En
estos tiempos de crisis y tambaleos del capitalismo salvaje,
es más que conveniente contar con supuestos paradigmas que
aparenten que marchamos por la dirección correcta y que
este sistema de desperdicio e impuesto consumismo es el más
conveniente. Por ejemplo, en los cincuentas, Latinoamérica
fue la panacea, luego, en los setentas y ochentas, lo fue
Japón; más tarde, en los noventas, los llamados tigres asiáticos…
y así, nunca ha faltado un “milagro” a seguir.
Actualmente lo es China, que, desde mi punto de vista, se ha
convertido más en una extensa región maquiladora, que en
un innovador, como en los últimos años se ha tratado de
mostrar. Independientemente de los logros que ciertamente ha
alcanzado esa nación, sobre todo gracias a su dócil y
explotada clase obrera, es necesario revisar las debilidades
que se comienzan a ver, a pesar del fuerte control de la
información por parte del gobierno “socialista” chino.
Esa nación asiática principalmente basa su modelo
industrial en la fabricación baratísima
de manufacturas, empleando intensiva y extensivamente su
fuerza de trabajo, imponiéndole modelos fordistas de
armado, con técnicas tayloristas de vigilancia, con tal de
verificar que sus obreros cumplan con una cuota mínima de
eficiencia. Mano de obra semicalificada, además de salarios
mínimos bajísimos, del orden de entre uno a tres dólares
por día, y la casi inexistencia de verdaderos sindicatos
que defiendan los derechos laborales, abundancia de materias
primas baratas, así como leyes laxas, han hecho de China un
paraíso industrial, muy convenientemente explotado por
miles de multinacionales. Éstas, han hallado allí una
nueva manera de contrarrestar la inescapable tendencia de la
decreciente tasa de ganancia que sufre crónicamente el
capitalismo salvaje, con tal de bajar cuanto sea posible sus
costos de producción y seguir compitiendo dichas
multinacionales, como acérrimos enemigos entre sí, por
mercados cada vez más saturados, incapaces de asimilar ya
los altísimos niveles de sobreproducción a los que hemos
llegado, y que sólo con precios más bajos, se puede
alentar en algo el descenso en el consumo generado, irónicamente,
por esa excesiva sobreproducción, que lleva a que se genere
una muy superior oferta en relación con la demanda real de
mercancías. Y es por eso
que se reúnen frecuentemente altos funcionarios chinos y
estadounidenses, como la pasada visita del mandatario chino
a Washington, para verificar las estrategias del capitalismo
salvaje multinacional con respecto a China.
Ello ha
llevado a que actualmente la producción industrial china,
en alrededor de un 60%, se deba a filiales de empresas
extranjeras, la mayoría estadounidenses, las que han
aprovechado con creces tanto las materias primas baratas con
que el gobierno las surte, así como los fuertes incentivos
fiscales que permiten, incluso, que los dos primeros años no
paguen impuestos y que los siguientes dos, sólo paguen la mitad del 33% que se cobra en China como impuesto
sobre la renta. Como señalé, China funciona más como
maquiladora, que como fabricante de todo el proceso de
manufactura de artículos. Eso se puede comprobar si
analizamos las propias estadísticas ofrecidas por sitios
especializados como ETCN en la economía de dicho país. Por
ejemplo, en el año 2005, un 41.5%
de las importaciones hechas fueron de productos
semielaborados (processing trade), tales como componentes y
otros materiales preelaborados, es decir, que sólo se
ensamblan para obtener el producto final, pero
“disminuyeron” a 38.5% in 2007, lo que aparentaría que
se fabrican ya más productos en China, que los que sólo se
ensamblan. Sin embargo, eso se pone en serias dudas si lo
comparamos con las importaciones del llamado “comercio
convencional” (convencional trade), el que ha pasado de un
42.4% en el 2005, a 44.8% en el 2007. Se justifica que el
decremento en las importaciones de productos semielaborados
se deben a “factores tales como condiciones
medioambientales y laborales”. Sin embargo, también ello
se pone en duda, al revisar que el tal llamado “comercio
convencional”, incluye insumos tales como maquinaria y
productos eléctricos, productos de nuevas tecnologías y
tecnología de punta, autos, circuitos integrados, aparatos
automáticos de medición, aparatos de procesamiento, aceite
refinado, autopartes, productos para el diseño y fabricación
de circuitos, petróleo, metales, plásticos, aceite
comestible, acero, cobre y derivados, principalmente. Para
los meses de enero a marzo del año 2008, las importaciones
sólo de productos eléctricos y maquinaria (productos
empleados precisamente para la fabricación), fueron de
37,371 millones de dólares (mdd), comparados con los
$29,368 mdd para el mismo periodo del año 2007, es decir,
crecieron las importaciones de maquinaria y productos para
la fabricación 27.2% en un año, que además ascienden a
27.9% del total de importaciones. Lo mismo sucede con los
productos de nuevas tecnologías y tecnologías de punta,
que fueron de $15,357 mdd en el periodo citado, contra
$12,277 mdd que fueron en esos meses del 2007. Ese rubro
asciende a 11.46% del total de las importaciones. El resto
de los productos semielaborados o completos, sumados,
asciende en porcentaje a un 23.5%, que sumado a los rubros
anteriores, totaliza un 62.86%, mostrando la fuerte
dependencia tecnológica que China tiene del exterior (las
cifras las tomo del sitio web del propio Ministerio de
Comercio Chino). Esas variaciones se explicarían por la
tendencia de muchas empresas extrajeras de fabricar
integralmente sus artículos en China, tanto por exigencias
chinas (que así espera irse apropiando del llamado know-how),
pero también para bajar más aún sus costos de producción,
así que el cambio en importaciones (de artículos
semielaborados al comercio “convencional”), no es
indicativo de que China, en efecto, esté desarrollando cada
vez más tecnología propia, en lugar de maquilar solamente.
Citaré dos ejemplos al respecto, tomados del periódico
chino Economic
Observer. Uno de ellos es la guerra que se ha
establecido entre los proveedores de equipos para la
generación eléctrica, tanto chinos, como extranjeros.
Aunque muchas empresas chinas desarrollaron digamos que
tecnologías “propias” (como señalé antes, más bien
se trata de apropiación
tecnológica, que aunque tiene su mérito, en realidad
no innova o lo hace poco. Ver mi artículo en este mismo
blog: “El outsourcing en R&D”), y lograron bajar el
precio de artículos como cables eléctricos o
transformadores, llegaron hasta un límite, debido, como citó
un experto de la Federación
China de la Industria de la Maquinaria, a que muchas
empresas extranjeras, sobre todo estadounidenses, cuentan
con tecnología eléctrica madura,
es decir, que requiere muy poca investigación para seguir
desarrollándose, pues está muy avanzada ya, en tanto que
las empresas chinas son digamos que “jóvenes” y
necesitan invertir mucho dinero para seguir mejorando sus
equipos, muchos de los cuales se basan en anticuadas
tecnologías. Eso, en efecto, repercute en las ganancias de
las empresas chinas, cuyo talón de Aquiles es que un 80%
son privadas, o sea, se rigen inexorablemente por la ley de
la ganancia capitalista, así que sin ganancias o muy pocas,
muchas quebrarán. Dichas empresas lograron reducir el
precio, por citar un muy demandado producto, de una tonelada
de cable k-1, empleado para las líneas de transmisión, que
antes costaba 10 millones de yuanes ($1,453,488 dólares), a
5 millones de yuanes ($726,744 dólares). Pero las empresas
estadounidenses, justo por la citada madurez (capitalismo
desarrollado, pues), casi de inmediato lo redujeron a 2.8
millones de yuanes ($406,976 dólares), precio contra el que
es imposible competir en las condiciones tecnológicas
actuales de dichas empresas chinas (esto, por otro lado,
muestra la rapiña del capitalismo salvaje, que la mayor
parte de las veces sobrecarga los precios de casi todo lo
que fabrica, con tal de garantizar sus mermantes ganancias).
Además, otro punto en su contra, citó también el experto,
es que aunque las empresas extranjeras sean un poco más
caras, muchos clientes chinos incluso las prefieren, debido
a “que sus servicios y la calidad de sus productos son más
confiables”. Y esto, dicho por un experto chino, es
indicativo de otro gran problema que adolece China: la mala
calidad de la mayor parte de sus productos, pues se trata de
baratijas, que sólo así, con poca calidad, pueden
abaratarse tanto y ser vendidas. Por otro lado, muchos de
los productos identificados como “Made in China”, ya no
lo son tanto, es decir, varios se componen de partes
fabricadas fuera de China y sólo cuando dichas partes son
enviadas a ese país, el ensamblaje final toma lugar. Cito
el ejemplo que dos expertos estadounidenses expusieron hace
poco para demostrar el punto. Estudiaron la fabricación del
teléfono celular creado por la empresa estadounidense
Apple, el IPhone, diseñado totalmente por dicha empresa (es
irónico que aunque en EU se inventen nuevos dispositivos
tecnológicos, que implicarían para ese país un aumento de
sus exportaciones, sean sus propias empresas las que busquen
abaratar los costos de fabricación para aumentar sus
ganancias, manufacturando dichos productos en países como
China u otros). Resulta que los investigadores analizaron el
origen de las partes del citado “gadget”, que cuesta en
EU $178.96 dólares, y hallaron que el 36% de sus
componentes se fabrica en Japón, 17% en Alemania, 13% en
Corea del Sur, 27% en otras naciones, 6% en EU y solamente
el 3.6% se debe al ensamblaje en China. De los 11.3 millones
de aparatos que se vendieron en EU en el 2009, EU habría
aportado en componentes 121.5 mdd, en tanto que China, al sólo
ensamblar dichos teléfonos, el 3.6% citado, contribuyó sólo
con 72.65 mdd, lo que daría un superávit a favor de EU de
48.8 mdd. Y dicen los investigadores que si se tomaran en
cuenta esas consideraciones, el supuesto déficit entre EU y
China se reduciría a la mitad de lo que hoy se estima –
de $226,880 mdd a $113,440 mdd. Lo importante aquí subrayar
es que no se trata de un problema provocado por empresas
chinas ese déficit comercial – medido como sea –, sino
por la tendencia del capitalismo central (el de los países
desarrollados) de deslocalizar
sus operaciones a las regiones “emergentes” (los países
“en vías de desarrollo”), con tal de incrementar sus
decrecientes utilidades. Esa situación la citó justamente
el premier chino Wen Jiabao en septiembre del año pasado en
Nueva York, arguyendo que el citado déficit entre China y
EU está exagerado, pues, dijo, muchas de las exportaciones
chinas son hechas bajo contrato para empresas extranjeras.
“Son empresas extranjeras, incluidas aquéllas
estadounidenses, las mayores beneficiarias de dicho
modelo”, declaró Wen. Lo que demuestra el punto que he
estado discutiendo hasta aquí, que China opera como una
gigantesca maquiladora, al servicio de las grandes
corporaciones mundiales. Quizá por eso es que el
Departamento de Justicia de EU (DOJ) ha endurecido su
llamada ley “Acta de prácticas corruptas en el
extranjero” (Foreign Corrupt Practices Act, FCPA), con tal
de seguir combatiendo y arremetiendo contra las ilegales prácticas
de sus propias empresas, las que mediante compras de compañías
chinas, intentan no sólo abaratar sus procesos de fabricación,
sino, incluso, evadir impuestos (el caso más reciente es el
de la empresa RAE Systems, que comprando acciones de
empresas chinas, pretendió obtener ganancias sin declarar
impuestos). Así que más que culpar a los chinos por el
desequilibrado intercambio comercial entre las dos naciones,
EU debe de culpar a sus ambiciosas, avariciosas
corporaciones, que se estén llevando los empleos tanto de
“cuello azul”, como de “cuello blanco” a ese país y
a otros que cuenten con salarios bajos, gente medianamente
calificada y amplias facilidades fiscales y administrativas
(como a pesar de lo que se diga, también sigue siendo México).
Tomando en cuenta China esas “facilidades” hacia las corporaciones
multinacionales, regiones como Shangai han flexibilizado aún
más sus reglas para la creación de nuevas empresas de las
llamadas “Empresas de capital extranjero” (WFOEs), ya
que se requiere un capital mínimo de $150,000 dólares, de
los cuales, solamente un 15%, $22,500 dólares, se deben de
pagar dentro de los primeros noventa días de la operación
de la empresa, y luego, ese generoso estado les da hasta dos
años para que liquiden el resto de su inversión. Aúnense
a dichas facilidades los también
generosos incentivos fiscales que permiten, incluso, que los
dos primeros años las WFOEs no
paguen impuestos y que los siguientes dos, sólo
paguen la mitad del 33% que se cobra en China como
impuesto sobre la renta, y se comprenderá porque por
algunos años más (no muchos, pues ya se están dando
factores adversos, como más adelante refiero), dicho país
seguirá siendo el paraíso maquilador que el capitalismo
salvaje requiere para subsistir precariamente. Esa flexible
recaudación fiscal ha ocasionado que el gobierno haya
tenido durante el 2009 un déficit gubernamental de 739,700
millones de yuanes ($107,514 mdd), el que sigue creciendo
cada año y es un factor que constituye una fuerte presión
económica, que podría obligar al gobierno a drásticos
cambios que también afectarían el modelo maquilador actual
(tan es una fuerte presión el déficit fiscal, que EU está
quebrado por la enorme deuda gubernamental de un billón 300
millones de dólares que pesa mucho sobre todos los
estadounidenses y es en gran parte responsable de la actual
debacle económica que afecta a todo el mundo).
Y no es
China y su gobierno quienes han diseñado ese, digamos,
“plan de sobrevivencia” del capitalismo central, sino
que es parte de la planificación diseñada por las
corporaciones mundiales dominantes, quienes van imponiendo
sus estrategias de producción, de acuerdo a sus necesidades
de expansión y de ganancia. Así, el llamado BRIC (Brasil,
Rusia, India y China), son parte de la nueva zona de
crecimiento e impulso capitalistas. Como declaró
recientemente Yu Lixin, investigador y académico chino,
“las corporaciones transnacionales impulsaran la
transferencia de la fabricación de las industrias
manufactureras de punta a Brasil, Rusia, India y China”. Sí,
pues esas industrias son las que más mermada tienen la tasa
de ganancia, ya que al emplearse mucho más maquinaria en
relación a la fuerza de trabajo (la llamada composición
orgánica del capital), dicha ganancia disminuye, y la única
forma inmediata de revertir dicha disminución es con mano
de obra barata, menores o nulos impuestos, precios de
materias primas y productos semielaborados más baratos,
principalmente, elementos que sólo en el BRIC, el nuevo
paraíso capitalista, pueden darse (dichos países apuestan,
en mi opinión, a que la aplicación de todas las reglas del
capitalismo salvaje traerán consigo una inmediata elevación
del nivel de bienestar de sus ciudadanos, algo que si
revisamos sus altos niveles de pobreza, como en la propia
China, resulta muy cuestionable. Ya antes, en los 50’s,
con las supuestas políticas de bienestar social y la economía
mixta, se apostó a lo mismo, y aunque los niveles de
pobreza no llegaron a las desastrosas, alarmantes cifras que
el capitalismo salvaje ha generado en la actualidad, no se
acabó con la pobreza).
El otro ejemplo que doy sobre la dependencia tecnológica china, es en
cuanto a su industria farmacéutica. Los medicamentos se
distribuyen entre la población a través de los hospitales,
los cuales son públicos y privados, clasificándose en tres
niveles, los de nivel 3, que son los mejores, hasta los de
nivel uno, que son, digamos, los peores, entre los que están
justamente los públicos. Pero para que los hospitales
adquieran medicamentos, las empresas que los elaboran deben
de asegurarse que, en efecto, funcionen, mediante
experimentación, que puede ir desde tres años, si se trata
de medicamentos genéricos, o hasta diez años, en caso de
ser medicamentos nuevos. Pero entonces, para acortar dichos
tiempos, las empresas farmacéuticas, sobre todo chinas,
sobornan a los directivos de los hospitales, con tal de que
acepten sus productos, en perjuicio de la población
enferma. Varios escándalos han salido a la luz pública
debido a esas cotidianas prácticas. Pero además de la
corrupción, expertos estiman que el mercado de los
medicamentos de “punta”, aquéllos que se venden en los
mejores hospitales, está controlado en un 70% por empresas
extranjeras, tales como Merck Sharp & Dohme, Novartis,
Johnson & Johnson o Pfizer, que son las grandes
ganadoras. Y aunque existen, en efecto, fabricantes chinos
de medicamentos, se trata en su mayoría de los llamados
“genéricos”, es decir, aquellas sustancias cuya
fabricación ya se da en muchos países, debido a que las
patentes originales ya dejaron de tener vigencia y sus fórmulas
son, digamos, de dominio público. Hace poco el gobierno
lanzó una convocatoria para que empresas chinas, sobre
todo, se encarguen de la fabricación de 307 drogas
consideradas como esenciales para el cuadro de enfermedades
más frecuentes, sin embargo, tales empresas temen que los
gigantes farmacéuticos extranjeros les den la batalla y
muchos de ellos ganen los contratos, sobre todo si ofrecen
precios más bajos… ¡o logran “influenciar” a
autoridades locales con sobornos para que les den los
contratos (algo que, como he señalado, es muy común, dados
los altos índices de corrupción que existen en el país
del que alguna vez se enorgulleciera tanto Mao Zedong,
problema que más adelante discuto). Y debido a que China,
por sí sola, representa más de un quinto de la población
mundial, con tantos enfermos que el daño ambiental
producido por el inducido, acelerado crecimiento industrial
(que más adelante analizo), se espera que rinda muy buenas
ganancias a las farmacéuticas transnacionales, ya que en el
2011, el gasto en medicinas ascenderá a cerca de $46,000
mdd, o sea, será el tercer mercado en el rubro de salud,
luego de EU, primer lugar, y Japón, o sea, que estará
China entre los tres países más enfermos. (es justo el tamaño poblacional de China, mediante
el empleo intensivo de su mano de obra, lo que intrínsecamente
ha generado su inducido crecimiento económico y no podía
esperarse menos con 1,300 millones de habitantes).
Y una tercera debilidad que agregaría a la nación china es su cada vez
mayor dependencia alimentaria. Remitiéndome de nuevo a las
cifras dadas por el Ministerio de Comercio Chino, entre
enero y marzo del 2008 se importaron $9,788 mdd de productos
agropecuarios, contra $5609 mdd en el periodo de 2007, un
aumento del 74.5%. De alimentos elaborados, en ese periodo
se importaron $4,580 mdd, contra $2,185 mdd en el 2007, un
aumento del 109.6%. Y en cuanto a aceite vegetal comestible,
también son grandes importadores los chinos, pues en ese
periodo ascendieron las compras a $14,525 mdd, contra $8252
mdd en el 2007. Como se observa, le está apostando más el
gobierno chino a la manufactura, que a la producción de
alimentos, algo que me parece, producir alimentos, muy
estratégico para todo aquel país que desee realmente
desarrollarse y disminuir así la creciente dependencia
alimentaria del exterior, además de que, de acuerdo con
estudios de la FAO, el desarrollo del campo ayuda a
disminuir la pobreza con una eficacia tres veces mayor que
la de otros sectores (esto es realmente para tomarse en
cuenta). Además, con la crisis alimentaria actual, debido a
factores como el cambio climático, la escasez de agua y la
tontería de hacer biocombustibles con granos como el maíz
(ver en este mismo blog mi artículo “Biocombustibles,
imposición transgénica, no alternativa ecológica”), la
imposición de la engordante “dieta occidental” (ver en
este mismo blog mi trabajo “La muy lucrativa, adictiva,
engordante y poco nutritiva comida procesada”), habrá
cada vez menos comida y será más caro adquirirla y de nada
habrá servido la anárquica industrialización china, pues
a fin de cuentas, la gente ingiere comida, no manufacturas
baratas (además, un mundo hambriento es una fuerte causa de
estallidos sociales, como ya ha detonado la presente
hambruna mundial).
Así pues, la tendencia china de invertir e interesarse menos por el campo,
se confirma al analizar reformas como la llamada
“Hukou”, que se está aplicando en la provincia de
Chengdu, que autoriza a los campesinos a cambiar su estatus
de rural a urbano, siempre y cuando renuncien a la propiedad
de sus tierras, por las cuales el gobierno local les dará
lotes en la ciudad. La controvertida medida simplemente está
legalizando esa, muchas veces, fraudulenta práctica,
gracias a la cual, los gobiernos locales que estén ansiosos
de dedicar las tierras rurales localizadas en las
inmediaciones de sus ciudades a proyectos habitacionales o
industriales, se hacen de aquéllas mediante engaños y
miserables pagos a sus dueños, de algunos centavos por
metro cuadrado, que así pierden el patrimonio de toda su
vida, no teniendo otra alternativa que trabajar de obreros o
algún subempleo en la ciudad que los “acoge”. Muchos funcionarios locales ganan puntos para ascensos en sus cargos si ordenan la construcción
de portentosas obras urbanas, como grandes y lujosos
edificios, funcionales malls
comerciales, amplísimas autopistas, modernos parques
industriales… con tal de que se refleje hacia el mundo que
China efectivamente
está teniendo un boom económico y tecnológico.
Así que tan rápida conversión de tierras rurales a
urbanas tendrá sus consecuencias en el mediano plazo, una
de ellas, que crezcan las importaciones alimentarias y que
China sea vulnerable al control y condiciones que los
vendedores de dichos productos, como EU, impongan. Pero lo más
grave, como dije, que una población hambrienta no puede
dominarse ni con todo el autoritarismo que el gobierno chino
esté dispuesto a aplicar. Nada es para siempre.
Me
referí arriba al excesivo crecimiento poblacional chino,
gracias al cual, cuenta dicho país con el
factor más importante para la perpetuación del sistema de
explotación salarial tan necesario para el capitalismo
salvaje: sus más de 280 millones de trabajadores
industriales, los que cobran en promedio tres dólares
diarios o menos por su trabajo, de medianamente calificado a
meramente repetitivo, gracias a los procesos fordistas y
tayloristas que mencioné antes que se han implantado. Eso
ha logrado establecer lo que en la jerga económica se
conoce como el “Made in China price”, o sea, el que las
grandes corporaciones buscan para abaratar sus costos de
producción y seguir siendo “competitivas” en la guerra
a muerte que muchas de ellas enfrentan entre sí. Sin
embargo, actualmente se está dando una tendencia en contra
de esa ventaja
salarial. El gobierno chino, quizá para aparentar que
en realidad le preocupan los mal pagados obreros de su país
(además, para evitar potenciales estallidos sociales, de
los que no está exento en un cercano futuro, pienso), hizo
saber mediante el diario China Daily el pasado 4 de enero,
que está exigiendo a través de la oficialista Federación
Nacional China de Uniones de Trabajadores (ACTFU algo así
como la AFL-CIO estadounidense o la CTM mexicana), legislación
que haga obligatoria la creación de sindicatos, así como
la negociación salarial, pues dicha federación ha
reconocido que en las zonas en donde “existe dicha
negociación salarial, los salarios son 15% más altos que
en sitios en donde no existe”. Obviamente que esa ley será
sólo aplicada a las empresas privadas, aclaró la ACTFU
(por supuesto, pues el gobierno prefiere que la justicia
recaiga en el sector privado, sin que se cuestionen ni
afecten sus autoritarias, manipuladas estructuras de poder).
Además, como en toda economía capitalista, que China lo
es, se están ya dando problemas de inflación y precios
elevados, sobre todo de rentas o costos de viviendas. Citó
el diario dos casos por los cuales los salarios deben de ser
elevados. Uno de ellos es que tanto en Hong Kong, como en
Shangai, los precios de la rentas y viviendas son los
mismos, pero en Hong Kong los empleados y obreros ganan diez
veces más que sus contrapartes chinas. El otro dramático
ejemplo que dio fue que se entrevistó a un pobre obrero de
una empresa ensambladora de laptops, quien declaró que él
nunca podría comprarse una de tales computadoras, pues su
precio de venta, $360 dólares, equivale a ¡cuatro meses de
su raquítico salario! Y es que China, como ya he comentado,
es muy buscada por sus obreros baratos, más que por sus técnicos
o profesionistas. Eso lo demuestra el hecho de que mientras
escasean los puestos laborales para estudiantes recién
egresados de las universidades (hace poco asistieron 10000
profesionistas en busca de trabajo a una feria del empleo,
pero sólo 2000 lo consiguieron), abundan para los obreros,
aunque muchos de estos obreros no están ya tan dispuestos a
trabajar por miserables salarios. Éste es el tipo de
problemas que podrían generar tensiones y estallidos
sociales en ese país, como señalé arriba. Y depende del
gobierno en que simule una apertura o realmente la permita,
con tal de que el nivel de vida de sus obreros mejore, pero
ello implicaría que China dejaría de ser muy atractiva
para el capitalismo salvaje y las corporaciones extranjeras,
y eso sale de su estrategia de crecimiento, que es la de
permitir la aplicación total de las leyes capitalistas
(sobre todo del capitalismo salvaje a ultranza), esperando
una intrínseca elevación del nivel de vida de su población,
algo que dentro del capitalismo es simplemente incompatible.
Esto lo demuestra el hecho de que, de acuerdo con estadísticas
chinas, el número de familias para las cuales el ingreso
anual disponible ha ido creciendo, es cada vez menor. Por
ejemplo, en el año 2007, sólo 17% de las familias urbanas
contaban con un ingreso anual de 14,000 yuanes ($2,035 dólares),
pero para el 2008, aunque el ingreso anual subió a 16,000
yuanes ($2,325 dólares), el porcentaje de familias urbanas
que lo tienen fue de sólo 14%. Y entre las familias
campesinas es peor el ingreso anual disponible, pues sólo
un 14.8% de ellas percibió 4,700 yuanes ($684 dólares) en
el 2008. Y estas cifras demuestran la gran disparidad en la
concentración del crecimiento económico chino, pues sólo
una minoría de la población, tanto urbana, como rural,
obtienen esos ingresos anuales, pero también demuestra las
diferencias entre campo y ciudad, pues esa minoría de
residentes urbanos gana casi 70% más al año que la minoría
de sus contrapartes rurales. Por eso digo que la estrategia
china de crecimiento basado en las prerrogativas
capitalistas tiene sus límites (En el reciente documental
“Había una vez un proletario”, de la cineasta Guo
Xiaolu – Once upon a time a proletarian –, del 2009, se
muestran la fuertes desigualdades existentes en China, sobre
todo, entre la gente que vive en las ciudades chinas, los más
favorecidos, y los más pobres, los millones de campesinos
que viven en el campo, para los que el tan aclamado
“milagro económico”, aún no ha llegado – ni llegará,
vaticino. De las trece historias que se retratan en el
filme, sólo una muestra a una muy contenta mujer, dueña de
un hotel en construcción, que se jacta de la riqueza que ha
logrado amasar, gracias al desigual, anárquico sistema económico
reinante. Recomiendo bastante que lo puedan ver).
De todos
modos, volviendo a los supuestos derechos laborales, la
sindicalización tiende a crecer y si se permite que en
efecto se negocien los aumentos salariales, con tal de
mantener la “estabilidad social” entre los trabajadores,
eso acabará muy pronto con la ventaja del “Made in China
price” y sería el fin del paraíso capitalista chino.
Aunque también el autoritario gobierno chino puede optar
por continuar su férreo control político, cultural e
informativo sobre la población, y permitir sólo en algunos
casos negociaciones, con tal de aparentar flexibilidad
laboral. Pero dudo mucho que el autoritarismo, por muy acérrimo
que sea, logre detener los estallidos sociales que millones
de campesinos pobres y obreros mal pagados provocarán en el
mediano futuro, además de las exigencias de apertura política
que muchos grupos, sobre todo de intelectuales y activistas
sociales, impulsan contra el gobierno (el activista Liu
Xiaobo, recientemente agraciado con el Premio Nóbel de la
paz, está condenado a once años de cárcel sólo porque
aquél ha tratado de que se aplique el artículo 35 de la
constitución china, el que establece que todos los
ciudadanos de ese país “tienen el derecho a la libertad
de expresión, de prensa, de organización, de asociación,
de procesión y de manifestación”. Algo tan simple como
la simple navegación por Internet está fuertemente
controlada). Además, la misma aplicación de la ley en
China, no es pareja, pues a funcionarios corruptos sólo se
les amonesta y se les suspende de sus cargos, pero en tanto
a responsables de defectos de fabricación
u oponentes al gobierno, se les ejecuta o se les
encarcela por varios años en la cárcel, demostrando los
privilegios que el ejercicio del poder, sobre todo
autoritario, en cualquier país, otorga a las clases
privilegiadas. Y esto también es generador de tensiones y
estallidos sociales. Mientras tanto, adelante con los
obreros casi regalados.
Otro muy
importante rubro que mide la calidad del crecimiento económico
de un país es el cuidado del ambiente, lo cual no sucede en
China, por supuesto, pues para empezar, 16 de las veinte
ciudades más contaminadas del mundo, estima el Banco
Mundial, son chinas, y de ellas, las peores dos son Linfen y
Tianying. Y no se trata sólo de contaminación corriente,
pues de acuerdo con el Instituto Blacksmith, en referencia a
Linfen, ubicada en la provincia de Shanxi, señala que está
contaminada con cenizas, monóxido de carbono, PM-2.5,
PM-10, bióxido de azufre, compuestos orgánicos volátiles,
arsénico y plomo, principalmente. Y es que Shanxi produce
casi la totalidad del contaminante carbón mineral que
proporciona nada menos que dos tercios de la energía
necesaria (por eso China busca ansiosa nuevas fuentes energéticas,
como el petróleo, con tal de satisfacer tanta voracidad
energética, y sus petroleras andan por todo el mundo), y
que tenderá a aumentar en el futuro al incrementarse
brutalmente la industrialización. Los ciudadanos de Linfen
claman que literalmente se asfixian con el contaminante hollín
del carbón durante las noches. Como es tan grande la
demanda por carbón, en ese distrito y sus ciudades se han
establecido miles de negocios clandestinos y sin
regulaciones, que han contaminado tanto las tierras rurales,
así como los ríos y las fuentes de agua potable. Está tan
racionada ésta, que incluso la capital de Shanxi recibe
agua sólo algunas horas por día. Y de esa poca agua con
que cuentan sus sufridos habitantes, 52% se considera
insegura, o sea, podrían hasta envenenarse si la beben. El
número de muertes por males respiratorios aumenta año con
año, siendo los más frecuentes bronquitis, neumonías y ¡cáncer
pulmonar! Y eso no es todo, pues la presencia de
contaminantes en el agua, como el arsénico, provoca
arsenicosis, enfermedad que ocasiona lesiones en la piel, daños
vasculares, hipertensión arterial, obscurecimiento de los
pies, además, claro, de cáncer. Por eso señalé arriba
que China es ya la tercer nación más enferma del mundo,
pues buena parte de las enfermedades que aquejan a sus
ciudadanos se deben a la altísima contaminación producida
por el descontrolado crecimiento económico. Y claro, tanto
los intereses capitalistas, así como autoridades locales
corruptas, empeoran el problema, pues las pocas
“regulaciones” existentes para controlar la producción
carbonífera no se aplican. Como señaló recientemente el
economista chino Chu Jianfang, “la tasa de crecimiento de
las exportaciones en el 2010 fue de 30% y creo que debe de
disminuirse a un 15% en el 2011, pues tan grande crecimiento
es dañino en muchos sentidos: agota nuestros recursos,
contamina el ambiente y requiere de un gran número de
trabajadores de bajos salarios para sostenerse. Yo pienso
que en el futuro tendremos que exportar tan sólo en la
medida en que requiramos ciertas importaciones”. Así que
imagínense, si esto lo declaran economistas chinos, como
Jianfang, es que el problema del desmesurado crecimiento
económico, acompañado de su respectiva contaminación
ambiental, ya comienza a verse en su justa perspectiva.
Pero este
dantesco, caótico, escenario, digno de una futurista cinta
de ciencia-ficción, no termina aquí, porque, además,
China no tiene empacho en comprar chatarra para reciclarla,
tal como restos de metal ($2,483 mdd entre enero y marzo del
2008) o basura computacional, como tarjetas madres,
monitores tronados, viejas computadoras… pues de esa
manera, señalan las autoridades, se ahorra mucho dinero, en
lugar de estar comprando materiales nuevos. Sin embargo,
dicho reciclaje tiene su costo, pues los métodos de
recuperación de materiales, no son los más adecuados ni,
claro, los más ecológicos. Alrededor de un 70% de la
basura computacional de Estados Unidos es importada por
China (además de Pakistán e India, que también le entran
al reciclaje. India debe de estar también orgullosa, pues
tiene otras dos de las ciudades más contaminadas del mundo:
Sukinda y Vapi). En pueblos chinos como Guiyu, es muy común
la quema a cielo abierto de plásticos y tabletas de silicón,
con tal de recuperar metales mediante ese muy contaminador,
rudimentario proceso, el cual produce un negro y denso humo
ocre sumamente dañino y polucionador al medio ambiente y a
la salud. Baños de ácido se aplican a esos desechos a las
orillas de los ríos para recuperar oro, contaminándose
permanentemente sus aguas. El plomo de monitores y de
cinescopios de televisores, no es muy lucrativo, así que éstos
simplemente se tiran. Los cartuchos impresores son abiertos
a mano, emitiendo sendas nubes del polvo del que están
hechos al aire, y que los pobres trabajadores que los
desarman respiran, pues ¡ni siquiera sus patrones les
proporciona máscaras protectoras! Todo ello ha generado tan
enorme contaminación, no sólo aérea, sino en los acuíferos
de Guiyu, que el agua que se emplea para beber, tiene que
traerse de lejos, de 30 o más kilómetros de distancia. Y
así está sucediendo tanto con los ríos (20 de los más
contaminados del mundo están allí), como con los acuíferos,
que se están contaminando muy rápidamente, de tal manera
que se estima que en 30 años, de no hacer nada China al
respecto, ¡se quedará sin agua bebible!
Y no
terminan con esto sus problemas ambientales, producto de la
combinación de subdesarrollo con tintes de primer mundo.
También la basura, la manifestación última del
desperdicio consumista y la depredación medioambiental, ya
es un grave problema en China, tal como lo es para cualquier
nación subdesarrollada, como en verdad lo es China en
muchos aspectos (y espero que este análisis lo demuestre).
El Economic Observer
público una nota el pasado diciembre, en la cual se indica
alarmantemente que dos tercios de las ciudades chinas están
rodeadas por la temible basura, ya que no cuentan con métodos
para reciclarla adecuadamente o hacer composta con los
residuos orgánicos. De acuerdo con el señor Shen Jianshan,
investigador de la academia china de ciencias, de no
tratarse pronto el problema de la basura, muchas ciudades
ponen en peligro su existencia misma. Claro, pues el que no
se pueda disponer adecuadamente de la basura, podría
provocar daños ambientales y sanitarios que pondrían en
serio peligro la salud de los habitantes de tales ciudades.
Muchas ni siquiera cuentan ya con tiraderos, pues es
excesiva la basura que producen (la basura, en este sistema
de brutal consumo y desperdicio que nos rige, se ha
convertido en el decadente lado oscuro de dicho sistema). Aún
así, señala el especialista que las tierras cubiertas por
basura sin procesar, alcanzan ya alrededor de 500 millones
de metros cuadrados, 500 kilómetros cuadrados (un área de
unos 22 Km de lado, aproximadamente), que para ese
sobrepoblado país, implica una perdida anual de 30,000
millones de yuanes ($4,360 mdd). Nótese cómo se lamenta más
la pérdida económica, que la ambiental o los enfermos que
tanta basura ocasiona. Pero, claro, para las autoridades
“socialistas” con visión capitalista, ese es mucho
“dinero desperdiciado”, pues bien se podrían dedicar
tantos basureros a construir más parques industriales, ¿no?
Y los intentos por tratar de mejorar en algo la contaminación
industrial y urbana, no prosperan mucho que digamos. Por
ejemplo, una iniciativa del gobierno por establecer un
impuesto obligatorio ambiental, que gravaría el
combustible, primero, luego uno que gravaría el consumo
energético y finalmente otro que gravaría el consumo de
carbón, ha sido pospuesto debido a los problemas “técnicos
que se tienen al tratar de medir la contaminación”.
Por otro
lado, los accidentes medioambientales son frecuentes en
China. Por ejemplo, el 28 de junio pasado, una inundación
en la ciudad nororiental de Jilin, provocó que en una
empresa arrasada por las aguas, fueran arrastrados 7000
barriles de sustancias químicas y fueran vaciados a la
corriente del ya de por sí contaminado río Songhuajiang, afectado igualmente por un accidente similar hace cinco
años. Ese mismo día, una planta química, localizada en la
ciudad de Nanjing, en la provincia de Jiangsu, estalló,
provocando 13 muertos e hiriendo de gravedad a 500 personas.
El 18 de julio estallaron algunas tuberías que conducían
petróleo, ubicadas en la ciudad de Dalian, en la provincia
de Liaoning, provocando que unas 1500 toneladas de petróleo
se derramaran en el océano Huanghai, contaminando un área
de cien kilómetros cuadrados. Tres días antes de que
estallaran las tuberías, el río Tingjiang, uno de los
cuatro más grandes ríos de la provincia Fujian, fue
severamente contaminado en parte de su cauce, debido al
irresponsable derrame de desperdicios por parte de la
empresa minera Zijin Mining Group, considerada de entre las
más grandes del mundo (de qué le sirve su fama mundial, si
actúa tan inmoralmente, me pregunto). Se hallaron peces
muertos en el río y la gente cercana se rehúsa a beber su
agua. Y al parecer, esos “accidentes” van a seguir y son
“inevitables” debido a la falta de normas que rijan a
las industrias y realmente las obliguen a cumplir con los
reglamentos, como resignadamente declaró Ma Jun, director
del Instituto de Cuestiones Ambientales, una ONG localizada
en Beijing. Pero debido al brutal, impuesto desarrollo
industrial y a sus exigencias de materias primas, tan sólo
en el 2006 se construyeron nada menos que 7555 plantas químicas
(hay que ver, por ejemplo, los millones de baterías que se
hacen en China, que muchas, por cierto, estallan, debido a
su mala calidad), y aunque es un fenómeno común en los
“países en desarrollo”, muchos allá se preguntan ¿por
qué esas empresas construyen sus plantas cerca de los ríos
y cómo le hacen para saltarse todas las regulaciones?
Obviamente que la respuesta está en que, como ya dije
antes, los intereses económicos importan más que el medio
ambiente o la salud de la gente. Por ejemplo, en el caso del
intencional derrame cometido por la ya citada empresa minera
Zijin Mining Group, resulta que el director, el señor Lin
Shuiquing, fue miembro del Partido Comunista Chino, además
de que la minera ha contribuido generosamente con un 60% de
las finanzas de la regiones en donde se encuentran sus
minas, así que ¡dinero habla!
Y ya son tan
frecuentes los “accidentes”, que en el año 2006 Pan
Yue, diputado del Ministerio de protección ambiental,
adelantándose a lo que vendría, declaró que
“actualmente, China ha entrado en una fase de frecuentes
accidentes ambientales. Con tan rápida, creciente economía,
los riesgos sistemáticos generados por la inapropiada
construcción de infraestructura industrial, reemplazarán a
la contaminación como la primera amenaza de la seguridad
ambiental de nuestro país”. Su advertencia ya se volvió
realidad, ya que de las 7555 plantas químicas construidas
en el 2006, 81% están cerca de ríos y de zonas
habitacionales, y un 45%, muy alto porcentaje, son ¡consideradas
como fuentes de alto riesgo, potenciales generadores de
desastres ambientales! Pero mientras sigan los buenos
negocios, el “big money”, a quién le importan los
riesgos ambientales y que media humanidad sea aniquilada por
éstos, ¿no?
Me referiré
ahora a la corrupción, ese pilar garantizador de, digamos,
“estabilidad social”, sobre todo en los sistemas políticos
regidos más por el autoritarismo, que por un verdadero
control hegemónico (aquel que convence y domina al mismo
tiempo). Es el autoritarismo
existente en China, el que se combina
convenientemente con la corrupción, con tal de que los
grupos privilegiados en el poder continúen ejerciéndolo. Y
son frecuentes los casos de corrupción en China, no sólo
de autoridades en puestos bajos, sino incluso afamados
empresarios o funcionarios de alto rango. Por ejemplo, el Economic
Observer, en su edición del 6 de enero pasado, publicó
dos casos de alta corrupción. El primero de ellos recayó
en la persona de Luo Jinbao, alto ejecutivo de una empresa
ferroviaria gubernamental, quien es investigado por
“violaciones disciplinarias”, así como por corrupción.
El otro caso es el del señor Zhang Jingli, subdirector de
la Asociación Estatal de Alimentación y Drogas, también
acusado de corrupción, sobre todo por permitir, a cambio de
sobornos, que ciertas empresas tuvieran preferencias en las
compras hospitalarias de sus medicamentos (ya expliqué
arriba que se da mucha corrupción dentro del sector salud).
Y en la edición del 10 de enero, el diario expuso el caso
del señor Shen Changfu, alto ejecutivo de la empresa telefónica
China Mobile, acusado de haber recibido al menos 10 millones
de yuanes ($1,453,488 dólares) de empresas foráneas, con
tal de que la telefónica les diera jugosos contratos. Y he
aquí donde se resaltan los privilegios que los individuos
de las altas esferas empresariales o gubernamentales
disfrutan, pues se dice que el hijo de Shen, Shen Li, un
joven júnior de 29 años, conduce un costoso Bentley (esa
es la “igualdad” china).
Y esa es la
corrupción en los altos niveles, pero se da en todos. Por
ejemplo, varios gobiernos locales fueron denunciados
recientemente por haber adquirido “equipos lujosos en
exceso”, justo a empresas que les pagaron sobornos, con
tal de que adquirieran muchas veces innecesarios bienes.
Cito un ejemplo (para que se vean los paralelismos que en
este país hemos tenido, cuando el señor Vicente Fox mandó
comprar costosas toallas de $7,000 pesos durante su
mandato). El 28 de diciembre la Corte del Pueblo del
distrito Shuimogou, en la ciudad de Wulumuqi, de la
provincia Xinjiang, compró nada menos que dos lujosas
sillas eléctricas de masaje, a un costo de 52,800 yuanes
cada una ($15,350 dólares), justificando la compra,
aclararon los funcionarios, “para que los jueces de la
corte estén más a gusto”. Y como este ejemplo, abundan
los casos de corrupción simulada a través de innecesarias
compras. El señor Wang Yukai, secretario general de la
Asociación para la Investigación de la Reforma al Sistema
Chino, declaró ante eso que simplemente es el resultado de
una laxa supervisión, aunada a un deficiente esquema legal
de control. Otro caso mencionado por el Economic Observer, que no sólo muestra lo corruptos, sino lo inmorales y
faltos de toda ética que pueden ser millones de personas en
el mundo, no sólo en China, es el de cuatro funcionarios
locales, acusados (¡pensé que eso sólo se daba en México!),
nada menos que de ¡quedarse con las donaciones monetarias
que varias instituciones nacionales y extranjeras entregaron
para las víctimas del devastador terremoto que tuvo lugar
hace dos años en la provincia de Sichuan, que dejó cientos
de muertos y damnificados. Esos cuatro inmorales
funcionarios, entre ellos una mujer, fueron acusados de
embolsarse 620,000 yuanes ($90,116 dólares). Lo peor es que
fueron descubiertos por casualidad, cuando un empleado de la
limpieza halló un montón de billetes debajo del cojín de
un sofá. O sea, que eso demuestra que el gobierno en
realidad no cuenta, y ni le interesa, con medios adecuados
para detectar la corrupción. Los culpables fueron
condenados a penas que van de los 11 a los 17 años.
Incluso, como ya señalé, el mismo sistema legal incurre,
si no en corrupción, sí en injusticias, pues la impartición
de la ley no es pareja, ya que a los activistas sociales,
por ejemplo, se les trata con la misma dureza que la
aplicada a los funcionarios corruptos, éstos realmente
merecedores del castigo. Por ejemplo, en el 2004 fueron
acusadas de ser
corruptas aproximadamente 171,000 personas, pero sólo se consignó a penas carcelarias o, incluso, a muerte (en
China está vigente y se sigue empleando la pena capital) a
4,900. Véase, pues, la parcialidad de la autoritaria
justicia china.
Y es tan
alarmante el nivel de corrupción entre los empleados a
todos los niveles del gobierno, que se emplea como criterio
para hacer nuevas contrataciones de personal nada menos que
la investigación de las vidas privadas de los aspirantes,
enviando a entrevistadores para que platiquen con sus
familias y éstas les den santo y seña de aquéllos, como
el que si son honestos, si tienen comportamientos adecuados,
si no son parranderos… creo que eso sí se debería
aplicar en todos lados, ¿no creen?
Por último,
también me parece necesario citar que de acuerdo con varios
economistas chinos, su país sigue dependiendo en gran
medida de la recuperación estadounidense para seguir
aplicando su modelo maquilador de crecimiento. Cito un
comentario del ya mencionado economista Chu Jianfang, quien
dice que “no creemos que el dólar estadounidense
se deprecie significativamente. Y en general, la
economía estadounidense está mucho mejor que la europea y
que la japonesa, es más durable y flexible y esperamos que
exceda las expectativas que tenemos de ella”. También al
respecto el economista Chen Xingdong declara “Los Estados
Unidos han comenzado a facilitar el crecimiento, bajando los
impuestos al ingreso, y efectuando reformas que beneficien a
los desempleados, así que esos incentivos se espera que
hagan crecer la economía de ese país entre el 0.4 y 0.7%
para el 2011, lo que sería muy benéfico para China”. Agréguese
a esto que China posee más de $150,000 millones de dólares
en bonos del tesoro estadounidense y es evidente que está
embebida hasta los huesos con EU. Tan entrelazadas están
ambas economías, que el gobierno chino se jacta de haberle
ahorrado a los consumidores estadounidenses, gracias a la maquila que hacen allá empresas extranjeras, sobre
todo norteamericanas, $600,000 millones de dólares desde
hace 10 años. “Tan solo en 2004, se les ahorraron
a los estadounidenses en sus consumos de artículos
electrónicos y otras comodidades $100,000 millones de dólares.
Y por ello, también, a EU le interesa bastante que China
aprecie el renminbi, para que se encarezcan las
exportaciones chinas y disminuya su volumen, a lo cual los
mencionados economistas chinos, prevén que la moneda china
se apreciará en un máximo de 3%, no más. Pero como ya señalé
antes, son las corporaciones estadounidenses las que han
ocasionado ese desbalance, por sus ambiciosos deseos de
abaratar cuanto se pueda la elaboración de sus productos y
ganar un poco más.
Así pues,
los factores anteriores, combinados, han hecho de China un paraíso fiscal e industrial, gracias al cual, las crisis
capitalistas de los últimos tiempos han podido paliarse o
disminuir en algo su intensidad. Y no sólo eso, sino que el
proceso de modernización inherente al proceso, es decir, la imposición sin
titubeos del modelo occidental de vida (consumismo a
ultranza, buenos departamentos, autos de lujo, dieta
occidental, confort urbano, colegios privados,parques de
diversiones, superautopistas, trenes bala…), es parte
también del plan de las corporaciones multinacionales, pues
de esa manera se irá convirtiendo a la sociedad china (eso
ilusoriamente se espera) en un gigantesco mercado de 1300 o
más millones de personas, muy ansiosas de entrarle también al compulsivo consumismo, parte
fundamental para la perpetuación capitalista.
Por tanto,
mientras esa nación siga contando con dóciles, sometidos
obreros mal pagados, mientras el gobierno proporcione cuanta
facilidad fiscal y ambiental requieran las corporaciones,
mientras siga contando con vastos recursos, mientras la
brutal contaminación y los frecuentes “accidentes”
industriales no acaben con su ecología… China, por
algunos años, seguirá siendo la meca actual del
capitalismo salvaje.
Insisto, eso
es gracias, sobre todo, a la industriosidad, docilidad y
sometimiento del pueblo chino, que ha sufrido bastante históricamente
debido a la rapiña de las potencias imperialistas durante
muchos periodos históricos (recuérdense, por ejemplo, la
guerra del opio, la guerra de los boxers o la invasión
japonesa de los años 30’s del siglo 20), y que de nueva
cuenta enfrenta otro intento, ahora del corporativismo
capitalista multinacional, para adaptarla a las necesidades
de ganancias y perpetuación de éste.
Si realmente
fuera ese expansionismo económico para ayudar a la
totalidad de los ciudadanos chinos, entonces sus autoridades
no estarían actuando con las arbitrarias formas mencionadas
arriba (y en la pasada visita del mandatario Hu Jintao a EU,
dejó muy claro que China no permitirá ninguna intromisión
extranjera en los asuntos internos chinos, dando por hecho
que su autoritarismo es incuestionable). Pero, claro, aquéllas
defienden no los intereses de su gente, sino los suyos
propios, para enriquecerse, en contubernio con el
capitalismo salvaje (tanto chino, como multinacional), que
así pretende salir a flote de las frecuentes, crónicas
crisis que enfrenta y seguirá enfrentando, peores cada vez,
como la actual.
Los chinos
han sabido reconocer cuando algún extranjero, en verdad, se
preocupa por ellos. Por ejemplo, en la secuencia final de la
cinta “Los niños de China” (The children of Huang Shi),
que narra los últimos años de la vida del abnegado
periodista George Hogg, en especial cuando salvó a todos
los niños huérfanos de un internado, en el año de 1944,
que querían ser reclutados por el ejército nacionalista,
se recogen las declaraciones de cuatro ancianos que, en ese
entonces, eran cuatro niños cuyos padres murieron por un
infame ataque aéreo japonés a civiles indefensos e
inocentes y que sobrevivieron gracias a que Hogg los adoptó.
Uno de ellos refiere, muy conmovedoramente, que gracias a
Hogg ellos vivieron y han llegado a ser lo que son y que los
chinos siempre agradecerán enormemente a todos los
extranjeros que han contribuido y sigan contribuyendo con el
bienestar y el engrandecimiento de su pueblo. Eso no es en
el mejor interés, por supuesto, de las corporaciones que
están amoldando a China a sus mezquinos intereses.
Espero haber
demostrado, pues, que se está sobrevalorando el anárquico
crecimiento económico de China, muy convenientemente, para
el capitalismo salvaje, que requiere de nuevos supuestos
“milagros económicos”, para seguir justificando su
accidentada, crónicamente enferma existencia.
Contacto: studillac@hotmail.com