La
postura de Washington en esta crisis daña la credibilidad
estadounidense,
según críticos
EEUU
logró apoyar el golpe en Honduras y
aparentar respaldo a
Zelaya
Por
David Brooks
Corresponsal
en EEUU
La
Jornada, 27/11/09
Nueva
York, 26 de noviembre.– El gobierno de Barack Obama está
entrampado entre viejos y nuevos esquemas de la política en
América Latina y, según analistas, en Honduras ha optado
por legitimar un golpe de Estado si es que reconoce –como
todo indica–, los resultados de las elecciones programadas
para el próximo domingo.
Para
algunos, la jugada de Washington siempre fue apoyar el golpe
de manera discreta y aparentar públicamente que respaldaba
a Zelaya. Para otros, el gobierno de Obama, entre otros de
la región, fueron derrotados por las maniobras de la
derecha en América Latina y sus aliados en Estados Unidos.
Pero los críticos coinciden en que la política de
Washington hacia Honduras ha dañado –aunque no
necesariamente de manera severa– la credibilidad del
gobierno de Obama en América Latina.
La
decisión de Obama, días después de negociar a finales de
octubre un acuerdo entre el gobierno constitucional de
Manuel Zelaya y el régimen de facto de Roberto Micheletti,
de apoyar el proceso electoral aun sin incluir como
precondición la restitución de Zelaya, fue elogiada por
sectores conservadores en Estados Unidos.
Esa
decisión permitió que Arturo Valenzuela, el recién
instalado secretario adjunto de Estado para relaciones
interamericanas y Thomas Shannon, su antecesor en el puesto,
negociador principal del acuerdo en Honduras y próximamente
embajador en Brasil, fueran finalmente ratificados por el
Senado después que el senador conservador Jim DeMint
levantara su congelamiento del proceso en la cámara alta.
DeMint,
después que Shannon y otros afirmaron que Zelaya no tendría
que ser restituido antes de la elección, declaró que “me
complace reportar que el gobierno de Obama finalmente ha
revertido su política mal guiada hacia Honduras y que
reconocerá plenamente las elecciones del 29 de noviembre.
La secretaria Clinton y el secretario adjunto Shannon me han
asegurado que Estados Unidos reconocerá los resultados de
las elecciones hondureñas aun si Manuel Zelaya no es
reinstalado”.
DeMint
y otros legisladores –entre ellos la representante
republicana de origen cubano Ileana Ros–Lehtinen, quien
dijo que visitará las casillas que la comunidad inmigrante
hondureña utilizará en Miami– tuvieron éxito en
promover su apoyo al gobierno de facto en Washington. Ese régimen
y sus aliados gastaron más de 600 mil dólares en
cabilderos, reportó la revista The New Yorker. Entre los
contratados por el régimen golpista y sus aliados estaban
figuras de gran influencia en Washington como Lanny Davis,
el ex abogado del presidente Bill Clinton y su esposa
Hillary Clinton, la actual secretaria de Estado, reportó
anteriormente La Jornada.
Para
Christopher Sabatini, principal director de análisis político
del Consejo de las Américas, con la decisión del gobierno
de Obama de abandonar el consenso regional de defensa de la
democracia en el caso de Honduras, “hemos perdido nuestra
capacidad y autoridad moral para denunciar violaciones de
legislaturas y tribunales supremos en otros países, como
Venezuela o Bolivia, cuando ellos toman acciones antidemocráticas”.
En entrevista con La Jornada, Sabatini argumentó que dar
legitimidad al golpe de Estado a través de las elecciones
es un error, y “daña el perfil de Obama en la región”.
Ante
el golpe, comentó, “reconocer las elecciones es una
victoria para los conservadores”. De que las fuerzas
conservadoras, tanto allá como aquí, fueran tan
“efectivas” es “impresionante pero a la vez triste”.
Pero señaló que esas fuerzas conservadoras, “aunque podrán
haber ganado esta batalla (al lograr que Washington apoye y
tal vez reconozca las elecciones), podrán haber perdido la
guerra” por los costos de esto para la política exterior
hacia América Latina.
Para
Mark Weisbrot, copresidente del Centro de Investigación
Económica y Política (CEPR), el gobierno de Obama apoyó
el golpe de Estado desde el inicio. “Han logrado apoyar el
golpe y a la vez aparentar respaldo a Zelaya”, declaró en
entrevista con este diario. Ambos analistas, entre muchos
otros, se suman a la posición mayoritaria en la región de
que no se puede lavar un golpe con una elección.
Sin
embargo, señaló Weisbrot, el gobierno de Obama “está
sorprendido por la reacción adversa en la región a esta
decisión, puede ser que estos tipos simplemente no
entendieron esto”.
“No
sé si estamos solos”, afirmó Ian Kelly, vocero del
Departamento de Estado al preguntarle sobre cómo Washington
explica su posición frente al repudio del proceso electoral
por casi todos los países de la región. Un alto
funcionario del Departamento de Estado subrayó: “pues, no
me voy a preocupar tanto por dónde están los otros países
(en torno a Honduras) por el momento”.
Según
informa el Consejo de las Américas, sólo Panamá y Perú
estarían dispuestos a reconocer los resultados electorales,
y México no se ha definido. Otros especulan que tal vez
Colombia se podría sumar a la postura estadounidense.
La
apuesta del gobierno de Obama es qué se verá después, con
los socios de la región, qué se hará. El vocero Kelly señaló
esta semana que “consultaremos con los observadores
internacionales que están ahí, y después de consultar con
ellos y nuestros amigos y aliados en la región, tomaremos
nuestra determinación”, sobre el proceso electoral. Los
funcionarios subrayaron que ven el proceso electoral como
“parte esencial de la solución a esta crisis”, pero a
la vez, insistieron en que depende si son “imparciales y
transparentes”.
Para
algunos analistas, eso indica que el gobierno de Obama está
apostando a que se superará la reacción inicial de repudio
de países como Brasil y Argentina, entre otros de la región.
“El tiempo, creen ellos, es su amigo”, advierte
Weisbrot.
“Lo
que nos jugamos en Honduras no es nada menos que la
credibilidad de la OEA y de sus miembros en cuanto a
mantenerse fieles al llamado a la defensa colectiva de la
democracia consagrado en la Carta (Democrática)”, dijo
esta semana Valenzuela en el Consejo Permanente de la OEA.
Pero para varios líderes y analistas en la región como en
este país, lo que en verdad está en juego es la
credibilidad de Estados Unidos en el hemisferio.
EEUU
rompe el consenso de América Latina y apuesta por la
legitimidad de comicios
Obama
justifica el giro de postura
Por
David Brooks
Corresponsal
en EEUU
La
Jornada, 26/11/09
Nueva
York, 25 de noviembre.– El gobierno de Barack Obama ha
decidido abandonar al presidente constitucional Manuel
Zelaya y apostar a la legitimidad de las elecciones en
Honduras realizadas bajo el gobierno golpista, rompiendo así
con el consenso de la mayoría de los países de América
Latina, incluso con aliados como Brasil.
Inicialmente,
Obama había declarado “ilegal” el “golpe de
Estado”, y junto con la Organización de Estados
Americanos había rechazado, entre titubeos y señales
contradictorias, la legitimidad del gobierno de facto y
exigió la restitución del gobierno constitucional. Al
frustrarse las negociaciones mediadas por Óscar Arias,
Estados Unidos amenazó, a la par del resto del hemisferio,
con no reconocer los resultados de las elecciones del 29 de
noviembre.
Pero
esta posición cambió a partir del 30 de octubre, cuando
después de intensas negociaciones con enviados del
Departamento de Estado, se proclamó un acuerdo entre el
gobierno de facto de Roberto Micheletti y el presidente
constitucional Manuel Zelaya. A pesar de que el gobierno
golpista no cumplió el acuerdo, pocos días después el
gobierno de Obama declaró que reconocería los resultados
de las elecciones si éstas son calificadas de
“imparciales”, aun sin la reinstalación de Zelaya.
Ayer,
Obama reiteró la nueva postura estadounidense en una carta
enviada al presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva,
en la cual justificó el apoyo estadounidense a la elección
en Honduras, ya que con eso la situación después de los
comicios “partiría de cero”, según filtró un
funcionario brasileño. O sea, algo así como borrón y
cuenta nueva.
La
actual postura estadounidense fue expresada esta semana por
el recién instalado secretario adjunto de Estado, Arturo
Valenzuela, en una sesión a puerta cerrada del Consejo
Permanente de la OEA. Aunque recordó que “Estados Unidos,
junto con el resto de los estados miembros, emitió un
veredicto unánime al considerar que el presidente
debidamente elegido en Honduras… fue derrocado de su cargo
en un golpe de Estado”, afirmó que la solución a la
crisis, bajo lo estipulado por el acuerdo del 30 de octubre,
es proceder con las elecciones.
Sin
embargo, Valenzuela condicionó la realización del proceso
al aclarar que “si bien una elección realizada de manera
compatible con las normas internacionales es una condición
necesaria para que Honduras vuelva a ser miembro de la OEA,
no es una condición suficiente... Para que eso ocurra, las
partes en Honduras deben aplicar plenamente los acuerdos de
Tegucigalpa y San José. Esto significa que se ha de
constituir un gobierno de unidad nacional que represente a
todos los sectores de la sociedad y del Congreso. A su vez,
el Legislativo debe votar con toda prontitud la restitución
del presidente Zelaya”.
Pero
en ningún momento exige la reinstalación del presidente
constitucional como condición.
Valenzuela
justificó el proceso electoral como mecanismo legítimo que
“se atiene al calendario electoral normal que estipula la
Constitución hondureña, y había estado en camino varios
meses antes del golpe”. Subrayó que “ésta no es una
elección inventada por un gobierno de facto en busca de una
estrategia de salida, ni una manera de esconder un golpe de
Estado”, sino un proceso que “permite que el pueblo
hondureño ejerza su voluntad soberana”.
A la
vez, reconoció que “nos preocupan los informes de
violaciones de derechos humanos y esfuerzos deliberados de
incitar a la violencia y el enfrentamiento en ambos lados
políticos de Honduras y que podrían afectar el proceso
electoral”. Por lo tanto, afirmó que “recurriremos a
los observadores internacionales de la sociedad civil y a
nuestros propios observadores para determinar si las
elecciones han cumplido con las normas internacionales”.
El
Departamento de Estado está financiando misiones de
observación electoral del Instituto Republicano
Internacional (IRI) y por su contraparte el Instituto Democrático
Nacional, ambas vinculadas al Fondo Nacional para la
Democracia. Algunos críticos acusan que el IRI en
particular fue inmiscuido en el golpe de Estado contra Hugo
Chávez en Venezuela.
Por
otra parte, este miércoles unas 175 mujeres defensoras de
derechos humanos y feministas, incluidas tres premios Nobel
de la Paz, enviaron una carta abierta a la secretaria de
Estado, Hillary Clinton, instándole a condenar las
violaciones de derechos humanos en Honduras. Con base en lo
documentado por organizaciones de derechos humanos, escriben
que “el régimen de facto ha participado en una campaña
sistemática de intimidación, abuso físico y sexual, además
de tortura. Cada vez más, las mujeres han sido el blanco de
esta campaña. Le instamos a condenar la violencia desatada
contra la gente de Honduras, y en particular contra las
mujeres hondureñas”.
Agregan
que “fue la ruptura del orden democrático en el país lo
que dio lugar a la crisis actual en derechos humanos de las
mujeres en Honduras. Por lo tanto, solamente el retorno del
gobierno constitucional puede parar el rápido deterioro de
los derechos de la mujer. Unas elecciones precipitadas e
improvisadas –sin la participación completa de la
sociedad hondureña, el reconocimiento internacional o el
restablecimiento del presidente constitucional– no pueden
ser consideradas libres ni justas, y no garantizan una
vuelta al Estado de derecho”.
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