A
estas horas, Mel Zelaya acaba de dar un nuevo “plazo” a
la negociación con los golpistas. Así son los plazos de
Zelaya: se estiran hasta el infinito, entregando en el
medio todas y cada una de las reivindicaciones por las
cuales la resistencia popular ha estado en las calles
cotidianamente, desde el mismo día que los golpistas se
hicieron con el poder.
Zelaya
ha entregando ya la principal reivindicación de la lucha:
la Asamblea Constituyente.
Zelaya
ha entregado también el castigo a los golpistas, aceptando una amnistía para los mismos.
Zelaya
ha aceptado incluso un gobierno de “reconciliación
nacional”, es decir, con las fuerzas golpistas: un escándalo
que significaría cogobernar con los que tienen manchadas
las manos de sangre de tantos compañeros.
Por
esto mismo no debería sorprender, incluso, que termine entregando
también hasta su propia “cabeza”. Que, después de
días y días de “diálogo”, más diálogo y
conciliaciones con los gorilas, termine aceptando no ser
restituido: o que esto se haga de modo absolutamente formal,
mediante un “gobierno tripartito” u otro enjuague por el
estilo.
En
medio de todo este juego conciliador, lo que ha quedado
completamente fuera de foco es la lucha de la resistencia
misma. ¡Hace semanas que la dirección de la
resistencia –el Frente Nacional de Resistencia– no
convoca a ninguna acción real, de magnitud!
Esto
es directa responsabilidad de los dirigentes
“melistas” de la resistencia, como Juan Barahona, que ha
llevado adelante esta semana el “show” mediático de
salir de la mesa negociadora. Esto es sólo una burda
maniobra para evitar que caiga sobre su cabeza el hecho de
que su jefe político, Zelaya, ha entregado, en menos que lo
que canta un gallo, la Constituyente.
Desde
la Corriente Internacional Socialismo o Barbarie y nuestros
compañeros del PST, rechazamos categóricamente la vía
muerta del “diálogo” con los gorilas como la forma
de conseguir las reivindicaciones populares.
El
retorno de Zelaya colocó la posibilidad de la huelga
general que tirara definitivamente abajo todo el régimen
gorila. Pero Mel Zelaya y sus representantes en el
movimiento popular, estuvieron total y absolutamente en
contra de esta salida. El mismo Zelaya, desde que pisó la
embajada del Brasil, se jugó a la vía de la
“reconciliación”, más allá de palabras y gestos
“bravucones” para la TV.
En
estos momentos, al diálogo se la ha dado un nuevo plazo,
hasta el próximo lunes. El melismo sigue y sigue buscando una
vía conciliadora de salida de Micheletti. A nuestro
modo de ver, a estas horas, hay que desarrollar una duro
debate al interior de la resistencia, que fomente el
descontento con esta situación y plantee la desconfianza
en la política conciliadora de Mel Zelaya.
¡No
puede ser que la heroica resistencia esté, a estas horas,
completamente subordinada a los “enjuagues” de
los dirigentes en las alturas, mientras se entregan
una a una las reivindicaciones de la lucha y se
desmoviliza casi completamente al movimiento obrero,
campesino y popular.
La
candidatura independiente de Carlos H. Reyes ha anunciado su
retiro incondicional de las elecciones si estas se realizan
bajo Micheletti. El desafió ahora es recoger una a una de
las reivindicaciones que Zelaya ha ido arrojando por el
camino: en primer, la perentoria necesidad de la
convocatoria a una Constituyente Revolucionaria que
barra a todas las instituciones
golpistas, así como el castigo a los gorilas asesinos.