Entre
las distintas corrientes políticas de la izquierda, es el MAS liderado
por Evo Morales el que brindó desde el inicio la mayor cuota de apoyo al
nuevo gobierno de Carlos Mesa. Antonio
Peredo Leigue, parlamentario por el MAS, resume así esta posición.
Quince
días de esperanza
Antonio
Peredo Leigue
Servicio
Informativo "Alai-amlatina",
04/nov./2003
La
esperanza del pueblo es la
fortaleza del presidente Carlos D. Mesa y, al mismo tiempo,
es su debilidad. Enfrentado a la difícil tarea de cumplir con las
demandas y expectativas emergentes de la titánica movilización de
septiembre y octubre pasados, presionado por los poderes internacionales
que, desde la embajada yanqui, le han advertido que no aceptarán cambios
en el decreto 21060 (norma que implementó el modelo neoliberal en 1985) y
en la ley 1008 (draconiana legislación contra el cultivo de coca), el
presidente Mesa busca formas de avanzar, en la consolidación de su
gobierno, manteniendo un equilibrio delicado entre ambos factores.
La
ruina fiscal
Su
primera preocupación es superar la crisis económica. En febrero pasado,
luego del levantamiento contra el "impuestazo", el anterior
gobierno presentó un presupuesto que
estimaba un 6% de déficit fiscal; era el tope que las exigencias
del FMI y el BM podían tolerar. Al escapar del país, el pasado 17 de
octubre, Sánchez de Lozada y sus ministros, dejaban un hueco prácticamente
insalvable: 12% de déficit fiscal. La reducción al mínimo de la inversión
pública, puede bajar esa cifra a 9 u 8%, lo cual sigue siendo
peligroso.
Una
delegación de ministros se halla, en estos momentos en Washington,
tratando de convencer a los organismos de financiamiento que deben cubrir
esa cifra roja, lo cual es una tarea muy dura, habida cuenta que los
argumentos sobre la situación política no conmueven a los financistas.
Mesa
espera superar el escepticismo de éstos y cree, o quiere creer, que la
misión volverá con resultados positivos.
La
recuperación
¿Cómo
puede convencer a esos señores que sólo saben de
números? Con números, por supuesto.
El
gas es la gran palanca de esa negociación. El presidente Mesa sabe que
debe encarar con energía la solución de este
tema pues, la única forma de demostrar que el bache económico
no volverá a repetirse, es que el gas deje beneficios suficientes
al país. Eso supone que, el Estado boliviano, vuelva a ser propietario de
aquel recurso.
Pero,
18 años de neoliberalismo han sometido las mentes de quienes se alinearon
en el modelo, convencidos de que la globalización es el futuro de la
humanidad. Mesa ya era, mucho antes de iniciarse en política, siendo uno
de los periodistas más influyentes en los círculos gobernantes, un
convencido del modelo neoliberal. No puede esperarse que, de la noche a la
mañana, haya cambiado su forma de pensar; por lo tanto, sigue temiendo
que, los poderes imperiales sometan al país a los mayores castigos, si no
mantiene su sometimiento a las normas que dicta Washington a través del
FMI y el BM.
Pero,
por otra parte, como mandatario nacido de esa gigantesca rebelión
popular, sabe también que no puede oponerse a la reclamación de esa gran
masa que derrocó a Sánchez de Lozada y, en consecuencia, lo llevó al
mando de la nación. Esto supone que, de una u otra forma, debe dirigirse
hacia la recuperación de esa riqueza.
De
manera que, para convencer a los banqueros de Washington y Nueva York,
debe convencerlos de que Bolivia tendrá recursos suficientes con el gas.
Pero, a la vez, tendrá que tranquilizarlos (porque esa es su percepción)
de que no va a actuar contra las transnacionales. Por supuesto, está
caminando sobre el filo de una navaja.
Un
solo camino
Para
nosotros, el Movimiento al Socialismo (MAS), que somos la fuerza política
más importante de la movilización que derrocó al anterior gobierno, hay
un camino claro y definido: la recuperación de la propiedad sobre los
recursos naturales, principalmente en este momento el gas.
Sometido
a 18 años de aplicación de un modelo que ha traído miseria y atraso
mayores, Bolivia sólo puede salir adelante asumiendo decididamente esa
recuperación. Contamos con el apoyo de gobiernos como los de Brasil,
Argentina, Venezuela y otros. Pero, además, estamos convencidos de que
tenemos el apoyo de los pueblos de todo el continente. Un ejemplo muy
claro es el resultado del referéndum y la elección recientes en Colombia
donde, un gobierno tan sometido a los dictados estadounidenses, ha sido
derrotado por el abierto rechazo popular.
Hay
que avanzar por ese camino, reformando completamente la estructura del
Estado boliviano. Se trata de desmontar el aparato que adecuó el
neoliberalismo para sus propósitos y crear una nueva estructura que
permita la construcción de un país productivo. Esto se hará mediante
una asamblea constituyente, a la que se ha comprometido el presidente
porque es la segunda de las demandas centrales de la movilización de
septiembre/octubre.
Se
hace camino al andar
No
es fácil hacerlo. Sin embargo, el pueblo está movilizado y presionará
constantemente sobre el gobierno de Carlos Mesa. Lo que ocurra de aquí
para adelante, será una constante confrontación de propósitos e
intenciones del gobierno, frente a definiciones y voluntades por parte del
pueblo.
Para
todos nosotros, no solamente para el MAS sino para todo el pueblo, es
evidente que las fuerzas reaccionarias y la embajada yanqui complotan,
desde el primer momento, contra este avance. Van a recurrir a todos los métodos,
incluyendo el golpe de Estado, para evitar que se concreten las demandas
populares. Por nuestra parte, haremos todo lo que esté a nuestro alcance
para caminar por este sendero, que debemos ir abriendo paso a paso.
Tenemos confianza en derrotar a quienes intentan que el país vuelva al
neoliberalismo.
Carlos
Mesa está enfrentado a ese gran desafío. La historia dirá si estuvo a
la altura de los acontecimientos.
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