A
dos años de su triunfo electoral
El
Alto, el combativo bastión de Morales
Por
Leandro Uría
Enviado especial
La Nación, 19/12/07
El
Alto, Bolivia.– En esta combativa ciudad de 800.000
personas ubicada a 20 minutos de La Paz, el presidente
izquierdista boliviano, Evo Morales, que ayer conmemoró el
segundo aniversario de su triunfo electoral, es prácticamente
un dios.
"Es
el primer presidente bueno, que nos favorece a nosotros, los
humildes, y que no nos rebaja socialmente", dijo a LA
NACION María Fuentes, una chola de 37 años, vestida con
una gran pollera celeste y una blusa con bordados dorados,
mientras vendía, por una calle muy transitada, golosinas y
refrescos caseros. Consecuentemente, los autonomistas del
Oriente, que rechazan la Constitución de Morales, son el
diablo.
"Se
quieren separar de Bolivia porque no se quieren mezclar con
nosotros", dijo Fuentes, con amargura.
Pero
a no engañarse. El apoyo que suscita Morales en El Alto, su
bastión más fiel en toda Bolivia, no se basa simplemente
en la adoración y tampoco estriba en el hecho de que la
mayoría de los alteños tengan sangre aborigen, como el
actual mandatario, el primer presidente indígena. El Alto
tuvo siempre objetivos muy concretos, como la nacionalización
de hidrocarburos, lograda en este gobierno, y la suficiente
combatividad como para jugar un papel central en la huida en
octubre de 2003 del entonces presidente Gonzalo Sánchez de
Losada a Estados Unidos.
El
mandatario no sólo se resistía a nacionalizar los recursos
de este país, como pedía El Alto, sino que también había
aceptado vender gas a Chile, al que Bolivia le ha reclamado
históricamente una salida al mar. Y las refriegas en El
Alto, considerado "el distrito rojo" de Bolivia,
fueron tan virulentas que murieron 63 personas.
La
capacidad de movilización de El Alto, ubicada a 4000 metros
sobre el nivel del mar, también jugó un rol muy importante
en la renuncia de Carlos Mesa, el sucesor de Sánchez de
Losada. "Yo fui uno de los que lo bajaron", dijo a
LA NACION con orgullo Heliodoro Iquiapaza Chambi, dirigente
vecinal de El Alto y en ese momento vicepresidente de la
Federación de Juntas Vecinales (Fejuve). "El había
prometido justicia y no cumplió; había prometido
nacionalizar los hidrocarburos y tampoco", agregó, en
una calle hipertransitada de la localidad, aledaña al
aeropuerto de La Paz, desde la que se pueden ver las luces
de esta ciudad como si se tratase de estrellas en un cielo
invertido.
Por
su parte, Nazario Ramírez Alanoca, presidente de la Fejuve,
recibió a LA NACION en su despacho, en el cual a la
izquierda había un enorme busto de Ernesto "Che"
Guevara. "Morales es un líder sindical e indígena que
ha asumido el gobierno con otra visión respecto de los
gobernantes anteriores. La gente estaba muy enojada con
ellos. Ya no queremos mendigar", afirmó, para añadir
que "El Alto no va a permitir otro gobierno de
derecha".
Al
explicar cuáles son las tareas de su entidad, Ramírez
Alanoca afirmó que vela por la mejora de la localidad en
general, con tareas que van desde la búsqueda de la mejora
de los servicios públicos hasta "la política".
En
efecto, se trata de uno de los lugares más politizados de
este país. Pero tampoco hay que creer que El Alto, con su
tránsito caótico y sus calles bulliciosas, repletas de música,
gente y luces de colores, es un reducto de teóricos
revolucionarios: también aquí se encuentran muchas pymes,
sobre todo del sector textil, y, sorpresa, también algunas
textileras grandes que exportan a Estados Unidos.
"Son
extranjeros"
Aquí
no cae nada bien el reclamo autonomista, que amenaza con
desatar una guerra civil merced a que cuatro prefectos
rebeldes llamarán referendos sobre los estatutos autonómicos
de cuatro departamentos (Beni, Tarija, Pando y Santa Cruz) y
para bloquear el referéndum sobre la Constitución
indigenista de Morales. "Es un grupo de croatas,
serbios y árabes que quiere dividir el país. Ni siquiera
son los verdaderos cambas [cruceños]. Son
extranjeros", afirmó Emilio Gutiérrez, presidente de
la Federación de la Micro y Pequeña Empresa de El Alto y
constituyente en la Asamblea que dictó la nueva Constitución
boliviana. "Santa Cruz siempre tenía cuatro ministros
durante todos los gobiernos de derecha, y entonces nunca
pidieron autonomía. La piden ahora porque las cosas están
cambiando", criticó.
Gutiérrez
agregó que se trata meramente de un conflicto de poder, en
el que también hay un componente racista. Recordó que pese
a la fuerte demanda de Santa Cruz, los constituyentes del
Movimiento al Socialismo (MAS, el partido de Morales)
ganaron las elecciones. Además, contó que hay muchos
collas en Santa Cruz (un 30% de la población, estimó) y
que ellos están abriendo los ojos. "Se van a chocar
contra la pared", dijo, en referencia al reclamo autonómico.
Según
afirmó, durante muchos años el Occidente boliviano le
compró al Oriente toda la producción de azúcar y soja a
precios subsidiados, porque "en Brasil sale más
barato". Y ahora ese modelo está cambiando.
"Estamos pasando de un Estado rentista a un Estado
productor", dijo. Prueba de ello, según Gutiérrez, es
que la nueva Constitución institucionaliza el crédito
barato a las pymes.
Pese
a que la conflictividad de Bolivia crece, fogoneada por las
posiciones irreconciliables del gobierno central y los
departamentos rebeldes, este empresario de sangre indígena
cree que con Morales llegó el Jachahuru, el gran día de
los aymaras que prometió, a fines del siglo XVIII, Tupak
Katari, ejecutado por las autoridades coloniales. Y no está
dispuesto a que nadie lo convenza de lo contrario.
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