En el vasto repertorio de
expresiones con que los chinos designan la agitación
popular, ninguna es más sensible que "qiyi",
rebelión. Después de todo, en China hubo dinastías
imperiales que cayeron a raíz de levantamientos campesinos,
y la sola mención de la palabra los remite a un cambio
calamitoso. Pero esta palabra explosiva ahora cobra
actualidad, por lo menos en algunos estratos sociales de la
capital de la segunda mayor potencia económica del mundo.
En una tarde de este otoño boreal,
mientras los nuevos ricos del país brindaban con champán
con los millonarios estadounidenses Bill Gates y Warren
Buffett en una residencia de estilo francés en las afueras
de Beijing, campesinos de las aldeas vecinas reclamaban sus
tierras.
"Ellos tomaron nuestras tierras
para construir esta mansión. La tierra era todo lo que teníamos",
mientras que "ellos" poseían dinero y casas, dijo
Xiong Shaoping, quien se gana la vida reparando bicicletas.
"La gente está enojada porque éste
es un país comunista y deberíamos ser todos iguales. Si
las cosas no cambian habrá una rebelión y las personas
como yo querrán tener su parte también", agregó.
Xiong no siente la necesidad de
explicar quiénes son "ellos". Los nuevos ricos de
China no tienen reparos en hacer ostentación de sus bienes.
Conducen Rolls Royces y Bentleys, viven en barrios cerrados,
compran lujosos relojes a granel y son custodiados por
guardaespaldas.
En el paraíso comunista hay 875.000
millonarios en dólares, y sus edades promedian los 39 años,
según una Lista de Ricos que anualmente compila la
consultora Hurun.
China tiene la segunda mayor población
de millonarios del mundo, luego de Estados Unidos. Alrededor
de 130 chinos ricos tienen más de 100 millones de dólares.
Donde mejor se ve esta riqueza es en la
creciente demanda de bienes lujosos. En 2010, China superó
a Estados Unidos como segundo mayor mercado de lujos, y se
prevé que para 2015 hará lo mismo con Japón.
La mayor parte de este dinero se generó
durante los últimos 30 años, después de que China se
embarcó en una serie de reformas económicas. Los ricos se
volvieron más ricos a medida que la sociedad igualitaria de
Mao Zedong (1893–1976) evolucionó de una basada en la
riqueza compartida a otra donde el dinero se concentra en
manos de unos pocos.
Por estos días es palpable el
resentimiento hacia los más adinerados de China. Ya sean
nuevos ricos o descendientes de los revolucionarios y altos
funcionarios del Partido Comunista, la elite económica es
vista con sospechas.
Informes de los medios de comunicación
chinos sugieren que 0,4 por ciento de los 1.200 millones de
habitantes del país poseen 70 por ciento de la riqueza de
la nación.
Además, se cree que la elite económica
oculta ingresos no declarados equivalentes a 1,39 billones
de dólares, es decir 30 por ciento del producto interno
bruto de China en 2008.
El economista Wang Xiaolu, del
Instituto Nacional de Investigaciones Económicas de
Beijing, llevó a cabo el estudio sobre ingresos no
declarados, y sostiene que los mismos proceden de sobornos,
malversación de fondos púiblicos y favores de empresas e
industrias.
No hay límite para el apetito de los
nuevos ricos. Las publicaciones empresariales chinas
aconsejan a inversores que quieren comprar residencias con
viñedos en la sudoccidental localidad francesa de Burdeos y
los guían hacia las propiedades más selectas de los
mercados londinense y neoyorquino. Pero quienes venden esas
publicaciones ganan apenas 134 dólares mensuales.
"Gobierno rico, pueblo
pobre", conjeturó la ciudadana china Er Ni,
propietaria de un pequeño quiosco en el centro de Beijing.
"Quienes tienen dinero pueden comprar cualquier favor,
y para ellos todo es posible. Nosotros sólo podemos leer
sobre algunas cosas en los periódicos", agregó.
Esta realidad de estafar y pagar a
cambio de favores queda clara en una oficina notarial de la
capital. Allí, una mujer ansiosa por sortear la burocracia
a la hora de registrar su tercera propiedad señaló:
"Sólo temo a las cosas que no se pueden comprar con
dinero".
Cada vez se arraiga más la creencia de
que todo trámite puede acelerarse con un soborno. La agente
de bienes raíces Chen Xueli antes llevaba a la oficina
notarial cajas de pastelitos tradicionales "para que
las cosas se hicieran". "Ahora tengo que traer
sobres con efectivo", dijo.
Buena parte de las tensiones sociales
en Beijing se originan en el rencor que les genera a las
personas comunes no poder comprarse una vivienda. En los últimos
dos años, los precios de las propiedades se han disparado
en las ciudades más importantes, a causa de un exceso de
liquidez y de la falta de inversiones alternativas.
Un estudio de la Academia China de
Ciencias Sociales concluyó que 85 por ciento de las
familias urbanas no pueden comprar un apartamento. Pero una
pequeña proporción de los ciudadanos poseen varias casas y
participan en una febril especulación inmobiliaria.
"No apuestan solamente a las
propiedades. Ahora hay burbujas especulativas en el mercado
del arte y en el de las antigüedades también", dijo
Mary Huang, quien trabaja en el negocio de los remates.
En la actualidad, un remate pequeño
permite ganar fácilmente casi 60 millones de dólares,
dijo. "Pienso que esto es demasiado poco realista para
durar", opinó.
Tras inundar la economía con estímulos
monetarios para sortear la crisis financiera, las
autoridades buscan limitar los daños y minimizar el riesgo
de que colapsen los precios de las propiedades, arrastrando
con ellos a la economía y causando un malestar masivo.
Algunos observadores sostienen que
revertir la tendencia hacia una mayor brecha de ingresos y
evitar un levantamiento debería ser la principal prioridad
de los dirigentes.
En septiembre, el presidente Hu Jintao
dijo que China apoya el concepto de "crecimiento
inclusivo", impulsado en 2007 por el Banco Asiático de
Desarrollo. A diferencia del veloz crecimiento que
experimentó China desde los años 80, el inclusivo debe
beneficiar a los pobres y permitir una redistribución de
ingresos.
Pero es probable que las medidas para
sacarles dinero a los ricos enfrenten una dura resistencia
de parte de distintos grupos de interés.
"En Occidente dicen que los ricos
son poderosos. Pero en China quienes están en el poder son
de hecho quienes poseen las mayores riquezas", expresó
Ding Xueliang, cientista político de la Escuela de
Humanidades y Ciencias Sociales de Hong Kong.
"¿Cómo se hace para ir contra un
grupo de personas tan poderosas, que controlan todos los
recursos del país?", preguntó.
Pekín.– Presiones extranjeras para
que revalúe el yuan. Peticiones internacionales de liberación
del disidente chino encarcelado Liu Xiaobo, que el 8 de
octubre fue galardonado con el Nobel de la Paz. Demandas de
intelectuales y antiguos altos funcionarios del Partido
Comunista para que inicie reformas democráticas y ponga fin
a las restricciones a la libertad de información
Pekín vive estos días uno de los
ambientes políticos más agitados desde hace tiempo. Una
situación cuyo efecto sobre el Gobierno es difícil de
conocer en este país de arcanos políticos, pero que sin
duda flotará sobre la reunión anual que ayer comenzaron
los 300 miembros del Comité Central del Partido Comunista
Chino (PCCh) en el más alto secreto.
El cónclave, que durará hasta el
lunes, discutirá el próximo Plan Quinquenal de desarrollo
(2011–2015) y las medidas que se tomarán para disminuir
las desigualdades sociales, que no cesan de crecer a pesar
de que las autoridades fijaron su reducción como prioridad
hace años y que han generado malestar social, con huelgas
en los últimos meses en algunas empresas extranjeras
instaladas en China para pedir mejoras salariales. Se prevé
que el plan continúe las políticas en vigor para impulsar
el consumo interno, depender menos de las exportaciones y
ampliar la red de cobertura social.
El encuentro abre también una fase
delicada para el reajuste de la economía y la sucesión en
la cúpula del partido. A principios de 2013, el presidente,
Hu Jintao, y el primer ministro, Wen Jiabao, deberán ceder
el cargo a sus previstos –aunque no designados–
sucesores, el actual vicepresidente, Xi Jinping, y el
viceprimer ministro, Li Keqiang, respectivamente. Si Xi
Jinping es nombrado vicepresidente de la poderosa Comisión
Militar Central, liderada por Hu, significará que su camino
hacia la jefatura está bien trazado.
No está claro si en la reunión se
abordarán reformas políticas, pese a las expectativas
creadas por las recientes declaraciones de Wen Jiabao, que
ha dicho que las peticiones de "democracia y libertad
se harán irresistibles".
El verdadero protagonista de la reunión
este año es el término "crecimiento inclusivo",
un concepto esgrimido por Hu Jintao y que, según la prensa
oficial, quiere decir "extender los beneficios de la
globalización económica y el desarrollo entre todos los países,
regiones y pueblos, con objeto de lograr un progreso económico
y social equilibrado mediante un desarrollo
sostenible". Es decir, reducir las tremendas
desigualdades sociales y problemas medioambientales creados
por el progreso en las tres últimas décadas.
Para ello, hará falta "restringir
los grupos de intereses creados y hacer cumplir la
ley", según investigadores y diputados citados por los
medios de comunicación chinos, que afirman que "si no
se resuelve el problema de las disparidades de ingresos, se
producirán disturbios sociales". El Comité Central
también tratará cómo mejorar la supervisión del
ejercicio de poder y la transparencia del Gobierno, lo que
implica mejorar el derecho a la libertad de expresión, según
aseguran.
Las demandas de más libertades se han
intensificado tras la concesión del Nobel de la Paz a Liu
Xiaobo. El viernes pasado, más de un centenar de académicos,
activistas y abogados firmaron una carta en la que piden
democracia y la liberación de Liu y otros prisioneros de
conciencia y políticos. En una petición diferente, 23
antiguos funcionarios del partido y responsables de medios
de comunicación oficiales han dirigido una carta abierta al
Gobierno en la que demandan libertad de información.