Tegucigalpa.– El derrocado presidente de Honduras Manuel Zelaya dijo el
viernes que el acuerdo que firmó la semana pasada es
"letra muerta", luego de que el jefe del Gobierno
de facto, Roberto Micheletti, formó un gobierno de unidad
nacional sin incluir al destituido mandatario.
Tras meses de negociaciones con el apoyo de la comunidad internacional,
Zelaya acordó la semana pasada con la administración
interina formar un gobierno de unidad nacional y que el
Congreso decidiera si él debía retomar la presidencia.
Según al cronograma acordado por negociadores de Zelaya y del Gobierno de
facto, el gabinete de unidad debía quedar conformado el
jueves. El depuesto líder aseguraba que primero debía ser
restituido antes de que se designara a los funcionarios que
integrarían ese gobierno de reconciliación.
A última hora del jueves, Micheletti instaló un gobierno de unidad
nacional y aseguró que la puerta estaba abierta si Zelaya
quería sumarse y cumplir el acuerdo que buscaba poner fin a
la crisis del tercer país más pobre de América Central.
Horas antes, el mandatario de facto pidió la renuncia a sus ministros para
que sus cargos sean ocupados por funcionarios escogidos de
las listas enviadas por partidos políticos.
"No se puede dialogar con un gobierno golpista, está evidentemente señalado,
no son honestas las pláticas, no se sostiene el honor de la
palabra", dijo Zelaya a una radio chilena.
Por su parte, Micheletti se jactó de haber "finalizado el proceso de
conformación del Gobierno de unidad y reconciliación
dentro del límite establecido".
En cadena de televisión, agregó que ese gobierno representa al
"amplio espectro ideológico y político del país(...)
a pesar de que el señor Zelaya no envió la lista de
representantes".
Una fuente diplomática cercana a las negociaciones aseguró que no había
entrado en funciones el gabinete de unidad nacional y que
las negociaciones siguen en marcha.
El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José
Miguel Insulza, criticó la interrupción del proceso de
cumplimiento del acuerdo y pidió atender los compromisos
"sin subterfugios" para "restablecer la
democracia, la legitimidad institucional y la convivencia
entre los hondureños".
Zelaya reveló que desiste de buscar un arreglo interno "ya que no
tiene sentido" y que cualquier salida a la crisis la
trabajará con la OEA.
Washington, que hace una semana se jactó de haber alcanzado el acuerdo,
ahora fallido, dijo que no había una fecha límite para que
el Congreso vote sobre el retorno de Zelaya.
"El único plazo era para la formación del gobierno de unidad
nacional, lo que fue hecho", sostuvo un portavoz del
Departamento de Estado de Estados Unidos.
Durante la semana, y de manera insistente, Washington señaló que la solución
del problema, incluido el retorno de Zelaya, estaba en manos
de los hondureños.
Peter Versteeg, representante de la Unión Europea (UE) en Honduras, informó
que por la crisis está retenido un desembolso equivalente a
65 millones de euros en apoyo presupuestario.
Sólo
Dios sabe
El derrocado mandatario vio el anuncio de Micheletti –transmitido por
canales de televisión– en la embajada de Brasil, en la
que está refugiado desde que volvió clandestinamente a
Tegucigalpa a fines de septiembre. La tristeza y el
desconsuelo reinaban entre sus colaboradores.
El viernes, cerca del mediodía, Zelaya se reunió con ellos y dijo que
"sólo Dios sabe" lo que pasará. Acordó que unos
25 abandonen la sede diplomática brasileña en los próximos
días. Zelaya quedaría solamente con sus más íntimos
colaboradores.
La sede diplomática amaneció rodeada de decenas de policías y militares,
más del doble que otros días, además de vehículos
antimotines, ambulancias y camiones militares.
Zelaya fue derrocado el 28 de junio y expulsado de Honduras a punta de
pistola por militares. Tras el golpe, un gobierno de facto
encabezado por Micheletti fue designado por el Congreso,
agudizando la peor crisis política en Centroamérica en dos
décadas y dividiendo al país.
El portavoz de Zelaya, Jorge Reina, leyó un comunicado en el que se anunció
el "total desconocimiento" a las elecciones
presidenciales del 29 de noviembre y a sus resultados,
debido a que votaciones "bajo dictadura son un fraude
para el pueblo".
En medio del conflicto, un artefacto explosivo de bajo poder detonó el
viernes por la madrugada en la capital del país sin
provocar daños ni dejar heridos.
Es el tercer día de estallidos de artefactos de bajo poder. El miércoles
una granada fue lanzada en el edificio de una operadora
celular en una zona comercial de Tegucigalpa, provocando daños
materiales.
Otro artefacto casero explotó el miércoles al mediodía en un baño público
del centro de la ciudad y una granada había estallado en
una radio afín al Gobierno de facto en un hecho que dejó
un herido leve.
Pese a los anuncios de los zelayistas, que se mantenían en vigilia, no se
reportaron manifestaciones ni incidentes tras la instalación
del gobierno de unidad y el fracaso del acuerdo.
(Con
reporte adicional de Fiona Ortiz, Gustavo Palencia y Edgard
Garrido en Tegucigalpa; editado por Silene Ramírez)