La falsa “apertura”
sobre homosexualidad y aborto
Misericordia y
tolerancia: dos caras de la condena
Por César Rojas,
Socialismo o Barbarie, semanario, 26/09/2013
Continuando con el
operativo de lavado de cara de la Iglesia, el Papa Francisco
se despachó la semana pasada sobre una serie de temas como la
homosexualidad, las mujeres que abortan y las personas
divorciadas. En una larga entrevista donde habló sobre todo
lo humano y lo divino con la retórica populista que lo
caracteriza, pidió a los fieles “mirar con misericordia”
estos temas e instó a “no insistir sobre ellos” ya que la
Iglesia golpeada por una dura
crisis interna podría “derrumbarse como un castillo de
naipes”.
La
preocupación por revertir la grave crisis de la Iglesia guía
los gestos demagógicos.
Pese a que muchos
sectores de la población puedan ver estos gestos con
expectativas como una posible “apertura” de la Iglesia,
en lo concreto de estos temas polémicos como el aborto, los
matrimonios gays, el rol de la mujer en la sociedad y en la
propia Iglesia, dejó en claro que no se va a mover una coma
de las posiciones reaccionarias de la doctrina católica.
De la misma manera opera
con el intento de expurgar por elevación su propio pasado
oscuro en la época de la dictadura cívico–militar, durante
la que fue Provincial de la Orden: “nunca fui de derecha”,
como si esta opinión sobre sí mismo bastara para exculparlo
y no sus acciones.
Bergoglio durante toda la entrevista da indicios de la
magnitud de la crisis que llevó a casi vaciar las iglesias y
propone convertir a éstas en “tiendas de campañas en las
que recibir a los heridos” que otrora fueran rechazados por
ella como homosexuales o mujeres que abortaron. Eso sí, a
condición de que se arrepientan, y que la
condena y la estigmatización continúen sobre ellos y sus
acciones pasadas.
Pero de lo que nada dice
el Papa es de su responsabilidad en la entrega a los militares
genocidas de los curas tercermundistas como Jalics y Yorio, o
la abierta colaboración de la Iglesia al haber cedido
terrenos en el Tigre para que escondiesen a detenidos y
desaparecidos de la ESMA.
Tampoco dice nada sobre
que él mismo instó a la “guerra santa” contra el
matrimonio igualitario en Argentina (con movilizaciones, lobby
y amenaza a diputados), llamándolo “plan del demonio”.
Hoy, mientras Grassi, el cura abusador va finalmente a la cárcel
pero diciendo que “el Papa nunca me soltó la mano”, lo
cual es rigurosamente cierto, y arrecian los escándalos en el
Banco del Vaticano (IOR), Bergoglio se dedica al “show de la
humildad” para que la gente vuelva a las iglesias y contener
así la indignación mundial cada vez más generalizada frente
a la crisis capitalista y sus consecuencias.
Pero lo hace dejando en
claro que sobre la homosexualidad, la anticoncepción “la
Iglesia ya habló” y que conviene evitar hablar sobre esos
temas, y aparentemente dedicarse a construir la nueva etapa de
la Iglesia “más profunda e irradiante”, pero montada
sobre la complicidad y el silencio del genocidio, la defensa
de la curia perversa y abusadora y el sostenimiento de los
valores más reaccionarios respecto de la familia, la
sexualidad, las mujeres y la diversidad sexual, pero eso sí,
mirados “con misericordia”…
La
"tolerancia" como condena
Es en la segunda mitad
del siglo XIX que aparece el aborto y la homosexualidad como
un problema para el Estado capitalista y para el proceso de
normalización sexual de la burguesía. Aborto y
homosexualidad son considerados por primera vez como delitos, no ya como tema de la moral y la religión. Al mismo tiempo
con sus idas y venidas al calor de la lucha de trabajadores,
mujeres y minorías sexuales que ha ido modificando estas
limitaciones, la ideología burguesa instala lo que podríamos
pensar como un equivalente
laico de la “misericordia” cristiana: es el concepto
de la “tolerancia”.
Tolerar es soportar,
sostener algo que se considera malo o contrario a las reglas o
la moral, que sin embargo es soportado. De esta manera quien
tolera está del lado de la norma y el poder, y lo conserva, sólo
que condesciende a tolerar eso que sigue considerando un vicio
moral, una aberración o pecado, o un “mal necesario”.
Recordemos que los prostíbulos
eran considerados “casas de tolerancia” y debían guardar
las debidas distancias respecto de la ciudad en el siglo XIX y
comienzos del XX. Pero quien es tolerado, muy lejos está de
ser respetado en su diversidad y en el ejercicio de su
libertad, del uso de su sexualidad y su propio cuerpo, sólo
es tolerado/a. De esta manera quien es tolerado sigue
estigmatizado y se preserva al orden social y
sus reglas de todo cuestionamiento y transformación.
Sólo el marxismo
revolucionario, el feminismo socialista y la lucha de las
minorías sexuales como adquisiciones conscientes de los
oprimidos y explotados bajo el capitalismo patriarcal, van a
posibilitar a través de la lucha cuestionar, conquistar
reivindicaciones y cambiar de raíz este orden social. Tanto
la tolerancia como la vieja idea cristiana de la misericordia
con que el Papa intenta una “falsa apertura”, están en
función de mantener el
putrefacto orden patriarcal y de clases. Para finalizar,
citemos palabras del cineasta y escritor Pier Paolo Passolini,
quien ha hecho en su vida y su obra de la denuncia a la
hipocresía de la tolerancia una bandera:
“La tolerancia, entérate bien, es sólo y siempre
puramente nominal. No conozco un solo ejemplo o un solo caso
de tolerancia real. Y esto porque una 'tolerancia real' sería
una contradicción en sus propios términos. El hecho de
'tolerar' a alguien es lo mismo que 'condenarle'. La
tolerancia es incluso una forma más refinada de condena. En
realidad al 'tolerado' –digamos que al negro que habíamos
tomado como ejemplo– se le dice que haga lo que quiera, que
tiene todo el derecho del mundo a seguir su propia naturaleza,
que su pertenencia a una minoría no significa para nada
inferioridad, etcétera. Pero su 'diversidad' –o mejor, su
'culpa de ser diferente'– sigue siendo la misma tanto ante
quien ha decidido tolerarla como ante quien ha decidido
condenarla.”
(“Cartas
Luteranas”)
[1].-
“Histórica
apertura del Papa sobre aborto, divorcio y gays”, La Nación, Buenos Aires, 20/09/13.
[2].-
Si
habría que juzgar a una persona sólo por lo que dice de
sí mismo, tendríamos que ver al genocida Videla como un
militar que “hizo lo mejor para su Patria…”
[3].-
“El
silencio” La
Iglesia y la ESMA, de Paulo VI a Bergoglio,
H.Verbitsky, 2006.
[4].-
“La
tolerancia bajo sospecha” Políticas
de control social, Córdoba a fines S. XIX, Mariana
Dain.
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