Tegucigalpa, 7 de octubre. Luz Ernestina Mejía, Miss Honduras 1980, ex
diputada liberal y organizadora de las marchas blancas
contra el retorno de Manuel Zelaya a la presidencia, anda
furiosa con los cancilleres. “¿Por qué vamos a aceptar
el capricho de Zelaya de volver al poder por una vía
ilegal? Ni restitución, ni tercería (un tercero en la
presidencia), ni nada, yo soy radical”, dice. “¿Y
entonces para qué es el diálogo?”, se le pregunta.
“Ellos (los zelayistas) tienen suerte de que yo no sea
negociadora”.
Pues no tienen tanta suerte, porque horas más tarde, puesto frente a los
argumentos de representantes diplomáticos de varios países,
el presidente de facto se exaspera y se dice engañado:
“Creíamos que ustedes venían de buena fe, a decirnos que
aceptan una solución hondureña, pero los discursos que han
hecho son totalmente diferentes, son que hay que volver a
poner al señor Zelaya”, truena Micheletti, aunque, en
honor a la verdad, no es tan radical como la miss.
Él sí acepta un tercero en la presidencia: “Me hago a un lado, pero que
también que se haga a un lado este señor que le ha hecho
tanto daño a la economía y la moral de Honduras”.
Micheletti rinde informe de gobierno, regaña a los cancilleres por ser tan
sordos, y se pone apocalíptico: “¡las elecciones se van
a protagonizar el 29 de noviembre, solamente que nos manden
un ataque y que nos invadan no se van a realizar!”
“Ni
un solo muerto”, presume
Se da gusto en su desquite verbal: “ni ustedes saben toda la verdad ni a
veces quieren escuchar toda la verdad”. Y la verdad de
Micheletti es que aquí no ha habido “ni un solo muerto
por el ejército o la policía”, ni hubo estado de sitio,
sino sólo la suspensión de “algunas” garantías y el
cierre de dos medios de comunicación, acciones gracias a
las cuales tuvimos “los días más tranquilos de la
población”.
Ya de paso, Micheletti informa a José Miguel Insulza, secretario general de
la Organización de Estados Americanos (OEA), a los
cancilleres de seis países y otros tantos representantes
diplomáticos, cuánto costaban la alimentación del caballo
de Manuel Zelaya y el sueldo del caballerango.
Por la mañana, Insulza ha fijado la postura de la OEA: el diálogo “a la
hondureña” debe tener como base “todos los puntos”
del acuerdo de San José, propuesto hace más de dos meses
por Óscar Arias. Uno de esos puntos es la restitución de
Zelaya en su cargo. Insulza añade la integración de un
gobierno “de unidad nacional” y la renuncia de Zelaya a
cualquier acción encaminada a reformar la Constitución.
Hace un par de días, Micheletti deslizó la posibilidad de aceptar la
reinstalación del presidente. Ahora, ya con los cancilleres
como audiencia cautiva, vuelve a la postura que ha sostenido
desde el golpe de Estado.
“De continuar en una situación como esta, en la cual el presidente Zelaya
no sea reinstalado, corre serio peligro el reconocimiento
del resultado electoral”, dice Rodolfo Gil, representante
de Argentina en la OEA.
En la misma línea habla Rudi Casaes, representante de Brasil, quien pone el
ejemplo del presidente Fernando Collor de Mello, “depuesto
por medios absolutamente legales”.
Los demás representantes son menos directos, de modo que el brasileño es
el único a quien Micheletti interrumpe. A la canciller
mexicana, Patricia Espinosa, la saluda de beso.
Un día
en la presidencia “y se distorsiona todo”
“Trátame bien porque voy a volver a ser ministro de Gobernación”, decía
Víctor Meza los primeros días de agosto, cuando auguraba
“buenas noticias muy pronto”. Dos meses después, Meza
encabeza el grupo de tres personas que representa a Zelaya
en el diálogo con el gobierno de facto. Las “buenas
noticias” no llegaron entonces.
Sólo la entrada clandestina de Zelaya a su país, el lunes 21 de
septiembre, dio un vuelco a la situación e hizo que la
comunidad internacional apretara algunos tornillos, sobre
todo uno de fabricación brasileña, y se llegara a este día.
El primer día en que el líder sindical Juan Barahona no
anda en una marcha, sino en un gran salón con alfombra y
candiles, plebeyo en medio de un mar de corbatas, con su
mezclilla y su gorrita beisbolera. Eso sí, Barahona y la
ministra del Trabajo, Mayra Mejía, se quedan solos en la
parte izquierda de la primera fila: ninguno de los
empresarios y políticos, unánimemente con el golpe, quiere
sentarse a su lado.
El primer turno, en la ceremonia de instalación del diálogo, es de José
Miguel Insulza, quien trae a la mesa el acuerdo de San José
y pide a las partes negociar “sin intenciones ocultas”.
Al terminar su intervención, los empresarios –la línea
dura del golpismo– le dedican un tímido abucheo.
“Otra vez vinieron a imponer su agenda, su receta”, dice el empresario
Santiago Ruiz, partícipe del abucheo y uno de los
convencidos de que Zelaya no debe ser reinstalado jamás.
“Con un día que esté en la presidencia distorsiona
todo”.
Zelaya ha abierto el día con un comunicado en la radio: “Advertimos que
de no restituir al presidente en su cargo antes del 15 de
octubre, automáticamente por falta de validez, credibilidad
y confianza de la comunidad nacional e internacional, queda
sin valor ni efecto el calendario electoral hasta que se
firme el acuerdo de San José y se restituya al
presidente”.
Las elecciones son el caballito de batalla del gobierno de facto, los
partidos, los empresarios, la “sociedad civil” que
marcha con camisetas blancas, las iglesias.
No quieren diálogo, sino ganar tiempo para llegar a los comicios que, en su
perspectiva, harán la magia de que los gobiernos del mundo
reconozcan que aquí hubo una “sucesión presidencial” y
no un golpe de Estado.
Quedarán
al desnudo las “maniobras hipócritas”
“El presidente Zelaya estará este mes en la casa de gobierno, el
presidente regresa a ocupar el cargo para el cual fue
electo”, dice Víctor Meza, poco después de su intervención
frente a la delegación internacional y antes de encerrarse
con los negociadores del gobierno de facto.
En su discurso, Meza ofrece disculpas por el retraso que tiene una razón: a
los representantes de Zelaya en el diálogo sólo les fue
permitido ver al presidente, en la embajada de Brasil, hasta
las ocho de la mañana de hoy.
Poco antes de que se instalara la mesa, y quizá para dar un recibimiento de
lujo a la misión de la OEA, la policía dispersa una
manifestación de zelayistas frente a la embajada de Estados
Unidos. Luego, reprime también a grupos de estudiantes que
se manifiestan en las inmediaciones de la Universidad
Nacional.
Meza denuncia esos hechos y se anticipa a un escenario que los zelayistas
consideran muy probable: “El diálogo tiene virtudes y
facultades, y cuando sólo lo concebimos para repliegues
calculados y maniobras dilatorias, el diálogo tiene la
virtud de poner al desnudo esas maniobras hipócritas”.
Ajeno a cualquier estridencia, Meza llama a encontrar pronto la salida del
“oscuro túnel” al que llegó Honduras por “haber
permitido que la barbarie terminara imponiéndose a la
civilización”.
Curiosamente, parte del público, incluso en las filas de la prensa, le
dedica un aplauso.