600 millones
en armas a Taiwan, la isla que China aún reivindica como
propia.”
Estados Unidos volvió a hacer enojar a China. A pesar de las advertencias y
las presiones del régimen comunista, el presidente Barack
Obama ratificó ayer su reunión con el Dalai Lama para la
tercera semana de este mes. “El Dalai Lama es una figura
religiosa y cultural respetada en el mundo entero, y es como
tal que el presidente se reunirá con él”, explicó uno
de los voceros de la Casa Blanca, Bill Burton. No es la
primera vez que el líder tibetano visita a Washington y al
presidente de ese país, pero la noticia esta vez llegó en
un momento de especial rispidez entre los dos gobiernos.
El fin de semana pasado la potencia occidental había despertado la ira del
gigante asiático al anunciar la venta de 4600 millones en
armas a Taiwan, la isla que China aún reivindica como
propia. La respuesta de Beijing en esa oportunidad fue
inmediata, el presidente Hu Jintao ordenó suspender toda la
cooperación militar bilateral con Washington e imponer
sanciones a las empresas estadounidenses que participen de
la venta de armas a la isla.
Ayer la acción de Estados Unidos produjo una reacción inmediata, pero a
nivel de la retórica. “Si el dirigente estadounidense
elige ese momento para recibir al Dalai Lama, ello amenazará
con seguridad la confianza y cooperación entre China y
Estados Unidos. ¿Qué tan útil sería eso para Estados
Unidos para controlar la actual crisis financiera?”,
amenazó el viceministro del Frente Unido en el Comité
Central, Zhu Weiqun. La indirecta fue muy clara. Hace años
que la China comunista es la principal tenedora de bonos del
Tesoro norteamericano, en otras palabras, el principal
acreedor del país más poderoso del mundo.
Beijing aún no puede disputar el poderío militar y político de Washington
en la mayoría del globo, pero sí puede hacer peligrar su
economía. El costo de un derrumbe financiero estadounidense
sería muy caro para el régimen comunista, pero sí podría
darle una reprimenda inundando el mercado internacional de
bonos del Tesoro norteamericano, lo que bajaría de
inmediato los precios y colocaría a la Casa Blanca entre su
galopante déficit fiscal y la pared.
Es difícil pronosticar si China iría tan lejos como para inundar los
mercados de todo el mundo con bonos o dólares –lo que
crearía una inestabilidad global aún más grande–, pero
por ahora el gobierno comunista no tiene reparos en
utilizarlo públicamente como una amenaza, a dos semanas de
la llegada del Dalai Lama a la capital norteamericana.
La Casa Blanca esquivó el tema y simplemente recordó que Obama ya le había
avisado a su par chino, Hu Jintao, de la reunión con el líder
tibetano durante su visita del año pasado en Beijing. El
gobierno tibetano en el exilio, en cambio, salió a
responderle de frente al bureau chino. “Estados Unidos
apoya el punto de vista del Dalai Lama, que considera que la
cuestión del Tíbet debe ser resuelta en el marco de la
Constitución china. No hay, pues, razones que sostengan el
argumento chino de que tal encuentro dañaría las
relaciones entre China y Estados Unidos”, explicó el
vocero Thubten Samphel.
Públicamente el Dalai Lama y su gobierno en el exilio, en India, no reclama
la independencia, como sostiene Beijing, sino una amplia
autonomía dentro del Estado chino. “El asunto fundamental
que debe ser resuelto es la aplicación fiable de una
autonomía genuina que permita al pueblo tibetano gobernarse
de acuerdo con sus propias necesidades”, aseguró ayer el
enviado especial del líder tibetano para las negociaciones
con las autoridades chinas, Lodi Gyari.
El representante del líder espiritual había terminado recién una nueva
ronda de diálogo con el bureau central comunista. En 2002
se crearon mesas de negociación entre el gobierno chino y
las ex autoridades tibetanas, a partir de las presiones
internacionales. Sin embargo, ocho años después aún no se
registró ni un avance. Los tibetanos reclaman un
autogobierno dentro del Estado chino y China los acusa de
separatistas.
La situación tampoco ha variado entre el gigante asiático y Estados
Unidos. Para el primero, el Dalai Lama es sólo una excusa
para que Washington opine sobre política interna china.
Para el segundo, el líder tibetano es un referente
internacional de la lucha por la libertad religiosa.