Al haberse reducido, en números
absolutos y porcentajes, la votación oficialista el 4 de
abril, es una señal de molestia y descontento. (L.H.)
Varias son las lecturas e
interpretaciones de los resultados electorales de las
elecciones de Gobernadores y Asambleas Departamentales,
primera experiencia en Bolivia, de Alcaldes y Concejos
Municipales y de Asambleístas y representantes de los
pueblos indígena originario campesinos elegidos de acuerdo
a usos y costumbres, en un paso más en la aplicación de la
Constitución Política del Estado que contempla las Autonomías
Departamentales, Regionales, Municipales e Indígenas.
Durante los últimos cuatro años el
gobierno recibió reiteradas manifestaciones de respaldo
electoral, desde el 52 por ciento favorable a la dupla
Morales–Garcia en las elecciones presidenciales de 2005,
hasta el 64 por ciento de los comicios de diciembre de 2009,
sin tomar en cuenta las masivas movilizaciones, marchas,
concentraciones y actos de respaldo popular en todas las
regiones del país. Inclusive tuvo que remontar millonarias
campañas y acciones de los sectores conservadores y de las
oligarquías locales, apoyadas por las transnacionales y la
embajada de Estados Unidos, en Sucre, Cobija, Santa Cruz,
Trinidad, Tarija y otras poblaciones, los que impedían el
arribo del Presidente y maltrataban a miembros de las
Fuerzas Armadas, Policía Nacional y hombres y mujeres de
rasgos indígenas.
El Jefe de Estado, Evo Morales Ayma, ha
manifestado, como interpretación oficial del gobierno, su
“complacencia” por los resultados obtenidos por el
Movimiento Al Socialismo (MAS), mientras que sus más
estrechos colaboradores, como el Ministro de Gobierno, Sacha
Llorente, y el Presidente de la Cámara de Diputados, Hector
Arce, mostraban rostros desencajados en la primera fila de
asistentes a la explicación presidencial, la noche del 4 de
abril.
Asumiendo que el MAS ha conseguido
subir el número de concejales municipales en varios
municipios, aumentar el número de alcaldías que estarán
bajo su responsabilidad y ejemplificando que antes en la
ciudad de La Paz tenía tres concejales y ahora consiguió
cinco, Morales Ayma argumentaba que se han aumentado los
porcentajes de la presencia del MAS en los departamentos del
oriente, como Beni y Pando. El Presidente comparaba, con
informaciones ciertas, el desempeño electoral del MAS en
elecciones municipales y prefecturales del pasado con el del
presente.
Pero, no tomaba en cuenta el proceso de
consolidación y avance de los movimientos populares y
sociales en los últimos cuatro años en todos los rincones
del país. Como referencia, en las elecciones nacionales de
diciembre de 2009 el MAS consiguió más del 80 por ciento
de votos en los tres departamentos del occidente del país,
en los que ahora no sobrepasa el 55 por ciento.
Los resultados señalan que los ahora
Gobernadores opositores de Beni, Ernesto Suarez, Santa Cruz,
Ruben Costas, y Tarija, Mario Cossio, consiguieron su
reelección, mientras que en las Alcaldías de siete de las
diez principales ciudades de Bolivia se producían
sorprendentes resultados. Los opositores conservadores
triunfaban en Santa Cruz con Percy Fernandez, Tarija con
Oscar Montes, Potosí con Rene Joaquino, Sucre con Jaime
Barrón, Trinidad con Moisés Shirique, mientras que los
candidatos del Movimiento Sin Miedo (MSM), antes aliado del
MAS, triunfaban en Oruro con Rocio Pimentel y en La Paz (la
mas importantes de Bolivia por ser centro político) con
Luis Revilla.
Otra interpretación de los resultados
electorales fue expresada señalando que la única fuerza
efectivamente nacional y con presencia en todo el territorio
es el MAS, en tanto que todas las otras fuerzas políticas
son débiles y dispersas en las distintas regiones del país,
sin tener un eje común que permita advertir la emergencia
de una sólida oposición al proyecto implementado hasta hoy
por Evo Morales y Alvaro Garcia.
Esta perspectiva la han manifestado
muchos participantes de programas radiales de Erbol, quienes
han indicado que, después del arrollador avance del MAS y
Morales durante los últimos años, el haberse reducido, en
números absolutos y porcentajes, la votación oficialista
el 4 de abril, es una señal de molestia y descontento por
la política y el comportamiento vertical del gobierno.
Haber perdido en las importantes
ciudades occidentales de La Paz, Oruro y Potosí, tenido un
revés en Achacachi, considerado en centro aymara por
excelencia y símbolo de la fuerza radical el gobierno,
marca una tendencia crítica al gobierno, en tanto se
advierte una polarización entre las zonas rurales y urbanas
por la tendencia expresada en los resultados electorales.
La lectura exitista del gobierno no
coincide, por lo tanto, con los resultados electorales y las
opiniones y reflexiones emitidas por los participantes en
los medios de comunicación reclaman una práctica diferente
de parte de las autoridades y del Presidente Evo Morales.
El glorioso e histórico 82,28% de
votación en las elecciones presidenciales del diciembre de
2009 a favor del MAS tal vez ya no se repita más en el
departamento La Paz (aunque las condiciones son distintas
ahora de aquel momento). Dado que hay, como nosotros dejamos
ya notar hace rato, grandes datos sobre esta posibilidad.
Tampoco posiblemente se dé más del 80% de votación en la
ciudad de El Alto (ciudad protagonista de la guerra del gas
en 2003 junto a las provincias aymaras y quechuas) y ni que
decir en las provincias con un voto casi cerrado al rededor
del 90, 95%. Ésta es una crítica desde las posesiones
aymara alteñas para dejar notar que se está
desaprovechando un momento histórico fundamental de la
historia social como es el momento actual y del devenir histórico.
La pregunta es ¿por qué de este
posible nuevo hecho o giro en el mismo territorio donde el
MAS y Evo Morales han tenido los resultados más
extraordinarios de su historia política? ¿La propuesta de
quedarse por más de 500 años en el poder puede no ser una
realidad? ¿Hay miopía histórica en relación a los
ideales y el proyecto histórico del pueblo aymara que es
uno de los grandes soportes de este proceso? ¿Hay un
entorno blancoide que expropia nuevamente como en el 52 la
lucha y la historia aymara o india?
Posiblemente las preguntas tengan
sentido en varios niveles. Por una parte, existe muchos
niveles de descontento particularmente ante las acciones
gubernamentales de tipo reformista (de un reformismo radical
baja a un reformismo débil), de las políticas públicas
que no tienen mayor relevancia en la orientación de una
efectiva descolonización del estado, unos discursos en
ciertos niveles gubernamentales anti–aymaras que han
logrado lastimar la autoestima que este pueblo, y forma de
un gobierno que poco o nada de plurinacional tiene según la
propia Constitución, y por la nominación casi a dedo de
los candidatos a las elecciones a gobernadores y a las
alcaldías, etc.
Los datos son. En Jesús de Machaca
(provincia Ingavi), territorio y municipio indígena,
MACOJMA, organización de los propios ayllus del lugar
posiblemente gane las elecciones. También está el hecho de
que en la provincia Aroma (cuna de Tupaj Katari y Pablo Zárate
Willka) pierda por el conflicto escandalosa con Feliz Patzi,
y la histórica y combativa Achacachi y la provincia
Omasuyus en el cierre de campaña del partido gobernante,
los ponchos rojos ya no han ido con su indumentaria
combativa y hubo silbatina a la presencia de Evo Morales y
varios de sus representantes locales.
En la ciudad de El Alto, existe una
cierta desazón por la nominación casi a dedo del candidato
a la alcaldía Edgar Patana. De este mismo modo se observa
tal hecho en las diferentes provincias e incluso en Oruro
(de donde es el Presidente), particularmente en Huanuni o en
Curahuara de Carangas. A ello se suma la incorporación al
MAS de los grandes detractores de esta lucha, la Unión
Juvenil Cruceñista de Santa Cruz, José Antonio Aruquipa
mano derecha de la derecha radical PODEMOS de Jorge Tuto
Quiroga (sobre esto se dijo que solo falta que incorpore
también a Branco Marinkovic o Ruben Costas al MAS), al que
se suma un cierto racismo de la vieja izquierda contra los
aymaras de La Paz, etc. etc.
Las cosas que no se tocan
o se hacen displicentemente
Tal vez los hechos más profundos de
todo ello es que se haya detenido radicalmente la
re–distribución de la tierra en Bolivia. Ya no hay,
incluso discursivamente, una reforma radical de la tierra.
De hecho las grandes concentraciones de tierras se mantienen
en manos de los grupos de poder en Santa Cruz, Beni, Pando o
Tarija. Y también las propiedades de estos grupos no han
sido tocadas. Incluso sus empresas obtienen valiosos
ganancias económicas.
El propio Presidente dijo: "deberían
agradecer al gobierno por sus ganancias". En esto
nuestro punto de vista es reformar y modificar el art. 399
de la nueva Constitución que dice no hay retroactividad
para la redistribución de la tierra en Bolivia. Pues de
hecho esto quiere decir que quienes tenían antes de esta
Constitución más de 5 mil hectáreas no se los afectará.
Pues en Bolivia casi cerca de 65– 70% de tierra productiva
está en manos de muy poca gente. Este articulo y otros
deben ser reformados para tener una lucha efectiva contra el
sistema de dominio y explotación de los grupos de poder
oligárquico o empresarial. La vía es un referéndum
nacional.
Otro hecho cuestionable y que no tiene
efecto de cambio es la reducción de lo indígena originario
campesino a una expresión territorial y social mínimo en
un país de mayoría indígena (62% según el Censo de
2001). Las autonomías indígenas reducen lo indígena a minúsculos
territorios y gobiernos. Que es contrario al hecho
Declarativo de la Nueva Constitución que sostiene que los
pueblos y nacionalidades indígenas son pre–coloniales y
pre–republicanos. Pero en los hechos se lo reduce a minúsculos
reductos territoriales. Incluso se estaría volviendo a
imponer con ello el principio de dominación colonial bajo
ahora la figura de lo plurinacional. Las autonomías deben
ser de hecho y no sujeto a la constatación de un antropólogo
que es la Certificación que el Ministerio de Autonomías
debe hacer igual a una TCO (Tierras Comunitarias de Origen).
¿Si lo indígena es la base de la
nueva Constitución por qué lo reducimos a una condición
de minoría?. De continuar así esto sería la política
neocolonial del nuevo estado boliviano. Ahí la reconstitución
territorial de los ayllus y de las autoridades originarias
sigue siendo un gran desafío histórico.
De mismo modo, la representación y
participación indígena originario en el estado es un hecho
nada concordante con el actual proceso. En esto se debería
cambiar el sistema de participación y representación indígena
originaria campesina en el estado como está diseñado
actualmente. Dado que es casi vergonzoso que los 36 pueblos,
solo tengan 7 representantes de los 130 en el Congreso
Plurinacional.
Aunque el Presidente Evo Morales se ha
comprometido cambiarlo y no lo ha hecho. Esto sin descuidar
que la mayoría aymara y quechua tiene su presencia en estos
niveles. También en fundamental reformar el tipo y cantidad
de representantes indígenas en la Corte electoral
plurinacional, en el sistema judicial, en el tribunal medio
ambiental o agrario, y otros niveles.
Si la Constitución reconoce lo indígena
originario como fundacional no puede entonces lo indígena
originario quedar reducido a minorías en estas
instituciones. Pues de hecho la transformación del poder
judicial no es el simple cambio de actores jóvenes por
viejos sino de una total transformación del concepto de
justicia y de sus procedimientos. La lucha en este sentido
es por una verdadera pluralidad jurídica y de los actores
sociales en los niveles decisionales.
El impulso a la economía comunitaria
también se está quedando en discurso. Pues la economía es
uno de los hechos fundamentales para la reproducción de la
vida social y la reproducción de los animales, de los ríos,
del mundo aymara o quechua o guaraní. De hecho en el mundo
se está buscando nuevos paradigma de civilización económica
que sea más acorde con los tiempos del calentamiento global
de mundo. Esto no significa en absoluto descuidar el proceso
de producción industrial y de producción del excedente. El
hecho es construir una economía comunal que produzca y a la
vez que redistribuya radicalmente sus excedentes a todos los
sectores sociales.
De igual modo es poco lo que se hace
para impulsar políticas de estado que garanticen realmente
la reproducción de los sistema de los bosques del
altiplano, los valles y la amazonia como Alto Beni y el lago
Titiqaqa, o el Oriente. No se ha propuesto de forma
transversal reproducir árboles, agua, animales (como la
llama o alpaca) y otros ecológicamente no dañinas a la
vida. Los discursos no hacen agenda sino es el hecho de
hacer. Teniendo presente que el calentamiento global del
mundo puede llevarnos a condiciones de vida desérticas en
los territorios de los Andes y de la Amazonía. Incluso esto
es una responsabilidad histórica de nuestra generación
para evitar tal hecho que afecte a las futuras generaciones.
Pues sin agua que se reproduzca se corre el grave riesgo de
no tener agua para todas las poblaciones. Lo cual implica
diseñar una política de largo aliento sobre este vital
elemento de la vida del hombre–mujer y de toda especie
viviente.
Así el nuevo estado plurinacional
tiene el histórico reto de cambiar el concepto de agua como
la vida misma y del territorio como habitad plena de todos y
todas. En este sentido es de vital importancia el
mantenimiento y reproducción de las aguas del sagrado Lago
Titiqaqa ubicado entre Bolivia y Perú, de los grandes ríos
que atraviesas las zonas subtropicales y las tropicales.
Tampoco se propone programas de salud y
vida equilibrada como es la suma qamaña (aunque se usa como
un discurso justificativo del desarrollo en PND, Plan
Nacional de Desarrollo). En este campo se hace urgente hacer
estudios y campañas de salud preventiva. Aunque no tenemos
muchos datos estadísticos, pero es observable por ejemplo
en El Alto y en otras ciudades como Cochabamba la gente
muere (y mucho) por no saber que el consumo excesivo de azúcar,
grasas, provoca diabetes, o también el consumo de coca
cola, a la vez del consumo desmedido de la carne roja que daña
a la salud humana.
Incluso por los grandes problemas psico–sociales
de nuestras poblaciones no se impulsa centros de vida
acordes con esta problemática que es el hacer y vivir la
vida de otro modo. El alcoholismo, la drogadicción, la
violencia intra–familiar, son efectos de los niveles de
pobreza que viene desde la infancia, el abandono, la violación
que nuestros pueblos históricamente han sufrido. Si el
gobierno es nuestro por qué es incapaz de comprender que
esto es parte de la violencia colonial y racista con la que
vive la gente sin saberlo y de donde se adquiere
enfermedades de todo tipo.
Ello implica impulsar sistemas de
alimentación propia. En esto habría que impulsar (con la
mirada de la economía comunal), el consumo, producción,
venta de los productos agrícolas, pecuarias, pesqueras,
lanares, tejidos telares, musicales, de forma más propia y
justa. De hecho esto implica potenciar la economía del
ayllu y de las comunidades, de los barrios urbanos, porque
gracia a esto hasta ahora se ha subsistido ante sistemas de
explotación y dominación política. Los grandes
levantamientos de Omasuyus, El Alto, los Yungas o Chapare,
Cochabamba, ha sido sostenido por esta dinámica social y
por este tipo de economía.
¿La educación?
Educación bajo los principios de la
civilización andina–amazónica. En esto es fundamental
profundizar una política educativa no colonial ni liberal.
Todos sabemos que la educación es el garante del devenir de
la historia de los pueblos, de su pensamiento, valores, y su
memoria, etc. En ese sentido se debe implantar políticas
que estén en la línea de la filosofía de relación
hombre–mujer y la naturaleza. Una educación que ayude a
pensar, actuar y ver el mundo con autonomía y con dignidad
sobre nuestro pasado y nuestro presente. Pues hasta ahora se
sigue enseñando una educación colonizadora y liberal. Pues
no se puede mantener una educación alienante. No solamente
alfabetizar en la lógica castellana, sino también
alfabetizar a los no hablantes aymara o quechua. Dado que la
lengua es el soporte de cualquier tipo de pensamiento. Lo
cual no niega aprender el ingles o francés y el castellano.
A todo ello hay que sumar en los
institutos militares, pese al programa de incorporación de
jóvenes indígenas, son espacios en la que se mantiene los
núcleos duros del estado colonial. De hecho en este campo
no hay militares aymaras–quechuas o guaranies con grados
de general, coronel, capitan. El estado en el nivel miliar y
policial también debe democratizarse y profundamente. No
puede seguir la división racial que tiene el ejército
boliviano. Los niveles superiores de gente de condición
económica acomodada y la tropa y el nivel de suboficiales
de raíces indígenas o de sectores urbanos populares. Para
este hecho es fundamental pensar y estudiar cambiar la
curricula de la enseñanza militar en dichos colegios. Lo
cual es otra de las grandes falencias del actual proceso
boliviano.
A todo ello brevemente decir otras líneas
de acción como políticas públicas y que tampoco tienen
impulso desde el gobierno.
Anular convenios con la iglesia católica.
Es igualmente importante revertir los convenios que aún el
estado tiene firmado con la iglesia católica.
Particularmente los Convenios educativos. Además habría
que exigir que la iglesia pague sus impuestos al estado y
que transparente sus ingresos, egresos, además que de que
devuelva grandes tierras a las comunidades y pueblos en
muchos lugares del país.
Una radical reforma en lo visual y las
representaciones públicas donde aún predominan las imágenes,
bustos, monumentos, a líderes y héroes no aymaras o
quechuas en casi todas las plazas y calles de las ciudades e
incluso en algunas provincias. Este no es parte de una política
de transformación desde los niveles del poder
gubernamental. Incluso se impuso en la Ceja de la ciudad de
El Alto un Ché Guevara estéticamente inadecuado en un
territorio y lugar histórico del gran cuartel general del
ejército aymara de Tupaj Katari–Bartolina Sisa que cercó
la villa de La Paz junto a Tupaj Amaru en 1781. Sí aquello
no es posible debería por lo menos existir un
reconocimiento en forma de bustos a los caídos, 70 muertos
y 400 heridos, en la guerra del gas de 2003 donde esta
ciudad fue vital para la caída de Sánchez de Lozada y el
neoliberalismo.
Un giro trascendental en los propios
medios de comunicación del estado como es el canal 7 y la
radio Patria Nueva o el periódico el Cambio. Dado que en
estos, particularmente canal 7, después de las exitosas
jornadas de lucha contra la reacción de la oligarquía
cruceña y otros entre 2006 y 2009, se ha vuelto inadecuados
a los nuevos contextos. Son repetitivas, propagandísticas,
y con programas donde no participan los intelectuales o líderes
aymaras o quechuas, sino sectores de la clase media que no
tienen la visión ni la necesidad histórica de luchar
contra el colonialismo estatal. No hay auto–crítica ni
información crítica. La gente que apagaba canales como 11,
9 y 2 en La Paz–El Alto, ahora, por este factor, han
vuelto sintonizar a dichos canales. Se pierde con esto
audiencia de forma absurda.
Escuelas de fútbol. Este sería un
lugar para que los niños o niñas huérfanos y los no huérfanos
tengan oportunidades de vivir y triunfar en la vida. El fútbol
en Bolivia es un lugar de un profundo colonialismo y racismo
anti–indígena. En la selección boliviana, en la liga,
juegan, los que tiene apellidos argentinos, españoles y
otros. ¿Cuándo vamos a tener un número 10 de apellido
Condori o Apaza?. Por ley las escuelas y colegios deben
tener sus escuelas de futbol u otros deportes de carácter
indígena y no indígena. Ello implica en que todos y todas
tengan iguales posibilidades en futbol, en raquet y otros
deportes, etc.
Investigaciones académicas y becas
estudiantiles. Tampoco existe políticas públicas, en las
universidades y otros niveles estatales, de investigación
desde el enfoque aymara, quechua o guaraní, pese a las
universidades indígenas fundadas. En esto se requiere de
una profunda reforma académica, o del pensamiento social.
De hecho se cuestionada muy poco el sistema de conocimiento
y pensamiento social en Bolivia. Todavía seguimos pensando
con paradigmas euro–norte occidentales, aunque es
innegable su aporte, para realidades muy propias y
originales, como es el Sur del Mundo y Bolivia en
particular.
En el mundo indígena existen un
conjunto de saberes y conocimientos que si bien han emergido
desde las luchas sociales, pero aún no son valorados desde
los nuevos lugares del poder. Esto implica que las
instituciones académicas bolivianas deben adaptarse a las
nuevas condiciones sociales predominantes hoy. En ese
sentido no se ha planteado abiertamente una reforma del
conocimiento, y de sus métodos. En las Universidades aún
se reproducen conocimientos neocoloniales e incluso de carácter
racista porque en ellas no tienen valor epistemológico las
palabras y los idiomas indígenas, sus percepciones de la
realidad y del mundo, y lógicas de argumentación y
escritura. Para ello es fundamental crear becas que sea el
otro lugar para la redistribución del excedente económico
generado en la producción petrolera, la minería y otros
rubros.
¿Engaño, traición o miopía histórica?
Todo este conjunto de hechos son parte
del cuestionamiento al actual gobierno que teniendo un gran
apoyo social y el casi control institucional del estado
zapatea o traquetea en el mismo lugar sin profundizar la
transformación de la sociedad y del estado como se postuló
discursivamente. Hecho que, entre otros, la idea de los 500
años de autogobierno sea una falacia o incluso un engaño
ante la gran expectativa que se tiene y se tuvo en el este
proceso.
También a esto se suma la displicencia
y soberbia del nivel vicepresidencial y otros niveles
gubernamentales que al parecer, solo reconoce en el discurso
la lucha katarista e indianista, y en el fondo la detesta
profundamente. Ahí se nota un cierto racismo visceral anti–aymara
porque el valor de lucha y de sus conocimientos poco o nada
valor tienen. A este tipo de lógica institucional nosotros
la hemos llamado en la Revista Willka No. 1, la lógica de
un entorno blancoide alrededor de un presidente indio. Hecho
comprobado una vez más con el caso de Felix Patzi y otros
(aunque él no reconoce esta primigenia crítica a tal hecho
en 2007). Con esto no se aprueba los actos de Patzi que en
realidad hizo un mal acto que no favorece a la lucha aymara
en La Paz.
Ahora tampoco los otros candidatos,
aunque aymaras en La Paz, parecen mostrar estos niveles de
profundidad en la lucha contra el sistema colonial y las
instituciones públicas que la sustentan. Incluso de
posesionarse como se prevé, el MSM (Movimiento Sin Miedo)
como segundo nacionalmente, sería contradictorio a esta
lucha porque éste es el referente de un sector con grandes
rasgos anti–indígenas en general y anti–aymaras en La
Paz.
En este sentido parece que recién ha
llegado el tiempo de la verdad histórica de la lucha india
originaria particularmente en La Paz. ¿Seguiremos viviendo
del engaño, de la traición, del racismo, o habrá
necesidad de otros grandes levantamientos sociales para
impulsar este proceso que costó sangre y luto? ¿Nuevamente
hay que poner los pechos y los cuerpos ante las balas para
forjar un hecho histórico que sea realmente transformador y
nuestro?
(*) Sociólogo qulla aymara con
Maestría en Ciencias Sociales por la FLACSO–Ecuador,
autor de varios libros y artículos publicados en Bolivia y
en el exterior y actualmente doctorante por la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM).
Triunfalismo
con amargo sabor a derrota