Bangkok.- La violencia en las
calles por enfrentamientos entre manifestantes opositores y el ejército
recrudeció ayer y causó la muerte de ocho personas, con lo cual la cifra de
víctimas fatales en las últimas 48 horas se elevó a 24, situación que puso
a Tailandia al borde de la guerra civil y llevó a varias embajadas a evacuar
a su personal.
Un líder
opositor alertó sobre el deterioro de la situación
"La situación es casi
de guerra civil", dijo Jatuporn Prompan, uno de los líderes de los
"camisas rojas", opositores del gobierno del primer ministro Abhisit
Vejjajiva, al que acusan de ilegítimo por haber llegado al poder mediante
pactos parlamentarios y con el apoyo del ejército.
El premier, en tanto, afirmó,
en un discurso difundido por televisión, que el gobierno no puede "ceder
y permitir que quienes violan la ley y proveen de armas a los militantes
enfrenten al gobierno", y aseguró que el ejército continuará con la
operación que comenzó el jueves, que consiste en "asfixiar" y
aislar a los miles de manifestantes que levantaron barricadas en el corazón
financiero de Bangkok.
El área ocupada por los
"camisas rojas" fue declarada zona franca por el gobierno, lo que
implicó la prohibición de acceso a civiles, periodistas y camiones que
transportan alimentos y bebidas. Días atrás, se había cortado el suministro
de agua y electricidad en la zona.
Vejjajiva, quien expresó su
tristeza por los trágicos enfrentamientos, consideró que la "mejor
manera" de evitar nuevas víctimas es "poner fin a la manifestación".
La oposición, sin embargo, advirtió que continuará con la lucha "hasta
que el gobierno asuma su responsabilidad" por las muertes ocurridas.
El secretario general de la
ONU, Ban Ki-moon, manifestó su "creciente preocupación" por la
crisis tailandesa. También lo hicieron Singapur, China y los Estados Unidos.
Los enfrentamientos, los más
graves en el país desde el "mayo negro" de 1992, dejaron desde
marzo 54 víctimas fatales y más de 1200 heridos.
Represión
del Ejercito a los “camisas rojas”:
16 muertos
Bangkok.–
La violencia en Tailandia no cesa, y la posibilidad de una solución
pacífica para la crisis parece cada vez más lejana. En un nuevo
enfrentamiento entre el ejército y los manifestantes opositores, por lo menos
16 personas murieron y 125 resultaron heridas, ayer en el centro de Bangkok.
Los incidentes más graves se
registraron a media mañana, cuando los militares dieron orden de avanzar
sobre el campamento que los "camisas rojas" (opositores) levantaron
en una avenida céntrica de la capital, en un operativo que buscaba terminar
con la protesta que lleva más de dos meses.
Los disparos, las granadas y
los explosivos lanzados entre ambos bandos comenzaron horas después de que
las fuerzas de seguridad, apoyadas por vehículos blindados, dispersaran a los
manifestantes con cañones de agua, gas lacrimógeno y balas de goma para
recuperar el control de las zonas ocupadas.
Los opositores consideran que
el gobierno que lidera el primer ministro Abhisit Vejjajiva es ilegítimo por
haber llegado al poder mediante pactos parlamentarios y con el apoyo del ejército.
Los "camisas rojas"
son, en su mayoría, seguidores del ex premier Thaksin Shinawatra, depuesto en
un golpe militar, en 2006. Shinawatra cobró popularidad entre campesinos y
trabajadores urbanos con programas de microcréditos y salud pública.
Tras diez días de tregua en
los que prevalecieron las negociaciones entre el primer ministro y los
"camisas rojas", la situación se tornó caótica. Dos sucesos
fueron los desencadenantes: anteayer, Vejjajiva retiró la oferta de llamar a
elecciones anticipadas, a cambio de la disolución del movimiento de
protestas. Unas horas después, Khattiya Sawasdiphol, uno de los líderes de
la oposición, recibió un disparo en la cabeza y, según informó el director
del hospital donde está internado, "sus posibilidades de sobrevivir son
muy débiles".
Los enfrentamientos entre
fuerzas gubernamentales y opositores provocaron ya 37 muertos y más de mil
heridos. Se estima que estos sucesos son los más graves en Tailandia desde
1992, año en que ocurrió el denominado "mayo negro", una masiva
protesta contra el gobierno del general Suchinda Kraprayoon, que duró tres días,
y en la cual murieron más de 50 manifestantes.
A raíz del recrudecimiento
de la violencia, el gobierno extendió anteayer a otras 15 provincias el
estado de emergencia que rige desde hace un mes en Bangkok. Las embajadas de
Estados Unidos, Japón, Gran Bretaña, Nueva Zelanda y Holanda, que se
encuentran en la zona de protesta, se vieron obligadas a cerrar sus puertas
ante la escalada de violencia.
Tras los enfrentamientos, que
duraron todo el día, tres periodistas resultaron heridos. Dos de ellos,
tailandeses, recibieron disparos en las piernas; un periodista canadiense
recibió impactos en la pierna, el abdomen y la muñeca, y se encuentra muy
grave.
Un líder opositor declaró
que Abhisit "ha emprendido una guerra civil" y pidió al gobierno
que "retire al ejército y detenga la violencia".
El rey de Tailandia, Bhumibol
Adulyadej, de 82 años, no se ha pronunciado aún sobre el conflicto.