Por
una Conferencia Anticapitalista
La
lección internacionalista de Bolivia
El
gobierno norteamericano, el Papa, la OEA, los gobiernos de Brasil y la
Argentina, todos han sido conscientes del drástico precedente que ha
sentado la insurrección popular en Bolivia.
John
Maisto (hombre de Bush en la OEA) sintetizó bien esta preocupación:
"lo que está en juego es un gobierno elegido, instituciones democráticas
y un sistema económico basado en el libre mercado". Traduciendo: la
democracia para ricos y las contrarreformas capitalistas neoliberales, los
dos pilares de la política imperialista para la región en los últimos
veinte años.
Efectivamente,
la rebelión popular en Bolivia puso sobre el tapete el problema del poder
político en ese país.
Bolivia
y Argentina
En
el mismo sentido, espantado por la insurrección boliviana y sus posibles
connotaciones aquí, el lunes 20/10 La Nación citaba al diario
Buenos Aires Herald: "Unos 2500 kilómetros separan a esta ciudad de
la capital de Bolivia (...) pero ¿tan distantes estamos de la extrema
situación piquetera que asuela a ese país vecino? Hay, por supuesto,
algunas importantes diferencias básicas (...) No obstante, la ética
piquetera se está extendiendo en la Argentina más allá de su
manifestación más directa y visible de bloquear rutas (...). El
presidente Néstor Kirchner debe vigilar muy de cerca el fenómeno
piquetero, y no sólo porque fue elegido este año con un porcentaje muy
similar al de Sánchez de Lozada en Bolivia el año pasado (...) El estilo
y la retórica de Kirchner se prestan, ambos, a una rápida proliferación
de los piquetes (...) la búsqueda de una fácil popularidad le hará
aprender, tarde o temprano, que cuanto más se promete (o se da) a la
gente, más querrá pedir. Ello podría ocurrir más temprano que tarde
(...) Viendo lo rápido que se ha propagado el caos en Bolivia, la
realidad podría golpear aquí primero en el frente piquetero, dejando a
Kirchner con la opción de capitular o repensar la mayor parte de sus
medidas".
Una
enorme preocupación es lo que se desprende de estos renglones. El
Argentinazo y ahora Bolivia han puesto sobre el tapete una acción
directa independiente y revolucionaria de unas masas populares hartas
de soportar condiciones de extrema miseria y engaño político.
Sin
embargo, no se puede decir que el gobierno de Kirchner no sea consciente
de estas cuestiones. El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, a modo de
justificación de la estrategia política "de centro" del
gobierno, advirtió que los recientes hechos de Bolivia demuestran
"que muchos países de América Latina tienen una sociedad bajo presión,
como una olla a presión donde el más mínimo movimiento la hace
explotar" (La Nación, 18/10).
Un
nuevo ciclo político regional
Esto
es lo que explica la enorme preocupación expresada por el imperialismo y
los gobiernos de la región. Saben que lo que se está viviendo es un
proceso regional de experiencia de las masas que está
progresando, que no logran estabilizar: un nuevo ciclo político de la
lucha de clases, que aun con sus desigualdades, abarca varios países de
América Latina.
Porque
no ha sido casual que a casi dos años del Argentinazo haya estallado
Bolivia. La insurrección de masas que vivió aquel país tiene evidentes
vinculaciones con los acontecimientos revolucionarios desarrollados en el
nuestro. Se trata, como no puede ser de otra manera, de un proceso
regional que exige una ubicación internacionalista de parte de
la vanguardia y de las corrientes revolucionarias de izquierda.
En
las condiciones de un capitalismo mundializado, más que nunca hay que
reafirmar que no hay proceso que se pueda considerar puramente nacional.
Bolivia confirma que no había que apresurarse a cerrar las
perspectivas abiertas por el Argentinazo. Es evidente que con Kirchner
estamos viviendo una situación política distinta que la que se abrió
con los acontecimientos del 19 y 20 de diciembre. Sin embargo, la etapa más
general de carácter revolucionario abierta en aquella fecha sigue
presente. El actual proceso en la región, el hecho de que no se ha
dado ni un paso en la solución de los problemas económico-sociales de
fondo que el Argentinazo puso sobre la mesa, y el hecho de que, de
conjunto, la relación de fuerzas más general entre las clases no ha
cambiado, es lo que permite sostener la continuidad de la etapa abierta e
incluso formular la previsión de que la actual "primavera" que
vive el gobierno de Kirchner, pronto o tarde, llegará a su fin.
Tareas
preparatorias
Esto
da la pauta de la ubicación de las tareas: hace un tiempo habíamos
planteado que las tareas del actual período había que encararlas con la
perspectiva de prepararnos mejor nosotros, la vanguardia y sectores
de la clase trabajadora para los acontecimientos y luchas futuras. Parte
de esto es la actual actividad de denuncia y clarificación acerca
del verdadero carácter del gobierno de Kirchner. Y también, dar pasos en
el ámbito de la vanguardia en fortalecer una estrategia de unidad de
clase y de ingreso al proceso de la lucha y de la organización
independiente de sectores de trabajadores ocupados.
Los
acontecimientos de Bolivia confirman que está abierto un proceso que
excede claramente a la Argentina, con momentos de progreso que no logran
ser derrotados y que nos plantean prepararnos para nuevos eventos
revolucionarios y mayores responsabilidades.
Tender
un puente político
A
la vanguardia independiente y a las corrientes de la izquierda
revolucionaria se nos plantea una tarea perentoria y común respecto del
"Boliviazo": establecer un puente entre la experiencia del
Argentinazo y la actual de Bolivia. Desde hace varios días venimos
proponiendo al resto de las corrientes de la izquierda y los movimientos
de trabajadores desocupados más independientes la necesidad de enviar
a ese país una delegación representativa de las mejores expresiones
de la vanguardia y de las corrientes políticas de izquierda para que tome
contacto formal con las organizaciones de masas y la vanguardia en aquel
país.
Esto
no lo puede hacer sola ninguna corriente: es una tarea
necesariamente de frente único. Es de suma importancia por varias
razones: la más evidente, porque se trata de procesos de lucha regionales
que plantean la necesidad de la unidad internacionalista de los
trabajadores de ambos países.
Pero
además por otra razón. El peso de las corrientes independientes, sobre
todo de las corrientes socialistas revolucionarias y trotskistas dentro de
la vanguardia, es relativamente mayor en nuestro país que en Bolivia. Y es
nuestra responsabilidad establecer un vinculo orgánico entre
ambos procesos. Es una nueva y enorme tarea que no puede ser evadida con
razones mezquinas del tipo "mi organización ya viajó".
Por
supuesto, todo el mundo puede viajar por su cuenta y con sus objetivos
propios. Pero de lo que se trata es de algo más grande: establecer ese vínculo
orgánico a nivel de la vanguardia de ambos países, un puente que permita
un avance de conjunto y una educación internacionalista. Y esto,
insistimos, hoy sólo se puede realizar bajo la forma del frente único.
El
"Comité de Apoyo a la Revolución Boliviana", recientemente
formado en Buenos Aires, tiene entonces esta elemental responsabilidad
internacionalista.
Por
una Conferencia Anticapitalista
Desde
esta misma ubicación, reiteramos una propuesta más de fondo que venimos
haciendo desde estas páginas y que hoy adquiere mayor actualidad aún: no
podemos dejar la organización internacional de la vanguardia en manos del
Foro Social Mundial y del reformismo, que volverá a reunirse en el Porto
Alegre de Lula en enero del 2005.
Es
un necesidad y responsabilidad de las corrientes que se consideran
revolucionarias de la región –el PSTU de Brasil, el PO, el MST, el PTS,
nuestro partido, el MAS, en Argentina, y otras– trabajar por la
realización de una Conferencia Anticapitalista Latinoamericana que
pueda aparecer como punto de referencia revolucionario alternativo al
reformismo en la región y que se ponga a la altura de los
acontecimientos.
Compañeros:
ustedes tienen la palabra.
|