Campanas de alarma en China
El dolor de cabeza de los 3,2 billones
de dólares en reservas
Por Yao Yang (*)
Crisis–economica.blogspot, 18/08/11
Beijing – Mientras que la rebaja de
calificación de la deuda gubernamental de Estados Unidos
por parte de Standard & Poor’s conmovió a los
mercados financieros mundiales, China tiene más razones
para ser el país más preocupado: la mayor parte – es
decir, más del 60% – de los USD $3,2 billones que tiene
en reservas oficiales de divisas están denominados en dólares
estadounidenses, incluyendo USD $1,1 billones en bonos del
Tesoro de Estados Unidos.
Siempre y cuando el gobierno de EEUU no
ingrese en moratoria, las pérdidas de pudiese sufrir China
por la rebaja de calificación serán pequeñas. Sin duda,
el valor del dólar caerá, imponiendo una pérdida en el
balance del Banco Popular de China (PBC, el banco central).
Pero un dólar de menor valor hará que sea más barato para
los consumidores y empresas chinas comprar productos
estadounidenses. Si los precios se mantienen estables en los
EEUU, como es el caso en la actualidad, las ganancias
provenientes de la compra de productos estadounidenses deben
compensar exactamente las pérdidas en el balance del PBC.
La rebaja de calificación podría,
además, forzar al Tesoro de EEUU a aumentar la tasa de
interés de los bonos nuevos, lo que en el caso de China,
podría a su vez posibilitar mayores ganancias. Pero la
rebaja de calificación de S&P fue una mala decisión,
tomada en el momento equivocado. Si las deudas de Estados
Unidos se hubieran tornado, verdaderamente, en deudas menos
confiables, ellas hubieran sido de confiabilidad aún más
dudosa antes del acuerdo alcanzado el 2 de agosto por el
Congreso y el presidente Barack Obama para elevar el techo
de la deuda pública.
Ese acuerdo permitió que el mundo
tenga esperanzas de que la economía estadounidense pudiera
emprender un camino más predecible a recuperación. El
descenso de categoría ha socavado estas esperanzas. Algunas
personas incluso predicen una recesión de doble caída. Si
esto ocurre, la posibilidad de una verdadera moratoria de
EEUU sería mucho mayor de lo que es hoy en día.
Estas nuevas preocupaciones están
haciendo que emerjan campanas de alarma en China. La
diversificación de los activos, alejándose de los activos
en dólares estadounidenses, es el consejo favorito del día.
Pero esta no es una tarea fácil, sobre todo en el corto
plazo. Si el PBC empezara a comprar activos que no están
denominados en dólares en grandes cantidades,
invariablemente necesitaría convertir algunos de sus
actuales activos en dólares en activos en otra moneda, lo
que de manera inevitable haría subir el valor de dicha
moneda, consecuentemente aumentando los costos del PBC.
Otra idea que se debate en los círculos
chinos de formulación de políticas es permitir que el
renminbi se aprecie frente al dólar. Se ha acumulado gran
parte de las reservas oficiales de divisas de China porque
el PBC trata de controlar el tipo de cambio del renminbi,
manteniendo su movimiento ascendente dentro de un rango
razonable y a un ritmo mesurado. Si se permitiría que el
renminbi se aprecie más rápido, el PBC no tendría que
comprar grandes cantidades de monedas extranjeras.
Sin embargo, si la apreciación del
renminbi funcionará depende de la reducción de la
afluencia neta de capitales de China y el superávit de
cuenta corriente. La experiencia internacional sugiere que,
en el corto plazo, que mayor cantidad de capital fluye hacia
un país cuando se aprecia su moneda, y la mayoría de los
estudios empíricos han demostrado que una apreciación
gradual tiene únicamente un efecto limitado en las
posiciones de cuenta corriente de los países.
Si la apreciación no reduce el superávit
de cuenta corriente y los flujos entrantes de capital,
entonces la tasa de cambio del renminbi está obligada a
enfrentar una mayor presión al alza. Esta es la razón por
la que algunas personas defienden que China se someta a una
apreciación mediante un gran y único golpe – que sea lo
suficientemente fuerte para desactivar las expectativas de
mayor fortalecimiento y desalentar la afluencia de dinero
especulativo "caliente". Dicha revalorización
desalentaría también las exportaciones y alentaría las
importaciones, de esta forma se reduciría el superávit
comercial crónico de China.
Sin embargo, tal medida sería casi
suicida para la economía de China. Entre los años 2001 y
2008, el crecimiento de las exportaciones representó más
del 40% del total del crecimiento económico de China. Esto
significa que la tasa de crecimiento anual del PIB de China
caería cuatro puntos porcentuales si sus exportaciones no
crecieron en absoluto. Además, un estudio realizado por el
Centro de Investigación Económica de China ha establecido
que una apreciación del 20% frente al dólar implicaría
una caída del 3% en el empleo – más de 20 millones de
empleos.
No existe ninguna cura a corto plazo
para el problema de USD $ 3,2 billones de China. El gobierno
debe basarse en medidas a más largo plazo para mitigar el
problema, incluyendo la internacionalización del renminbi.
El uso del renminbi para ajustar las cuentas de comercio
internacional ayudaría a que China escape la política de
tener que empobrecer al vecino que permite que el valor del
dólar caiga drásticamente frente a los rivales
comerciales.
Pero el problema de los USD $3,2
billones se convertirá en un problema de 20 billones de
renminbi si China no pude reducir su superávit actual en
cuenta corriente y mantener fuera los flujos de capital. No
existe un escape de la necesidad de ajustes estructurales
internos.
Para lograr esto, China debe aumentar
la participación del consumo interno en su PIB. Esto ya se
ha fue estipulado en el Plan quinquenal número 12 del
gobierno. Lamentablemente, dada la alta inflación, el
ajuste estructural ha sido pospuesto, por lo que los
esfuerzos para controlar la expansión del crédito se
convierten en la primera prioridad del gobierno. Esta
desaceleración de las inversiones está por si misma
aumentando los ahorros netos de China; es decir, el superávit
de cuenta corriente, mientras que está contrayendo la
expansión del consumo doméstico.
La apreciación real del renminbi es
inevitable, siempre y cuando los estándares de vida chinos
estén en el proceso de alcanzar a los niveles de EEUU. De
hecho, el gobierno chino no puede contener la inflación
mientras se mantiene un valor estable del renminbi. El PBC
debe enfocarse en la tasa de cambio del renminbi, en lugar
de la tasa de inflación sujeta a un renminbi estable. Y,
posteriormente el gobierno necesita concentrarse más su
atención en el ajuste estructural –la única cura
efectiva para el dolor de cabeza de los USD $3,2 billones de
China.
(*) Yao Yang es director del
Centro para la Reforma Económica de China en la Universidad
de Pekín.
Leer
los labios de China
Pronto
dirá "¡basta!"
Por Stephen S. Roach (*)
Crisis–economica.blogspot,
10/08/11
New Haven.– Por
largo tiempo, los chinos han admirado el dinamismo económico
de Estados Unidos. Sin embargo, han perdido confianza en el
gobierno estadounidense y su disfuncional administración
económica. Sentí ese mensaje de manera muy clara en mi
reciente viaje a Beijing, Shanghái, Chongqing y Hong Kong.
Puesto
que ocurre tan poco tiempo después de la crisis de las
"hipotecas basura", el debate sobre el techo de la
deuda y el déficit presupuestario representa la gota que
derrama el vaso. Los altos funcionarios chinos ven
horrorizados cómo Estados Unidos permite que la política
se las arregle para afectar la estabilidad financiera. Una
alta autoridad observó a mediados de julio: "esto es
realmente sorprendente... entendemos los vericuetos de la
política, pero la constante imprudencia de su gobierno es
asombrosa”.
China
no es un espectador inocente en la carrera de Estados Unidos
hacia el abismo. A raíz de la crisis financiera asiática
de finales de los 90, China acumuló 3,2 billones de dólares
en reservas en moneda extranjera con el fin de aislar su
sistema de las perturbaciones externas. Invirtió las dos
terceras partes –alrededor de 2 billones de dólares– en
activos denominados en dólares, principalmente bonos del
Tesoro de EEUU y de valores de agencias (por ejemplo, Fannie
Mae y Freddie Mac). Como resultado, China superó a Japón a
finales de 2008 como el mayor tenedor extranjero de activos
financieros estadounidenses .
No
sólo en China se sentían seguros con una gran apuesta por
los componentes una vez relativamente libres de riesgo de la
moneda de reserva del mundo, sino su política de cambio le
dejaba pocas otras opciones. A fin de mantener una estrecha
relación entre el yuan y el dólar, China tuvo que reciclar
una parte desproporcionada de sus reservas de divisas
extranjeras en activos basados en dólares.
Esos
días han terminado. China reconoce que ya no tiene sentido
mantener su actual estrategia de crecimiento, que se basa
principalmente en una combinación de exportaciones y una
gran cantidad de reservas de divisas extranjeras en dólares.
Tres acontecimientos clave llevaron a las autoridades chinas
a esta conclusión:
En
primer lugar, la crisis y Gran Recesión de 2008–2009
fueron una llamada de atención. Si bien las industrias de
exportación chinas siguen siendo muy competitivas, hay
dudas comprensibles acerca del estado posterior a la crisis
de la demanda externa de productos chinos. De los EEUU a
Europa y Japón –economías desarrolladas que resultaron
maltratadas por la crisis y que, en su conjunto representan,
más del 40% de las exportaciones chinas– es probable que
la demanda del mercado crezca a un ritmo más lento en los
próximos años que durante el auge de las exportaciones de
China de los últimos 30 años. El ímpetu exportador, por
largo tiempo el más potente conductor del crecimiento
chino, ahora presenta considerables inconvenientes.
En
segundo lugar, los costos de la prima de seguro –las
enormes reservas de divisas extranjeras de China, en gran
parte en dólares– han aumentado por el riesgo político.
Ahora que está en juego el repago de la deuda del gobierno
de EEUU, se ve en duda el concepto mismo de activos libres
de riesgo denominados en dólares.
En
los últimos años, el premier chino Wen Jiabao y el
presidente Hu Jintao han expresado repetidamente su
preocupación por la política fiscal de EEUU y la condición
de refugio seguro de los bonos del Tesoro. Como la mayoría
de los estadounidenses, los líderes chinos creen que EEUU
finalmente esquivará la bala de un impago absoluto. Pero
ese no es el punto. En la actualidad existe un gran
escepticismo en cuanto al fondo de cualquier
"arreglo", especialmente uno que se base en
cortinas de humo para postergar un ajuste fiscal
significativo.
Todo
esto presagia un daño duradero a la credibilidad del
compromiso de Washington con la "plena fe y crédito"
del gobierno de EEUU. Y ello plantea serias dudas sobre la
sabiduría de las grandes inversiones de China en activos
denominados en dólares.
Finalmente,
las autoridades chinas son conscientes de los riesgos que
implican sus propios desequilibrios macroeconómicos y del
papel que su crecimiento impulsado por las exportaciones y
la acumulación de divisas extranjeras denominadas de dólares
desempeñan en la perpetuación de tales desequilibrios. Más
aún, los chinos entienden la presión política que un
mundo desarrollado con bajo crecimiento está poniendo sobre
su estricto manejo del tipo de cambio del yuan respecto al dólar,
presión que recuerda sorprendentemente una campaña similar
dirigida a Japón a mediados de los 80.
Sin
embargo, a diferencia de Japón, China no va a acceder a las
peticiones de un drástica y única revaluación del yuan.
Al mismo tiempo, reconoce la necesidad de abordar estas
tensiones geopolíticas. Sin embargo, lo hará estimulando
la demanda interna, con lo irá dejando atrás su
dependencia de los activos denominados en dólares.
Con
estas consideraciones en mente, China ha adoptado una
respuesta muy transparente. Su Duodécimo Plan Quinquenal lo
dice todo: un cambio a favor de consumo en la estructura
económica china aborda de frente los desequilibrios
insostenibles de esta nación. Al centrarse en la creación
de empleo en el sector de servicios, la urbanización masiva
y la ampliación de su red de seguridad social, habrá un
gran impulso a los ingresos laborales y el poder adquisitivo
de los consumidores. Como resultado, la proporción de
consumo de la economía china podría aumentar en al menos
cinco puntos porcentuales del PIB para 2015.
Un
reequilibrio impulsado por el consumo aborda muchas de las
tensiones antes mencionadas. Aleja el crecimiento económico
de una excesiva y peligrosa dependencia de la demanda
externa, mientras pasa a apoyar una demanda interna sin
explotar. Además, quita parte de la presión a una moneda
subvaluada como un refuerzo al crecimiento de las
exportaciones, dando a China un margen considerable para
acelerar el ritmo de las reformas monetarias.
Sin
embargo, al aumentar la proporción de consumo de su PIB,
China también va a absorber gran parte de su ahorro
excedente, lo que podría llevar su cuenta corriente a un
equilibrio – o incluso un ligero déficit – para 2015.
Eso reducirá notablemente el ritmo de acumulación de
divisas y cortará la interminable demanda china de activos
denominados en dólares.
Así,
China, el mayor comprador extranjero de bonos públicos en
EEUU, pronto dirá "basta". Sin embargo, otro
acuerdo sobre el presupuesto vacío de contenido, junto con
un ritmo de crecimiento para la economía de los EEUU en los
próximos años menor de lo esperado, permite esperar un
prolongado período de grandes déficits públicos. Esto
plantea la pregunta más importante de todas: sin la demanda
china de bonos del Tesoro, ¿cómo se va a financiar la
economía de EEUU, de por sí escasa de ahorros, sin sufrir
una fuerte caída del dólar y/o un aumento importante en
las tasas reales de interés a largo plazo?
La
respuesta caballerosa que se escucha de la gente de
Washington es que los chinos no se atreverían a iniciar un
escenario así. Después de todo, ¿sobre qué podrían
hacer sus apuestas en activos? ¿Por qué habrían de
arriesgar enormes pérdidas en su gran cartera de activos
denominados en dólares?
La
respuesta de China a estas preguntas es clara: ya no está
dispuesta a arriesgar la estabilidad económica y financiera
debido a las falsas promesas y la deficiente administración
económica de Washington. Finalmente, los chinos están
listos para decir que no. Leed sus labios.
(*) Stephen S. Roach, miembro
de la facultad de la Universidad de Yale, es Presidente no
ejecutivo de Morgan Stanley Asia y autor de “The Next
Asia” (La próxima Asia).
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