Iglesia católica

La falsa “apertura” sobre homosexualidad y aborto

Misericordia y tolerancia: dos caras de la condena

Por César Rojas,
Socialismo o Barbarie, semanario, 26/09/2013

Continuando con el operativo de lavado de cara de la Iglesia, el Papa Francisco se despachó la semana pasada sobre una serie de temas como la homosexualidad, las mujeres que abortan y las personas divorciadas. En una larga entrevista donde habló sobre todo lo humano y lo divino con la retórica populista que lo caracteriza, pidió a los fieles “mirar con misericordia” estos temas e instó a “no insistir sobre ellos” ya que la Iglesia golpeada por una dura crisis interna podría “derrumbarse como un castillo de naipes”.

La preocupación por revertir la grave crisis de la Iglesia guía los gestos demagógicos.

Pese a que muchos sectores de la población puedan ver estos gestos con expectativas como una posible “apertura” de la Iglesia,[1] en lo concreto de estos temas polémicos como el aborto, los matrimonios gays, el rol de la mujer en la sociedad y en la propia Iglesia, dejó en claro que no se va a mover una coma de las posiciones reaccionarias de la doctrina católica.

De la misma manera opera con el intento de expurgar por elevación su propio pasado oscuro en la época de la dictadura cívico–militar, durante la que fue Provincial de la Orden: “nunca fui de derecha”, como si esta opinión sobre sí mismo bastara para exculparlo y no sus acciones.[2] Bergoglio durante toda la entrevista da indicios de la magnitud de la crisis que llevó a casi vaciar las iglesias y propone convertir a éstas en “tiendas de campañas en las que recibir a los heridos” que otrora fueran rechazados por ella como homosexuales o mujeres que abortaron. Eso sí, a condición de que se arrepientan, y que la condena y la estigmatización continúen sobre ellos y sus acciones pasadas.

Pero de lo que nada dice el Papa es de su responsabilidad en la entrega a los militares genocidas de los curas tercermundistas como Jalics y Yorio, o la abierta colaboración de la Iglesia al haber cedido terrenos en el Tigre para que escondiesen a detenidos y desaparecidos de la ESMA.[3]

Tampoco dice nada sobre que él mismo instó a la “guerra santa” contra el matrimonio igualitario en Argentina (con movilizaciones, lobby y amenaza a diputados), llamándolo “plan del demonio”. Hoy, mientras Grassi, el cura abusador va finalmente a la cárcel pero diciendo que “el Papa nunca me soltó la mano”, lo cual es rigurosamente cierto, y arrecian los escándalos en el Banco del Vaticano (IOR), Bergoglio se dedica al “show de la humildad” para que la gente vuelva a las iglesias y contener así la indignación mundial cada vez más generalizada frente a la crisis capitalista y sus consecuencias.

Pero lo hace dejando en claro que sobre la homosexualidad, la anticoncepción “la Iglesia ya habló” y que conviene evitar hablar sobre esos temas, y aparentemente dedicarse a construir la nueva etapa de la Iglesia “más profunda e irradiante”, pero montada sobre la complicidad y el silencio del genocidio, la defensa de la curia perversa y abusadora y el sostenimiento de los valores más reaccionarios respecto de la familia, la sexualidad, las mujeres y la diversidad sexual, pero eso sí, mirados “con misericordia”…

La "tolerancia" como condena [4]

Es en la segunda mitad del siglo XIX que aparece el aborto y la homosexualidad como un problema para el Estado capitalista y para el proceso de normalización sexual de la burguesía. Aborto y homosexualidad son considerados por primera vez como delitos, no ya como tema de la moral y la religión. Al mismo tiempo con sus idas y venidas al calor de la lucha de trabajadores, mujeres y minorías sexuales que ha ido modificando estas limitaciones, la ideología burguesa instala lo que podríamos pensar como un equivalente laico de la “misericordia” cristiana: es el concepto de la “tolerancia”.

Tolerar es soportar, sostener algo que se considera malo o contrario a las reglas o la moral, que sin embargo es soportado. De esta manera quien tolera está del lado de la norma y el poder, y lo conserva, sólo que condesciende a tolerar eso que sigue considerando un vicio moral, una aberración o pecado, o un “mal necesario”.

Recordemos que los prostíbulos eran considerados “casas de tolerancia” y debían guardar las debidas distancias respecto de la ciudad en el siglo XIX y comienzos del XX. Pero quien es tolerado, muy lejos está de ser respetado en su diversidad y en el ejercicio de su libertad, del uso de su sexualidad y su propio cuerpo, sólo es tolerado/a. De esta manera quien es tolerado sigue estigmatizado y se preserva al orden social y sus reglas de todo cuestionamiento y transformación.

Sólo el marxismo revolucionario, el feminismo socialista y la lucha de las minorías sexuales como adquisiciones conscientes de los oprimidos y explotados bajo el capitalismo patriarcal, van a posibilitar a través de la lucha cuestionar, conquistar reivindicaciones y cambiar de raíz este orden social. Tanto la tolerancia como la vieja idea cristiana de la misericordia con que el Papa intenta una “falsa apertura”, están en función de mantener el putrefacto orden patriarcal y de clases. Para finalizar, citemos palabras del cineasta y escritor Pier Paolo Passolini, quien ha hecho en su vida y su obra de la denuncia a la hipocresía de la tolerancia una bandera:

“La tolerancia, entérate bien, es sólo y siempre puramente nominal. No conozco un solo ejemplo o un solo caso de tolerancia real. Y esto porque una 'tolerancia real' sería una contradicción en sus propios términos. El hecho de 'tolerar' a alguien es lo mismo que 'condenarle'. La tolerancia es incluso una forma más refinada de condena. En realidad al 'tolerado' –digamos que al negro que habíamos tomado como ejemplo– se le dice que haga lo que quiera, que tiene todo el derecho del mundo a seguir su propia naturaleza, que su pertenencia a una minoría no significa para nada inferioridad, etcétera. Pero su 'diversidad' –o mejor, su 'culpa de ser diferente'– sigue siendo la misma tanto ante quien ha decidido tolerarla como ante quien ha decidido condenarla.” (“Cartas Luteranas”)


[1].- “Histórica apertura del Papa sobre aborto, divorcio y gays”, La Nación, Buenos Aires, 20/09/13.

[2].- Si habría que juzgar a una persona sólo por lo que dice de sí mismo, tendríamos que ver al genocida Videla como un militar que “hizo lo mejor para su Patria…”

[3].- “El silencio” La Iglesia y la ESMA, de Paulo VI a Bergoglio, H.Verbitsky, 2006.

[4].- “La tolerancia bajo sospecha” Políticas de control social, Córdoba a fines S. XIX, Mariana Dain.