China está siendo sacudida por una
espiral de protestas sociales, todas ellas distintas en su
origen pero iguales en la base: el hartazgo de una población
indignada por la explotación laboral, la marginación
social o la corrupción oficial. Después de que la
provincia de Mongolia Interior sufriera hace 15 días los
peores disturbios interétnicos que vive el país desde las
batallas callejeras de Xinjiang en 2009, ahora la chispa ha
prendido en la sureña provincia de Guangdong, motor de la
llamada "fábrica del mundo".
|
Las fuerzas
de seguridad toman el centro de Zengcheng
para hacer frente
a la revuelta de trabajadores inmigrantes
por la paliza que
recibió una joven vendedora ambulante. |
Miles de trabajadores inmigrantes del
campo llevan tres días seguidos protestando violentamente
en las calles de la región de Zengcheng como respuesta al
maltrato que sufrió una joven de 20 años embarazada,
procedente de la provincia de Sichuan, a manos de varios
guardias de seguridad. En la noche del viernes, la chica
estableció su puesto de venta ambulante frente a un
supermercado. Al no marcharse del lugar tras ser advertida,
los guardas, contratados por el gobierno local, salieron a
su caza y le dieron una paliza sin importarles su estado,
según narraron testigos en varias webs chinas.
Casi al instante, miles de personas,
sichuaneses en su mayoría, se lanzaron a la calle: tumbaron
decenas coches de Policía, se enfrentaron a centenares de
agentes y prendieron fuego a edificios gubernamentales,
camiones y mobiliario urbano. Desde el sábado, algunos
barrios de la ciudad viven sumidos en la anarquía, mientras
decenas de tanquetas del Ejército y miles de agentes
antidisturbios tratan de frenar el estallido de cólera
popular. "La gente corre como si estuviera loca. Han
atacado la oficina del Gobierno y le han prendido
fuego", afirmó una mujer en la ciudad de Dadun.
La paliza a la joven fue la gota que
colmó el vaso de la paciencia de los trabajadores
inmigrantes en el sur de China, que se sienten laboralmente
explotados y sistemáticamente humillados por los habitantes
locales. Una sensación que se ha agravado este año debido
a la fuerte inflación que sufre el país, que combinada con
el descenso de la demanda por parte de Occidente ha puesto a
miles de fábricas y millones de trabajadores al borde de la
ruina.
Los esclavos se levantan
"Ya han tenido bastante de opresión,
de ser esclavos, y quieren levantarse", indicaba un
internauta en el portal Sina.com, tras ver alguno de los vídeos
grabados con teléfono móvil que circulan por la red.
Los comentarios en internet a favor de
la revuelta se multiplican mientras el Gobierno trata de
poner paz. Incluso llevó al marido de la víctima al
Ayuntamiento de Cantón, la capital provincial, para decir
ante la prensa que tanto su esposa como el feto están sanos
y salvos. Ni la prensa ni la televisión nacional se han
hecho eco de los disturbios; sólo una nota de la agencia
estatal Xinhua indicaba hoy que ha habido al menos 25
detenidos.
Esta protesta antigubernamental ha
tomado el relevo de otra en la provincia de Hubei, en el
centro del país. Allí, miles de personas atacaron la
semana pasada la sede del Gobierno de Lichuan como protesta
por la misteriosa muerte de Ran Jianxin, exdirector de un
distrito de la ciudad. Ran fue arrestado el 26 de mayo,
acusado de haber aceptado sobornos en varios casos de
expropiaciones de terrenos y demoliciones forzosas. Murió
diez días después. Según la familia, su cuerpo mostraba
signos de haber sido gravemente torturado.
Los manifestantes expresaron toda su
rabia contra el Gobierno y se enfrentaron a la Policía, ya
que, según explicaron varios de ellos al diario Southern
Metropolis News, Ran había luchado por los derechos de
varias familias en al menos cinco distritos, siendo el único
funcionario local dispuesto a defender a las víctimas de
las expropiaciones forzosas y a denunciar la campaña
oficial de confiscación de terrenos con fines
especulativos.
Despliegues policiales
ante las rebeliones
Cientos de policías antidisturbio han
sido desplegados en los últimos días en diversas regiones
de China para hacer frente a las rebeliones populares que
han estallado a causa de la explotación de los trabajadores
y la corrupción de las autoridades. Arriba, las fuerzas de
seguridad tomaron hoy el centro de Zengcheng para hacer
frente a la revuelta de trabajadores inmigrantes por la
paliza que recibió una joven vendedora ambulante.