El
líder indígena Felipe Quispe pronostica "poca vida política"
al nuevo presidente
"No
queremos refundar el país, sino la reconstitución del Qullasuyo",
la nación aymara, dice
La
Paz, 25 de octubre.- "Este gobierno no es nuevo. Desde el punto de
vista de las mayorías nacionales y sobre todo indígenas, sólo vemos un
cambio de personas. Carlos Mesa Gisbert era el vicepresidente de Gonzalo Sánchez
de Lozada, manchado y bañado con nuestra sangre sagrada. Este gobierno
sigue el mismo sistema, el capitalista. Por tanto, yo debo decir que Mesa
no va a cumplir con el pueblo, porque hay leyes neoliberales e
imperialistas vigentes que son contrarias al pueblo."
Así
opina Felipe Quispe, conocido como Mallku, líder de la Confederación
Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia, (CSUTCB) y diputado
del Movimiento Indígena Pachakuti (MIP), organizaciones que iniciaron las
protestas que derivaron en la guerra del gas y la renuncia de Sánchez
de Lozada.
-¿Qué
leyes, concretamente?
-Por
ejemplo, la ley 1008, que implica ir contra los que cultivan y labran la
hoja de coca, tanto en Chapare como en las Yungas de La Paz. Se trata de
la erradicación de los cocales por imposición de los gringos. La Ley de
Hidrocarburos también es una imposición de las trasnacionales. Tenemos
el Código Tributario, el de Seguridad Ciudadana y otras leyes, que son la
columna vertebral del neoliberalismo. Y está el de-creto 21060, que
establece el modelo neoliberal en Bolivia. Esas leyes y decretos deben ser
anulados.
-¿Ustedes
se reunieron con el presidente Mesa y le plantearon esas demandas?
-Sí.
Le dijimos claramente que si él cumple todas nuestras demandas, va a ser
nuestro amigo y nuestro presidente, un gobernante nacionalista. Pero si no
realiza algún tipo de cambio de las leyes, quiere decir que está con los
intereses de los gringos.
-Y
le dieron un plazo...
-Sí,
le dimos 90 días para que revise las leyes, estudie las demandas y nos
cumpla. En el aniversario de la fundación de La Paz nosotros nos
concentramos en un cabildo abierto en la plaza histórica San Francisco.
De pronto apareció en la concentración Carlos Mesa, sin que nadie lo
hubiese invitado. O quizás algunos dirigentes con los que ha tenido
contacto directo lo invitaron. Pero yo no sabía que iba a estar en ese
acto. Entonces, en su presencia, le hemos dado 90 días de plazo. En ese
lapso vamos a entrar en un proceso de diálogo para que se cumpla lo que
hemos planteado a Carlos Mesa y su gobierno.
-¿Y
si no cumple?
-Entonces
estaremos obligados a salir nuevamente a la vera de los caminos para
cortarlos, cortar las carreteras, cortar la entrega de nuestros productos
agropecuarios, estrangular la ciudad. Y otras ciudades también se
levantarán, como lo hicieron en octubre y septiembre.
-¿Cree
que Carlos Mesa podrá cumplir las demandas?
-Más
vale que las cumpla, porque sólo así podríamos lograr vender nuestros
productos agropecuarios en buenas condiciones y lograr estabilidad para
los campesinos.
En
la mira, las nuevas autoridades
-¿Confían
en él?
-Bueno,
él está en la mira. Y nosotros no hemos depuesto las piedras y los
palos. Estamos en vigilia permanente. Hay que ver... No podemos prejuzgar
todavía, pero puedo predecir que Carlos Mesa no tiene mucha vida; él
puede ser igual o peor que el carnicero Sánchez de Lozada.
-¿Cuándo
dice "poca vida" se refiere a vida política?
-Vida
política, exactamente. Porque ya están comenzando a hablar otra vez de
vender gas a Estados Unidos. Quizás ya tengan documentos firmados o
compromisos se-cretos con las trasnacionales y el Pentágono. Esa ha sido
la historia de Bolivia. Los gobiernos siempre pactaron a espaldas del
pueblo. Por eso nosotros no confiamos más en este tipo de administración.
Por eso nosotros, el MIP, nos hemos distanciado a un espacio nuevo.
-Otros
partidos o movimientos han entregado de antemano su apoyo y confianza al
gobierno. ¿Qué opina al respecto?
-Que
somos más radicales. Nosotros hemos iniciado desde el 2 de septiembre una
movilización que duró hasta el 17 de octubre, con bloqueos de caminos,
huelgas de hambre, marchas; en algunos lugares, como Warisata, hemos
tenido que enfrentar con palos a las balas. Es un trabajo muy sacrificado
que nos ha costado el dolor de la sangre. De esa manera no vamos a entrar
a co-gobernar con Carlos Mesa.
Somos
opositores en vigilia. Es verdad que hay otros movimientos que tienen ya
sus ministros en este gobierno y dependen de él. Dicen que van a
trabajar, a coadyuvar. Eso significa trabajar en favor del neoliberalismo
y del imperialismo, lo que implica estar de acuerdo con la venta de gas y
con tener imbuidas las leyes antindígenas, antitrabajadores y contra el
pueblo empobrecido. Esa es una decisión de ellos. Parece que ellos
necesitaban dinero... Más que todo está el cuoteo político. Y
están ahí.
-Se
dice que usted está enfrentado al Movimiento al Socialismo (MAS). ¿Es así?
-El
MAS es una escisión de la Falange Socialista boliviana y cualquier
partido que provenga de esa organización política, sea en Bolivia o en
otro país, tiene pues una doctrina diferente a los intereses de los
trabajadores, de los campesinos y de los indígenas. Son partidos
reaccionarios. La doctrina de Carlos Mesa ha calado justo en el MAS, que
está ahora donde está, donde debió estar siempre.
-¿Dónde?
-En
el gobierno.
-Pero
el MAS ha declarado que se mantiene fuera, observante.
-Eso
dicen...
-Usted
declaró también que el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) es
un antro de corrupción y que estuvo ligado al narcotráfico...
-Yo
fui prisionero del gobierno del MIR en 1992, por razones políticas, y en
esa misma época cayó Oscar Eid Franco, el segundo hombre de ese partido,
nada más y nada menos que por narcotráfico. También hubo otros
dirigentes del MIR involucrados en el narcotráfico, y además otros del
Movimiento Nacionalista Revolucionario y de Acción Democrática
Nacionalista.
-¿Por
qué fue usted encarcelado?
-Porque
hemos organizado el Ejército Guerrillero Tupac Katari, les metimos bombas
y hemos luchado contra ellos. Fuimos varios los encarcelados.
Los
oportunistas de siempre
-Usted
ha dicho que tras la caída de Sánchez de Lozada aparecen oportunistas
para apropiarse del triunfo. ¿A qué se refiere?
-El
2 de septiembre comenzamos marchas desde el sur, el norte, el este y el
oeste, y nos concentramos en La Paz. Realizamos un ampliado, analizamos la
situación y resolvimos quedarnos aquí en la ciudad y dejarla con olor a
indio y a coca, y luego nos declaramos en huelga de hambre. Y nos
instalamos al interior del teatro San Gabriel, que pertenece a una radio
católica, controlada por los curas.
-¿Por
qué en ese lugar?
-Pensamos
que sería más seguro. Como los que nos gobernaban eran tan cristianos,
no iban a violar ese recinto sagrado con sus santos ensangrentados que
tienen ahí... Tu-vimos razón. No nos allanaron y estuvimos allí una
semana. A continuación llamamos a nuestros hermanos del pueblo boliviano
para que salieran a bloquear caminos, carreteras y los medios económicos.
-¿Cuál
fue la primera demanda de esa movilización?
-La
liberación inmediata de nuestro compañero Edwin Huampo Espinoza,
dirigente indígena encarcelado por aplicar la justicia comunitaria.
-¿Acusado
de qué, en concreto?
-De
asesinato. El, como dirigente sindical de la comunidad Pucarani, acató la
sentencia de la ley comunitaria de ejecutar a dos ladrones de ganado
reincidentes. La justicia del gobierno no reconoce nuestras leyes y lo
acusaron de asesinato. Para obtener su liberación tomamos como rehenes a
dos viceministros, de Agricultura y de Asuntos Campesinos, que se
comprometieron a liberar a nuestro compañero.
Tardaron
dos semanas, pero lo liberaron. El MAS y otros partidos llamaron entonces
a una marcha para el 19 de septiembre. Pero la verdad es que esa marcha
fue como una entrada folclórica: ellos entraban, la gente los miraba
pasar. No era de protesta, parecía una marcha escolar.
-¿Ustedes
seguían en el teatro San Gabriel, en huelga de hambre?
-Ahí
estábamos. Llegaron los ministros a dialogar el día 20. Preparamos
demandas reivindicativas para los temas de tierra y territorio, derechos
humanos, educación indígena, transportes y comunicaciones, maestros
rurales. Y el tema de desarrollo indígena originario, y dentro de éste
caminos ca-rreteros, agua potable, energía eléctrica para todas las
comunidades, postas sanitarias y hospitales, y mecanización del agro con
maquinaria agrícola.
Pedimos
mil tractores, porque desde que llegaron los españoles hasta hoy seguimos
trabajando con el arado egipcio que ellos trajeron. Desde la muerte de
Atahualpa y hasta nuestros días, seguimos laborando con la tecnología
que dejaron nuestros incas. No hemos cambiado nada. Cómo, con esas
herramientas arcaicas, vamos a competir con otros países que ya se han
desarrollado bastante. Y les planteamos ese tema a los que nos gobiernan.
-Pero
ese día 20 hubo una matanza en Warisata...
-Así
fue. Al mediodía rompió el silencio el (teléfono) celular. Me llamaban
de Warisata, donde había bloqueo de caminos, y dicen: "Hermano, hay
18 caimanes (camiones) llenos de soldados armados hasta los
dientes; están a 10 kilómetros y nos van a masacrar". Siguieron
llamando: "Están a cinco kilómetros, a dos kilómetros, a un kilómetro".
Y entonces rompió el fuego y comenzaron a sonar las metrallas, y a través
del celular nosotros también escuchamos los cantos de las metrallas.
Entonces yo entregué el celular al ministro de Agricultura, Diego Añez
Moscoso, y le dije: "escuche, ya no podemos dialogar". Y el
secretario de Estado se asustó y dijo que tenía que hablar con el
ministro de la Defensa, Carlos Sánchez Berzaín.
-Que
según se sabe ordenó esa matanza...
-No
sólo la ordenó, sino que él en persona comandó la matanza disparando
desde un helicóptero. En ese momento me informaron de tres muertos en
Warisata y otro en Sorata. Rompimos el diálogo.
-Y
se amplió el apoyo...
-El
lunes 22 de septiembre la Central Obrera Boliviana (COB) llamó a un
ampliado de emergencia. La COB es en realidad un cadáver andante, que más
o menos trataba de resucitar, porque se ha desgastado bastante; pero, en
fin, convocó a huelga por tiempo indefinido, y se lanzaron a ese paro las
juntas vecinales del Comité Cívico de El Alto y de La Paz, la Central
Obrera Regional de El Alto y la gente en general.
-¿La
matanza de Warisata fue el detonante de la protesta generalizada?
-Esa
matanza ha impactado y ha concientizado a la gente, logrando penetrar ese
corazón de piedra que tenían nuestros hermanos de la ciudad que nos
miraban desde los balcones, alegremente. Inclusive Evo Morales andaba en
esos días en Libia, o Ginebra, paseándose. Bueno, el paro fue acatado y
los mineros marcharon sobre La Paz. En Ventilla hubo nuevamente una
matanza, y eso fue el caldo de cultivo para que la protesta fuera aún
mayor.
-¿Ustedes
pensaron en que conseguirían la caída de Sánchez de Lozada?
-No,
al comienzo no, pero seguimos estirando la situación como chicle, porque
la madre de esas batallas fue la huelga de hambre convocada por la Central
Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia. Después siguieron
matando en El Alto y otros lugares, siempre en villas miseria
(ciudades perdidas). Finalmente gente de la ciudad, la clase media,
intelectuales, estudiantes y defensores de derechos humanos, empezaron a
entrar en las iglesias y parroquias católicas y evangélicas y se
plegaron a la huelga de hambre. Y comenzó la seguidilla de renuncias de
ministros. El primero que salió del gobierno fue el ministro mirista
Jorge Torres Obleas (hijo del general y ex presidente Juan José Torres),
y después renunció el vocero oficial, Mauricio Antezana, y así, pero a
esa altura ya había más de 80 muertos.
-¿Qué
cifra de muertes manejan ustedes?
-Son
88, incluyendo a ocho soldados que aparecieron en una fosa común en El
Alto, ejecutados por sus superiores por negarse a disparar contra el
pueblo. Bueno, caído el carnicero, las pulgas escaparon. Y el pueblo en
las calles celebró como en un carnaval. Nosotros, en cambio, estábamos
tristes, porque habíamos trabajado para otra gente. Habíamos dado vida y
derramado sangre para otra gente, para Carlos Mesa, que quizás en su
perra vida haya pensado en que iba a ser presidente, pero gracias a
nosotros ahora gobierna.
-¿Están
ustedes de acuerdo con la consulta popular acerca de la venta de gas?
-Veremos
cómo viene esa consulta.
-¿Participarían
ustedes en una Asamblea Constituyente?
-No.
No es nuestro plan ni es un proyecto del MIP. Los indígenas de hoy no
estamos por refundar Bolivia; vamos a plantear la reconstitución del
Qullasuyu, y autodeterminarnos como nación indígena en la república del
Qullasuyo. Lo demás es como decir "como la ropa está muy vieja,
vamos a ponerle unos parches". Aquí hay que cambiar todo, incluyendo
el nombre de este país.
Entrevista
de Ximena Ortuzar, diario
La Jornada, México, 26 de Octubre de 2003
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