Lula
y Kirchner: la comparsa "progresista" de Bush
La
posición de Bush frente a la insurgencia del pueblo boliviano fue clara:
sostener a Sánchez de Losada. Mantuvo esa posición hasta el final, como
pudimos leer el 17/10 en los distintos diarios locales. Sólo que en esa
fecha, los mineros, indígenas, cocaleros y campesinos rodearon La Paz y
ese movimiento decidió la caída del Goni. Bush lo sostuvo hasta el mismo
momento de su renuncia. En las diversas declaraciones públicas que dio a
conocer, habló de "defender la democracia" y de que en la
rebelión popular existían "elementos antidemocráticos y
subversivos".
Una
de las correas de transmisión del imperialismo norteamericano, la OEA,
expresó la misma posición en un lenguaje apenas un poco más diplomático.
En vez de usar el lenguaje del cowboy texano, los representantes de la OEA
recurrieron a la retórica típica de burócratas y abogados. Pero su
contenido era el mismo. "Defender la institucionalidad", es
decir la "democracia" del hambre y la entrega, en contra de la
lucha del pueblo boliviano. Las formas "democráticas" por
encima de los contenidos verdaderamente democráticos. Y sobre todo de la
democracia real, la de los explotados y oprimidos movilizados.
¿Qué
posición tomaron Lula y Kirchner ante la rebelión popular en Bolivia?
Simplemente, la misma de Bush. Por supuesto que evitaron repetir las
torpezas reaccionarias de éste, que habló de "subversivos" y
usó y abusó de toda la retórica anticomunista que conocemos hasta el
hartazgo. Tanto Lula como Kirchner tomaron como propio el pronunciamiento
de la OEA en favor de la "institucionalidad", que no era otra
cosa que una condena diplomática de la rebelión popular y un apoyo
(vergonzante pero apoyo al fin) a Sánchez de Losada. Los días anteriores
a la caída de éste, en medio de la visita de Lula a Argentina, los dos
presidentes hablaron de lo humano y lo divino, de la integración
latinoamericana y de cuán maravilloso será el futuro por venir. Respecto
a lo que pasaba en Bolivia se limitaban a expresar "preocupación"
y a pronunciarse por la defensa "a rajatabla" de la
institucionalidad. Se limitaron a ser un eco patético de Bush.
Naturalmente
que con la renuncia aún caliente de Sánchez de Losada, Lula y Kirchner
desenfundaron las guitarras y, desde el Calafate, empezaron a tocar la música
de siempre. Hablaron contra el ajuste indefinido, de la necesidad de la
inclusión social, etc, etc. La muchachada progresista volvió a tocar las
melodías que sabe de memoria. Su objetivo era claro: tomar distancia de
su propia posición. Hacer que creamos que nunca dijeron lo que salió en
todas partes que sí dijeron: la "defensa de la
institucionalidad", que en ese momento concreto se convertía en
apoyo al entreguista asesino de Sánchez de Losada.
Incluso
el diario Clarín del día posterior a la caída de Sánchez de
Losada llevó a cabo una de las típicas operaciones de prensa a las que
nos tiene acostumbrados: intentó explicar la renuncia a partir de los
sutiles manejos de la diplomacia argentina y brasileña. Los veedores habrían
convencido al presidente boliviano de que lo mejor era dar un paso al
costado. Evidentemente los amanuenses del "gran diario
argentino" creen que nuestra dosis de estupidez es infinita. Lo que
decidió la caída de Sánchez de Losada fue el cerco a La Paz de más de
100.000 indígenas, cocaleros, campesinos y mineros. Esto volvió
insostenible la situación del gobierno, ya que para recuperar la
iniciativa política debía llevar adelante una represión cuyo alcance
sobrepasaba por lejos su poder efectivo.
Los
trabajadores y el pueblo boliviano, a partir de ahora, van a ser
bombardeados por una propaganda oficial que les va a decir, de todas las
formas posibles, que el triunfo logrado con la caída de Sánchez de
Losada no es tal, que es producto de otras causas cuyo conocimiento
solamente está al alcance de unos pocos "verdaderamente"
informados. Y van a recurrir a argumentaciones tan mendaces como la que,
entre nosotros, echa mano Clarín. El objetivo que buscan es que el pueblo
boliviano flaquee y pierda confianza en cambiar su propia realidad. Todo
esto forma parte de la lucha de clases.
Y
dentro de este juego, los Kirchner y los Lula van a tener parte. Allí
donde los Bush expresan de forma concentrada y brutal los intereses del
Imperio, van a ser necesarios esta clase de personajes para hacer pasar,
en los hechos, la misma política pero con una melodía un poco más
armoniosa. Unos y otros son enemigos de los trabajadores latinoamericanos.
ISIDORO
CRUZ BERNAL
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