Raúl
Castro busca apoyos
Por
Luiz Alberto Moniz Bandeira (*)
La Insignia, julio 2008
Raúl
Castro ha comenzado un proceso gradual de cambiar la economía
y las relaciones internacionales de Cuba. Al interior de
Cuba, espera legitimar su gobierno con la mejora de los estándares
de vida. Fuera de Cuba, no desea quedar cautivo del único
respaldo internacional del régimen cubano: el Presidente
venezolano Hugo Chávez.
Castro cree
en dar mayores incentivos a los trabajadores agrícolas. Ha
autorizado la venta de maquinaria y herramientas agrícolas
–centralizada hasta ahora– directamente a los
agricultores, así como entregar tierras en desuso a
cooperativas privadas y otras organizaciones que las
soliciten. También canceló las deudas de algunos pequeños
productores y elevó los precios que paga el estado por la
leche y la carne. En otra medida destinada a mejorar las
vidas del común de los cubanos, ha eliminado restricciones
para adquirir computadoras, hornos microondas y otros
aparatos.
Las
autoridades cubanas recalcan que el propósito de estos
cambios es mejorar la eficiencia, "no alterar el modelo
socialista". Sin embargo, al igual que China y Vietnam,
el gobierno tendrá que abrazar el mercado más abiertamente
si es que en verdad desea mejorar las condiciones de vida. Sólo
con inversión extranjera y liberalización económica –un
proceso que en cierta medida ya ha comenzado– puede Cuba
esperar ofrecer a sus 11,2 millones de habitantes más
bienes de consumo y comodidad, mejorar el sistema de
bienestar social y rehabilitar la infraestructura del país.
Esto es
esencial no sólo para construir un "mejor
socialismo", como ha prometido Castro, sino
especialmente para legitimar la continuidad del régimen
creado por la revolución de su hermano Fidel.
Por ahora,
Cuba es políticamente estable. La evolución de su situación
interna no deja dudas acerca de la consolidación de la
autoridad de Raúl Castro. Hay un poco más de libertad de
expresión, con debates y críticas de varios aspectos del
modelo socialista de Cuba, como los bajos salarios y el
sistema monetario doble, que ha generado desigualdad del
ingreso al favorecer a quienes trabajan en el turismo y para
compañías extranjeras.
Sin
embargo, es poco probable que se produzca una mayor
liberalización política en el corto o mediano plazo. El
gobierno de Cuba argumenta que el apoyo financiero y político
de Estados Unidos a la oposición lo impide.
En todo
caso, con Felipe Pérez Roque como Ministro de Relaciones
Exteriores, Cuba sigue impulsando una política exterior
pragmática. Venezuela y China se han convertido en los
principales socios económicos y comerciales de China, y es
posible que lo sigan siendo. Sin embargo, Raúl Castro desea
evitar la dependencia en sólo uno o dos países. Su
objetivo es diversificar las relaciones exteriores de Cuba y
prevenir los problemas que podrían causar a su régimen los
cambios en cualquiera de estos países, lo cual es un
imperativo constante desde el colapso de la Unión Soviética.
Como
resultado, se está dando una mayor normalidad a las
relaciones con los gigantes de América Latina, Brasil y México,
y también están mejorando las relaciones con España.
Más aún, se han reanudado las conversaciones con la
Unión Europea, se está promoviendo un mejor entendimiento
con el Vaticano, y Castro mismo ha sugerido públicamente la
posibilidad de un diálogo con los Estados Unidos.
Aunque
Venezuela destina entre 1,5 y 2 mil millones de dólares a
Cuba, Castro ve a Chávez como una especie de dolor de
cabeza, debido a su retórica y a su actitud confrontacional
con varios países. Sencillamente, Chávez no es la persona
correcta para ayudar a Cuba a normalizar sus relaciones
internacionales.
Más aún,
Venezuela tiene sus propios problemas económicos, a pesar
de sus enormes reservas de dólares. Como consecuencia de
los controles de precios y la creciente inflación, hay
escasez de medicinas y alimentos básicos, como leche, azúcar,
huevos, carne y pollo. Esto recuerda a Castro las
distorsiones económicas que hicieron que la Unión Soviética
recortara su ayuda a Cuba en los años previos a su colapso.
Los
problemas de Venezuela hacen aún más importante la
colaboración con Brasil y la obtención de su apoyo, ya que
es la mayor potencia industrial del hemisferio sur. Durante
la visita del Presidente Luís Ignacio da Silva Lula a La
Habana en enero de 2008, Brasil y Cuba firmaron varios
acuerdos comerciales y económicos. De hecho, Brasil duplicó
su préstamo a Cuba para la compra de alimentos y medicinas,
a 200 millones de dólares, y ha dispuesto proyectos para
rehabilitar la infraestructura de Cuba con la participación
de compañías brasileñas.
Otros
acuerdos contemplan un proyecto en el que la compañía
estatal energética de Brasil, Petrobrás, y Cupet de Cuba
extraerán petróleo del Golfo de México, y otro que
incluye ayuda tecnológica de la compañía brasileña
Pessquisa Agropecuária para el desarrollo de la producción
de soya en Cuba.
De hecho,
como lo sugieren estas iniciativas, el reacercamiento con
Brasil y el Mercosur parece ser la mejor alternativa
internacional de Cuba en su afán de evitar caer dentro de
la órbita económica estadounidense.
(*)
Luiz Alberto Moniz Bandeira, fue profesor de la Universidad
de Brasilia y es autor de más de 20 libros, como “De Martí
a Fidel – La Revolución Cubana y la América Latina”.
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