Una
crisis con raíces históricas
“El
conflicto desnuda el colonialismo en Bolivia”
Por
Roberto Aguirre
Agencia Periodística del Mercosur (APM), 26/09/08
La
investigadora Ximena Soruco explicó a APM cómo fue la
conformación de la elite oriental, el origen del reclamo
autonómico y el racismo en los departamentos opositores.
La crisis
interna que por estos días vive Bolivia está lejos de ser
un problema de coyuntura. El enfrentamiento entre el
gobierno de Evo Morales y los sediciosos prefectos
autonomistas es en realidad la representación material de
una puja de fuerzas histórica, que involucra a la elite
tradicional del oriente rico y los pueblos originarios que,
por primera vez en dos siglos, mantienen el control del
Estado.
La
investigadora social boliviana, Ximena Soruco, explicó a
APM cuáles son los orígenes de este enfrentamiento, de dónde
proviene el reclamo autonómico y cómo es el día a día de
los “collas” que viven en las regiones opositoras.
Entre sus
numerosos trabajos sobre Bolivia se destaca la coautoría
del libro de reciente publicación “Los barones del
Oriente. Elites y poder en Santa Cruz”, que desnuda el
origen de esa clase social que hoy es oposición y lucha por
defender sus intereses.
Vista a la
distancia, la crisis en Bolivia se traduce como un
enfrentamiento entre sectores opositores y el gobierno de
Morales. ¿Cuál es la causa profunda del conflicto en
Bolivia?
Considero
que hoy en Bolivia no sólo están en pugna dos partidos o
representaciones políticas, ni siquiera dos proyectos políticos
(uno de reconstrucción de un Estado que sea capaz de
retener el excedente y redistribuirlo a la población, y
otro que mantenga la política económica).
El
conflicto actual desnuda el fundamento del Estado en
Bolivia: su colonialismo. Una elite tradicional criolla, hoy
arrinconada en el oriente, que piensa el territorio nacional
como su hacienda, con mano de obra indígena que le debe
sumisión, y al Estado como un patrimonio privado, ambos legítimos
por estirpe.
¿Cómo se
conformó esa elite en el oriente boliviano, que usted
detalla en el libro “Los barones de Oriente”?
La elite
boliviana que hoy se asienta en el Oriente tiene tres
momentos de conformación: En principio, el auge de la
producción de la goma, a fines del siglo XIX, que atrajo la
migración europea y que vivió del comercio de extracción
y venta de materias primas e importación de manufacturas.
Luego el
Estado de 1952 y las dictaduras (1964–1983) que buscaron
crear una burguesía agroindustrial en el Oriente a través
de la migración de mano de obra de indígenas andinos.
Finalmente, la consolidación de esta burguesía
agroindustrial en el rubro de la soja, con producción
brasilera y de campesinos bolivianos y acopio y exportación
en manos de capital transnacional.
Aunque la
agroexportación es el rubro más moderno de esta elite,
existe un amplio sector de ganaderos medianos y grandes que
buscan la defensa de la hacienda, y los indígenas sometidos
a ella, para mantener su fuente de acumulación.
¿Cuál es
el origen de su reclamo autonómico y del racismo que se
observa hacia los pueblos originarios?
La autonomía
es una demanda legítima de la población del oriente
boliviano, ante el centralismo de la elite tradicional
(empresarios y ganaderos orientales que ocuparon cargos
gubernamentales claves entre 1971 y 2005 y canalizaron la
inversión pública hacia sus negocios).
La elite
que pierde el control del Estado el 2006, en manos de Evo
Morales, utiliza la demanda autonómica regional para
preservar sus intereses en los gobiernos locales. Se
pretende el control irrestricto de la tierra, las regalías
y su inversión y la eliminación –incluso física, como
demostró la masacre de Pando (que dejó al menos 17
muertos)– del disenso de la población indígena oriental
y de los migrantes andinos que allí viven.
¿Qué
papel juega el Comité Pro Santa Cruz en la reproducción de
los valores de esta elite?
El Comité
Pro Santa Cruz es la representación institucional de esta
élite desde 1951, fecha de su fundación. Este comité cívico
(civil) se crea para enfrentar las demandas de reforma
agraria de los campesinos cruceños en la Revolución de
1952. A partir de allí, monopoliza la representación de la
lucha por regalías en el departamento, contra el Estado
centralista del cual es parte.
Es
interesante la mención que se hace en el libro “Los
barones de Oriente” sobre cómo el concepto de autonomía
en realidad engloba una gran cantidad de necesidades
particulares insatisfechas… ¿Es posible afirmar que no
atender a esos reclamos es un error de parte del gobierno de
Morales?
Sí fue un
error muy grave. El gobierno entendió “autonomías”
bajo el significado que le daba la elite, como la preservación
de su poder económico y político. Las autonomías tienen
otros significados no contenidos en esta visión hegemónica:
la autodeterminación por parte de los indígenas de tierras
bajas, la descentralización político administrativa, una
redistribución más justa del excedente, la reivindicación
de identidades culturales urbanas (lo cruceño, tarijeño),
entre otros.
Recuperar
la demanda autonómica por parte del gobierno es una tarea
central, se trata de una descentralización del Estado, con
equidad en la distribución de los recursos y con
responsabilidad y solidaridad entre las regiones que
conforman la nación.
¿Cree que
el proyecto de Evo Morales atenta contra la base de
sustentación económica de estos grupos de poder en el
Oriente?
No, en el
sentido de que la Nueva Constitución Política del Estado
reconoce la propiedad privada y la dinámica económica de
este sector. No, en tanto esta elite no es plenamente
capitalista, sino que su fuente de acumulación es la
actividad privada (explotación y comercio de materia
prima), pero protegida y subvencionada por el Estado.
Salvo el
enclave de la soja y la agroexportación (que requiere de
subvención de diesel y convenios internacionales para
vender su producto que no es competitivo frente a la soja
argentina o brasileña), esta elite tiene como principal
ingreso su participación en el aparato burocrático
(prefecturas, poder judicial, cortes departamentales
electorales, universidades públicas), o la especulación de
la tierra, que implica, la ausencia de control del Estado en
los impuestos y en la propiedad rural (en Bolivia, la
propiedad de la tierra se garantiza a través del
cumplimiento de la Función Económico Social, o sea que la
tierra sea efectivamente trabajada).
Desde
Argentina parece que los departamentos de la “Media
Luna” son regiones opositoras, sin embargo en ellas viven
muchos partidarios del Gobierno. ¿Cómo es la convivencia
de sectores tan antagónicos?
Muy
violenta. La elite ha mostrado un profundo autoritarismo al
interior de la región, al declarar como traidores a los
disidentes, apedrear, arrojar bombas molotov a las
instituciones críticas a su proyecto (organizaciones
sociales de indígenas y campesinos, ONGs, casas de
dirigentes de la oposición), impedir el ingreso de personas
de tez morena (identificadas como “collas”) en la plaza
central de Santa Cruz y el centro, golpear y perseguir a indígenas
y campesinos en sus concentraciones o marchas, en sus
barrios, los mercados en donde trabajan, e intimidarlos
mediante las amenazas y el miedo cotidiano.
Incluso
llegaron hasta el escalofriante suceso de El Porvenir,
Pando, donde se planeó una emboscada a los campesinos que
iban a una reunión con carros de la Prefectura, se les
disparó y fueron perseguidos y asesinados, incluidos
mujeres y niños.
Es decir,
podríamos estar ante una situación límite. El oponente
político se vuelve enemigo y se busca eliminarlo. La
aniquilación selectiva y planificada de esta masacre
muestra que no es un acto irracional, sino una completa
deshumanización del otro, del indígena, a la que esta élite
podría haber llegado ¿Estamos ante un proyecto político
que sólo se ve posible mediante la aniquilación del indígena,
“del invasor colla”?
¿Cómo vio
la participación de los países de Sudamérica en el
conflicto boliviano?
Contundente,
es una muestra de que en la región se busca una relación más
horizontal y soberana sur–norte.
¿Cree que
Estados Unidos está detrás de un Golpe de Estado al
gobierno Morales y alineado con las regiones autonomistas?
Es posible
por los indicios que han aparecido en la prensa, entre
reuniones del embajador con los prefectos y decisiones políticas
de la oposición, pero habría que esperar un informe
oficial del gobierno boliviano al respecto.
A partir de
la apertura del diálogo ¿Es posible una salida para el
conflicto en Bolivia o los intereses de ambos sectores son
irreconciliables?
Esperamos
que la presión de la sociedad boliviana por la solución de
la crisis política permita algún acuerdo inicial sobre el
cual ir avanzando.
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