El
despertar de los golpistas
Por
Raúl Gutiérrez
Inter
Press Service (IPS), julio de 2009
San
Salvador.– En caso de mantenerse la dictadura de Roberto
Micheletti en Honduras, la derecha centroamericana recobraría
fuerzas y se abriría la posibilidad de más golpes de
Estado, aprovechando la fragilidad de las democracias
surgidas en las dos últimas décadas, advierten analistas.
Las
fuerzas democráticas y la comunidad internacional deben
ejercer presión para restablecer el orden constitucional en
Honduras y permitir el retorno de Manuel Zelaya a la
presidencia, cuyo mandato termina en enero de 2010,
reclamaron los expertos de distintos países de la región
consultados por IPS.
Ernesto
Rivas Gallont, quien fue embajador salvadoreño en Estados
Unidos entre 1981 y 1989, considera que las implicaciones
del golpe cívico–militar hondureño en varios países de
América Central se acentuarían si Micheletti se consolida
en el poder.
"Si
los golpistas llegaran a prevalecer en Honduras, no hay duda
que eso envalentonaría a las derechas
centroamericanas", aseguró a IPS el diplomático.
Aunque
"cuesta admitirlo, (Fidel) Castro y (Hugo) Chávez
tienen razón" cuando señalan que, en caso de
prosperar la dictadura hondureña, "se puede desatar
una cadena de golpes de Estado contra gobiernos en la región",
escribió Rivas Gallont en su blog en referencia a lo
expresado a comienzos de este mes por el líder cubano y el
mandatario venezolano.
"Es
más que obvio que el golpe (…) ha exacerbado las
diferencias entre izquierda y derecha. Y no sólo en
Honduras", aseveró.
Zelaya
fue sacado en pijamas de su residencia por un centenar de
militares la madrugada del 28 de junio y enviado a Costa
Rica, concretándose así el golpe de Estado pergeñado por
las Fuerzas Armadas, la dirigencia política de los dos
partidos históricos y el gran empresariado.
Fue
la culminación de semanas de forcejeos políticos públicos
a causa de los planes del gobierno de Zelaya de hacer una
consulta popular, no vinculante, ese domingo. Pero analistas
señalan que el derrocamiento fue impulsado por algunas de
las políticas sociales de Zelaya y su realineamiento
internacional con gobiernos de izquierda más radicales de
América Latina.
En
la encuesta, como la llamó Zelaya porque se instrumentaría
por fuera del sistema legal en razón de que no se permiten
plebiscitos ni referendos en año electoral, se le preguntaría
a la población si estaba a favor o en contra de instalar
una asamblea constituyente. En caso de que hubiera sido
favorable, sus componentes serían elegidos en los comicios
del 29 de noviembre.
Los
sectores golpistas aseguran que Zelaya promovía la asamblea
con la intención de reformar la Constitución para
habilitar la reelección presidencial, hoy prohibida tanto
consecutiva como alternada, y perpetuarse así en el poder.
El mandatario depuesto alega que nunca expuso que esa fuera
su propuesta ni estaba expuesto en la convocatoria.
Micheletti,
quien lideró la movida política para el derrocamiento
militar de la democracia desde su cargo de presidente del
Congreso legislativo, ha asegurado que no cederá ante las
presiones internacionales. Hoy encabeza un gobierno que no
ha sido reconocido por ningún país y recibe la condena de
los más representativos organismos mundiales.
La
Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización
de Estados Americanos (OEA), el sistema de la Integración
Centroamericana (SICA), la Unión Europea (UE) y la Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA),
entre otros, han condenado el golpe de Estado en Honduras y
demandan enfáticamente el regreso de Zelaya a la
presidencia.
En
cambio y pese a estos fuertes pronunciamientos, sólo
"las derechas centroamericanas han justificado el golpe
utilizando a Chávez como pretexto", indican las
fuentes consultadas por IPS.
Es
el caso, por ejemplo dicen, de los sectores de esta
corriente en El Salvador que acaban de dejar el gobierno
ejercido por décadas para que pase a manos del izquierdista
y otrora guerrillero Frente Farabundo Martí para la
Liberación Nacional (FMLN). "Pueden sentirse tentada a
realizar acciones similares a las de Honduras, que han
marcado nuestra historia", alertan.
La
derechista y hoy opositora Alianza Republicana Nacionalista
(Arena), que gobernó El Salvador de 1989 a junio de este año,
aunque reprobó el "destierro" de Zelaya, nunca
condenó el golpe de Estado.
"(…)
También es cierto que el presidente Zelaya cometió graves
violaciones constitucionales que llevaron a otros órganos
del Estado" a su separación del cargo, señaló Arena
en un comunicado publicado en medios locales en espacios
pagados a comienzos de este mes.
En
ese texto se exhorta al flamante presidente salvadoreño
Mauricio Funes a "abstenerse" de tener
protagonismo en la crisis hondureña, porque "podría
afectar las relaciones entre ambos países".
El
gobierno del FMLN encabezado por Funes condenó de inmediato
el golpe y dos días después, junto a sus iguales de
Guatemala y Nicaragua, en el marco de la reunión del SICA
en Managua, acordaron cerrar por 48 horas sus fronteras con
Honduras, el 1 y 2 de este mes, como medida de presión
contra la dictadura de Micheletti.
El
SICA está integrado por todos los países centroamericanos,
Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras,
Nicaragua y Panamá, además de República Dominicana como
estado asociado.
Funes
también fue anfitrión de los gobernantes Cristina Fernández,
de Argentina, Rafael Correa, de Ecuador, y Fernando Lugo, de
Paraguay, del presidente de la Asamblea General de la ONU,
el nicaragüense Miguel D’Escoto, y del secretario general
de la OEA, el chileno Miguel Insulza, quienes esperaron en
señal de respaldo en San Salvador el frustrado intento de
Zelaya de volver a su país el 4 de julio.
Algunos
empresarios, dirigentes políticos y columnistas de medios
conservadores salvadoreños han señalado que Funes debería
aprender de lo sucedido en Honduras y no intentar reformas
constitucionales como las promovidas por Zelaya.
El
analista Leonel Gómez coincidió con Rivas Gallont en que
los acontecimientos en Honduras podrían derivar en más
intentos de terminar con la democracia en la región.
"Lo
peligroso de esto es que podría incentivar a otras fuerzas
a cometer otros golpes de Estado como el sucedido en
Honduras", manifestó Gómez, quien ha colaborado en
investigaciones sobre corrupción y fondos para las
dictaduras de la región con los legisladores
estadounidenses Patrick Leahy y con el ahora fallecido Joe
Moakley, ambos del gobernante Partido Demócrata.
El
especialista subrayó que algunos militares guatemaltecos
"están muy ansiosos de recibir una orden para proceder
de forma similar" a sus colegas hondureños.
El
presidente de Guatemala, Álvaro Colom, debió salir a
desmentir que se estuviera fraguando un golpe militar, luego
que Chávez advirtiera que existía ese peligro. Pero la
premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, aseguró que
sectores económicos de ese país podrían estar tramando un
ataque al sistema de derecho.
Gómez,
tras recordar que en el pasado Estados Unidos ha
"escrito páginas negras en la historia
centroamericana" al apoyar dictaduras y golpes varios,
exhortó al actual gobierno de Barack Obama a "actuar
de forma más firme y consecuente con sus postulados".
América
Central, con excepción de Costa Rica, fue gobernada casi
todo el siglo XX por regímenes militares o de fuerza
impuestos por poderosos sectores económicos en connivencia
con políticos conservadores y la asistencia o la directa
intervención de Estados Unidos. En el último tramo de ese
periodo se tiñó de guerras civiles con la aparición de
guerrillas izquierdistas.
La
excepcionalidad de Costa Rica se debe, según los
historiadores, en especial a la disolución del ejército
dispuesto el 1 de diciembre de 1948 por el entonces
presidente José Figueres (1906–1990), quien incluso debió
enfrentar un intento de golpe en 1949 poco antes de que
entrara en vigor la medida.
|