La renuncia de Fidel Castro
¿“Transición”...
hacia dónde?
Por
Claudio Testa
Socialismo
o Barbarie, periódico, 21/02/08
La
noticia internacional de la semana ha sido indudablemente,
la carta abierta de Fidel Castro anunciando que “que no aspiraré ni aceptaré –repito– no aspiraré ni aceptaré,
el cargo de Presidente del Consejo de Estado y Comandante en
Jefe”.
En
los próximos días, la recientemente electa Asamblea
Nacional debía reunirse para tratar el nombramiento por un
nuevo período del Presidente del Consejo de Estado, máxima
instancia del Poder Ejecutivo, que siempre había sido
ocupado por Fidel, y que desde agosto del 2006 ejerce
interinamente Raúl Castro.
A
primera vista, la renuncia de Fidel Castro a postularse sólo
vendría a ratificar la situación institucional abierta en
el 2006, de alejamiento de Fidel de los máximos cargos del
régimen cubano, los de Presidente y Comandante de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Sin
embargo, en el fondo, este es un hecho de gran trascendencia
por el papel tan peculiar que Fidel jugó en la Revolución
Cubana de 1959, y luego al frente del país durante décadas.
Más que un dirigente político “normal”, Fidel
representó la máxima expresión del “caudillo”, en la
tradición nacional-populista latinoamericana. Y la
legitimidad política que la revolución de 1959 dio al régimen
cubano, se encarnaba mucho más en la persona de Fidel
Castro que en sus instituciones formales. Por eso, lógicamente,
su salud se fue transformando en una “cuestión de
estado”, más importante que esas mismas instituciones.
Sabiendo
eso, todos los cuervos que revolotean alrededor de Cuba
–desde Bush en EEUU hasta los “amigos de Cuba” en los
gobiernos de Europa– han comenzado a hablar de “transición”.
Y, en la misma isla, pocos niegan que se está en el prólogo
de un gran cambio.
¿“Transición”?
¿Pero hacia dónde?
Efectivamente,
la actual situación de Cuba hace difícil pensar que, sin
Fidel Castro, todo pueda seguir tal cual.
Sin
embargo, tras los discursos en abstracto acerca de
“transiciones” y “cambios” no bien definidos, se
mueven intereses sociales y proyectos económicos y políticos de naturaleza
muy diferente e incluso antagónica, tanto al interior
de Cuba, como a nivel continental y mundial. El rumbo que
tome esto va tener consecuencias trascendentales para las
masas trabajadoras de la isla, pero también para las de América
Latina y todos los pueblos del mundo. Veamos entonces, las
opciones en danza.
Al
difundirse la noticia de la renuncia de Fidel, Bush fue el
primero en salir al ruedo reclamando el reestablecimiento de
la “libertad” y la “democracia” en la isla.
El
contenido concreto de esta opción es la vuelta al poder en
Cuba de la burguesía gusana exiliada en Miami y/o de sus
descendientes, acompañada de la recuperación de sus bienes
expropiados por la Revolución. Y, asimismo, el regreso de
Cuba a la condición de virtual “protectorado” de EEUU.
Difícilmente esto pueda ocurrir sin que medien graves
enfrentamientos civiles en la isla, acompañados de acciones
militares de EEUU.
Con
buen criterio, la corresponsal en Washington de la BBC británica
se burla de todo esto, diciendo que “no
se trata de qué va a hacer [Bush], sino de
qué puede hacer... La política que ha seguido EEUU
durante todos estos años es contraproducente y obstaculiza
cualquier intento por mediar una transición política en la
isla... La verdad es que Washington no ha hecho mucho para
prepararse para la salida de Fidel... estos
planes son poco realistas”. (BBC,
Lourdes Heredia, “Los planes de Washington”)
El
carácter “poco realista” de los planes de Washington
tiene que ver también con otro hecho que no se menciona allí:
la crisis de dominación
mundial del imperialismo yanqui, por los descalabros
sufridos bajo la administración Bush. Difícilmente Bush o
el presidente que lo suceda, estarán en situación de
dictarle por la fuerza sus condiciones a los sucesores de
Fidel Castro.
Del “gran garrote” a la zanahoria
Aunque
sería un error subestimar el poderío del imperialismo
yanqui (sobre todo si llegase a estallar una crisis política
en la isla), hoy las
presiones más peligrosas y eficaces del capitalismo y del
imperialismo no vienen de esgrimir el “gran garrote”, al
fracasado estilo Bush.
Por
el contrario, un amplio sector del capitalismo mundial,
menos ruidoso pero más eficaz, actúa desde hace mucho tejiendo las condiciones para
que, en Cuba, la tan mentada “transición” reproduzca
las vías de negociaciones y acuerdos con las burocracias,
que jalonaron las
restauraciones capitalistas en la mayoría de los ex “países
socialistas”, desde Hungría hasta China.
Esta
corriente es aún minoría en la burguesía y el personal
político de EEUU, pero es ampliamente mayoritaria en Europa
y América Latina. Sin embargo, incluso en los mismos EEUU
hay un sector creciente de capitalistas y políticos, tanto
demócratas como republicanos, que estiman que el bloqueo y
la política general hacia el gobierno cubano es una
"reliquia de la Guerra Fría" y que debe haber
“un cambio de leyes para que los ciudadanos
estadounidenses puedan viajar a Cuba y sobre
todo permitir que las empresas puedan invertir en la isla”.
(BBC, “Ansias de
apertura económica”,
19/02/08)
¡Esas
son las palabras mágicas: inversiones
y negocios! Algo que los europeos vienen haciendo desde
hace tiempo...
La
burocracia cubana y su propia “transición”
Aquí
lo de las inversiones y otros negocios no cumplen sólo un
rol económico, sino también político-social.
Son el puente del
establecimiento de relaciones (e intereses comunes) cada vez
mayores del capitalismo corporativo con la burocracia
cubana, en especial con el sector de administradores y
ejecutivos de las joint-ventures
con las empresas extrajeras, que además son en su mayoría
oficiales de las Fuerzas Armadas. ¡Tienen las llaves de la
caja fuerte y, además, las armas para custodiarla!
Por
supuesto, no criticamos los negocios, las concesiones y la
recepción de inversiones que está obligada
a hacer una pequeña isla, con una economía atrasada y
sitiada por el imperialismo más poderoso. Pero advertimos
que esos negocios –en manos de un aparato burocrático que
los trabajadores no
pueden controlar, dado el carácter antidemocrático del
régimen y, por tanto, no obrero del estado mismo– son una
vía muy eficaz de corrupción y asimilación al capitalismo
mundial de esa burocracia. Y esto no es ninguna novedad.
¿Acaso no vimos ya esa película en los ex “países
socialistas”?
En
relación a la burocracia, el retiro definitivo de Fidel
Castro también significa la apertura
de una transición... en vistas de sus
propios intereses...
El
estado burocrático cubano, aunque asimiló las formas
esenciales de las instituciones de la URSS y el Este de
Europa, no ha sido una mera fotocopia de ellos. Además de
la diferencia fundamental de originarse
en una gran revolución (y no en una contrarrevolución
como la stalinista), tuvo en la persona de Fidel Castro un
caudillo [1] de inmensa raigambre popular, que desde el primer momento se
situó por encima de todas las instituciones.
La
relación entre las masas trabajadoras y populares, y este
gigantesco caudillo que hoy se eclipsa, se resumió en la
famosa consigna: “¡Comandante
en Jefe: ordene!”
Esto,
como norma política
e institucional, es lo
opuesto por el vértice al régimen de democracia
obrera y socialista que, por ejemplo, la Revolución
Rusa intentó erigir después de la Revolución de Octubre
de 1917. Si ésta se asentaba inicialmente en la democracia desde abajo de los consejos obreros (soviets), la
Revolución Cubana desde el primer momento funcionó desde arriba: mediante las órdenes
del Comandante. El papel de las masas no era decidir a través de los organismos democráticos que ellas mismas
habían creado, sino apoyar
y obedecer esas
órdenes, a través de organismos también dispuestos
desde arriba para encuadrarlas, como los Comités de
Defensa de la Revolución y finalmente el partido
único, el PC cubano.
La
imitación a mediados de los ‘60 de las formas
institucionales de la ex URSS y el Este, se adecuaba a ese
funcionamiento “desde arriba”. Pero, al mismo tiempo que
así amparaba el dominio y los privilegios de los burócratas,
Fidel –como caudillo de masas situado por
encima de su propia burocracia– hacía un juego de “árbitro”
entre el aparato y las masas, y de cuando en cuando
fulminaba a algún sector de la propia burocracia.
Hoy
este juego institucional no va más. Su pieza fundamental,
el gran caudillo de la Revolución de 1959, ha pasado a
retiro.
Llegó
entonces, para la burocracia, la hora de definir el rumbo de
su “transición”.
Como
se denuncia en las discusiones que empiezan a abrirse en la
isla, y que veremos más adelante, la burocracia como de
costumbre está
debatiendo todo a puertas cerradas.
Sin
embargo, por las medidas concretas que viene tomando y las
alabanzas que dedica al “modelo chino de socialismo”, todo
apunta hacia un “capitalismo de estado”, donde la
burocracia conserve el control de las empresas y sectores más
importantes (la mayoría como joint-ventures con el capital extranjero), al mismo tiempo que se
desarrolle un sector privado en sectores menores del campo,
los servicios, etc.
Comienzan
a oírse otras voces: las de los trabajadores y los jóvenes
Pero
la gran novedad del momento es que comienzan a oírse otras voces: las de jóvenes estudiantes y
trabajadores, que empiezan a plantear cosas muy
distintas que los burócratas.
Pocos
días antes de anunciarse el retiro de Fidel, la BBC y luego
otros medios daban a conocer videos de discusiones entre los
delegados de la Universidad Central de Informática con
Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional.
Simultáneamente,
comenzaban a trascender otros acontecimientos, como una
asamblea de trabajadores cubanos de empresas extranjeras,
citada en el Teatro Nacional, para informarles que se les
aplicaría un nuevo impuesto, y que terminó en un escándalo
donde la mesa directiva perdió por completo el control.
Políticamente
más significativo fue, sin embargo, el debate en la UCI,
difundido en videos. La prensa imperialista trató de
presentarlo como una actividad de “disidentes” estilo
Miami. Por el contrario, el debate llevado adelante por los
delegados estudiantiles se
hizo desde posiciones explícitamente socialistas y
antiimperialistas, y de defensa de los intereses de los
trabajadores frente a los privilegios de la burocracia.
El
corresponsal del diario La
Jornada de México, un órgano de izquierda que siempre
simpatizó con el castrismo, hace la siguiente pintura de
este hecho:
“Hace
menos de medio año Raúl Castro pidió a los cubanos hablar
«con valentía» de sus problemas inmediatos, en reuniones
destinadas a nutrir la agenda de una reforma anunciada por
él. La población expuso entonces crudamente
inconformidades y aspiraciones.
“A
la vuelta de unos meses persiste el ambiente de discusión y
está escalando en el ánimo social. Un video de cerca de
una hora, que circula profusamente de mano en mano en La
Habana, está reabriendo ahora asuntos como las críticas al
sistema electoral y de representación política, la enorme
diferencia entre los salarios y los precios en moneda dura,
las prohibiciones de que los cubanos se hospeden en hoteles
en la isla, la obligación de que pidan permiso si quieren
salir al extranjero y los impedimentos que hay dentro del
limitado uso del Internet.” (La
Jornada, 09/02/08)
Alejandro
Hernández, representante estudiantil, entre otras cosas,
opina así de las recientes elecciones de lista única:
“Yo miraba los otros días entrando al comedor, las fotos
de todos los delegados y diputados y me decía: «¿Quiénes
son? Yo no sé quiénes son”... Simplemente estoy leyendo
las autobiografías, los posibles méritos que tiene este
ciudadano, pero que nunca lo he visto, nunca ha visitado la
UCI... Yo no sé quién es... ¿De dónde salió? ¿Y voy a
ir a votar por algunos de ellos, si no sé quiénes
son?...”
Otro
estudiante, Eliécer Dávila, también representante
estudiantil: “Todo tiene que ver...
¿Por qué el comercio en todo el país ha migrado al
peso convertible, cuando nuestros obreros, nuestros
trabajadores, nuestros campesinos cobran sus salarios en
moneda nacional, que tiene 25 veces menos poder adquisitivo?
O sea que uno tiene que trabajar dos, tres jornadas
laborales para comprarse un cepillo de dientes... Por
ejemplo, el aseo personal, todos los recursos, la
ropa...”.
Todo
esto, por supuesto, son aún
destellos en la oscuridad. Pero, hasta hace poco, las únicas
voces de crítica venían desde la derecha, desde posiciones
restauracionistas del capitalismo y capituladoras al
imperialismo yanqui.
Hoy
comienzan a escucharse otras desde el ángulo opuesto, desde
el campo de los trabajadores y estudiantes. Ellos también
comienzan a plantear, aunque todavía de manera muy
embrionaria, su
“transición”, que comienza cuestionando los
privilegios de la burocracia.
Notas:
1.-
Como varios historiadores marxistas de la Revolución
Cubana, usamos la palabra “caudillo”, como expresión
latinoamericana, con rasgos propios, populistas o
nacional-populistas, de lo que el marxismo europeo denominó
“bonapartismo”: figuras y gobiernos que se erigen
aparentemente “por encima” de la sociedad y arbitran
entre los diferentes intereses sociales.
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