¿A
quién benefició la rebelión popular?
Luis
Arce, Rebelión, especial para Econoticiasbolivia.com
La
Paz, diciembre 10, 2003.- No hay mejor forma de tratar un tema en debate
que recurrir a la experiencia y al desenvolvimiento de la actual lucha de
clases como pruebas de lo justo de la idea en discusión. Ahora tomamos
como referencia la extraordinaria rebelión del pueblo boliviano de
octubre para seguir el desarrollo de este análisis en torno a la conducta
política de la izquierda latinoamericana y su complicidad con los grupos
de poder y el imperialismo.
Una
vez más la experiencia es implacable y resuelve las interrogantes
planteadas en torno al desarrollo del proceso social y su desenlace
revolucionario. En Bolivia se prueba una vez más que las masas a pesar de
todo su heroísmo y sacrificio no podrán coronar en victoria ninguna de
sus luchas mientras estén dirigidas por partidos y organizaciones políticas
no proletarias que parasitan en los movimientos espontáneos de las masas
y en el atraso político de los trabajadores. En Bolivia se confirma lo
que señalamos en la primera parte de este artículo (septiembre 2003)
que: cada cosa que hace o dice la izquierda latinoamericana sirve
solamente para mostrar su ineptitud frente al desarrollo de la lucha
social y si estalla una rebelión popular se monta en la ola rebelde, no
para darle orientación revolucionaria, sino más bien para conminar a las
masas a tomar el camino de la legalidad burguesa. Exactamente lo que ha
ocurrido en Bolivia.
En
plena rebelión popular, Evo Morales, uno de los dirigentes del movimiento
buscó que orientar la lucha hacia una solución negociada con las clases
que detentan el poder del Estado. Su planteamiento no fue más allá de
sugerir medidas para reforzar el "orden constitucional" y demás
instrumentos del Estado. Para ello esbozó la propuesta de convocar a una
Asamblea Constituyente controlada, según él, por el poder judicial que
en Bolivia, Perú, Ecuador o en cualquier otro país latinoamericano es
apenas un antro de corrupción al servicio de los grupos de poder. Felipe
Quispe, otro de los líderes de los pobres de Bolivia, propuso la formación
de un gobierno provisional encabezado por el vicepresidente de la República.
Ambos planteamientos, tanto el de Morales como el de Quispe, no significó
otra cosa que desviar la furia popular hacia el terreno de la legalidad
impuesta por el Estado reaccionario de este país.
La
solución negociada y legalista predicaba por Evo Morales y Felipe Quispe,
se inscriben únicamente en esa corriente política pequeño burguesa que
actualmente invade América Latina cuyo eje fundamental de acción es el
parlamentarismo y la defensa velada del sistema de opresión. Sus
proyectos "nacionalistas", y "revolucionarios",
trazados en función de ficticias reformas en el Estado opresor y sin
perjuicio de los intereses de los grupos de poder locales ni del
imperialismo, nada tienen que ver con una verdadera lucha revolucionaria
por el socialismo. La posición de estos dirigentes está determinada por
sus objetivos políticos (salvar la caída del Estado) y sus ambiciones de
carácter electoral. Por ello, fueron las propias masas (protagonistas de
la rebelión popular) las que con prontitud percibieron esta tendencia en
los acontecimientos de octubre, y en el calor del combate, tanto Evo
Morales como Felipe Quispe (ambos miembros del parlamento), fueron
denunciados de tomar la gran rebelión popular de octubre como parte de
sus cálculos electorales futuros. Así para Toribio Hinojosa, dirigente
de los trabajadores de la Caja Nacional de Salud, Morales y Quispe estaban
pensando equivocadamente en las elecciones municipales que se realizará a
fines del 2004. "Estos partidos no creen en un cambio radical del
sistema. Por eso, por ejemplo, el sector de Evo aún no ingresa en el
conflicto, está haciendo cálculos electorales". Por su parte el
maestro Teodomiro Herrera afirmó, que la "egoísta disputa" del
Movimiento Al Socialismo (MAS) de Evo Morales y el Movimiento Indígena
Pachacuti (MIP) de Felipe Quispe "por ganar votos para las
elecciones" es una de las trabas fundamentales que no permite la
lucha unitaria". (1).
Los
acontecimientos posteriores, y la forma en que se negocio el fin de la
rebelión popular, muestra dramáticamente que las masas pobres, que
entregaron más de 80 hijos del pueblo asesinados por el ejército y la
policía, han sido nuevamente estafados y conducidos al matadero de
burgueses y terratenientes. Es equivocado como dicen algunos que con la
rebelión boliviana, se logró "vencer al imperio mejor armado del
mundo" y que esta batalla significa un "triunfo
irreversible", y "un viaje sin retorno". Lo más positivo
en esta lucha, no es haber detenido momentáneamente la venta del gas,
sino más bien su constatación de que cambiar a un presidente burgués
por otro de la misma calaña, no resuelve en nada sus problemas económicos
y sociales históricos. Esta bien mantener el optimismo revolucionario al
tope, pero en política lo más aconsejable es tomar con seriedad la
realidad de los hechos, antes que nuestros propios deseos. Contar
historias fantasiosas o distorsionar la realidad, no contribuye en nada al
avance de lucha de los oprimidos, y por el contrario sirve para camuflar a
quienes se montan en la ola rebelde para subastar y traicionar la lucha
popular.
La
caída y fuga a los Estados Unidos del presidente Gonzalo Sánchez de
Lozada no ha cambiado en nada la naturaleza reaccionaria del sistema y del
Estado Bolivia. Los grupos de poder (la burguesía y los terratenientes)
siguen controlando el Estado, las fuerzas armadas y los tentáculos del
imperialismo se mantienen intactos y se alistan a seguir aplicando sus
planes antipopulares y represivos. Como ya lo han dicho los trabajadores
bolivianos, el cambio de mando a manos del vicepresidente Carlos Meza,
viene a ser la "misma chola con diferentes pollera". Los hechos
no se han demorado para demostrar que el gobierno, producto de la rebelión
no se diferencia en nada del anterior. Así cuando aún está fresca la
sangre vertida por los trabajadores, Carlos Mesa, el nuevo presidente
boliviano (instalado el 17 de octubre) ha dicho que "no se apartará
ni un milímetro de la línea del Fondo Monetario Internacional (FMI) y
dará continuidad a las políticas económicas y fiscales emprendidas por
su antecesor el ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.". (2). Como
informa un medio de comunicación boliviano bien enterado; "tras
posesionar a un gabinete de "tecnócratas neoliberales", el
gobierno de Mesa se ha comprometido públicamente a cumplir estrictamente
los acuerdos establecidos con el Fondo Monetario Internacional (FMI), a
suscribir hasta fin de año un Tratado de libre comercio con Chile, a
impulsar la exportación de gas a Estados Unidos, a revisar la Ley de
Hidrocarburos en acuerdo con las transnacionales que operan en el país y
a no interrumpir la política de erradicación forzosa de coca en el
Chapare'. (3) En el mismo tono el ministro de Hacienda Javier Cuevas (*1)
aseguró que se dará estricto cumplimiento a los programas suscritos con
el organismo internacional (FMI), "para que Bolivia siga recibiendo
dinero de esta institución" como dijo en tono de argumento
inapelable.
Estrategia
para desactivar la explosión social
La
rebelión boliviana ha mostrado como ningún otro movimiento
latinoamericano, que desviar una rebelión popular y conducirla al campo
de la legalidad burguesa no constituye un error político de los
dirigentes, sino una forma conciente y planificada de actuar en el seno de
las masas pobres, cuyos representantes constituyen una línea política
contraria a la revolución. La acción de los que adhieren esta línea
tiene magnitud estratégica y en política actúan como válvula de escape
de la explosión social. Utilizan diversos subterfugios para oponerse a la
lucha de los trabajadores, y cuando ya no pueden hacer nada para
detenerla, se montan en ella para convertir la rebelión popular en un
movimiento mendigante y negociable con los representantes del Estado. En
Bolivia la lucha también fue espontánea, y los dirigentes que se
mantuvieron alejados al inicio de la explosión social aparecieron después
como propiciadores de la negociación de la rebelión. Cuando estalló la
lucha Evo Morales estaba de gira por Europa y como denunciaron los
trabajadores ni Morales ni Quispe "bajaban a las bases desde hace un
año cuando estaban en campaña electoral". (*2).
El
carácter espontáneo de la lucha y la perniciosa actitud que asumieron
los dirigentes, fue percibido con claridad por los trabajadores que en su
momento señalaron que, "ningún líder ni ningún partido político
dirigió este levantamiento popular. Ni Evo (Morales) ni Felipe (Quispe)
ni nosotros encabezamos la rebelión...Los trabajadores bolivianos, desde
abajo, fueron los que echaron a patadas del poder al asesino de 'Goni'
(Gonzalo Sánchez de Lozada). Nadie, individual y partidariamente, se
puede adjudicar el liderazgo de este conflicto. ! Nadie ¡". (4).
La
estrategia para desactivar la rebelión popular no sólo se restringe a
detener la lucha en el momento de la explosión, sino también a influir
para que las masas crean, como los creyentes en Cristo, en que es posible
dentro del orden burgués y sin cambiar absolutamente nada, lograr
satisfacer las expectativas reivindicativas de los oprimidos. Es en esta
dirección que se han dirigido los discursos y acciones de los más
conocidos dirigentes populares de Bolivia durante y después del
desarrollo de la lucha boliviana. Por ejemplo, Evo Morales después de
concluida la rebelión, declaró su confianza en que el nuevo presidente
"rompa con el neoliberalismo y modifique varias leyes que sustentan
el modelo".
Como
da cuenta Tom Lewis en su artículo "Bolivia: ¿ ahora qué? (5) el
Movimiento al Socialismo (MAS) "afirmó en su página Web que
"un 80 por ciento del mensaje del [nuevo] presidente ha sido mensaje
del MAS, y que ahora [los líderes del MAS] esperan que Carlos Mesa de los
dichos llegue a los hechos". En la misma dirección política se ha
pronunciado Felipe Quispe, quien señaló; "Muy bien ahora vamos a
ver lo que ocurre con el Congreso. Asumiendo el vice, trataremos de
negociar". (6). Y como premio consuelo advirtió que pasada la tregua
de 3 meses volverían a las movilizaciones para echar abajo al nuevo
presidente en el caso que no cumpla con revolver los 72 puntos exigidos
por la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de
Bolivia. La misma posición fue adoptada Juan Gabriel (diputado y
dirigente del Movimiento Indígena Pachacuti -MIP-), señalando que
"No es momento de amenazas ni de dar plazos al presidente Carlos
Mesa, porque el país necesita un respiro, necesita un tiempo (...) Dejémoslo
trabajar, yo diría que todos los parlamentarios, todos los dirigentes
estamos en la obligación de dar un hombro, una manito". (7).
Breves
conclusiones, y la tarea fundamental
Antes
de cerrar esta nota de revisión sumaria de los acontecimientos en la
rebelión de Bolivia, queremos formular algunos puntos de vista que
consideramos esenciales para continuar la discusión en torno al futuro de
la lucha popular en América Latina. Los pueblos latinoamericanos
atraviesan una situación revolucionaria en desarrollo desigual. Las
causas fundamentales de este fenómeno inherente a los sistemas sociales
de explotación son; por un lado el hambre, la miseria y la desigualdad
que cada vez es peor, y por otro, la descomposición del Estado y de las
élites dirigentes.
En
este panorama de crecimiento de la extrema pobreza y de la represión, las
sublevaciones y rebeliones espontáneas seguirán manifestándose como
expresión directa de la agudización de la lucha de clases. ¿Qué hacer
en esta situación?. La tarea fundamental y decisiva es dotar a los
trabajadores de un auténtico partido revolucionario que sea capaz de
ponerse al frente de las masas oprimidas y conducirlas a la conquista del
poder del Estado. Como lo señalara Carlos Marx; la revolución es un acto
supremo de la política, y que querer hacer la revolución es querer tener
el medio para hacerlo (el partido, ejército y frente único de clases) y
esto decía él, conlleva como requisito fundamental, proporcionar a los
obreros la educación política para la revolución, "sin la cual los
obreros, al día siguiente después de la lucha, serán siempre víctimas
del engaño". (8). Por su parte Lenin analizando los acontecimientos
de la insurrección de diciembre de 1906 en Moscú, señaló que es un
error no explicar a las masas, la "necesidad de una lucha armada intrépida
e implacable" para coronar en victoria la lucha de los oprimidos, y
que "ocultar a las masas la necesidad de una guerra encarnizada,
sangrienta y exterminadora como tarea inmediata de la acción próxima es
engañarse a si mismo y engañar al pueblo". (9).
Lo
dicho por Marx y Lenin, que hemos reproducido no son palabras en el aire y
se relacionan a las preguntas más corrientes que los trabajadores
bolivianos se hicieron durante la rebelión de octubre. No faltaron
algunos, que basados más en su instinto de clases que en su formación teórica,
se reformularon la interrogante de ¿qué hacer para refundar el país?, y
si ¿la toma del poder debe ser por vía armada o pacifica?. (Econoticias
Bolivia, 6 de octubre 2003. Y son estas interrogantes las que resumen en
forma brillante las perspectivas de una verdadera confrontación
antiimperialista y lucha por el socialismo. En Bolivia las masas no han
estado totalmente despistas, y aunque en forma incipiente se han planteado
cuestiones de fondo de la revolución proletaria. Las masas han visto de
cerca y han palpado con sus propias manos, que el asunto de la revolución
es una asunto demasiado serio para dejarlo en manos de caudillos y falsos
revolucionarios. Han experimentado una vez más, que mientras no luchen en
forma diferente para liquidar el Estado y sus instrumentos de opresión
(el parlamento, el poder judicial, las fuerzas armadas, etc.), ninguna de
sus valerosas acciones servirá para modificar su miserable existencia y
menos para defender los recursos naturales del país.
Notas:
1.
Bolivia, 5 de octubre 2003, tomado de la revista La Fogata de México (Econoticiasbolivia.com).
2.
Econoticiasbolivia.com, 21 de octubre 2003.
3.
Econoticiasbolivia.com, 24 de octubre 2003.
4.
Jaime Solares, secretario Ejecutivo de la Central Obrera boliviana (COB),
Ampliado Nacional, octubre 2002, tomado del artículo de Miguel Pinto, Los
yerros de la rebelión del altiplano (Econoticiasbolivia.com).
5.
Revista Rebelión, 27 de octubre 2003,
6.
Felipe Quispe, 21 de octubre 2003. Revista Rebelión.
7.
Econoticiasbolivia.com, 24 de octubre 2003.
8.
Carlos Marx, Sobre la acción política de la clase obrera, 21de setiembre
1871.
9.
Lenin, Las enseñanzas de la insurrección de Moscú, agosto 1906.
(*1).
Javier Cuevas, es asesor económico desde hace muchos años de la
Confederación de Empresarios Privados de Bolivia. Se declara partidario
de cumplir las "metas" requeridas por el Fondo Monetario
Internacional (FMI), y de restringir al máximo los gastos del Estado para
cancelar la deuda externa. Según él lo más viable para la economía
boliviana es reducir el gasto público con una política de austeridad, y
por ello no habría recursos para atender nuevas demandas sociales
planteadas por las organizaciones sociales y laborales que
se movilizaron desde septiembre. Javier Cueva como el actual presidente,
son partidarios, y así lo han dicho que el gobierno seguirá en la
ejecución del proyecto para vender el gas boliviano. Hay que recordar que
el proyecto de la venta del gas es resulta de una de las condiciones del
FMI para seguir entregando dinero al Estado boliviano. Este proyecto debe
iniciarse en el 2004 y debe quedar concluido en 2007.
(*2).
En nombre de los maestros rurales, Teodomiro Herrera, afirmó que Evo
Morales y Felipe Quispe hace un año que no bajan a las bases.
"Cuando estaban en campaña electoral, todos los días venían a
nuestras organizaciones. Ahora parece que los 20 mil bolivianos (más de
2.500 dólares) que ganan en el Parlamento, los ha cambiado. Ya no nos
tiran pelota (no nos hacen caso). ¡Si el lunes 6, Evo (Morales) no se
suma a la lucha, debe ser visto como un traidor!". (Ampliado Nacional
de Emergencia de la Central Obrera Boliviana (COB), viernes 3 de octubre
2003, Econoticiasbolivia.com).
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