Lula
en Haití
El
subimperialismo brasileño en acción
Por
Sandra Quintela (*)
ALAI,
30/05/08
El
pasado 28 de mayo, el Presidente Lula visitó Haití por
segunda vez. La primera se llevó a cabo en 2004, junto con
la selección brasileña. En esa ocasión, desfiló por las
calles de Puerto Príncipe en coche (de guerra) abierto. En
esta vez, llegaron en la comitiva la Odebrecht, Andrade Gutiérrez
y Camargo Corrêa, entre otras empresas invitadas. Una de
ellas, cuyo nombre se mantiene en reserva, ya recibió US$
80 millones del Banco de Desarrollo Europeo para la primera
fase de las obras de reconstrucción de las carreteras
haitianas. Al mismo tiempo, el movimiento social haitiano
Batalla Operaria solicitó autorización a la Policía para
hacer un acto en la puerta del Palacio Nacional, en Puerto
Príncipe, para protestar contra la presencia de las tropas
militares en el país. La Policía Nacional haitiana negó
el pedido.
Mientras
tanto en Río de Janeiro, la tropa de elite – el Bope –
entrenó en la favela Tavares Bastos, que ocupa, desde el
2000, parte de las tropas brasileñas que componen el cuerpo
de 1.213 hombres de las Fuerzas Armadas que están en Haití
desde el 2004.
Allá,
la población que ya no aguanta tanta hambre, sale a las
calles a protestar contra el alza abusiva de los precios de
los alimentos. Aquí, la población sale a las calles en las
favelas a protestar también de forma espontánea contra los
abusos policiales que matan diariamente 7, 8, 9 personas en
cada incursión supuestamente buscando traficantes.
Aquí
como allá, la estructura de la desigualdad es llamativa. En
Brasil, según recientes estadísticas dadas a conocer por
el IPEA (Instituto de Políticas Económicas Aplicadas), el
10% de los más ricos detenta 75% de la riqueza. Allá, el
profundo deterioro de la economía haitiana ha llevado al
76% de la población a vivir en situación de pobreza.
La
situación socio–política de Haití se agudiza. Las
tropas de la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización
de Haití (MINUSTAH) cumplen, cada vez más con el papel de
policía, empleando todas las tácticas de represión a las
poblaciones empobrecidas utilizadas por la policía de Rio
de Janeiro.
La
lógica es la misma. Cada vez más los enemigos del sistema
son las poblaciones empobrecidas. Haití y Río están
sirviendo muy bien como campo de experimentación de esas
nuevas estrategias del sistema capitalista.
Aquí
y allá, hay una proximidad de criterios del gobierno Lula
con gobiernos que ponen en práctica esa estrategia. Las
visitas de Lula y sus ministros a Río son frecuentes. Las
matanzas también. La del Complexo do Alemão, ocurrida el
27 de junio de 2007, dejó 19 muertos y 10 personas
gravemente heridas. El Ministro Tarso Genro, en reunión con
los secretarios de seguridad de todo el país para discutir
el llamado PAC de la Seguridad (Pronascin – Programa
Nacional de Seguridad Pública con Ciudadanía), un día
después de dicha matanza, consideró que la operación en Río
era un ejemplo de cooperación, señalando: "Es una
acción de las policías militar y civil, comandada por el
gobernador del estado y por el secretario de seguridad, que
tienen la retaguardia de la Fuerza Nacional". (1)
También
Itamaraty considera un ejemplo de cooperación lo que Brasil
está haciendo en Haití. En una reunión del pasado 26 de
mayo, los integrantes de la Red Jubileo Sur llevaron un
manifiesto firmado por 73 organizaciones sociales brasileñas.
Un funcionario de la División de Naciones Unidas de aquel
ministerio afirmó: "Haití también es prioridad para
el gobierno brasileño, es la misión más importante por
ser un país de la región. Es también la única donde
Brasil tiene tropas, con apoyo del Congreso".
El
pasado 7 de abril, en Puerto Príncipe, 7 personas fueron
asesinadas por protestar, junto a 3 manifestantes más,
contra la subida generalizada de los precios de los
alimentos. El 1º de mayo, en las manifestaciones por el Día
Internacional del Trabajo, los nombres de todas las personas
que hicieron uso del micrófono durante la marcha fueron
apuntados por parte de la MINUSTAH y de la Policía
Nacional.
El
pueblo haitiano también está saliendo a las calles para
protestar por la presencia de tropas extranjeras en el país.
Crece el clamor por la retirada de las tropas compuestas en
gran parte por soldados de los países del sur. La evaluación
negativa de la efectividad de misiones como la MINUSTAH
también se incrementa. Recientemente, activistas, ganadores
del Premio Nobel e intelectuales también firmaron un
documento afirmando que esas tropas "violan los
derechos humanos con total y escandalosa impunidad, de modo
flagrante y en contradicción con el mandato definido por el
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que les atribuyen la
tarea de impulsar el respeto a los derechos humanos y
reforzar el sistema judicial".
La
MINUSTAH fue establecida el 30 de abril de 2004, según
resolución 1542 del Consejo de Seguridad, y tiene mandato
hasta 15 de octubre de 2008 (S/RES/1780). Es urgente y
necesario que se haga un esfuerzo en Brasil en el sentido de
presionar/solicitar a los gobiernos nacionales a que retiren
sus tropas a partir de un plan discutido con sectores
representativos del pueblo haitiano.
A
la vez, es urgente el debate alrededor de la militarización
de las periferias urbanas como estrategia de apropiación de
territorios donde viven los más pobres. Lula lleva en su
comitiva a Haití a las mismas empresas que harán gran
parte de las obras del Plan de Aceleración del Crecimiento.
El Complexo do Alemão es el escenario de una de las obras
del PAC. Fue necesario que entre la policía para limpiar el
territorio y garantizar la obra. ¿No sería justo
cuestionar que el mismo papel esté haciendo también la
MINUSTAH para garantizar que esas mismas empresas realicen
sus trabajos en Haití?
Limpiar
territorio de negros, mujeres, viejos y niños pobres; ¿será
que esto mismo es lo está detrás de esas políticas tanto
aquí como en Haití?
(*)
Sandra Quintela es miembro del Pacs y de Jubileo Sur.
1.–
Correo Brasiliense, 29 de junio de 2007.
|