Se agudiza la miseria en todos
los sectores sociales mayoritarios de la población como consecuencia de la
subida espectacular de los precios de todos los artículos de primera
necesidad, situación que ya se vivía antes de gasolinazo y que esta medida
lo único que ha hecho es exacerbar la tendencia alcista. Los salarios de los
trabajadores y los ingresos de los grandes sectores independientes de la
población (gremialistas, artesanos, profesionales libres, campesinos que
tienen relación con el mercado interno, etc.) se han reducido dramáticamente
en su capacidad de compra.
Esta situación se ha visto
agravada porque la empresa estatal EMAPA, al monopolizar la comercialización
del azúcar, arroz, harina, aceite y otros productos, cierra toda posibilidad
de que los comerciantes minoristas puedan acceder a la microscópica ganancia
del día para mitigar el hambre de sus familias.
Por otra parte, mientras la
población vive el calvario de la miseria, del desabastecimiento, la inflación
acelerada, etc., el gobierno anuncia la inversión de más de 300 millones de
dólares en la instalación del satélite Tupac Katari, la compra de aviones y
helicópteros, acentúa su demagógica campaña sobre las millonarias reservas
internacionales y – día que pasa– se hace evidente el fracaso de la política
hidrocarburífera que imprime el gobierno, revelándose las grandes
concesiones a las transnacionales, al Brasil y la Argentina que significa una
pérdida de millones de dólares al Estado boliviano.
Todo este cúmulo de
acontecimientos y muchos otros más se convierten en el reactivo que empuja a
los explotados a las calles. Empezando con la rebelión contra el gasolinazo
y, posteriormente, contra la subida brutal de azúcar en una 40 %, se acelera
el proceso de movilizaciones en todos los puntos del país. Las acciones de
las masas se tornan cada vez más multitudinarias que cercan al gobierno
reduciendo su campo de acción para ejecutar maniobras orientadas a desviar la
atención de los explotados en la solución de sus verdaderos problemas de
subsistencia material. Ya nada que sea circo (el asilo de Cosío en el
Paraguay, la despenalización de "acullico", el caso del terrorismo
separatista, etc.) tienen su efecto distorsionador en la conciencia de los
explotados que avanzan amenazadores echando por tierra todos los obstáculos
que encuentran en su camino. La burocracia oficialista se ve obligada a
camuflar sus verdaderas posiciones para hablar un lenguaje radical con la
finalidad de evitar que sea echada a patadas por las masas enfurecidas.
La novedad del presente proceso
es que, a diferencia de lo que ocurría en el pasado inmediato donde las
movilizaciones aparecían y se extinguían solitarias, ahora tienden a
unificarse y potenciarse. Es frecuente encontrar en las calles a
transportistas, comerciantes minoristas, maestros, trabajadores asalariados,
etc. –que hasta la víspera parecía que tenían intereses diferentes y
hasta opuestos– que gritan al unísono consignas contra la miseria, el
hambre y desenmascaran la incapacidad del gobierno decidido a descargar sobre
las espaldas de los más pobres y explotados todo el peso de la crisis
capitalista con gasolinazos, azucarazos y otros latigazos que acentuarán
mucha más todavía el hambre en la población.
De pronto en la conciencia de la
gente que, hasta hace unos meses atrás tenía ilusiones en el gobierno del
MAS, se ha producido un vuelco radical, ahora están convencidos que Evo
Morales y su camarilla de ministros y parlamentarios no son otra cosa que
instrumentos de las transnacionales y de la empresa privada nacional.
Desaparece ese obstáculo de ¿después de Evo quién? Que expresaba la
impresión de la ausencia de un caudillo capaz de enrumbar los intereses
materiales de la gente detrás de una perspectiva política viable. Ahora la
gente empieza a razonar: "si Evo a podido ser presidente, cualquier otro
lo hará mejor". Surge en la conciencia de la gente la necesidad de un
verdadero partido revolucionario capaz de materializar el cambio radical de
las estructura económica del país y hacer realidad "la agenda de
octubre" expulsando realmente a las transnacionales y acabando con el
latifundio en este país. La profundización y al generalización de la
movilización está impulsando a la conciencia de los explotados a plantearse
la necesidad de una salida revolucionaria, hacia la estructuración de un
verdadero gobierno de obreros y campesinos asentado en la propiedad social de
los medios de producción.
Masiva
movilización en Cochabamba
La movilización del viernes 11
de febrero se realizó venciendo las maniobras de la burocracia sindical de la
COD que, una y otra vez, intentó suspenderla con diferentes argumentos. Los
sindicatos y federaciones de los diferentes sectores que más directamente
reciben la presión de sus bases, han impuesto la realización de la marcha a
la hora y el día determinados por el ampliado.
Como pocas veces ha ocurrido en
Cochabamba, la marcha ha sido multitudinaria; todos los sectores ha asistido
masivamente, sobre todo se han destacado por su número los fabriles y los
maestros. Se ha impuesto la consigna del "salario mínimo vital con
escala móvil" y ha fustigado duramente la política abiertamente pro
imperialista y pro empresarial del gobierno que pretende seguir cargando sobre
las espaldas de los sectores más pobres de la población las consecuencias de
la crisis. La gente coreaba con vehemencia consignas contra los gasolinazos,
contra el azucarazo y contra la subida permanente de los precios de los artículos
de primera necesidad.
El grado de radicalización de
la marcha se mide en el hecho de que los asistentes han desafiado a una
torrencial lluvia que ha convertido las calles del centro de la ciudad en
verdaderos ríos, totalmente mojados han llegado hasta la plaza principal, aún
bajo la persistente lluvia, para escuchar los discursos de los dirigentes de
los diferentes sectores. A pesar de que la burocracia sindical oficialista se
ha visto forzada a camuflarse en discursos incendiarios, igualmente ha sido
rechazada por la multitudinaria concentración. Los explotados intuyen que los
krumiros del gobierno están esperando alguna inflexión de la movilización
para volver a traicionar su lucha.
La presencia en la marcha de
amplios sectores que desarrollan actividades por cuenta propia como los
gremialistas, artesanos, juntas vecinales, etc., están mostrando una poderosa
tendencia a la generalización de las movilizaciones; lo que está faltado son
respuestas concretas a las necesidades de éstos sectores que están sufriendo
más dramáticamente las consecuencias de la crisis.
Primero un consejo consultivo
con delegados de las diferentes células sindicales y después una radical
asamblea general de las bases del magisterio urbano de Cochabamba han sacado,
entre otras, las siguientes resoluciones más importantes que revelan el grado
de radicalización de las bases, las mismas que se incorporan paulatinamente a
la movilización:
1.– Luchar por el sueldo mínimo
vital para impedir que la crisis termine destruyendo al magisterio y a la
educación.
2.– Exigir al gobierno la
implantación inmediata de la escala móvil de sueldos que consiste en que éstos
deben subir automáticamente en la misma proporción que suben los precios de
los artículos de consumo. Este mecanismo permite defender la capacidad
adquisitiva de los sueldos y salarios, sobre todo en una situación como la
presente en que los precios suben día a día.
3.– Resistir a la aplicación
de la ley "Siñani – Pérez"; defender las conquistas
profesionales del magisterio, sobre todo la vigencia del escalafón docente
que ya empiezan a conculcar en el sector de la Educación Técnica Superior
cuando pretenden hacer contratos por tiempo determinado solamente a académicos,
excluyendo a los maestros normalistas con título en provisión nacional.
4.– Declarar al Federico
Pinaya enemigo de la Educación Técnica Superior que, en una reunión del
sector con el vice ministro Diego Pari, ha mantenido la boca cerrada cuando la
autoridad –de la manera más prepotente– ha desafiado a los representantes
de las diferentes unidades de Cochabamba ratificando la decisión del gobierno
de conculcar el Escalafón Docente.
5.– Desconocer al compinche de
Pinaya, José Luis Núñez, ambos militantes del mal llamado Partido
Comunista, de su condición de representante del magisterio urbano en la
Central Obrera Departamental. Este elemento ha tenido el atrevimiento de
propiciar procesos sindicales contra los dirigentes de su sector por haber
organizado movilizaciones contra el gasolinazo con los fabriles y otros
sectores.
6.– Participar combativamente
de todas las movilizaciones que se convoquen, señalan que sólo con su acción
directa podrán frenar las pretensiones del gobierno y de sus lacayos.
(*)
Miguel Lora Ortuño es Profesor de Filosofía y dirigente de la Unión
Revolucionaria de Maestros (URMA).