¿Y
ahora qué?
Tom
Lewis (*)
Econoticiasbolivia.com
La
Paz, octubre 24, 2003.- El motor de las protestas del último mes en
Bolivia ha sido el tema del gas natural. La cuestión del gas todavía
espera una resolución definitiva. Y esto significa que la lucha contra el
neoliberalismo en Bolivia tiene un largo camino al frente.
El
Movimiento al Socialismo (MAS) ejerció una enorme presión entre el 15 y
17 de octubre para asegurar que el resultado de las protestas sería una
salida constitucional: es decir, la renuncia del Presidente Gonzalo Sánchez
de Losada y la toma de poder del Vicepresidente Carlos Mesa.
El
MAS efectivamente apoyó al sistema de partidos existente y a la forma
vigente del Estado boliviano basada en la democracia representativa (o
burguesa). Así el MAS se mantuvo fiel a su estrategia de sostener al
gobierno-si no necesariamente a la persona de Sánchez de Losada-hasta las
elecciones de 2007. A pesar de su discurso radicalmente anti-neoliberal,
este apoyo al gobierno ha definido su política nacional desde abril de
2003.
Hasta
el momento el MAS tampoco ha fijado un plazo para convocar la Asamblea
Popular Constituyente. Anteriormente los líderes del MAS preveían su
convocación también para el año 2007. Aparentemente ellos no sienten
ninguna urgencia para adelantar esta fecha a pesar del levantamiento
popular de la semana pasada. Quizás este hecho no es de extrañar, dado
que el MAS afirma en su página web que "un 80 por ciento del mensaje
del [nuevo] presidente en su posesión ha sido mensaje del MAS, y que
ahora [los líderes del MAS] esperan que Carlos Mesa de los dichos llegue
a los hechos".
A
la izquierda del MAS, la Coordinadora para la Defensa y la Recuperación
del Gas insiste en que la Asamblea Constituyente se celebre en seis meses.
Además, la Coordinadora del Gas aboga por una transformación rápida del
sistema político hacia la democracia directa o participativa. Su postura
conlleva la exclusión de los partidos políticos de los procedimientos de
la Asamblea Constituyente. Y esto significa que la Coordinadora considera
que la Asamblea Constituyente es un mecanismo para crear una nueva forma
de Estado y no, como el MAS, un simple medio para reformar el Estado.
Una
salida revolucionaria de la crisis implicaría un gobierno provisional de
los trabajadores y trabajadoras bolivianos basado en la Central Obrera
Boliviana (COB) y otras agrupaciones sindicales, como las COD y la COR
(departamentales y regional), e incluiría a líderes elegidos de los
movimientos sociales, como Evo Morales, Felipe Quispe, y el portavoz de la
Coordinadora, Óscar Olivera. Sin embargo, el movimiento de masas-el que
tan poderosamente derrocó a Sánchez de Losada-aún no ha tomado la
salida revolucionaria como la suya. La idea de una salida
"constitucional" domina la conciencia de masas, y probablemente
será así hasta que el gobierno nuevo, o incluso la Asamblea
Constituyente prometida, haya decepcionado o traicionado a las
expectativas populares.
Sin
embargo, dos realidades nuevas influirán de manera decisiva en el
desarrollo de la lucha boliviana a lo largo de las semanas y meses que
vienen. Primero, la COB ha recobrado una legitimidad importante después
de muchos años de pasividad y de doblegarse frente a los partidos políticos
en el poder. Precisamente por eso, el antiguo liderato de la COB fue
botado durante su último congreso nacional en abril. La nueva dirección
ya se ha probado con su papel en la rebelión reciente. Según el servicio
de prensa electrónico Econoticiasbolivia, la COB se ha convertido
"en el jefe incontestado del levantamiento popular."
La
segunda realidad tiene que ver con el tiempo de la lucha y con el
reformismo. Si el movimiento de masas y las organizaciones que lo componen
se relajan, el ímpetu se revertirá al neoliberalismo. Sin una movilización
continua, las reformas-incluso la Asamblea Constituyente-servirán
principalmente para dar tiempo a los patrones para reagruparse.
El
acto de recuperar el gas por el pueblo boliviano no puede significar otra
cosa que la renacionalización de este patrimonio y su autogestión por
parte de los trabajadores y trabajadoras bolivianos. Pero la posibilidad
de renacionalizar y autogestionar el gas presupone un ataque frontal
contra el capitalismo nacional y global. La clase dirigente boliviana, y
los imperialismos estadounidense y europeo, procurarán defender su
"derecho de explotar" por "cualquier medio necesario."
Sería totalmente iluso el creer que la recuperación del gas por parte de
la mayoría trabajadora en Bolivia pudiera ocurrir sin un movimiento
revolucionario de masas por el socialismo.
Hay
varios paralelos entre Bolivia en 2003 y la Argentina en 2001. Y la
truncada experiencia revolucionaria en la Argentina nos ha proporcionado
varias lecciones, entre ellas: (1) la importancia de la unidad entre la
izquierda; (2) la importancia de colocar a la clase trabajadora
organizada-urbana, rural, y desempleada-al centro de la lucha; (3) la
importancia de que los trabajadores y trabajadoras asuman como suyas una
amplia gama de demandas sociales-en este caso, las demandas de los grupos
indígenas y de los cocaleros; y, finalmente, (4) la importancia de
construir un movimiento consciente por el socialismo que puede ser más
amplio que, pero también debe incluir a, los partidos revolucionarios.
En
ese sentido, es interesantísimo el informe de Econoticiasbolivia del día
20 de octubre: "Después de activar y protagonizar una gran eclosión
social, que tuvo el trágico saldo de cerca de 70 muertos a bala y más de
500 heridos, los trabajadores del país, en el último Ampliado Nacional
de la Central Obrera Boliviana (COB), sacaron una conclusión principal:
los obreros, campesinos, naciones oprimidas y clases medias empobrecidas
no le arrebataron el poder a la 'clase dominante' porque 'no cuentan' aún
con un 'partido revolucionario'."
Construir
un partido revolucionario desde abajo-con una vida de partido democrática
y con una orientación abierta, no sectaria-es tarea difícil. Y no se
hace en un día. Pero es imprescindible si el objetivo es recuperar la
riqueza de Bolivia para la gente sencilla y trabajadora que la produce.
*
Tom Lewis es profesor titular de literaturas y culturas españolas en la
Universidad de Iowa (EE.UU.) y redactor para Latinoamérica de la revista
International Socialist Review. Es miembro de la International
Socialist Organization, con sede en Chicago, y traductor y co-autor con Óscar
Olivera de ¡Cochabamba! (South
End Press, spring 2004).
|